CONDADO DE LA PERNIA

S E X T A C O N F E R E N C I A

a cargo de Don Laureano Perez Mier

Tema:

E L C O N D A D O D E P E R N i A

BENEFICIOS QUE EN LA EDAD MEDIA REPORT REPORTO EL SEÑORIO TEMPORAL DE

LOS OBISPOS.

 

Excmo Sr. Arzobispo de Granada y Administrador Apostólico de Palencia, Dr. D. Agustín Parrado García.
Señores….

Señoras…

En un estudio histórico de la Diócesis de Palencia, aunque tenga que ser forzosamente rápido y sintético como el presente por la necesidad de encuadrarlo dentro del marco estrecho de esta Semana, no debía faltar un puesto para el Condado y Señorío eclesiástico de Pernía, que, si no el más bello y rico ornato de la Sede Palentina , constituye al menos una de las piedras más antiguas que adornan la Cruz Pectoral de los Obispos de Palencia, casi desde los remotos días de la restauración de la Diócesis en el siglo XI.

Como justificación de mi presencia en este estrado, junto a figuras todas ellas ilustres y esclarecidas, y no sabría ofrecer a vuestra benevolencia sino simplemente esta consideración: un requerimiento para mi el más autorizado que, sin duda, creía compensar la falta de otras prendas con el amor y el cariño que todo hijo bien nacido pone en las cosas de su madre.

 

I.- EL TERRITORIO DE LA PERNIA-SU SITUACION-DIOCESIS  

Situado en el extremo Norte de la actual provincia de Palencia, en el Partido de Cervera de Pisuerga, hállase el territorio que constituyó en la antigüedad el Condado de Pernía. Comprende una extensión aproximada de trescientos cincuenta kilómetros cuadrados, que siguiendo los confines septentrionales de la provincia limita al norte con Liébana y Poblaciones, por el este con el Valle de Campóo y las montañas de Brañosera, al sur con el territorio de Cervera y al oeste sigue la divisoria de las aguas entre el Pisuerga y el Carrión.

El territorio de Pernía se encuentra por tanto en el corazón de Cantabria entre la antigua Tamárica sobre el Carrión junto a Velilla de Guardo y el célebre Julióbriga situada cabe el Ebro muy cerca del sitio donde hoy se levanta Reinosa. (1).

Su historia comienza en la época Romana con la ruda y tenaz resistencia de Cantabria contra el invasor. Según el testimonio de los historiadores romanos, vencidos los cántabros en campo abierto, se refugiaron en los lugares más ásperos y fragosos de Cantabria corriéndose desde los orígenes del río Ebro hacia el monte Vindio, que situado al poniente de Reinosa se extendía desde el puerto de Sejos y los montes de Brañosera en el extremo oriental, por el Pico Tres Aguas, Peña Labra y Peña Sagra hasta Sierras Albas y Fuentes Carrionas por el occidente. Amparados los cántabros en la altura insuperable de sus montañas creíanse inexpugnables, seguros de que "primero llegarían allí las alborotadas olas del mar que las soberbias y rapaces águilas romanas"; pero lo que no pudo la fuerza de las armas lo consiguió la astucia imperialista, y sitiados por hambre, fueron dominados y vencidos los cántabros.  

Mas no eran los montañeses hombres que soportasen fácilmente el yugo del vencedor, por lo que revolviéronse repetidas veces contra sus dominadores. Así refiere el historiador Dion Cassio que en el año diez y nueve antes de Cristo muchos de los que habían sido hechos prisioneros y vendidos como esclavos, mataron a sus señores y volviendo a su tierra movieron gente a su alianza y se apoderaron de algunas fortalezas.

Acudió contra ellos Agripa con lo más escogido de las legiones romanas y tras no pequeños esfuerzos logró dominar la insurrección y para evitar nuevos peligros mató a casi todos los que manejaban las armas y a los demás desarmóles y les obligó a que abandonadas las montañas bajasen a vivir al llano.

