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Espiritualidad & Desarrollo Interior

 

Hermandad

por Juan Angel Moliterni

 

“¿Cuál es la unidad que prevalece en la multiplicidad? Una Gran Mansión dentro de la cual hay habitaciones y salas para distintos propósitos, cuando se quitan todas las paredes que la dividen, solo queda la Casa”.

 

Los seres vivos pertenecen a especies muy diversas y diferentes, pero la chispa de vida, el individuo que hay en ellos, es el mismo Dios que representa la meta de cada oración, en cualquier idioma o dialecto que se diga.

 

El aspecto divino de su personalidad alentará la humildad, la adherencia a la verdad, el amor y el anhelo de servir, la fortaleza y el desapego. Aprecien las primeras manifestaciones de estas cualidades en su vida y practíquenlas cada vez que tengan la oportunidad. La hermandad innata que santifica la raza humana es destruida por las malas hierbas de la envidia que crecen en la mente. Estas malas hierbas arruinan la personalidad, crecen tan exuberantemente que estrangulan al individuo mismo. El dolor es la sombra que persigue al ego. Cuando un vecino suyo se acongoja por la pérdida de un ser querido, ustedes lo consuelan diciendo que no es sensato llorar por pérdidas mundanas, que llorar no puede traer de vuelta al que se ha ido, pero cuando la muerte visita a su propia familia, ustedes se afligen tanto que el mismo vecino tiene que repetir el mismo argumento para consolarlos. Todo esto sucede porque ninguno de los dos ha desarrollado fe en el Alma, ninguno tiene el Nombre Divino en la lengua ni el Amor en el corazón.

 

La gente se ha especializado en varios métodos para adorar a Dios; hay una cantidad de ritos, ceremonias, himnos, festivales, ayunos, votos, peregrinaciones, pero la mejor forma de adoración, la que traerá la gracia de Dios en amplia medida, es obedecer sus mandatos. ¡La adulación es una pobre adoración! Colocar a Dios a una gran distancia de ustedes y alabarlo como Omnisciente, Omnipotente y Omnipresente no lo complacerá. Desarrollen cercanía, proximidad, parentesco con Dios. Gánenselo por la obediencia, la lealtad, la humildad y la pureza.


Hagan sencillas sus vidas, llenen las tareas diarias con amor y cooperación mutua, sean tolerantes con los errores y fallas de los demás, mírenlos con simpatía y comprensión, permanezcan tranquilos y sin agitación bajo todas las condiciones. Entonces podrán ser felices y el país lo será también. Sus sentimientos serán desinteresados y tiernas sus emociones. La envidia, el odio, y el rencor no podrán entrar en la fortaleza de su mente donde la misericordia, la benevolencia y la indulgencia están montando guardia.

 

La Fraternidad del Hombre podrá ser traducida en la vida práctica únicamente sobre la base de la visión de las almas. Todos los hombres tienen sed de paz, de felicidad y de dicha, pues éstas son la preciosa herencia a la que tienen derecho, porque constituyen el tesoro de Dios (como cada quien lo conciba). Pueden alcanzarse sólo por medio del reconocimiento del lazo que liga a un hombre con otro. Todos los hombres pertenecen a un solo linaje: el linaje divino. Todos los hombres son células en el organismo divino único, en el cuerpo divino. Esto debe ser la fe, la fortuna, la fortaleza y la plenitud de todos ustedes. Únicamente la conciencia de esto les dará el derecho a llamarse hombres. Aprendan a vivir como hombres. Esta es la disciplina espiritual, éste es el mensaje del Maestro.

 

La Divinidad está plenamente inmanente en cada uno, y resulta evidente para los ojos capaces de ver clara y profundamente. Por consiguiente, resulta inevitable la conclusión de que el deber del hombre es ver la expresión de la Divinidad en la sociedad y hacer uso de todas sus capacidades y esfuerzos para promover el bien y la prosperidad de ella. Los hombres habrán de cultivar:

 

1)      este sentimiento extensivo;

2)      este pensamiento inclusivo y

3)      esta visión intuitiva.

