Quíbor y Cubiro,
contrastes naturales

A Andrea Alejandra

¡Qué sabia es la naturaleza! Todo está donde tiene que estar. No cabe duda de esta afirmación cuando contemplamos la extrema aridez del valle de Quíbor, con sus cerros plateados y sus cujíes retorcidos, enmarcados en los hermosos fondos verdiazules de las montañas nubladas de alrededor. Son verdaderamente increíbles los contrastes.
De fácil acceso por una autopista, y a 30 Km. al oeste de Barquisimeto, Edo. Lara, está el valle de Quíbor, de horizontalidad geométrica, formado por un gran lago salado desecado hace miles de años, que se formó al levantarse el sistema montañoso de la Costa y encerrarlo en un espacio entre éste y el Sistema Andino.
El valle presenta un clima muy cálido y terrenos muy áridos por las escasas lluvias que caen anualmente. A pesar de estas características, se sabe que allí hubo desde tiempos remotos, asentamientos indígenas importantes que legaron riquísimas manifestaciones culturales, entre éstas el trabajo del barro, piezas de cerámicas hermosamente decoradas, que constituyen hoy día parte del atractivo turístico de la zona.
En la avenida Rotaria de Quíbor, en la ruta hacia Cubiro y Sanare, se encuentran los mejores puestos de venta de artesanías que son muy apreciadas en otras ciudades del país. Al final de esta avenida se encuentra "El Trípode", una inmensa escultura representativa de una vasija indígena que adorna la hermosa redoma que distribuye el tránsito.
Ya en la vía, tome la ruta hacia Cubiro. En el camino pasará por un bucólico pueblito que parece haberse quedado dormido en el tiempo, se llama Cuara; salvo algunas construcciones "modernas" quedan en pie algunas casas viejísimas que llaman mucho la atención. Cuando pase frente a la plaza, párese al lado de la hermosa capilla y tómese una foto, vale la pena.
Además, en Cuara se encuentran variados tallistas de la piedra de Cumarebo que le darán mejores precios que en Quíbor, eso sí, regatee. Compre toda la artesanía que pueda aquí o en Quíbor, bien tempranito, porque ya en la tarde no tendrá mucho que escoger, y con los precios que tienen en Cubiro pareciera que la artesanía viniera de otro mundo.
Siga por la misma ruta, derechito, y comience a subir la empinada cuesta. Tómese un ratico para pararse en los refugios de la carretera, observe bien el paisaje, y dése cuenta del porqué hablo tanto de lo impresionante de estos predios larenses. Ya casi en la mitad de la carretera saque su suéter o chaqueta porque el fresco lo invita y prepárese para ver los paisajes más encantadores que pueda imaginar: verdes praderas, ganado pastando, lagunas de ensueño rodeadas de álamos, pueblitos de portada de revista, niñitos con mejillas coloradas, neblinas y riachuelos bajando de las montañas. Si acaso todo esto le suena a Mérida, no se sorprenda, es aquí donde comienza su largo recorrido hacia el sur del continente la larguísima Cordillera de los Andes.
Ya casi en la cima, sobre una colina rocosa se encuentra la estación de servicios "El Rocío", a unos 100 metros de la estación hay una bifurcación de la carretera: la vía de la derecha lo llevará al pintoresco pueblito de Cubiro, aunque la mayoría de una vez toma la ruta de la izquierda que va a Las Lomas, sería imperdonable no pasearse por sus hermosas calles, algunas empedradas, pasar frente a la plaza, entrar a la antiquísima iglesia -que es más vieja que la catedral de Valencia- y admirar las fachadas de las casas, una por una.
Luego de visitar el pueblo, ahora sí, vaya hacia las Lomas de Cubiro, allí hay una pista para montar a caballo, verdes prados para descansar, sentarse a comer o simplemente caminar, quioscos de comida y además se obtienen las mejores vistas del valle de Quíbor y del piedemonte andino. Si quiere pregunte en algún quiosco cómo hacer para ir hasta el río, la carretera no es buena para vehículos de poca tracción aunque hay quienes le hacen el transporte de ida y vuelta. Más arriba, en la "Posada de las Lomas" hay baños públicos y restaurantes.
En todos nuestros viajes está presente la sempiterna recomendación: deje todo como estaba, no altere ni destruya nada. Llévese su basura y si es posible, la que se encuentre. ¡Ah!, que nunca falte una buena cámara, sus amigos que no puedan venir a ver todo esto se lo agradecerán infinitamente.

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