- Entrevista
al embajador y escritor Abel Posse realizada por "Revista
Linea"
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- Mercosur sigue siendo el gran instrumento
- de integración económico, cultural y
estratégico
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- En
medio del páramo de ideas que dominan el escenario político argentino, es necesario
escuchar a los grandes maestros que, portadores de un pensamiento estratégico y de un
profundo sentido nacional, iluminen el debate imprescindible para que toda la sociedad
ecuentre el camino. En esa inteligencia, entrevistamos al escritor y diplomático Abel
Posse, autor de "Argentina, el gran viraje", que fuera presentado en esta
Revista por el eminente politólogo brasileño Helio Jaguaribe en noviembre de 2000, obra
en la cual anticipó la crisis del modelo y realizó propuestas a las que las dirigencias
futuras deberán volver a considerar.
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- Línea: -Hace
unos días, en la Reunión de Guayaquil, se endurecieron los discursos hacia Estados
Unidos, el Fondo Monetario y los organismos de crédito internacional. ¿Cuál es la
caracterización que usted puede hacer?
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- Abel Posse: - Yo creo que la Reunión de
Guayaquil es de extraordinaria importancia, a través de la que estamos tomando una nueva
conciencia, que es la de la soledad del Continente. Hasta hace muy poco creíamos que
los problemas del Continente, eran problemas de administraciones nacionales, y nos vamos
dando cuenta ahora de que el sistema ha creado, verdaderamente, una exclusión en los
países grandes y chicos del Continente.
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- La
de Guayaquil es la segunda gran reunión de jefes de Estado, la primera la convocó Brasil
hace dos años y tuvo una respuesta absolutamente débil de parte del gobierno de De la
Rúa. Fue vergonzosa la conducta de Argentina de no darse cuenta de la importancia que
tenía la convocatoria sudamericana, como diciendo: "bueno, ya no nos preocupamos de Centroamérica, de México y
el Caribe, sino como hermanos culturales, no como hermanos políticos porque la presencia
norteamericana allí pareciera ya, definitiva; pero todavía estamos a tiempo en
Sudamérica de tomar conciencia del "nosotros".
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- Entonces,
en la primer Reunión Argentina estuvo como ausente, pero en esta segunda no, y es un
hecho muy importante, porque hubo un espíritu entre los jefes de Estado de comprender que
tenemos que hacer, de una vez por todas, nuestro propio camino; por eso hasta los
brasileños hablaron de Bolívar, por eso fue tan elocuente Fernando Henrique Cardoso.
Creo que este es el nuevo camino, nosotros ya
no tenemos nada que hacer, no nos ha ido bien. Evidentemente el sistema está hecho para
el Norte y tiene el rostro de un nuevo imperialismo, y a pesar de nuestra ignorancia
política, la insistencia de ciertos sectores y la ceguera de la clase política que no lo
quieran ver; este es el momento de una reacción continental para crear formas propias y
una nueva seguridad. El objetivo del Continente tiene que ser una seguridad básica,
volviendo a su economía real, a lo que produce, a lo que intercambia, asegurarse la
salud, la alimentación, la educación y su propia cultura, los que son objetivos básicos
muy alcanzables.
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- L: - Resulta notorio el
fracaso el modelo neoliberal en toda la región. Por otro lado hasta hace poco el FMI
decía que Argentina no iba a alcanzar a arrastrar al resto de los países, pero no fue
así.
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- A.P.: - No es un problema de administración, sino de sistema. Nosotros estamos jugando en una libertad
de mercado y a una apertura que es irreal porque no existe del Sur hacia el Norte, sino sólamente del Norte hacia el Sur. Otra cosa es
que no pueden haber alianzas entre todopoderosos y miserables o pobres. Tenemos que crear
nuestra propia región de desarrollo; esta integración falsa entre gigantes y hormigas es
una forma que tienen los gigantes de devorar hormigas, nada más; eso no existe, es
imposible. La integración la tenemos que hacer en
nuestro Continente, desde nuestras culturas, con un sentido de creación de forma de vida
propia. Aquí lo que cuesta enormemente, en el caso de ciudades como Buenos Aires o San Pablo, es hacerse a la idea de
que tienen que cambiar la forma de vida.
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- L:- ¿Estas crisis son una
oportunidad simultánea para todos?
