Arboles
Hay muchas formas de vida con las que compartimos este planeta, y algunas son más perceptibles que otras a nuestros cinco sentidos. Así, mientras los menos sensibles de nosotros pueden tener problemas con los espíritus de los elementos o con los duendes de las esferas sutiles, los espíritus del árbol se manifiestan en formas que podemos ver con facilidad y con las que nos podemos comunicar. Los espíritus del árbol se llaman --dríadas-- y la tradición nos cuenta que hay varias clases de estas inteligencias que varían según la naturaleza y las funciones de los diferentes tipos de árbol. Algunos árboles, por ejemplo, son famosos curanderos, mientras que otros son guardianes, protectores, grabadores o dispensadores de sabiduría innata (para aquellas personas que sean lo suficientemente sabias y sensibles para llevar a cabo la comunicación correcta). Como los celtas estaban tan cerca de la naturaleza, llegaron a darse cuenta del papel que los árboles podían jugar en su vida diaria y en su religión, de ahí el Alfabeto del Arbol y las muchas ramas mágicas que proceden de él. Además de las obvias connotaciones ocultas, no pasa nada por tomar en consideración las aplicaciones más prácticas de la Ciencia del Arbol, sobre todo en lo que se refiere a la curación; después de todo, los botánicos han utilizado la corteza del árbol durante siglos para remediar muchas situaciones.
CASTAÑO ROJO: Dicen que quita los temores y las aprensionesCASTAÑO BLANCO: Aleja los malos pensamientos.
OLMO: Aleja las frustraciones y la incapacidad de afrontar los problemas de la vida que tan a menudo causan desórdenes digestivos.
HAYA: De este árbol, según dicen, se aprende el valor de la tolerancia.
ALERCE: Ayuda a asimilar la fuerza física y fomenta una sensación de bienestar general.
ROBLE: Alivia el sistema nervioso motor y nos ayuda a coger el hilo de algún problema intrincado.
ABETO: Los pinos son muy beneficiosos para las enfermedades bronquiales, como sabrán muchas personas que se han recuperado en clínicas suizas