Colombia: Consejo Nacional Campesino frente al ALCA
El ALCA contra el Derecho a la Tierra
El nombre del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas
sugiere que tiene que ver fundamentalmente con asuntos
comerciales, como las importaciones.  Sin embargo, los
aspectos comerciales del ALCA son apenas lo más
superficial de su contenido y efectos.  Realmente el ALCA
afecta los más importantes aspectos de la economía y la
política y el derecho a la tierra es uno de estos
aspectos claves.
Las llamadas "garantías" para los inversionistas incluyen
la consideración de la tierra como una mercancía; un
régimen de propiedad intelectual que permite patentar y
controlar la vida y la producción agropecuaria, mediante
las patentes y la difusión de los transgénicos de las
transnacionales y; el cambio de las normas legales y
constitucionales que defienden los derechos colectivos,
económicos, sociales y culturales.
Las inversiones del ALCA a la vez que buscan vender los
productos de Estados Unidos en Lationoamérica e intentan
usar mano de obra barata, buscan llevar a Estados Unidos
los recursos naturales de la región, comenzando con el
petróleo y la electricidad requeridos para solucionar la
actual crisis energética.  Estos objetivos implican la
construcción de una gigantesca infraestructura, cuya
proyección se encuentra estipulada en el Plan Puebla
Panamá, el proyecto de canal interoceánico del Atrato y
la Iniciativa de Integración de la Infraestructura
Regional de Suramérica IIRSA.
Esta infraestructura del ALCA consiste en la construcción
de represas hidroeléctricas, grandes carreteras, canales
y puertos, que se harían sobre las tierras de comunidades
rurales de todo el continente.  En México el tratado de
comercio de América del Norte impuso, para abrir el paso
a los inversionistas, la derogatoria de la norma de la
constitución que garantizaba la inalienabilidad de los
ejidos y tierras comunales indígenas y campesinas.  Por
ejemplo el ejido de San Salvador de Atenco iba a ser
expropiado por el presidente Fox para construir un nuevo
aeropuerto y sólo la lucha masiva de los campesinos pudo
evitarlo, ya que la garantía constitucional ya no existe.
Actualmente los campesinos mexicanos se encuentran en una
gran lucha unitaria contra ese tratado.  Sin embargo hace
diez años la mayoría de las organizaciones campesinas (no
todas) claudicaron frente al tratado y por lo mismo
aceptaron la derogatoria del artículo de la constitución
que protegía el derecho colectivo a la tierra.  Entonces
se dejaron seducir por los cantos de sirena que los
llamaron a "modernizarse" priorizando la producción y
olvidándose del derecho a la tierra.  Desafortunadamente
la mayoría de las organizaciones se dedicaron a proyecto
productivos dentro del esquema de cadenas y alianzas
productivas.  Las consecuencias han sido funestas.
La trampa comercial de estos tratados une en México la
importación de los productos agropecuarios de Estados
Unidos fuertemente subsidiados, con la consideración de
la tierra como mercancía sobre la cual no existe derecho
comunitario y la difusión de maíz transgénico que ha
contaminado lejanas regiones del país, de manera que las
transnacionales han podido quitar de las manos de los
agricultores nacionales la diversidad genética de este
cultivo original del país.
Desde luego en México tanto los zapatistas como otras
organizaciones lucharon estos diez años contra la
claudicación de la mayoría y hoy están a la cabeza de una
gran lucha unitaria con el lema de "el campo ya no
aguanta más".  Pero ¿Por qué tantos claudicaron? Porque
sucumbieron a una falsa idea de "modernización" que
subestima la tierra y la dominación política y sobrestima
el comercio y la eficiencia productiva.
El campesino, el indígena, el afrodescendientes, sin el
derecho inalienable a la tierra, es presa fácil en los
contratos comerciales con las grandes empresas, que ellas
denominan flamantemente "alianzas".  Las transnacionales
son desde luego las más beneficiadas, pues controlan el
mercadeo mundial de los productos y pueden bajar los
precios a los productores y decidir a su antojo
importaciones ruinosas para los productores nacionales.
La tierra, la misma que han asegurado que no tiene
importancia, es capturada y concentrada, bien sea
mediante expropiaciones o remates por deudas, o porque
los agricultores desesperados y desanimados venden o
mediante la violencia, como en Colombia.  En sus manos
entonces se demuestra qué tan importante es la tierra y
la lucha por controlarla.
Una parte indispensable del enfrentamiento contra el ALCA
consiste en la defensa del derecho a la tierra.  En
Colombia es necesario defender el carácter inalienable de
las tierras colectivas de indígenas y afrocolombianos y
además ganar la constitución de reservas campesinas
inalienables, a la vez que se recuperan las tierras
perdidas por los desplazados por la violencia y los
quebrados por la apertura económica y mediante la
protección de l a producción nacional y la reforma
agraria se aprovechan las 4 millones 700 mil hectáreas
aptas para uso agrícola que están intensamente
subutilizadas por el latifundio.
La lucha por el derecho a la tierra no solamente es
compatible sino que es necesaria para luchar contra el
ALCA y el gran frente contra el ALCA será más fuerte y
masivo si luchamos por el derecho a la tierra.
CONSEJO NACIONAL CAMPESINO
febrero 15 de 2003