Hermandad
por
Juan Angel Moliterni
“¿Cuál es la unidad que prevalece en la multiplicidad? Una Gran
Mansión dentro de la cual hay habitaciones y salas para distintos
propósitos, cuando se quitan todas las paredes que la dividen,
solo queda la Casa”.
Los
seres vivos pertenecen a especies muy diversas y diferentes, pero
la chispa de vida, el individuo que hay en ellos, es el mismo Dios
que representa la meta de cada oración, en cualquier idioma o
dialecto que se diga.
El
aspecto divino de su personalidad alentará la humildad, la
adherencia a la verdad, el amor y el anhelo de servir, la
fortaleza y el desapego. Aprecien las primeras manifestaciones de
estas cualidades en su vida y practíquenlas cada vez que tengan
la oportunidad. La hermandad innata que santifica la raza humana
es destruida por las malas hierbas de la envidia que crecen en la
mente. Estas malas hierbas arruinan la personalidad, crecen tan
exuberantemente que estrangulan al individuo mismo. El dolor es la
sombra que persigue al ego. Cuando un vecino suyo se acongoja por
la pérdida de un ser querido, ustedes lo consuelan diciendo que
no es sensato llorar por pérdidas mundanas, que llorar no puede
traer de vuelta al que se ha ido, pero cuando la muerte visita a
su propia familia, ustedes se afligen tanto que el mismo vecino
tiene que repetir el mismo argumento para consolarlos. Todo esto
sucede porque ninguno de los dos ha desarrollado fe en el Alma,
ninguno tiene el Nombre Divino en la lengua ni el Amor en el corazón.
La
gente se ha especializado en varios métodos para adorar a Dios;
hay una cantidad de ritos, ceremonias, himnos, festivales, ayunos,
votos, peregrinaciones, pero la mejor forma de adoración, la que
traerá la gracia de Dios en amplia medida, es obedecer sus
mandatos. ¡La adulación es una pobre adoración! Colocar a Dios
a una gran distancia de ustedes y alabarlo como Omnisciente,
Omnipotente y Omnipresente no lo complacerá. Desarrollen cercanía,
proximidad, parentesco con Dios. Gánenselo por la obediencia, la
lealtad, la humildad y la pureza.
Hagan sencillas sus vidas, llenen las tareas diarias con amor y
cooperación mutua, sean tolerantes con los errores y fallas de
los demás, mírenlos con simpatía y comprensión, permanezcan
tranquilos y sin agitación bajo todas las condiciones. Entonces
podrán ser felices y el país lo será también. Sus sentimientos
serán desinteresados y tiernas sus emociones. La envidia, el
odio, y el rencor no podrán entrar en la fortaleza de su mente
donde la misericordia, la benevolencia y la indulgencia están
montando guardia.
La
Fraternidad del Hombre podrá ser traducida en la vida práctica
únicamente sobre la base de la visión de las almas. Todos los
hombres tienen sed de paz, de felicidad y de dicha, pues éstas
son la preciosa herencia a la que tienen derecho, porque
constituyen el tesoro de Dios (como cada quien lo conciba). Pueden
alcanzarse sólo por medio del reconocimiento del lazo que liga a
un hombre con otro. Todos los hombres pertenecen a un solo linaje:
el linaje divino. Todos los hombres son células en el organismo
divino único, en el cuerpo divino. Esto debe ser la fe, la
fortuna, la fortaleza y la plenitud de todos ustedes. Únicamente
la conciencia de esto les dará el derecho a llamarse hombres.
Aprendan a vivir como hombres. Esta es la disciplina espiritual,
éste es el mensaje del Maestro.
La
Divinidad está plenamente inmanente en cada uno, y resulta
evidente para los ojos capaces de ver clara y profundamente. Por
consiguiente, resulta inevitable la conclusión de que el deber
del hombre es ver la expresión de la Divinidad en la sociedad y
hacer uso de todas sus capacidades y esfuerzos para promover el
bien y la prosperidad de ella. Los hombres habrán de cultivar:
1)
este sentimiento extensivo;
2)
este pensamiento inclusivo y
3)
esta visión intuitiva.