"Cántabros que essent militari aetate omnes prope delevit, reliquos armis exuit et ex montanis locis in campestres transtulit" (2).

Sin embargo, este bajar a lo llano, escribe Flórez, no fue tan general que las montañas quedasen despobladas, ya que bastaba para el fin de la paz quitarles las armas, emplazar fortalezas en los sitios estratégicos y disminuir la población como se hizo obligando a los más rebeldes a que bajasen a vivir a tierra llana (3).

Vestigios de la dominación romana en esta intrincada porción de Cantabria son las vías romanas que, partiendo de Tamárica junto a Velilla de Guardo la primera, cruza el Carrión al Nordeste de Vidrieros por el puente Tebro, remonta luego el curso del río hasta su origen, atraviesa la cordillera Cantábrica por el paso existente entre Fuentes Carrionas y Sierras Albas en el sitio donde siglos más adelante hubo un hospital o venta, penetra en la actual provincia de Santander por Caloca y Vendejo y desciende luego hasta el fondo del valle de Liébana por la vereda sobre la que más tarde se había de levantar el célebre monasterio dúplice de Santa María de Piasca (4).

Existen igualmente trozos notables, algunos bien conservados, de otra vía romana que, como la anterior, marcaba los confines de Pernía, y que partiendo de Reinosa en dirección suroeste penetraba en territorio de Brañosera; pasaba luego por la ciudad ibérica de nombre desconocido que se menciona en el mismo documento con la denominación genérica de "illan civitatem antiquan", aquella ciudad antigua y continuaba hacia el Oeste por Herreruela, buscando un punto de enlace con la vía anterior que permitiera movilizar fácilmente las fuerzas de las cohortes entre Tamárica y Julióbriga y asegurara así la dominación de aquella abrupta zona.

No lejos de la ciudad ibérica situada junto a Brañosera y a muy corta distancia de la citada vía romana existe una elevada colina, cuyo nombre "Viarce" presenta reminiscencia, y rememoración más o menos trasmutada de un nombre ibérico de ciudad, ya que la terminacion "se" y más caracteristicamente aún "rse" no es extraña al lenguaje ibero del que aún tenemos testimonios, (numismáticos principalmente) que por su actual sonido no serían muy dispares del que nos ocupa, como por ejemplo, Cose (Tarragona), Arse (Sagunto). Cuestión sumamente ardua determinar hoy con seguridad, en medio de la gran carencia de datos y de la actual posibilidad de completarlos, si dicha antigüedad es de origen ibérico o simplemente romano, significando entonces el vocablo en cuestión un lugar de presidio o fortaleza militar.

Sea como fuere, emplazamiento de ciudad o simplemente fortaleza militar, lo cierto es que situado sobre la vertiente de dos valles, dominaba los poblados tendidos a sus pies, aseguraba la libertad de la vía romana y servía de llave para escalar las crestas de Peñalabra y Pico Tres Aguas, reductos inexpugnables del monte Vindio, ya que, según escribe Fernández Guerra, en torno de Cantabria para amarrarla como con una cadena y para afianzar su conquista, Roma erizó de castillos los caminos desfiladeros (5)

Una vez terminada la guerra y pacificado el territorio, la Cantabria sufrió sucesivas transformaciones, adjudicándose primero el territorio ganado en la guerra a las dos provincias romanas la Hispania Oiterior y la Lusitania e incorporando más tarde Asturias y Galaecia a la Oiterior.

A fines del siglo III en el Imperio de Diocleciano se verifica la desmembración de la Hispania Oiterior en tres provincias, la Tarraconense , la Cartaginense y la Galaecia. No es empresa fácil señalar los límites de estas provincias, sobre todo a medida que se acercan a los puntos de convergencia de unas y otras en la zona cantábrica. Para reconocer los límites se hace necesario acudir a las divisiones eclesiásticas, ya que según consta de diversos documentos, la Iglesia ordenó que la división eclesiástica se conformase con la civil (6).