 

 

Si carece de estos tres aspectos, el hombre no es sino un ser inerte, y, si hace escarnio de ellos, pierde su derecho a ser humano. El espíritu de renunciación, la adhesión a la virtud, el anhelo por cooperar, el sentido de parentesco, son los signos característicos del hombre. Una vida que los considere como estorbos no podrá ser estimada como “vida”. El mejor camino es trascender todas las dualidades y reconocer la unicidad del Alma más allá de todas las diversidades de la naturaleza.

 

Deben demostrar el amor a Dios mediante el amor al hombre, pues el hombre es la manifestación visible de Dios, una manifestación cuyo dolor y aflicción pueden comprender como si fuera propio.

 

“Un acto consagrado como el ofrecimiento al Dios residente en todos, se vuelve tan sagrado como el más elevado servicio”.

 

Expandan el amor y el servicio hasta abarcar dentro de su horizonte a todos los seres vivientes, pues todos somos altares del mismo Dios. El es descrito en los Vedas “con mil cabezas”. Cada una de las cabezas que yo veo delante de mí, todas, las quince mil, con mi cabeza, pues es la cabeza de Dios, como se menciona en los Vedas. Cada lámpara es alimentada por la misma corriente interna. No dejen que la lámpara piense que está brillando por su propia voluntad; hagan que sea humilde porque no es sino un instrumento usado por la corriente para dar luz.

 

Deben cultivar amor hacia todos y cada uno, no importa cuán distintos sean su carácter y su capacidad. Aun cuando la misma sangre fluye por todo el cuerpo, el ojo no puede oler, el oído no puede saborear, la nariz no puede ver, no enfaticen las diferencias ni peleen por ellas. Enfaticen la hermandad básica y el amor. Igual que el azúcar disuelto en el agua es invisible pero se le puede saborear en cada gota, así también lo divino es invisible pero inmanente, capaz de ser experimentado en cada individuo, así esté abajo o arriba. Practiquen la recordación del Nombre, prueben la dulzura que está en el corazón de cada uno, moren en la gloria y la compasión divinas que están contenidas en estos nombres, entonces, les será más fácil visualizarlo en todos y amarlo y adorarlo en todos.

 

Para aquellos que se han liberado de la estrechez de lo individual, la única tarea es la elevación de la humanidad, el bienestar del mundo y el derramar amor. Inclusive, aunque permanezcan quietos, el estado de bienaventuranza en el cual se encuentran extiende esa bienaventuranza a todo el mundo. El amor está en todos, el amor es de todos, el amor es todo.

 

El amor ve a todos como una familia divina. ¿Cómo se expresa este principio del Alma en el hombre? ¡Como amor! El amor es la naturaleza básica que lo sostiene y fortalece su resolución de seguir adelante. Sin amor, el hombre está ciego; el mundo será para él una jungla oscura y temible. El amor es la luz que guía sus pasos en la selva.

 

El hombre se está ahogando en el torbellino del deseo, pero la satisfacción de ese deseo nunca podrá saciar su sed más profunda. ¿Cómo puede un prisionero tener algún otro deseo que no sea el de la libertad? La ansiedad, el temor y la intranquilidad reinantes en todo el mundo son las consecuencias de este camino erróneo.

 

Cultiven el amor, compartan ese amor con todos. ¿Cómo pueden darle más a una persona y menos a otra, cuando ambas son iguales a ustedes? Si olvidan la divinidad básica, surge el odio y la envidia levanta su cabeza; si ven al Alma en todos, brota el amor y la paz desciende como rocío. Ustedes son personificaciones del amor.

 

Dios es la Fuente de Todo Amor, Amen a Dios.

Amen al Mundo como la Vestidura de Dios, no más no menos.

Por medio del Amor pueden fundirse en el Océano del Amor.

El Amor cura toda mezquindad, odio y aflicción.

El Amor afloja los lazos y salva al Hombre del tormento del Nacimiento y la Muerte.

El Amor ata los Corazones en una suave y sedosa armonía.

Vistos a los ojos del Amor Todos los Seres son Hermosos,

Todas las Obras son Buenas,

Todos los Pensamientos son Inocentes.

El Mundo Entero es Una Sola Familia.