Si
carece de estos tres aspectos, el hombre no es sino un ser inerte,
y, si hace escarnio de ellos, pierde su derecho a ser humano. El
espíritu de renunciación, la adhesión a la virtud, el anhelo
por cooperar, el sentido de parentesco, son los signos característicos
del hombre. Una vida que los considere como estorbos no podrá ser
estimada como “vida”. El mejor camino es trascender todas las
dualidades y reconocer la unicidad del Alma más allá de todas
las diversidades de la naturaleza.
Deben
demostrar el amor a Dios mediante el amor al hombre, pues el
hombre es la manifestación visible de Dios, una manifestación
cuyo dolor y aflicción pueden comprender como si fuera propio.
“Un acto consagrado como el ofrecimiento al Dios residente en todos,
se vuelve tan sagrado como el más elevado servicio”.
Expandan
el amor y el servicio hasta abarcar dentro de su horizonte a todos
los seres vivientes, pues todos somos altares del mismo Dios. El
es descrito en los Vedas “con mil cabezas”. Cada una de las
cabezas que yo veo delante de mí, todas, las quince mil, con mi
cabeza, pues es la cabeza de Dios, como se menciona en los Vedas.
Cada lámpara es alimentada por la misma corriente interna. No
dejen que la lámpara piense que está brillando por su propia
voluntad; hagan que sea humilde porque no es sino un instrumento
usado por la corriente para dar luz.
Deben
cultivar amor hacia todos y cada uno, no importa cuán distintos
sean su carácter y su capacidad. Aun cuando la misma sangre fluye
por todo el cuerpo, el ojo no puede oler, el oído no puede
saborear, la nariz no puede ver, no enfaticen las diferencias ni
peleen por ellas. Enfaticen la hermandad básica y el amor. Igual
que el azúcar disuelto en el agua es invisible pero se le puede
saborear en cada gota, así también lo divino es invisible pero
inmanente, capaz de ser experimentado en cada individuo, así esté
abajo o arriba. Practiquen la recordación del Nombre, prueben la
dulzura que está en el corazón de cada uno, moren en la gloria y
la compasión divinas que están contenidas en estos nombres,
entonces, les será más fácil visualizarlo en todos y amarlo y
adorarlo en todos.
Para
aquellos que se han liberado de la estrechez de lo individual, la
única tarea es la elevación de la humanidad, el bienestar del
mundo y el derramar amor. Inclusive, aunque permanezcan quietos,
el estado de bienaventuranza en el cual se encuentran extiende esa
bienaventuranza a todo el mundo. El amor está en todos, el amor
es de todos, el amor es todo.
El
amor ve a todos como una familia divina. ¿Cómo se expresa este
principio del Alma en el hombre? ¡Como amor! El amor es la
naturaleza básica que lo sostiene y fortalece su resolución de
seguir adelante. Sin amor, el hombre está ciego; el mundo será
para él una jungla oscura y temible. El amor es la luz que guía
sus pasos en la selva.
El
hombre se está ahogando en el torbellino del deseo, pero la
satisfacción de ese deseo nunca podrá saciar su sed más
profunda. ¿Cómo puede un prisionero tener algún otro deseo que
no sea el de la libertad? La ansiedad, el temor y la
intranquilidad reinantes en todo el mundo son las consecuencias de
este camino erróneo.
Cultiven
el amor, compartan ese amor con todos. ¿Cómo pueden darle más a
una persona y menos a otra, cuando ambas son iguales a ustedes? Si
olvidan la divinidad básica, surge el odio y la envidia levanta
su cabeza; si ven al Alma en todos, brota el amor y la paz
desciende como rocío. Ustedes son personificaciones del amor.