Si es enteramente cierto que la diócesis de Palencia pertenecía en este tiempo a la provincia Cartaginense, no resulta tan seguro ni mucho menos, señalar los límites de la diócesis ni de la provincia Cartaginense en el territorio de Cantabria. Flórez traza sus límites occidentales siguiendo una línea que va desde Ríoseco por Saldaña hasta la proximidad de las Fuentes del Ebro: de modo que el nacimiento de los ríos Pisuerga y Carrión, quedasen dentro de la provincia Cartaginense. Casi al mismo sitio hace confluir la línea oriental que separa esta provincia de la Tarraconense , línea que arranca de los montes como el Pico Tres Aguas y los montes de Brañosera que separan en su origen las vertientes del Ebro y del Pisuerga (7).

Sánchez Albornoz (8), no está conforme con los limites fijados por Flórez, pues en los primeros tiempos de la Iglesia Hispano _Cristiana, en el Norte de España cada Obispado abarcaba la comarca habitada por una o varias tribus menores y afines. Es, pues, probable, según dicho autor que la raya de la Cartaginense y con ella los límites de la diócesis de Palencia, siguieran la línea divisoria de Vacceo y Cántabros, línea que, partiendo de los alrededores de Cistierna junto al Esla, sigue la divisoria de la zona montañosa internándose primero en el territorio de Guardo y bajando después hacia Herrera de Pisuerga como hace en la actualidad la raya del partido de Cervera.

Así como la diócesis de Palencia correspondía a los Vacceos, el citado autor atribuye a los cántabros el Obispado de Amaya, del que se hace mención en las Fuentes de Nómina Ovetense (9). Pero según hace notar el Padre Villada "el no aparecer la diócesis de Amaya en ningún concilio ni es ninguna de las otras listas y documentos de la época, hace sospechar que es de fundación posterior al 711" (10).

Apoyado en estas razones y fundado además en la fijeza y constancia con que aparece incorporado a León desde los primeros tiempos de la reconquista el territorio comprendido en las fuentes del Pisuerga y del Carrión, me inclino a aceptar la opinión de Flórez cuando atribuye a la provincia Cartaginense y diócesis de Palencia esta porción de Cantabria.

En el archivo de la Abadía de Lebanza se conserva un documento notabilísimo del que nos ocuparemos más adelante con detención, y según consta del mismo, las tierras de Liébana con la salida al mar, lo mismo que Saldaña y Villasarracino, todo ello pertenecía al reino de León durante el primer "tercio del siglo X, en el año 932” .

Comparto también el pensamiento del Padre Luciano Serrano (11) de que Cantabria no sufrió trastorno alguno de consideración en su organización eclesiástica durante la época visigótica, ya que según todas las probabilidades, su territorio perteneció a tres diócesis distintas: a la de Calahorra, a la de Oca y a la de Palencia, a la cual pertenecían el territorio de Aguilar y los orígenes del Pisuerga: opinión que acepto por lo que hace a los orígenes del Pisuerga, pero no así en lo referente al territorio de Brañosera y Aguilar que incorporado desde el principio de la reconquista, según se desprende de la carta-puebla a la tierra que constituyó luego el Condado de Castilla, parece más probable que perteneciera de antigua a la diócesis de Oca. Vienen también a confirmar este punto de vista documentos posteriores de la Abadía de Lebanza, alguno de los cuales perteneciente al siglo XII, nos muestra al lado de condes de Piedras Negras y Cervera, otros condes subordinados suyos en Mutave o Mudá que constituía al parecer el puesto avanzado en la línea oriental de sus dominios (12).

Destruida la ciudad de Palencia en la invasión sarracena, sus Obispos se refugiaron en Asturias, donde sucediéndose unos a otros continuaron usando el título de Obispos de Palencia. Así vemos que en el reinado de Don Alfonso II el Casto, era Obispo de Palencia Abundancio, según consta del Concilio ovetense celebrado en 811. En los tiempos siguientes no suena ya Obispo de Palencia, escribe el P. Risco (13), pero Don Matías Vielva, hace constar en la silva palentina (14) que, según el testimonio del investigador palentino don Bernardino Martín Minguez, en una escritura de Don Ramiro I de León, otorgada el año 844, firman los obispos de Zamora, de Dumio, de León y Julián, Obispo de Palencia.