 

 

Actualmente el mundo da vueltas en una cama de enfermo, afligido por el temor, la ansiedad y todo tipo de fobia. No es que no haya remedio para curarlo y ponerlo bien y saludable otra vez. ¿Cuál es el tratamiento que puede enderezar al mundo? El hombre debe darse cuenta de su elevado destino, su preciosa herencia, sus fortalezas y virtudes innatas. Eso eliminaría los odios, las avaricias, las sospechas que han causado esta malsana situación. Desarrollen el lazo de la hermandad, éste es el remedio sugerido por varios practicantes. Pero eso no es suficiente. La paz y la armonía no pueden asegurarse sólo cuando las personas se dicen a sí mismas que son hermanos. Encontramos que hermanos y hermanas nacidos de la misma madre pelean entre sí y pocas veces confían el uno en el otro. Contaminan sus mentes con la ira y la envidia y hacen miserables sus vidas y las de sus hermanos. En general, el respeto y la cooperación fraternales hoy están ausentes entre los hombres. Luchan por porciones de propiedad y gastan la mayor parte de su tiempo y dinero en los tribunales, tratando de tomar venganza uno contra otro.
Como consecuencia del orgullo de su propia fortaleza y poder, una persona puede lastimar a miles, pero la más lastimada será ella misma, porque el orgullo o el egoísmo son como el diablo que posee a un hombre (y que es difícil de exorcizar). El hombre no puede pretender ser un hombre hasta que este ego que lo mueve a destruir y a pasar por encima de otros sea destruido mediante la disciplina espiritual. Lo divino en él puede manifestarse solamente cuando se vence a las fuerzas tenebrosas del “yo” y de “lo mío”. Vencer al ego es una tarea poco menos que imposible.

 

“Personificaciones del Amor: No busquen diferencias entre una persona y otra. Busquen formas y medios para estrechar y fortalecer los lazos de unión a través del amor. Las facciones y las querellas surgen entre los seguidores de la misma familia, porque no han aprendido a amar. De la misma mente egoísta surgen muchos sentimientos conflictivos, ¿por qué? Porque el amor no ha sido alimentado ni ha crecido en su seno. Hagan del mundo el feliz hogar del Amor”.

 

El egoísmo es un arbusto espinoso que cuando es plantado y alimentado en el corazón, uno tiene que sufrir el castigo. El egoísmo hace enemigos a los amigos leales y arruina muchas buenas causas y proyectos, pues no permite que dos hombres buenos trabajen juntos. El pesar lo sigue como su sombra. Donde no hay ego, florecen la dicha, la paz, el valor, la cooperación y el amor. Cuando un hombre está consciente de que la misma Conciencia Divina que lo motiva a él está igualmente motivando a los demás, el amor expulsa al ego y se hace cargo de sus actividades, palabras y pensamientos.


Construimos una casa para nosotros y estamos felices de que sea “nuestra”. Cuando alguien pega sobre la pared un cartel, sentimos que “nuestra casa” ha sido manchada y hasta vamos a los tribunales para castigar a los culpables. Cuando viene la temporada de las elecciones, las paredes son desfiguradas con turbulentos y odiosos mensajes y reñimos con todos porque manchan “nuestras” paredes. Luego supongamos que le vendemos la casa a alguien y nos mudamos. Después de esto, aun si la casa es bombardeada no estamos preocupados en lo más mínimo. Era el ego lo que causaba la preocupación por tanto tiempo. ¿Cómo entró este egoísmo en nuestro ser? Es una mala hierba que creció en nosotros y que es cultivada por nosotros, hasta que nos destruye desde la raíz hasta las ramas. ¿Dónde estaba este ego al comienzo? ¿Dónde estuvimos nosotros antes de nacer? ¿Dónde estaremos después de morir? Todas nuestras ideas e inferencias son sólo el producto del período entre el nacimiento y la muerte. Cuando la muchacha con quien se casó estuvo gravemente enferma, siendo una niña, un hombre nunca se preocupó, ya que ella no se había vuelto “suya”. Nosotros mismos hemos desarrollado este apego como un factor cohesivo y estabilizante en la vida, pero hemos permitido que crezca a una inmensa dimensión, de manera que impide nuestro progreso espiritual.

 

Los que deseen encontrar este sentido del desapego, deberían enfrascarse en las actividades de servicio, porque el servicio a la sociedad es lo que le confiere al hombre esta plenitud de la existencia.

