DEL
RÍO BRAVO A LA ANTÁRTIDA |
Boletín
Electrónico de la UNIÓN LATINOAMERICANA SIGLO XXI
|
ÚLTIMO MOMENTO:
Una
exquisita muestra de derrotismo y colonización, rebosante de un profundo
odio y repudio a la consolidación del despertar nacional y popular del 20 de
diciembre, ha sido observada en el canal ...
Muchos
de ustedes habrán sentido en carne propia el infinito orgullo nacional y
elevado patriotismo con los que el montonero Verbitsky nos supo deleitar ayer en
el programa de La Nata.
¿Quién
mejor que un montonero para destruir, denigrar y burlarse del ejército
argentino, ahora y siempre? Hubiera sido San Martín jefe de alguna brigada
heroica de aquel 2 de abril, que el montonero-patriota hubiese igualmente
repetido los mismos argumentos pueriles, las mismas risotadas cínicas
y caritas de hipócrita sorpresa, para desprestigiar y denigrar la heroica
actitud de los combatientes latinoamericanos.
No eschuchamos ni una sola mención a los compatriotas caídos; ni un solo relato de las innumerables hazañas de nuestros pilotos, muchos de los cuales eran calificados por los servicios norteamericanos como verdaderos genios aeronáuticos o "como los mejores pilotos del mundo". Mucho menos informar la destreza técnica con la que el Pucará puso en jaque a todo el sistema marítimo militar de la OTAN.
Tampoco pudo ni habrá querido fundar su crítica en los verdaderos errores táctico-estratégicos cometidos por aquellas Fuerzas Armadas. De haber obrado así hubiese criticado al ejército y enfrentado al poder imperial, ambos a la vez, puesto que el ejército que él tanto repudia, hace 20 años enfrentaba a esos mismos que adularon desde el golpe militar del 55, y que Verbistky también tributa. Los verdaderos errores táctico-estratégicos obedecieron al colonialismo en el que estaba inmerso cierto sector de esas Fuerzas Armadas.
Y el show continuó...
Trayendo a colación sus irrelevantes citas bibliográficas de ex-pilotos, periodistas, familiares de combatientes y ridículas estadísticas del diario Clarín, en vez de las incontrastables fuentes de inteligencia argentinas y/o británicas, el montonero continúo así hasta el final del programa. Remarcaba una y otra vez ridículos acontecimientos propios de toda guerra, ¡pero sólo aquellos ocurridos de nuestro bando!; increpaba copiosamente contra los malvados capitanes y coroneles que arrastraban a la tumba a jovencitos sin instrucción, ignorando a quienes llevaban las civilizadas huestes de la corona británica: esos hermosos gurkas, mercenarios que tanto disfrutaban cercenar las cabezas y orejas de nuestros "pobres" pibes. Gente como él los considera "pobres", puesto que nunca darían su vida por la patria. Nosotros, los latinoamericanos descolonizados, los consideramos inmortales compatriotas; no nos dan pena, nos dan envidia.
Con la dama de hierro por guionista o camarógrafo, y en un momento histórico donde la prioridad de todo programa debería ser la de contribuir al fortalecimiento del despertar nacional, el montonero-conductor imprimió a los últimos 20 minutos del programa de una fuerte propaganda de su actualizada obra maestra del pensamiento sumiso. Mechando su auto-publicidad con el ex General del Ejército Argentino, se despidió un programa tan vergonzoso como cínico. ¡Ah, casi se nos olvidaba! el ex argentino, más en “balza” que nunca, consagró su despedida para saludar muy solemnemente al General ¿¿Moore?? y a los soldados y generales ingleses, grandes amigos del ex-argentino, sin lugar a dudas.
¡Que vergüenza!... rezábamos para que a la Tatcher se le humedeciera la lente de la emoción y no saliera nada al aire. Pero nada de eso pasó, el canal se comportó como era de esperar: otra vez el pueblo en manos de los comunicadores mercenarios, que copiosamente aplican más y más colonización.
EDITORIAL. MALVINAS: UNA VICTORIA
Breve
introducción contra la verborragia imperialista de moda:
Cinco
años antes de que Galtieri fuera
jefe del ejército y presidente de la República, Inglaterra había desplazado a
las aguas malvinenses un submarino
nuclear y dos fragatas misilísticas. La situación entre nuestro país y Gran
Bretaña empeoraba peligrosamente; el 2 de abril no fue una sorpresa. Así lo
atestigua el informe Lord Franks presentado a la Cámara de los Comunes por
pedido expreso de Margaret Thatcher, por entonces primera ministro del gobierno
inglés. El documento oficial británico desmiente que la guerra de 1982 fue
para cambiar la imagen externa de lo que sucedía durante la dictadura militar
que imperaba en el país, sino que es consecuencia de la actitud inglesa,
soberbia y provocadora para con los argentinos.Ya en 1977, según el
Servicio Secreto Británico, y mucho antes de que el General Galtieri asumiese
el Comando en Jefe del Ejército y la Presidencia de la Presidencia de la República
a finales de la dictadura militar, llegaron secretamente a las aguas
jurisdiccionales de Malvinas un submarino nuclear británico y dos fragatas
misilísticas, en previsión de que la Argentina adoptase medidas militares para
la recuperación de las islas usurpadas. El 2 de abril no fue una sorpresa para
Inglaterra, sino el fin de la paciencia argentina.[1]
Iniciar
y consumar la recuperación de las Malvinas fue una victoria política y estratégica
en si misma, y la rendición de Puerto Argentino constituyó una derrota táctica,
pero que no alteró el significado global de la guerra en curso. Justamente la
idea de que la guerra fue perdida es la que manipula el Servicio Secreto Británico
y los “partidos políticos de la rendición incondicional” que parasitan en
la Argentina.
La
victoria consistió en poner de pie al pueblo de América Latina en una
admirable resurrección del espíritu revolucionario desvanecido desde los
tiempos de San Martín. Que la Argentina haya combatido con fuego y acero a la
formidable flota coaligada de las potencias anglo-sajonas en un combate que
estuvimos a punto de ganar; que la Doctrina Monroe y el Presidente Reagan, el
TIAR y la presunta “solidaridad hemisférica” ante una agresión
extra-americana hayan quedado reducidas al valor de un papel mojado, eso se
llamaría ganar una guerra sí, por lo demás, la Argentina no la hubiese ganado
en la propia alma de sus Fuerzas Armadas. Por tanto, así se gana una guerra,
con la redefinición del enemigo, si esa guerra es por la independencia. Tal fue
el milagro purificador del 2 de abril.[2]
Por este motivo, bienvenidos todos aquellos argentinos orgullosos de la gesta de Malvinas. Los que recuerden el contundente efecto movilizador solidario en todo el mundo, y de apoyo (enrolamiento voluntario) de miles de compatriotas latinoamericanos, sabrán transfigurar la supuesta derrota en una verdadera victoria por la definitiva emancipación latinoamericana.
[1] Informe a la Cámara de los Comunes sobre el conflicto de Malvinas, fundado en el Material de la Comunidad Inglesa de Inteligencia, Ediciones del Mar Dulce, 1985.
[2] Extraído del prólogo de Jorge Abelardo Ramos , El servicio secreto británico y la guerra de Malvinas.