Una vez iniciada la reconquista, pocos años después, a mediados del siglo VIII, Alfonso I el católico arrancó a los musulmanes extensos territorios, llevando sus conquistas tierras adentro por León y Castilla. Paralelamente a este movimiento de reconquista, pero más a retaguardia y a distancia de la línea fronteriza, se realiza lentamente la repoblación de Liébana...Trasmiera y Bardulia, que más tarde se había de llamar Castilla; es decir, q ue entre mediados del siglo VIII y comienzos del IX van repoblándose las montañas de León y Castilla en su vertiente meridional y sus moradores van poco a poco dejando el abrigo de la montaña para establecerse en la llanura (15).

Y es precisamente en este momento, e n los primeros años del siglo IX, el 824, cuando Brañosera nos ofrece la carta-puebla más antigua de España, y mil años después, en el día de hoy, todavía permanecen inalterables los nombres de sus términos y la división de sus confines con el territorio de Pernia, y aún quizá, quizá, los mismos términos fijados en la carta-puebla -"per illum pradum porquerum, per illas cobas regis et per illa penna robra"- señalaran en la antigüedad la divisoria septemtrional entre el teritorio de Pernía, sometido al reino de León, y el naciente Condado de Castilla, cuyos primeros condes, (16) el conde Nuño Nuñez y la condesa Argilo otorgaron la carta-puebla de Brañosera, confirmada posteriormente por sus sucesores Gonzalo Fernández (en el año 998), Fernán González (en el año 965) y Sancho García (en el año 998), todos los cuales se proclaman nietos y biznietos del Conde Nuñez y de la Condesa Argilo (17).

En vista de estos y otros datos, así históricos como geográficos, acaso no resulte infundado suponer que la divisoria de los montes y de las aguas entre Brañosera y Pernía marcaba la frontera primitiva del Condado de Castilla con el Reino de León, iba luego la línea fronteriza por las alturas que separan a Mudá del Valle de Santullán y corriéndose más abajo con el río en dirección del Este, seguían las montañas de Aguilar hasta unirse al Pisuerga en las inmediaciones de esta Villa, que es como veremos en seguida exactamente lo que hace la raya de la diócesis de Burgos en el siglo XI (entre los pueblos de Redondo y Brañosera se celebra cada nueve años el deslinde de los respectivos términos "corriendo la mojonera" sobre el terreno, acto que se verifica ante notario público que levanta escritura del mismo. He podido examinar las escrituras sin interrupción por espacio de cien años, hasta 1838, sin encontrar referencia ninguna sobre la fecha ni la ocasión de su origen).

Durante el tiempo que transcurrió entre la destrucción de la diócesis palentina y su restauración a mediados del siglo XI, a medida que se iban arrancando del poder de los sarracenos los antiguos términos de la diócesis, se adjudicaban primero a la diócesis de Oviedo, y luego, con más frecuencia, a la de León. Así, por ejemplo, en el año 905 el Rey don Alfonso III el Magno concedió a las Iglesias de León y Oviedo, por mitad, todas las Iglesias comprendidas entre Astorga y el río Carrión, desde su nacimiento hasta que desemboca en el Pisuerga, y desde allí hasta Zamora. Asimismo, otorgó a las dichas Iglesias de León y Oviedo la ciudad de Palencia, con su diócesis (18). Y once años más tarde, Ordoño II concedió a la Iglesia de Santa María de León los términos de Dueñas, Cabezón...los dos Vertabillos, Saldaña, los dos Cevicos, Tariego, Baños, Palencia, Monzón, Santa María de Carrión, Saldaña y San Román de Entrepeñas con su alfoz, Castetelión (Castrejón), Cervera y Peñas Negras con su alfoz y tambilén Liébana y todo lo comprendido por las peñas de aquellos puertos hasta los susodichos términos de Astorga (19).