 

El servicio hecho sin pensar en uno mismo constituye el primer paso en el progreso espiritual, porque instruye para trascender toda distinción impuesta artificialmente por la historia y la geografía y para comprender que la comunidad humana es UNA e indivisible. Aprendan esta verdad y experiméntenla en la acción. ¿Cómo podría considerarse una persona “divina” (como lo es en verdad cada hombre), si no se ha establecido en el sentido de esta unidad ni ha configurado todas sus acciones en concordancia con él? El hombre ha sido creado para que pueda disfrutar de su herencia: la dicha que proviene de la realización del Uno. Cualquier actividad dirigida únicamente al individuo será, por este mismo hecho, estéril, porque la comunidad es algo esencial para la propia sobrevivencia. Su servicio les conferirá, tanto a ustedes como a la comunidad en la que viven, incontables beneficios, además de uno invisible y potentísimo: la gracia divina. El servicio es un ingrediente importante en la disciplina de nueve puntos de devoción. Les es fácil ver, sentir, entender y simpatizar con aquellos que les son afines de modo que hay una mayor razón para que les presten ayuda y servicio. Si no pudieran sentir el llamado ante la visión del sufrimiento, la enfermedad o la injusticia, ¿cómo podrían hacer acopio de la determinación y la dedicación necesarias para servir al Dios invisible, inescrutable y misterioso? Si no son capaces de amar al hombre, su corazón no podrá amar a Dios. Al despreciar al prójimo, no podrán al mismo tiempo adorar a Dios, si lo hicieran, Dios no aceptará esa hipocresía. Dios es el morador en cada corazón, de modo que a quienquiera que sirvan, ese servicio alcanzará al Dios dentro de él y hará llegar hasta ustedes la gracia de Dios. Aquel corazón que no se ablande ante la visión de personas atrapadas en la ignorancia, la enfermedad o la miseria, habrá de ser calificado de “demoníaco”, porque llamarlo “bestial” sería un insulto a las bestias. Renuncien al egoísmo, a la sensualidad y a la codicia; llenen sus corazones de renunciación, de fe en la gloria del Alma (el ser) y de amor.

 

“Un acto consagrado como el ofrecimiento al Dios residente en todos, se vuelve tan sagrado como el más elevado servicio”.

 

Todos son miembros de un solo cuerpo, alimentados por la misma sangre, impulsados por la misma Voluntad, la Voluntad de Dios; unidos por la misma Ley Divina. Esta es la forma cósmica que se debe ver y experimentar. Dios en todos, Dios en todas partes. Esto los proveerá de bienaventuranza permanente.

 

El hombre percibe el mundo en términos de diversidad, pero como lo declara la Escritura “Sólo existe el Uno; el sabio lo nombra de varias formas”. La gente experimenta calor y frío, alegría y tristeza, oscuridad y luz, ganancias y pérdidas. Todos son aspectos opuestos de una misma cosa y no dos cosas diferentes. Por ejemplo: la oscuridad nos ayuda a disfrutar de la luz; si no hubiera oscuridad la luz no tendría valor. La oscuridad es ausencia de luz y la luz es la ausencia de la oscuridad. La oscuridad le da valor a la luz. La tristeza contribuye al valor que tiene la felicidad, asimismo, la censura tiene su valor, realza a la alabanza, es un escalón hacia la alabanza, ambas son interdependientes.

 

La causa es una y la misma para todas las experiencias relativas al placer y al dolor, a la alegría y a la tristeza. Todos los problemas que uno experimenta son escalones hacia la felicidad; por consiguiente, para el hombre la práctica espiritual consiste en cultivar la ecuanimidad de la mente, sin sucumbir a la tristeza ni sentirse complacido debido a un suceso feliz. En la vida diaria, la gente experimenta toda clase de felicidad y aflicción. Las Escrituras declaran: “Actúa igual frente a la alegría o frente a la tristeza, frente a la ganancia o la pérdida”.

 

“El Uno se convierte en muchos”. La Unidad se ramifica en la diversidad. El recipiente que contiene agua puede estar hecho de bronce, cobre, plata, oro o cualquier otro metal, pero el reflejo del Sol en la superficie del agua dentro de él se ve con igual brillo. De manera similar, la misma Divinidad está personificada en todas las criaturas.

