12 de diciembre del 2002 |
La guerra
del petróleo: PDVSA, el objetivo. Chávez, la excusa
Norberto
José Olivar
Rebelión
«Si Venezuela
no fuera el quinto productor mundial de petróleo, no estaría pasando por lo que hoy
pasa. Si Irak no fuera el segundo productor de petróleo, tampoco estaría pasando la
posibilidad de una guerra en su contra. Y si Arabia Saudita no fuera el primer productor
de petróleo, no estaríamos pasando por lo que estamos pasando, es decir, todas las
amenazas y expresiones que se suceden en el mundo», está afirmación de Premio Nobel, José Saramago, dicha con la
honestidad que le es característica, nos permite una visión mucho más global del
conflicto venezolano, ya que lo encuadra dentro de un complejo juego de intereses que
responden, no casualmente, a la despiadada política exterior norteamericana.
A los compatriotas venezolanos esto puede
parecerles fantasioso, o meramente exagerado, pero me temo que no. El gobierno de George W. Bush está interesado en
asumir el control directo de las principales fuentes petroleras del planeta, no sólo como
parte de la visión geopolítica estadounidense, sino también, como una buena oportunidad
para incrementar el patrimonio de la familia Bush.
La estrategia para lograrlo, en el caso
venezolano, es muy simple: 1) destruir PDVSA, esto significa reducir al máximo su
capacidad de generar riqueza, lo cual incide directamente en su valor como empresa y en el
aumento del costo operativo a niveles insoportables. 2) Colocar al país al borde de la
banca rota para ponerlo de rodillas ante el Fondo Monetario Internacional y torcerle el
brazo para iniciar la privatización de la Industria a precio de gallina flaca, por
supuesto.
Una vez consumadas estas dos fases,
comenzaría la reorganización de la industria petrolera, es decir, la reducción
drástica de su costo operativo, y es aquí, precisamente, donde comenzará la verdadera
pesadilla para todos. 1) Los empleados petroleros verían socavada su estabilidad y
beneficios socioeconómicos y 2) el Estadoperdería la
posibilidad de acceder a la industria para enfrentar los malabarismos económicos a los
cuales está acostumbrado desde que apareció el petróleo y que, bien o mal, nos han
salvado el pellejo más de una vez.
Pero si estuviera equivocado en estas
apreciaciones, y PDVSA no corriera el peligro de ser privatizada, igual el panorama es
poco halagüeño para sus empleados y para el país en general.
La razón es muy simple: la industria
petrolera es la única fuente de riqueza que tiene este país, por lo tanto, su incidencia
en la estabilidad del gobierno es determinante. Así, cualquier gobierno que se instale
después de Hugo Chávez no sólo tendrá que depurar los mandos de la Fuerza Armada
Nacional, sino también todas las gerencias de PDVSA para asegurar la gobernabilidad del
régimen. Esto, sea como sea, provocará un fuerte impacto en la productividad de la
empresa y aumentará las posibilidades de corrupción en la misma.
La meritocracia
será un simple recuerdo, y poco a poco, los empleados de la industria que hoy protestan
contra el gobierno de Chávez, se darán cuenta, con tristeza y amargura, la forma tan vil
y habilidosa con que fueron manipulados.
Finalmente, si algo demuestra este absurdo
"Paro Activo", es que el país no vive de sus empresarios, sino del petróleo,
esto debería poner a pensar a nuestros ingeniosos hombres de negocios, que fueron
calificados por el propio Arturo Úslar Pietri
de "parásitos" que sólo saben vivir de los trueques que hacen con el gobierno
de turno.
Norberto José Olivar Profesor de la
Universidad del Zulia