Dios
es la Fuente de Todo Amor, Amen a Dios.
Amen
al Mundo como la Vestidura de Dios, no más no menos.
Por
medio del Amor pueden fundirse en el Océano del Amor.
El
Amor cura toda mezquindad, odio y aflicción.
El
Amor afloja los lazos y salva al Hombre del tormento del
Nacimiento y la Muerte.
El
Amor ata los Corazones en una suave y sedosa armonía.
Vistos
a los ojos del Amor Todos los Seres son Hermosos,
Todas
las Obras son Buenas,
Todos
los Pensamientos son Inocentes.
El
Mundo Entero es Una Sola Familia.
Actualmente
el mundo da vueltas en una cama de enfermo, afligido por el temor,
la ansiedad y todo tipo de fobia. No es que no haya remedio para
curarlo y ponerlo bien y saludable otra vez. ¿Cuál es el
tratamiento que puede enderezar al mundo? El hombre debe darse
cuenta de su elevado destino, su preciosa herencia, sus fortalezas
y virtudes innatas. Eso eliminaría los odios, las avaricias, las
sospechas que han causado esta malsana situación. Desarrollen el
lazo de la hermandad, éste es el remedio sugerido por varios
practicantes. Pero eso no es suficiente. La paz y la armonía no
pueden asegurarse sólo cuando las personas se dicen a sí mismas
que son hermanos. Encontramos que hermanos y hermanas nacidos de
la misma madre pelean entre sí y pocas veces confían el uno en
el otro. Contaminan sus mentes con la ira y la envidia y hacen
miserables sus vidas y las de sus hermanos. En general, el respeto
y la cooperación fraternales hoy están ausentes entre los
hombres. Luchan por porciones de propiedad y gastan la mayor parte
de su tiempo y dinero en los tribunales, tratando de tomar
venganza uno contra otro.
Como consecuencia del orgullo de su propia fortaleza y poder, una
persona puede lastimar a miles, pero la más lastimada será ella
misma, porque el orgullo o el egoísmo son como el diablo que
posee a un hombre (y que es difícil de exorcizar). El hombre no
puede pretender ser un hombre hasta que este ego que lo mueve a
destruir y a pasar por encima de otros sea destruido mediante la
disciplina espiritual. Lo divino en él puede manifestarse
solamente cuando se vence a las fuerzas tenebrosas del “yo” y
de “lo mío”. Vencer al ego es una tarea poco menos que
imposible.
“Personificaciones del Amor: No busquen diferencias entre una persona
y otra. Busquen formas y medios para estrechar y fortalecer los
lazos de unión a través del amor. Las facciones y las querellas
surgen entre los seguidores de la misma familia, porque no han
aprendido a amar. De la misma mente egoísta surgen muchos
sentimientos conflictivos, ¿por qué? Porque el amor no ha sido
alimentado ni ha crecido en su seno. Hagan del mundo el feliz
hogar del Amor”.
El
egoísmo es un arbusto espinoso que cuando es plantado y
alimentado en el corazón, uno tiene que sufrir el castigo. El egoísmo
hace enemigos a los amigos leales y arruina muchas buenas causas y
proyectos, pues no permite que dos hombres buenos trabajen juntos.
El pesar lo sigue como su sombra. Donde no hay ego, florecen la
dicha, la paz, el valor, la cooperación y el amor. Cuando un
hombre está consciente de que la misma Conciencia Divina que lo
motiva a él está igualmente motivando a los demás, el amor
expulsa al ego y se hace cargo de sus actividades, palabras y
pensamientos.