 

“Espíritu Celestial, vamos viajando por muchos caminos rectos hacia Tu morada de luz. Guíanos hacia la carretera del auto-conocimiento a la que conducen finalmente todos los senderos de las genuinas creencias religiosas. Las diversas religiones son ramas de Tu único e inmenso árbol de la Verdad. Permítenos saborear los deliciosos frutos de la realización del Alma, que cuelgan de las ramas de las Escrituras de todos los tiempos y de todas las latitudes. Enséñanos a cantar en armonía las innumerables expresiones de nuestra suprema devoción. En Tu templo, la tierra, en un coro de voces de muy diversos acentos, sólo Te cantamos a Ti. ¡Oh Madre Divina! Elévanos en Tu regazo de amor universal. Quebranta Tu voto de silencio y cántanos la conmovedora melodía de la fraternidad Humana”.


¿Qué es la vieja energía y la Nueva Energía?

por Juan Angel Moliterni

 

Se habla mucho de la vieja y la nueva energía, pero ¿qué es en realidad? ¿De qué se está hablando realmente? ¿Existe algo llamado viejo y algo llamado nueva energía? Lo primero será discriminar y distinguir entre las cosas que son permanentes y las que son transitorias. Adquiriendo esta capacidad podemos lograr mucho bien. En nuestra vida diaria estamos siempre viendo los cambios que se producen. Lo que hoy consideramos una verdad, se convierte en una falsedad después de algún tiempo e, inversamente, lo que hoy consideramos una falsedad puede que resulte siendo verdad. Dependiendo de las situaciones y medio que les rodeen, la verdad puede convertirse en falsedad y la falsedad puede que se convierta en verdad. Estos cambios no son sino características de la mente humana y surgen de la conducta del hombre, pero no pueden considerarse como características de la Verdad. La Verdad no es más que una y jamás cambiará con el tiempo. Todo lo que cambie puede considerarse como falsedad. Hay algunas cosas que vienen y se van, pero ellas nunca son verdad ni falsedad, sino que se las podría llamar verdad y falsedad conjuntamente. ¿Por qué se las llama así? Porque cuando vienen creemos que son verdaderas (nuevas) y cuando pasan pensamos que son falsas (o viejas). Esta combinación de verdadero (nuevo) y falso (viejo) representa la característica de muchas cosas en el mundo.

 

Podemos ver que la base la constituye la Verdad invariable y que lo que se nos aparece como cambiante es falsedad. En este mundo, todo cambia de un momento al otro. Todo llega a este mundo y sale de él. Lo único que no requiere ni de venir ni de irse es el aspecto de Dios y eso es la base.

 

Aunque todo lo que vemos es una sola y la misma cosa, lo consideramos como bueno o malo, como viejo o nuevo dependiendo del momento en el tiempo. Una comida bien preparada y cocinada hoy se convertirá en tóxica dentro de tres días. Ni siquiera necesitamos ir tan lejos. Podemos tomar un ejemplo que vemos a diario. Hoy ingerimos alimento fresco (nuevo) que para mañana se habrá convertido en materia fecal. Podemos pensar que lo que estamos comiendo es bueno. Pero lo que expulsamos mañana es malo (viejo). De modo que, en realidad, lo bueno (nuevo) y lo malo (viejo) son lo mismo, pero el tiempo y las circunstancias son diferentes. Es así que llamamos a las cosas buenas (nuevas) o malas (viejas), pero no existe una diferencia intrínseca entre ellas.

 

Es vano y sacrílego dividir las cosas del mundo en buenas (nuevas) y malas (viejas), pues si todas son producto de Su Voluntad Divina, ¿cómo alabar o condenar algo? Además, lo que es bueno (nuevo) para uno puede ser malo (viejo) para otro, lo que es conveniente una vez puede no serlo en otro momento. Hay cosas que resultan buenas en pequeñas cantidades, pero perjudiciales en cantidades grandes. Por lo tanto, de aquí inferiríamos que es la mente de cada persona la que lleva a buscar tal cosa como buena (nueva) y evitar tal otra como mala (vieja).

 

Utilizar aquello de “mundo moderno o nueva era” es una excusa; no hay mundo moderno o mundo antiguo, no hay nueva era o vieja era. No se identifiquen con las palabras. Lo moderno y lo antiguo son enfermedades de nuestra mente; esos conceptos se deben a la histeria de la mente humana; hay solo un mundo.

