Memoria del curso “La filosofía en sus textos”.


El objetivo fundamental de este curso era ofrecer una orientación eficaz y actualizada que sirviera para conseguir el máximo rendimiento en la lectura y comentario de los textos filosóficos, así como su utilización en las aulas de Bachillerato.

En esta memoria nos limitaremos a delimitar los derroteros por los que debe transitar el sujeto que pretende realizar un comentario de un texto filosófico, sin detenernos especialmente en ningún autor de los comentados( Tomás de Aquino, Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Marx, Nietzsche y Ortega).

La necesidad de un adiestramiento correcto en la realización de comentarios viene dada por otra necesidad más acuciante: la filosofía está perjudicada por los ambientes familiares y por las directrices ministeriales. La sociedad valora más los saberes netamente prácticos, conduciendo a un utilitarismo que recorta la posibilidad de formar personas con capacidad crítica.

La enseñanza de la filosofía tiene que auxiliarse de textos, pero no debe comenzar necesariamente por el comentario de los mismos. Hay que convertir el tema de filosofía en un problema para el alumno; éste tiene que sentir que la problemática que se le presenta está estrechamente engarzada con su experiencia vital. De este modo, el texto cartesiano de las Meditaciones Metafísicas puede ser presentado en relación con el ámbito actual comunicativo, que se presta a poner en duda todas las cosas.




Se trata, en definitiva, de mostrar al alumno que los textos filosóficos son siempre actuales y que una correcta comprensión de los mismos planteará problemas que entroncan directamente con la realidad existencial del individuo, se halle en la Atenas del siglo V antes de Cristo, en la Francia revolucionaria o en un barrio de las afueras de Madrid al día de hoy.

Otro ejemplo de planteamiento que nos tiene que aparecer como actual es la crítica platónica a la sofística. En una sociedad en la que los mass-media ejercen una gran influencia sobre el individuo se hace necesario denunciar esta estrategia de persuasión que trata de crear sujetos uniformes, perfectos consumidores que acepten de buen grado y sin ningún tipo de cuestionamiento lo que se les quiera vender. Un buen punto de partida para tomar conciencia crítica de esta situación consiste, sin duda alguna, en recurrir a los diálogos platónicos.

Toda filosofía es, por tanto, actual y personal. Pero hay que andar con cuidado y no caer en el peligro de transformar la filosofía en ocurrencia. Hay que admitir, en efecto, que gran parte del descrédito actual de la filosofía es culpa de sus profesionales que se dedican a inventar sin rigor alguno, y la filosofía requiere saber.

El profesor debe dominar perfectamente la materia que va a presentar a sus alumnos, así como el modo en que va a “enganchar” el tema filosófico con una problemática que apele directamente a la experiencia vital del estudiante. En este sentido, el éxito de un comentario de texto depende directamente de un acertado planteamiento inicial del problema que será objeto de reflexión.


Es conveniente tener en cuenta de antemano que los textos filosóficos aparecen en sincronía como modos de plantear un mismo problema. Respecto del sujeto que reflexiona sobre la ética, Kant y Aristóteles se encuentran a idéntica distancia histórica.

Lo importante es situarse siempre en un horizonte de sentido, puesto que “el que no tiene horizontes es un hombre que no ve suficiente y que en consecuencia supervalora lo que le cae más cerca” (H.G.Gadamer, Verdad y método, pág 373).

Lo que realmente ofrecen los textos filosóficos son formas de reflexión, y la reflexión siempre supone una reconsideración. Lo que la filosofía debe marcarse como objetivo en la escuela es la formación reflexiva de los alumnos; nunca debe convertirse en un instrumento de la ideología. no hay pensamiento crítico razonable si no es a partir de los grandes textos.

En este punto es necesario hacer una breve referencia a enorme cantidad de bibliografía secundaria que se maneja en los estudios universitarios de filosofía. El estudiante tiene la impresión al finalizar sus estudios de tener un gran desconocimiento de los grandes autores en sus textos fundamentales. Se ha producido un acercamiento indirecto y de este modo se ha perdido la posibilidad de una lectura directa de los grandes pensadores: la lectura directa debería preceder a los comentarios de otros. Aunque la contextualización es muy importante, ésta no puede oscurecer ni obstruir la verdadera aproximación al texto filosófico.



Tras este breve inciso regresamos al carácter eminentemente crítico que en todo instante debe configurar todo pensamiento filosófico: la filosofía no puede ser enseñanza hipotecada por ningún ideario. La filosofía pretende crear sujetos reflexivos, que no se dejan manejar fácilmente por las apariencias, que examinan minuciosamente cada aspecto de un asunto, que, en definitiva, trata de ver más allá de lo que tiene delante.

Pero si la clase de filosofía degenera en una clase de adoctrinamiento, entonces el efecto conseguido es justamente todo lo contrario de lo mencionado anteriormente: surge un individuo dogmático, que se supone en la posesión de una verdad absoluta, que realmente no se detiene ante los asuntos. Y para comentar los textos de los grandes autores de la filosofía se requiere mucho detenimiento.

Hay que hallar la línea argumental principal, hay que hacer visible la estructura interna del texto, separar las diversas subordinaciones semánticas que lo van configurando y tratar de comprender las relaciones que establecen entre sí. Hay que tener en cuenta que “cada significación verbal está situada en la confluencia de innumerables ríos” (E. Levinas, Humanismo del otro hombre; pág 22). Se trata de hacer navegables esos ríos y para ello hay que llevar consigo un mapa previo, una carta de navegación que nos guíe en cada paso.

La tarea del profesor de filosofía es el de proporcionar poco a poco y ordenadamente ese conocimiento previo necesario para lanzarse a la aventura que supone leer a Platón o a Hegel.



Finalmente, hay que recordar que la tarea de la comprensión de textos filosóficos es ardua y precisa de una cierta constancia. El maestro de filosofía tiene que hacer un seguimiento personalizado de los alumnos, que deben tener un cuaderno en el que vayan anotando sus impresiones y en el que debe sintetizar y analizar los diversos temas tratados. Además, sería muy provechoso que el alumno, a medida que va realizando los comentarios, se construya un vocabulario de términos de cada autor.

La labor realizada en el comentario de textos, si se hace correctamente, tendrá como fruto el avance que supone una sociedad en la que sus miembros abandonan la minoría de edad y comienzan a pensar por sí mismos.

JOSE MARÍA MUÑOZ ORTEGO