Construimos una casa para nosotros y estamos felices de que sea
“nuestra”. Cuando alguien pega sobre la pared un cartel,
sentimos que “nuestra casa” ha sido manchada y hasta vamos a
los tribunales para castigar a los culpables. Cuando viene la
temporada de las elecciones, las paredes son desfiguradas con
turbulentos y odiosos mensajes y reñimos con todos porque manchan
“nuestras” paredes. Luego supongamos que le vendemos la casa a
alguien y nos mudamos. Después de esto, aun si la casa es
bombardeada no estamos preocupados en lo más mínimo. Era el ego
lo que causaba la preocupación por tanto tiempo. ¿Cómo entró
este egoísmo en nuestro ser? Es una mala hierba que creció en
nosotros y que es cultivada por nosotros, hasta que nos destruye
desde la raíz hasta las ramas. ¿Dónde estaba este ego al
comienzo? ¿Dónde estuvimos nosotros antes de nacer? ¿Dónde
estaremos después de morir? Todas nuestras ideas e inferencias
son sólo el producto del período entre el nacimiento y la
muerte. Cuando la muchacha con quien se casó estuvo gravemente
enferma, siendo una niña, un hombre nunca se preocupó, ya que
ella no se había vuelto “suya”. Nosotros mismos hemos
desarrollado este apego como un factor cohesivo y estabilizante en
la vida, pero hemos permitido que crezca a una inmensa dimensión,
de manera que impide nuestro progreso espiritual.
Los
que deseen encontrar este sentido del desapego, deberían
enfrascarse en las actividades de servicio, porque el servicio a
la sociedad es lo que le confiere al hombre esta plenitud de la
existencia.
El
servicio hecho sin pensar en uno mismo constituye el primer paso
en el progreso espiritual, porque instruye para trascender toda
distinción impuesta artificialmente por la historia y la geografía
y para comprender que la comunidad humana es UNA e indivisible.
Aprendan esta verdad y experiméntenla en la acción. ¿Cómo podría
considerarse una persona “divina” (como lo es en verdad cada
hombre), si no se ha establecido en el sentido de esta unidad ni
ha configurado todas sus acciones en concordancia con él? El
hombre ha sido creado para que pueda disfrutar de su herencia: la
dicha que proviene de la realización del Uno. Cualquier actividad
dirigida únicamente al individuo será, por este mismo hecho, estéril,
porque la comunidad es algo esencial para la propia
sobrevivencia. Su servicio les conferirá, tanto a ustedes
como a la comunidad en la que viven, incontables beneficios, además
de uno invisible y potentísimo: la gracia divina. El servicio es
un ingrediente importante en la disciplina de nueve puntos de
devoción. Les es fácil ver, sentir, entender y simpatizar con
aquellos que les son afines de modo que hay una mayor razón para
que les presten ayuda y servicio. Si no pudieran sentir el llamado
ante la visión del sufrimiento, la enfermedad o la injusticia, ¿cómo
podrían hacer acopio de la determinación y la dedicación
necesarias para servir al Dios invisible, inescrutable y
misterioso? Si no son capaces de amar al hombre, su corazón no
podrá amar a Dios. Al despreciar al prójimo, no podrán al mismo
tiempo adorar a Dios, si lo hicieran, Dios no aceptará esa
hipocresía. Dios es el morador en cada corazón, de modo que a
quienquiera que sirvan, ese servicio alcanzará al Dios dentro de
él y hará llegar hasta ustedes la gracia de Dios. Aquel corazón
que no se ablande ante la visión de personas atrapadas en la
ignorancia, la enfermedad o la miseria, habrá de ser calificado
de “demoníaco”, porque llamarlo “bestial” sería un
insulto a las bestias. Renuncien al egoísmo, a la sensualidad y a
la codicia; llenen sus corazones de renunciación, de fe en la
gloria del Alma (el ser) y de amor.
“Un acto consagrado como el ofrecimiento al Dios residente en todos,
se vuelve tan sagrado como el más elevado servicio”.
Todos
son miembros de un solo cuerpo, alimentados por la misma sangre,
impulsados por la misma Voluntad, la Voluntad de Dios; unidos por
la misma Ley Divina. Esta es la forma cósmica que se debe ver y
experimentar. Dios en todos, Dios en todas partes. Esto los
proveerá de bienaventuranza permanente.