 

La mente se deleita imprimiendo nombres y formas, de este modo ayuda a crear cosas y experiencias. No puede entrar en contacto ni operar con nada sin anteponerle un nombre y una forma (etiquetar), por esto se encuentra desamparada cuando hay que meditar sobre lo que no tiene ninguna de estas propiedades; se aferra siempre a ellas. Las imágenes mentales se han concretado como objetos y como ideas: “La circunstancia o el asunto se decidirá según opere la mente”.

 

Lo que hemos de establecer hoy en día no es una nueva sociedad, ni una nueva religión o una nueva organización. Lo que hemos de hacer es reconocer los contenidos de lo que ya habíamos tenido desde nuestros tiempos antiguos y hacerlos valer en el presente. Jóvenes capaces de hacer sacrificios son algo esencial hoy en día. Necesitamos, con mucha urgencia, gente joven y llena de coraje que pueda proclamar al mundo la Omnipresencia de la Divinidad. Se hace necesario contar con jóvenes que puedan hacerle frente y oponerse con valentía a las situaciones que surjan de la injusticia, la rudeza y la crueldad. Se requiere gente joven que no dependa tan sólo de beneficios mundanos y materiales, sino que le de importancia suficiente a los aspectos éticos y espirituales. Jóvenes que estén preparados para renunciar a la imitación, para desechar las ideas egoístas y que se muestren dispuestos a servir a la comunidad de manera desinteresada. Jóvenes que puedan proclamar por experiencia propia la existencia del Alma y comunicarla a los demás. Eso es lo más importante y necesario.

 

Todo lo que existe no es más que uno. La Verdad es una. Si hubiera dos cosas, no podría tratarse de la Verdad. Verdad quiere significar aquello que no cambia, que es inmutable y que permanece siempre igual. Eso es Verdad, eso es Divinidad.

 

Espero que esta reflexión aclare el tema sobre la vieja energía y la nueva energía... si en verdad existe tal cosa.

 

El Maestro Saint Germain nos dice: Los discípulos florecen a la luz de una enseñanza”. No son el fruto de casualidades, sino el resultado de una constante disciplina y trabajo sobre sí mismo; no es fortuito el que las manzanas nazcan de un árbol de manzanas. “Los métodos que desde hace milenios hemos venido empleando en la educación de toda la humanidad, con resultados que esperaron una y otra vez, no importa en qué país se apliquen, no importa en qué período de la humanidad lo hagamos, no importa con quién o bajo qué circunstancias, siempre trabajarán y siempre serán adecuados y la razón es muy simple, nuestros métodos se basan en la naturaleza intrínseca del espíritu humano, no están, de ninguna manera, adaptados a las continuamente cambiantes condiciones externas; el espíritu del hombre siempre ha sido el mismo, su personalidad que es el vehículo a través del cual trabaja en el mundo externo, ha tenido que adaptarse a las circunstancias cambiantes de éste. Por otra parte, la forma como va evolucionando el mundo de las formas, tiene que ver con los impulsos astrológicos que ejercen su influencia sobre esas áreas de la personalidad y del intelecto humano. Así pues, las tendencias que la civilización sigue son el fruto de esas fuerzas cósmicas combinadas con el intelecto humano; ambos factores pertenecen a la periferia del mundo de las formas. Nosotros nos enfocamos hacia el interior del ser humano y, por esta razón, nuestros métodos no pueden ser juzgados a la luz de los tiempos, a la luz de la historia de los pueblos, tienen que ser analizados bajo la lente poderosa del conocimiento esencial humano. Tenemos que entender que el entrenamiento de los discípulos, pasa forzosamente por una parte intelectual en donde se proporcionan claves y conceptos y permiten adquirir una visión más completa y fiel de lo que es la realidad espiritual, pero más adelante, dentro de esta preparación, el entrenamiento se hace en los vehículos internos, no a través de conceptos sino más bien a través del ejercicio de las facultades de los vehículos superiores, a través del trabajo consciente sobre las energías que animan a esos vehículos y, sobre todo, el entrenamiento se da como una formación para poder trabajar activamente y de manera eficaz, en el manejo de esas energías, para modificar al mundo de los efectos”.


