Sexta Parte: "¡Estoy en casa!"

Era ya de noche y Mina se hallaba mirando el techo de su cuarto. Se encontraba pensando... pensando en lo que pasó con Cleocite, con Armand, con Katherine... El tiempo lo sana todo, había oído decir. Sin embargo ¿será eso cierto? Por otro lado estaba el Negaverso, una entidad oscura a la que se tenía que derrotar a como diera lugar. Suspiró mientras dejaba divagar su mente. Un poco ya agotada, se quedó dormida profundamente.

"Lamento haberte hecho esto, Mina" susurró Artemis desde la alfombra. Aunque Mina no lo aceptara, él sabía que se encontraba herida por dentro. "Mi trabajo era protegerte... pero te fallé, no debí dejar que te juntaras con ese chico" pensó tristemente Artemis. Aunque si no la hubiera dejado, ella hubiera respondido simplemente: ¿Pero qué puede suceder, Artemis? y se reiría con esa gracia que él tan bien conocía. El gato sonrió. "Pero
tampoco te puedo proteger de todo el mundo" comentó Artemis. "Además para lo que viene necesitas más que fortaleza interior, si solamente la reina con el cristal de plata..." el hilo de sus pensamientos se cortó, y pudo
recordar vivamente todo lo que ocurrió esa vez; las sailors scouts no pudieron, ella incluída, la princesa de la luna fue matada y la reina enuna desesperación por salvar el mundo (y la luna), liberó todo el poder del
cristal. Luego les dio a ellas la oportunidad de vivir nuevamente una vida pacífica... eso fue antes de que llegara el Negaverso a despertar. Y que yo me viera obligado a despertar tus poderes interiores, Mina. "En fin, creo
que dentro de poco ya será tiempo para que las 5 sailors se reunan y busquen a la princesa. Y para entonces Mina ya debe de haberse recuperado un poco" se dijo a sí mismo Artemis mientras bostezaba y se acomodaba para
dormir.

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Era una hermosa mañana y Mina se encontraba en el parque junto a Artemis. El cielo azul sugería que estaría despejado y soleado por el resto del día. Mina suspiró y se levantó del banco en el que estaba sentada.

"¿Te sucede algo, Mina?" preguntó Artemis.

Mina le sonrió, y luego se empezó a reír. "No, cómo crees. Lo que sucede es que estoy un poco nerviosa por el hecho de que tendré que conocer a las otras sailors scouts." dijo ella con un tono alegre. Artemis la miró atentamente, pero no dijo nada más. "Creo que tengo nadas de comer un helado, qué dices Artemis ¿Vienes conmigo?" preguntó ella caminando hacia una tienda al otro lado del parque.

"¡Pero Mina espérame!" gritó Artemis corriendo tras ella.

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"¿Cuándo conoceremos a las otras sailors?" preguntó ella de nuevo en la misma banca en la que se había sentado antes esa mañana.

"Creo que no es un buen momento para presentarnos" respondió Artemis luego de dar un suspiro "¿Por qué no esperamos hasta que sea necesario?"

Mina lo miró de reojo, algo estaba tramando Artemis, y ella lo sabía. Artemis levantó la cabeza y ella se quedó mirando esos ojos azules, parecían que ocultaban algo... ¿Será que Artemis sabía más de lo que
mostraba?... Eso es imposible, no creo que Artemis esté tratando de mentirme, pensó dudosa.

"¿Por qué dices que tenemos que esperar? Yo creo que ya esperamos DEMASIADO, Artemis!!"

Artemis con cabeza gacha empezó a murmurar algo que Mina no pudo captar.
¿Será que está molesto conmigo? Se preguntó ella. No seas tonta!, dijo una voz más dentro de su cabeza, ¿molesto por qué ha de estar? Una voz más delicada y dulce respondió; Quizá por ser tan frágil...

"¿Mina? ¿¿Mina?? ¡¡¡¡¡¡¡¡¡HEY MINA!!!!!!!!!!!!!" gritó exasperado Artemis.

Finalmente Mina salió de la batalla interna que estaba llevando consigo misma y dirigió su mirada al gato. "Creo que necesito pasar un tiempo sola" dijo ella seriamente. Aunque su rostro estaba tan blanco como ella podía
tenerlo, sus ojos, "el espejo del Alma" lo delataba todo. Artemis no hizo sino asentir y dejar que ella se aleje lentamente adentrándose más en el parque. Por su parte, él se voltió y se preparó a buscar a Luna.

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Mina Aino caminaba solitaria, el sol se estaba poniendo y no podía creer que se había pasado gran parte del tiempo mirando las aguas del mar. Su color variante del negro al azul y la acción que el sol producía sobre él,
la hipnotizó por largo tiempo. Mientras Mina se hallaba camino a casa, su mente divagaba por otros rumbos... Armand... Armand... Parecía que era lo único que decía, mientras recordaba esos momentos gratos que paso con él en Inglaterra. Con él y Katherine...

Tanto se desprendió del mundo real, que no se dio cuenta de que se hallaba casi frente a un campo de batalla. Unos pequeños se encontraban jugando fútbol, o al menos eso es lo que intentaban hacer, pues otro grupo un poco
más mayorcito, no les devolvía la pelota. Además de estar molestando a una pequeña niña...

"¡¡Damela!! ¡¡Devuélmela, es mía!!" gritaba un pequeño.

"¡Pues quitamela!" le decía el niño mayor que tenía el balón.

"¡¡Sueltala!!" gritó la niña, obviamente se refería a una muñeca que llevaba en brazos.

"Vamos... prestame tu muñeca para romperle la cara."

"¡¡Oye tú!! ¡No seas abusivo, y devuélvele el balón a esos niños!"

"¿Y tú quién rayos eres?" preguntó uno de los tres chicos abusivos.

"Yo soy Mina Aino, la defensora de la justicia!" dijo ella con gran ímpetu.

"Bah! No nos puedes hacer nada, señora parlanchina!"

"Señora? SEÑORA?!? Ahora vas a ver chiquillo malcriado!!" exclamó ella mientras perseguía incansablemente a los abusadores... Señora ella? Ja!! JAMÁS!!!!!!!! Ella aún estaba en el fruto de toda su juventud... y que la
llamen señora? ESOS NIÑOS VAN A ARREPENTIRSE DE INSULTAR A PERSONAS INOCENTES!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Ya verán!!