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- A.P.: - Claro, porque hay un problema gravísimo
cuando un pueblo no se da cuenta que tiene que transformar
la crisis en renacimiento. Pongo por ejemplo la inteligencia de los alemanes, de los
franceses, de los italianos, de los japoneses, que después de la Guerra y desde su
cultura comprenden en 1946-47, que esa situación de demolición que vivían era la
oportunidad para una nueva cosa. Japón asume, incluso hasta un cambio cultural, Francia
remueve todas sus estructuras y De Gaulle planifica el país con un proyecto nacional
poderoso, incluso pensando en la autonomía militar, pese que había dependido tanto de
sus aliados. El caso ejemplar es Alemania que inicia una nueva economía social de mercado
que la lleva en pocos años, -diez años- a ser uno de los países más importantes
mundialmente después de haber estado demolida y arrasada por la Guerra. Esos casos
demuestran la sabiduría de transformar la crisis en renacimiento.
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- Lo gravísimo es la mediocridad que trata de
transformar la crisis en repetición o búsqueda nostálgica de lo que ya hubo. En la
Argentina hay dos sectores que están en eso; uno el sector de los cuatro millones de
personas de la carta de crédito, del cambio de auto, de la ciudad de Buenos Aires, de la
City, de la macroeconomía, esa gente querría volver al año 95 con toda felicidad,
aunque sea para repetir el desastre que se produciría enseguida, y la otra es el grupo de
la clase política, que con el adelanto del tiempo de las elecciones, debido a la crisis
que el Gobierno no acierta a solucionar ha logrado que los "fantasmones" de la
política vuelvan en masa.
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- Lo
que se está produciendo en este momento en Argentina es terrible, vuelven los mascarones
envejecidos, cínicamente proponiéndo los fracasos que ya tuvieron, sin que la verdadera
democracia del pueblo logre romper esa crosta
que lo separa de la realización, a través del Estado, en una nueva política.
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- L: - Pasando a otra cosa,
hace pocos días hubo un traspaso de la petrolera de Pérez Companc a Petrobras. ¿Cómo
lo ve?
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- A. P.: - Es el efecto de la globalización, se
destruyen las pequeñas empresas y vienen las multinacionales o las inversiones
extranjeras adueñándose de las empresas nacionales, o las grandes empresas nacionales
por ese efecto se transforman en entes no nacionales, pierden su sello de identidad. Es lo
que pasó en lo profundo en esa extraordinaria empresa que es la de Pérez Companc. Y me
parece que si Brasil ha sido la intermediaria de esto y la entidad que se va a hacer cargo
me parece que es mucho mejor a que sea una del Norte. Sería este el primer paso para ese gran pool energético que tenemos que dar en el
Continente; tenemos que crear un gran pool
alimentario, otro energético, cultural y ya no nos interesa mucho quién es quién en ese
sentido. Pero siempre es mejor que sea de nuestro continente.
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- L: - Entonces, necesitamos una profundización y ampliación del Mercosur,
¿cuáles serían las herramientas para hacerlo?
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- A.P.: -EL Mercosur se fue deformando, por las
presiones internacionales, en un sistema económico cada vez menos auténtico. Tuvo un
gran éxito y después se transformó en una piedra en el camino de los que quieren una
América Latina dividida y sin poder. Mercosur sigue siendo el gran instrumento de una
integración que además de lo económico tiene que ser cultural, sobre todo estratégica
y crear eso que ya esta enunciado en la Reunión de Guayaquil: crear una zona de seguridad económica para nosotros.
Ya no podemos depender del mundo exterior y de las crisis; tenemos que garantizar la
alimentación, la salud, la educación y la cultura, más allá de cualquier
situación momentánea, o situacional.
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- Este
es el nuevo gran proyecto al que tenemos que estar abocados. Evidentemente, Mercosur es la
clave básica de eso porque ya tenemos una experiencia muy grande; en muy poco tiempo
Mercosur se transformó en un extraordinario mecanismo de poder económico, le faltan las
otras materias. Pero los argentinos tenemos que tener presente que Brasil ya no va a insistir en fórmulas
macroeconómicas o en le éxito solamente de sus exportaciones; es también el arma para
integrar a cien millones de personas que están marginadas; tenemos que acompañar a Brasil en esta revolución
social que va a ocurrir en muy poco tiempo, que
de alguna forma es la revolución peronista; ese hecho de pasar de la democracia abstracta
a la democracia social. Brasil tiene que integrar a su propia población y tenemos que
hacer un gran movimiento continental contemplando todo este tipo de soluciones.
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