Agua, nieve... y Libertad

Por Fabián Mozzati

El concepto de creatividad requiere de libertad psíquica. La idea de libertad psíquica, se opone al concepto de determinismo psíquico. Freud, por ejemplo, demostró que el romanticismo del siglo diecinueve era una ilusión. Mostró que hacíamos cosas por razones que no entendíamos. Esas razones se reprimían en el inconsciente y sólo podían entenderse a través de los métodos del psicoanálisis.

 

Pero, así como la idea del determinismo psíquico es tan útil para explicar ciertas conductas, lo es menos en otros casos. Las personas creativas son más libres que las personas no-creativas. Quienes estudian las ratas en los laberintos, saben muy poco acerca de la creatividad humana. Simplemente porque, aunque estadísticamente pueda predecirse que las ratas se comportarán de una determinada manera, tal predicción no dirá nada sobre la “rata individual”. En cambio, sí nos dice algo acerca de las condiciones del experimento: No hay libertad en un sistema cerrado.

 

Algunas personas conocen una libertad subjetiva. Viven sus vidas, limitadas por su pasado. Al igual que los niños, hicieron ciertas presunciones sobre la vida, antes de que pudiesen hacer elecciones racionales. Estas presunciones ocultas los llevan a un sistema cerrado y sin libertad. Para ser creativos, debemos ir más allá de esas limitaciones y vivir en un sistema abierto.

 

Paradójicamente, la libertad psíquica aumenta con el conocimiento de los determinantes psíquicos de la conducta individual. Cuanto más sepamos, acerca de lo que exactamente está influyendo en nuestras conductas, más podremos usar esa información para tomar decisiones. Desde el punto de vista fenomenológico conoceremos ambos, la libertad y el determinismo.

 

Cuando esquío, me siento libre. Es una experiencia estimulante. Cuando bajo por la pista, tengo una opción después de otra. A veces, las opciones son forzadas. Por ejemplo: cuando esquío en una pendiente muy pronunciada, la necesidad de decisiones apropiadas se incrementa en forma drástica. Sin embargo, aún puedo escoger no pasar por tal pista. A pesar de tener ciertas opciones, el rango es limitado. Polvo o hielo restringen mi opción, porque no sé usarlos a mi favor. Ciertos esquiadores, sin embargo, describen con deleite el sentido de ingravidez, o velocidad, que logran al esquiar sobre tales tipos de nieve.

 

Cuando las personas esquían, disfrutan la tensión que se produce al tener límites e intentar ir más allá de ellos. Enceran sus esquíes para ir más rápido y afilan sus bordes para ganar control. Los buenos esquiadores, como las personas, experimentan la libertad psíquica junto con el reconocimiento de los límites a sus opciones. Cuanto más saben, más opciones tienen de bajar una montaña. Si quieren velocidad, pueden bajar casi en línea recta. Si quieren control, pueden encontrar la manera más segura. Si quieren conocer, pueden probar nuevas áreas o condiciones. La libertad psíquica es experimentar la opción y ser conscientes de los límites de esa opción. Cuanto más consciente es uno, más libre es.

 

Aquellos que no son conscientes, por otro lado, tienen poco sentido de libertad. Pueden desear escoger una dirección, pero la opción no funciona. Sienten frustración, en lugar de libertad. Para quienes apenas empiezan, los esquíes van en una dirección y ellos en otra, o cada esquí ¡en una dirección opuesta! Se ven continuamente frustrados por la limitación de su conocimiento y los requisitos reales de la pendiente. Pueden intentar esquiar como caminan, transfiriendo viejos modelos para ocuparse de la nueva situación, pero se caen porque esa no es la manera de esquiar. Aquellos que ven el presente de manera restringida, como una repetición del pasado, no tienen libertad personal. El presente los frustra continuamente. Cuando las personas reconocen el presente por su singularidad, tanto como por ciertas similitudes con el pasado, experimentan la libertad psíquica.

 

No pienso resolver para siempre los problemas de libertad contra determinismo, pero en cambio sugeriría que el problema de la libertad o de la restricción es a menudo determinado por el punto de vista de cada uno. Cuando se observa desde el punto de vista de un sistema cerrado, los elementos dentro del sistema son interrelacionados y restringidos entre sí. Cuando se observa desde el punto de vista de un sistema abierto, los elementos no se ligan totalmente entre sí.