El
hombre percibe el mundo en términos de diversidad, pero como lo
declara la Escritura “Sólo existe el Uno; el sabio lo nombra de
varias formas”. La gente experimenta calor y frío, alegría y
tristeza, oscuridad y luz, ganancias y pérdidas. Todos son
aspectos opuestos de una misma cosa y no dos cosas diferentes. Por
ejemplo: la oscuridad nos ayuda a disfrutar de la luz; si no
hubiera oscuridad la luz no tendría valor. La oscuridad es
ausencia de luz y la luz es la ausencia de la oscuridad. La
oscuridad le da valor a la luz. La tristeza contribuye al valor
que tiene la felicidad, asimismo, la censura tiene su valor,
realza a la alabanza, es un escalón hacia la alabanza, ambas son
interdependientes.
La
causa es una y la misma para todas las experiencias relativas al
placer y al dolor, a la alegría y a la tristeza. Todos los
problemas que uno experimenta son escalones hacia la felicidad;
por consiguiente, para el hombre la práctica espiritual consiste
en cultivar la ecuanimidad de la mente, sin sucumbir a la tristeza
ni sentirse complacido debido a un suceso feliz. En la vida
diaria, la gente experimenta toda clase de felicidad y aflicción.
Las Escrituras declaran: “Actúa igual frente a la alegría o
frente a la tristeza, frente a la ganancia o la pérdida”.
“El
Uno se convierte en muchos”. La Unidad se ramifica en la
diversidad. El recipiente que contiene agua puede estar hecho de
bronce, cobre, plata, oro o cualquier otro metal, pero el reflejo
del Sol en la superficie del agua dentro de él se ve con igual
brillo. De manera similar, la misma Divinidad está personificada
en todas las criaturas.
“Espíritu Celestial, vamos viajando por muchos caminos rectos hacia
Tu morada de luz. Guíanos hacia la carretera del
auto-conocimiento a la que conducen finalmente todos los senderos
de las genuinas creencias religiosas. Las diversas religiones son
ramas de Tu único e inmenso árbol de la Verdad. Permítenos
saborear los deliciosos frutos de la realización del Alma, que
cuelgan de las ramas de las Escrituras de todos los tiempos y de
todas las latitudes. Enséñanos a cantar en armonía las
innumerables expresiones de nuestra suprema devoción. En Tu
templo, la tierra, en un coro de voces de muy diversos acentos, sólo
Te cantamos a Ti. ¡Oh Madre Divina! Elévanos en Tu regazo de
amor universal. Quebranta Tu voto de silencio y cántanos la
conmovedora melodía de la fraternidad Humana”.
¿Qué
es la vieja energía y la Nueva Energía?
por
Juan Angel Moliterni
Se
habla mucho de la vieja y la nueva energía, pero ¿qué es en
realidad? ¿De qué se está hablando realmente? ¿Existe algo
llamado viejo y algo llamado nueva energía? Lo primero será
discriminar y distinguir entre las cosas que son permanentes y las
que son transitorias. Adquiriendo esta capacidad podemos lograr
mucho bien. En nuestra vida diaria estamos siempre viendo los
cambios que se producen. Lo que hoy consideramos una verdad, se
convierte en una falsedad después de algún tiempo e,
inversamente, lo que hoy consideramos una falsedad puede que
resulte siendo verdad. Dependiendo de las situaciones y medio que
les rodeen, la verdad puede convertirse en falsedad y la falsedad
puede que se convierta en verdad. Estos cambios no son sino
características de la mente humana y surgen de la conducta del
hombre, pero no pueden considerarse como características de la
Verdad. La Verdad no es más que una y jamás cambiará con el
tiempo. Todo lo que cambie puede considerarse como falsedad. Hay
algunas cosas que vienen y se van, pero ellas nunca son verdad ni
falsedad, sino que se las podría llamar verdad y falsedad
conjuntamente. ¿Por qué se las llama así? Porque cuando vienen
creemos que son verdaderas (nuevas) y cuando pasan pensamos que
son falsas (o viejas). Esta combinación de verdadero (nuevo) y
falso (viejo) representa la característica de muchas cosas en el
mundo.
