Todo sobre la Renuncia de Barnés



Renuncia de Barnés Aceptación de la renuncia


Renuncia de Barnés

Honorable Junta de Gobierno
Presente

La Universidad Nacional Autónoma de México, como toda institución educativa, requiere transformarse a sí misma para enfrentar los retos de una sociedad que experimenta profundos cambios y que exige mayores y más eficaces resultados de sus instituciones. Adicionalmente, debe llevar al cabo transformaciones largamente diferidas para liberarse de rezagos de diversa índole que la frenan y condicionan desde hace muchos años, que no se han podido emprender ante el riesgo y la amenaza, muchas veces cumplida, de enfrentarse a un movimiento de protesta como el que hoy se ha dado.

Como parte del proyecto de transformación de nuestra Universidad que propuse al asumir mi rectorado, y que quedó plasmado en el Programa de Desarrollo Institucional 1997-2000, se emprendieron diversas acciones que permitieron fortalecer la capacidad de planeación institucional a todos los niveles y propiciar que cada dependencia académica elaborase su propio plan de desarrollo; avanzar en la reforma del posgrado universitario; iniciar la discusión del modelo educativo de la licenciatura; fortalecer la vinculación de la investigación con la docencia; reforzar los mecanismos de vinculación de la Universidad con la sociedad; avanzar en la discusión para la transformación de la Universidad en una red de Campus con mayor autonomía académica y administrativa; cancelar o transformar estructuras administrativas y de apoyo que se habían quedado obsoletas; suspender la relación que, por más de treinta años, se le impuso a la Universidad Nacional con las llamadas preparatorias populares y modificar el Reglamento General de Insctupciones, eliminando el pase automático del bachillerato a la licenciatura y la permanencia indefinida en la institución. Ante la amenaza de recortes al presupuesto educativo que enfrentamos a fines del año pasado, encabezamos la defensa de la universidad pública que tuvo como resultado la ampliación del presupuesto aprobado por el Congreso de la Unión y recuperar así el mismo nivel de apoyo del año anterior.

A principios de año propuse al Consejo Universitario la actualización del Reglamento General de Pagos, estableciendo cuotas modestas, equivalentes a las que se cobran en todas las demás universidades públicas del país, que deberían ser cubiertas únicamente por aquellos estudiantes de nuevo ingreso que tuvieran la capacidad económica para ello, y se estableció el compromiso de destinar la totalidad de los recursos así obtenidos a mejorar los servicios educativos que presta la institución.

Por muy diversas razones, la propuesta no fue compartida por todos por igual. A pesar del respaldo inicial que tuvo de gran parte de la comunidad universitaria y de la gran mayoría de los cuerpos colegiados en la consulta previa a la aprobación por parte del Consejo Universitario, se inició un movimiento estudiantil en contra del nuevo Reglamento que culminó en el paro de actividades que la Universidad sufre desde hace más de 200 días.

Al rechazo inicial a las cuotas contempladas en el nuevo reglamento, se le han sumado otras demandas: la eliminación de todo pago por trámites o servicios de cualquier índole; la cancelación de la participación de la UNAM en el examen metropolitano para el ingreso al bachillerato; el restablecimiento del pase automático a la licenciatura y la permanencia por tiempo indefinido, así como la celebración de un congreso resolutivo que sustituya por la vía de los hechos las funciones que la Ley Orgánica le confiere al Consejo Universitario. La aceptación incondicional de sus demandas dañaría de manera irreversible la vida institucional y afectaría gravemente la calidad de sus programas.

A lo largo de estos meses he dedicado todo mi esfuerzo y atención a buscar posibles vías de solución al conflicto. Todos los esfuerzos han sido infructuosos, incluyendo la decisión del Consejo Universitario de transformar en voluntarias las cuotas semestrales previstas en el nuevo reglamento, y el compromiso de abrir espacios de discusión y reflexión, en los que puedan participar todos los miembros de la comunidad universitaria, donde se discutan las propuestas de transformación de la Universidad que deberá recoger el Consejo Universitario.

Ante la impotencia para encontrar una vía de solución dentro del ámbito universitario, utilizando los únicos medios que los universitarios tenemos a nuestro alcance, que son los del diálogo y el uso de la razón, debido a la intransigencia de los grupos radicales que se han adueñado de la conducción del movimiento, a la injerencia de grupos políticos ajenos a la vida universitaria y al clima de impunidad que a lo largo de estos meses ha prevalecido, he decidido presentar mi renuncia ante esta H. Junta de Gobierno.

Espero que mi renuncia permita abrir nuevas vías de solución a este conflicto que afecta la vida de cientos de miles de estudiantes, la labor de decenas de miles de académicos y la imagen y presencia, en México y el extranjero, de la Universidad Nacional, la institución educativa más importante con que cuenta el país, y que hoy enfrenta un grave riesgo, uno de los más graves en los últimos cincuenta años.

Por mi Raza Hablará el Espíritu

México, D.F., 12 de noviembre de 1999
Francisco Barnés de Castro
Rector.




Renuncia de Barnés Aceptación de la renuncia


Aceptación de la renuncia

A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA
A LA OPINION PUBLICA

La Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México lamenta que las circunstancias por las que ha venido atravesando nuestra institución hayan desembocado en la renuncia del Rector.

Las razones por él expuestas, en el documento que nos dirigió, revelan su compromiso institucional y su apego a los principios y valores universitarios.

Reconocemos plenamente el esfuerzo excepcional que ha hecho para resolver el conflicto que nos aqueja, pero los argumentos que expone nos llevan a aceptar, con gran pesar, su renuncia.

Aseguramos a la comunidad universitaria que velaremos por mantener los altos principios en los que la Universidad funda su grandeza y que le han permitido superar los desafíos que ha enfrentado a lo largo de su historia.

Corresponde ahora a la Junta de Gobierno, en el uso de las facultades que la Ley le otorga, designar al Rector que reclama la Universidad.

Por mi Raza Hablará el Espíritu

México, D.F., 12 de noviembre de 1999


CP Alfredo Adam Adam, Dr. Donato Alarcón Segovia, Lic. Ignacio Carrillo Prieto, Dr. Gustavo Adolfo Chapela Castañares, Dr. Héctor Fernández Varela Mejía, Dr. Sergio García Ramírez, Dra. Juliana González Valenzuela, Ing. Javier Jiménez Espriú, Lic. Julio Labastida Martín del Campo, Dr. Adolfo Martínez-Palomo, Dr. Alvaro Matute Aguirre, Dr. Luis Ortiz Macedo,



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