 

Tomemos el ejemplo de un esquiador bajando la cuesta. La cuestión puede plantearse como ¿Cuál es la ruta más rápida para bajar? La ruta de menor fricción, más pronunciada y más corta, será la ruta más rápida. Esto podría ser considerado un sistema cerrado para el análisis y con estas variables ya determinadas. Pero hay factores en el esquiador que podrían indicarnos que la ruta escogida podría no ser la más rápida para él (puede necesitar control y la ruta más veloz no ser conveniente a su estabilidad, o la pendiente más pronunciada podría representar un retraso por riesgo de caídas, etc.). El análisis de arriba debe entonces abrirse, para incluir las variables del esquiador.

 

Este es el problema que ocurre cuando los individuos limitan su análisis a las condiciones externas. En cambio, deben encontrar la información de sus opciones no solamente basados en el conocimiento de las condiciones, sino también en el propio conocimiento de sí mismos. Sólo cuando estos conocimientos están en armonía, los esquiadores recorren la pista más rápido.

 

A pesar de que un sistema cerrado es parcialmente útil para el análisis, no describe la totalidad de la experiencia. Conocer una parte no significa conocer todo. Mientras permanezcamos dentro del sistema nos sentiremos confiados de nuestros resultados, pero habremos limitado la libertad. Cuando otro universo de posibilidades esté disponible, la libertad se hará posible. Pero paradójicamente, mientras nuestro conocimiento aumenta en progresión aritmética, nuestra ignorancia aumenta de manera exponencial. El conocimiento es la conciencia del límite, pero la libertad psíquica aumenta con nuestro reconocimiento de los determinantes de nuestra conducta. Nos volvemos más libres cuando comprendemos cuán esclavos somos.

 

También experimento libertad cuando navego. Moverme a través del agua gracias al poder del viento me alegra. No tengo que ir donde el viento me lleva. Puedo navegar “en” el viento, es decir, incluso puedo mover mi barco hacia donde proviene el viento. Al contrario del esquiador, que no puede ir contra la fuerza de gravedad.

 

Podría comparar el crecimiento psíquico con navegar. Al avanzar en la terapia, me doy cuenta del ejercicio de fuerzas del pasado. Puedo continuar avanzando en la dirección que estas fuerzas me empujan, como si sólo pudiese navegar “de popa”. O puedo moverme conscientemente contra las fuerzas de mi pasado hacia nuevas áreas. Así como el navegante no puede entrar directamente contra el viento, porque la vela pierde su forma, nosotros no podemos ir directamente contra nuestro pasado, pero podemos usarlo para empujarnos hacia una nueva dirección... sólo si somos conscientes de donde están viniendo esas influencias. El navegante que no conoce la dirección del viento no va a ninguna parte. De la misma manera, aquellas personas que no son conscientes, no conocen las fuerzas que actúan en su vida; flotan, son empujados y algunas veces se hunden... Y cuanto más se quedan en el pasado, menos capaces son de vivir en el presente. Necesitamos ser conscientes de que el presente no es una re-edición del pasado y ver los nuevos aspectos de la situación. Aceptar el presente por lo que es, en lugar de forzarlo hacia estructuras aprendidas en el pasado exige muy buena predisposición.

 

Finalmente, un navegante necesita un timón para dirigir el barco. El timonel que hace movimientos demasiado violentos, retrasa el barco por la fricción aumentada del agua. Al igual que el timonel, cuando nos movemos suavemente a través de la vida, sin alteraciones violentas en nuestro rumbo, avanzamos con menos conflictos. En parte, la libertad significa llegar donde queremos y cuando queremos llegar allí. Muchas personas interpretan de manera diferente la libertad y se encuentran luego en un permanente movimiento caótico, que los inmoviliza.

 

La libertad es avanzar, usando las fuerzas en nuestras vidas a nuestro favor. Cuando integramos las fuerzas de nuestro pasado en el presente, el pasado puede trabajar para nosotros en lugar de contra nosotros. Cuando somos conscientes, incluso podemos usar a nuestro favor esas fuerzas que parecen ir contra nosotros. Y entonces, sentiremos la libertad del navegante y podremos movernos contra el viento...

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