Coincide con esta división, por lo menos en lo que toca a los límites septentrionales, la famosa Itación de Wamba, en la cual, aunque apócrifa, se lee: León vaya por los montes pireneos, por peña Rubia y la mitad de Liébana, por Cervera, por Peñas Negras, por Abia, hasta el río Carrión, etcétera (20).

Restaurada en 1033 la diócesis de Palencia por Sancho el Mayor de Navarra, en el mismo documento de restauración se lee: "De la misma manera damos a la sobredicha sede de Palencia y a todos los Obispos y Canónigos que ahí hay o adelante fueren...Buardo, Camporredondo, Alba con los términos de todos ellos"..."Este es el término de la Sede Palentina : Desde donde correo el río Cea hasta que se difunde el río Duero; y de la otra parte adonde nace el río Pisuerga y va hasta el Castro de Peñafiel y el mismo Csatro con sus términos antiguos" (21).

La restauración de la dióceses de Palencia con la siguiente concesión de Iglesias, suscitó, como no podía menos, las querellas de los Obispos de León y Burgos, que creyeron disminuidos sus derechos. Entonces, el Rey Don Fernando I, en privilegio del año 1059, confirma y renueva la concesión de su Padre Don Sancho el Mayor: "Dono y concedo, dice, a la ya muchas veces nombrada Sede de Palencia...Buardo, Camporredonde, Alba con sus términos y los términos de los demás y porque, como ya diximos, los Obispos de León y Burgos, Alvito y Gomesano, se quejaban que tenían disminuidas y no determinadas sus parroquias, con su concejo, el de sus Iglesias y de todos mis Magnates y con sus beneplácitos, hizimos esta determinación y descripción de la diócesis Palentina. Castellón, con sus términos antiguos y juntamente con sus términos antiguos y alfoces. Ebur, Mudave, Orcello y de Cadeira, Valle Cure (Valoría?), Vezerril, La Vid , Herrera, Avia, Santa María de Carrión, etcétera (22). Los límites de la diócesis que aquí se señalan aparecen sucesivamente confirmados por Bulas de Urbano II (en 1095), de Pascual II (en 1116), de Alejandro III (en 1163) y de Lucio III (en 1181), entre otros.

Pascual II, en Bula de 1116 al Obispo de Palencia, le confirma la posesión entre otros, de los Municipios siguientes: Castellón, Ebur, Orzellón, Valoria, Vezerril, La Vid , Herrera, Avia, Santa María de Carrión, etc...Mudave, o sea casi los mismos términos y en el mismo orden del privilegio de Don Fernando I (23) y lo mismo hacen Inocencio II y Hororio II.

Urbano II, con fecha de cuatro de mayo de 1095, confirmando los términos de la diócesis de Burgos, le dice al Obispo Don García que mantenga siempre su Iglesia los términos de sus predecesores, conviene a saber: "Desde las poblaciones que están en los montes pireneos hasta el Mar, y las Asturias (de Santillana) hasta el rio Deba, que baja de los susodichos montes pireneos y según corren las aguas hacia el Mediodía entre Mutave y Rotundo hasta Peñaforada y luego el río Pisuerga hasta que entra en el Arlanza" (24).

Coincide en un todo con la anterior división la contenida en las Bulas de Alejandro III y de Lucio III al Obispo de Burgos (25).

Comparando, pues, unas con otras las Bulas y Privilegios, claramente se deduce que la diócesis de Palencia abarcaba el nacimiento de los ríos Carrión y Pisuerga, descendía luego hasta Mutave, que históricamente demostramos ser Mudá (26), bajaba después hacia Bur (?) e iba por Valoria, Becerril del Carpio, La Vid , Herrera, etc., al paso que a la diócesis de Burgos pertenecian las Asturias de Santillana hasta el río Deva y en el valle del Pisuerga el teritorio de Brañosera y Aguilar, limitado al occidente por Redondo, Mudá y Peñaforada, hasta encontrar la línea del Pisuerga en las proximidades de Aguilar.

