TALAVERA DE LA REINA
"LA TALAVERA DESAPARECIDA"

Por aquí se entraba a Talavera. Era una de sus puertas que se llamaba no sé, por qué, la puerta de Zamora, aunque con más propiedad hubiera podido llamarse la puerta de Navamorcuende, o de Segurilla, o de Cervera de los Montes, o de cualquiera de los pueblos que a ella llegaban directamente. Puede verse al lado derecho la Iglesia de Santiago y, al fondo, la antigua torre del reloj. Piedras que se perdieron en la noche del olvido, solamente queda como recuerdo de ellas el murallon que formaba parte de la antigua cárcel, que el tiempo y los hombres han respetado.

Esta es la puerta de Zamora vista desde dentro. A la derecha, la cárcel de la Santa Hermandad -después, muchos años de cárcel del partido- con un hombre, quizá un vigilante, que mira curioso desde al puerta. La columnatas y el porche son la entrada a la antigua capilla en la cual se conserva un artesonado de gran valor artístico. Pero columnatas, pórtico y puerta han desaparecido. No así el edificio ni la muralla que aún permanecen. Recuerdo de tantas cosas que se fueron. Lo único desaparecido que puede aplaudirse es el sucio albañal, que se aprecuia perfectamente en el centro de la calle, por donde corrían, en esta y en todas las calles las aguas sucias...

Esa magnífica fábrica fue levantada poco después de Trento por la Compañía de Jesús. Delante de la portada principal, el Palenque era una hermosa plaza enlosada de grandes piedras rectangulares, en la que muchos hemos jugado de niños. Es otra de las joyas artísticas que desaparecieron y que hoy, en la agitada vida actual con las calles saturadas de tráfico, sería un remanso de paz. Hoy, lo que fuera convento y templo de los Jesuitas, es un teatro y lo que fue Palenque, es plaza de abastos. Otra estampa llena de clasicismo que ya no veremos más. Pena de tantas cosas de Talavera como esta y otras muchas...

Por ese arco y bajo esa especie de habitación o corredor cubierto, con cuesta de las Pescaderías, que va a parar a la ancha calle de las Carnicerías. De un lado tenía ese arco y habitación o lo que fuera, que ya no existe, el huerto de San Agustín en lo que fue antiguo Alcázar; de otro las Escuelas de San Agustín. Hoy es sólo recuerdo. No es, por supuesto, ninguna joya arquitectónica o artística; pero tiene un rancio sabor antañón, que nos hace lamentar que su estampa se haya perdido para siempre como tantas otras.

Este fue el Arco de San Pedro que, mandado levantar por el Arzobispo de Toledo, don Pedro González de Mendoza, servía de pórtico de entrada a la que hoy es calle del mismo nombre. Hermoso y artístico arco, sobre su clave se alza el petreo escudo cardenalicio hasta llegar con su piedra al breve trono de Nuestra Señora. En la parte derecha se puede apreciar la muralla que le flanqueaba, también derribada mucho después. ¿Quién y por qué derribó esta hermosa obra, una de las más bellas de y típicas de nuestra antigua Talavera?. Quizás el progreso que, paso a paso, nos va dando ciencia y adelantos, pero a costa de privarnos de nuestras más castizas trazas y de remansos del espíritu que, según la filosofía al uso actual, ya no sirven para nada.

Esta es la calle de las Carnicerías, pero mirando hacia la "Plaza" en la cual puede apreciarse la antígua torre del reloj, que hace tantos años fue derribada, juntamente con la muralla a la que estaba adosada, para construir en ese sitio el edificio donde se albergó la antigua "Fonda Española" y abajo el comercio de "los Moros" como entonces le decían. Todo ello es polvo y recuerdo, olvido, nada. Desapareció otra cosa castiza como la torre, y cayó una de las murallas que hoy son monumento nacional, pero que entonces no estaba protegidas. Pena de todo ello. Ninguna de las dos debió caer, pero hoy ya no queda lugar para otra cosa que el recuerdo.