Queda, pues, demostrado, que el territorio de Pernia perteneció a la antigua diócesis de Palencia, no sólo en la época visigótica, sino también inmediatamente después de su restauración en el siglo XI.

 

NOTAS BIBLIOGRAFICAS

 

(1) Flórez: E. S. t. 24, La Cantabria , pags. 3-7
(2) Jusué (Eduardo); Documentos Inéditos del cartulario de Santo Toribio de Liébana durante el reinado de Alfonso II, págs. 75 y sigs. t. 46, B:A.H.-La era consular de una lápida romana inédita que existe en Villaverde, provincia de Santander, a unos doce kilómetros de Potes, páginas 45-50, t. 69 B.A.H.
(3) Flórez: E.S.t.24, La Cantabria , pág. 161.
(4) Archivo de la Abadía de Lebanza: Mapas a pluma de la Abadía de Lebanza. Mapa geográfico de la privincia de Palencia, hecho por don Tomás López, geógrafo, el año 1782, Madrid.
(5) Fernández Guerra (Aureliano): Cantabria; (Bol. Soc. Geográfica, IV (1878), págs 29 y 30.
(6) G. Villada (Zacarías): Historia Eclesiástica de España, págs. 210-211, t. 2, vol. I, Madrid (1932).
(7) Flórez: E. S. t. 5, págs 6-7, 49; t. 4, pág. 106.
(8) Sánchez Albornoz (Claudio): Divisiones tribales y adminstrativas del solar del reino de Asturias en la época romana, págs 292-293, t. 95 (1029), B. A. H.
(9) Sánchez Albornoz: Obra cit. pág. 293, nota 3ª, t. 95. B. A. H.
(10) Villada: obra cit. pág. 214, nota 5ª, t. II, vol. I.
(11) Serrano (Luiciano): Historia de Castilla, páginas XXXV-XXXVI, t. III, Valladolid (1910).
(12) Archivo de la Abadía de Lebanza: Donación de una casa en Bergaño por María Fernández y Rodrigo González, su marido, en favor de Pedro Sebastián Abad y los demás que habitaban con él en Lebanza, núm. 26.
(13) Risco (Manuel): E. S. t. 37, págs. 267 y sigs.
(14) Vielva (Matías): Silva Palentina, compuesta por Don Alonso Fernández de Madrid, Arcediano de Alcor y Canónigo en la S. I. C. de Palencia, anotada por don Matías Vielva, págs. 5-6, nota 1ª t. I, Palencia (1932).
(15) G. Villada (Zacarías): Crónica de Alfonso III, páginas 68-69, Madrid (1918).
(16) Flórez: E. S. t. 26 págs. 55, 59, 66. Ballesteros y Beretta: Historia de España t. II, págs. 214-215, Barcelona (1920); Menéndez Pidal (Ramón): La España del Cid, t. I, págs 292 y sigs. Pamplona (1615 y 1634).
(17) Sandoval (Prudencio); Historias de Idacio...; de Isidoro...; de Sebastián...; de Sampiro...; de Pelayo..., páginas 292 y sigs. Pamplona (1615 y 1630).
(18) Risco: E. S. t. 37, pág. 335.
(19) Risco: E. S. t.34, pág 435.
(20) Flórez: E. S. t. IV, pág. 231.
(21) Vielva: Obra cit. pág. 102.
(22) Vielva: Obra cit. págs. 107-108.
(23) Archivo Catedral de Palencia: Armario 3, legajo 8, número primero.
(24) Flórez: E S. t. 26, págs 229-230.
(25) Flórez: E S. t. 26, pág. 474.
(26) Archivo de la Abadía de Lebanza: Donación de una casa en Bergaño por María Fernánde y Rodrigo González, su marido, en favor de Pedro Sebastián Abad y los demás que habitaban con él en Lebanza, número 26.

 

 

 

Continuará.....

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