Podemos
ver que la base la constituye la Verdad invariable y que lo que se
nos aparece como cambiante es falsedad. En este mundo, todo cambia
de un momento al otro. Todo llega a este mundo y sale de él. Lo
único que no requiere ni de venir ni de irse es el aspecto de
Dios y eso es la base.
Aunque
todo lo que vemos es una sola y la misma cosa, lo consideramos
como bueno o malo, como viejo o nuevo dependiendo del momento
en el tiempo. Una comida bien preparada y cocinada hoy se
convertirá en tóxica dentro de tres días. Ni siquiera
necesitamos ir tan lejos. Podemos tomar un ejemplo que vemos a
diario. Hoy ingerimos alimento fresco (nuevo) que para mañana se
habrá convertido en materia fecal. Podemos pensar que lo que
estamos comiendo es bueno. Pero lo que expulsamos mañana es malo
(viejo). De modo que, en realidad, lo bueno (nuevo) y lo malo
(viejo) son lo mismo, pero el tiempo y las circunstancias son
diferentes. Es así que llamamos a las cosas buenas (nuevas) o
malas (viejas), pero no existe una diferencia intrínseca entre
ellas.
Es
vano y sacrílego dividir las cosas del mundo en buenas (nuevas) y
malas (viejas), pues si todas son producto de Su Voluntad Divina,
¿cómo alabar o condenar algo? Además, lo que es bueno (nuevo)
para uno puede ser malo (viejo) para otro, lo que es conveniente
una vez puede no serlo en otro momento. Hay cosas que resultan
buenas en pequeñas cantidades, pero perjudiciales en cantidades
grandes. Por lo tanto, de aquí inferiríamos que es la mente de
cada persona la que lleva a buscar tal cosa como buena (nueva) y
evitar tal otra como mala (vieja).
Utilizar
aquello de “mundo moderno o nueva era” es una excusa; no hay
mundo moderno o mundo antiguo, no hay nueva era o vieja era. No se
identifiquen con las palabras. Lo moderno y lo antiguo son
enfermedades de nuestra mente; esos conceptos se deben a la
histeria de la mente humana; hay solo un mundo.
La
mente se deleita imprimiendo nombres y formas, de este modo ayuda
a crear cosas y experiencias. No puede entrar en contacto ni
operar con nada sin anteponerle un nombre y una forma (etiquetar),
por esto se encuentra desamparada cuando hay que meditar sobre lo
que no tiene ninguna de estas propiedades; se aferra siempre a
ellas. Las imágenes mentales se han concretado como objetos y
como ideas: “La circunstancia o el asunto se decidirá según
opere la mente”.
Lo
que hemos de establecer hoy en día no es una nueva sociedad, ni
una nueva religión o una nueva organización. Lo que hemos de
hacer es reconocer los contenidos de lo que ya habíamos tenido
desde nuestros tiempos antiguos y hacerlos valer en el presente.
Jóvenes capaces de hacer sacrificios son algo esencial hoy en día.
Necesitamos, con mucha urgencia, gente joven y llena de coraje que
pueda proclamar al mundo la Omnipresencia de la Divinidad. Se hace
necesario contar con jóvenes que puedan hacerle frente y oponerse
con valentía a las situaciones que surjan de la injusticia, la
rudeza y la crueldad. Se requiere gente joven que no dependa tan sólo
de beneficios mundanos y materiales, sino que le de importancia
suficiente a los aspectos éticos y espirituales. Jóvenes que estén
preparados para renunciar a la imitación, para desechar las ideas
egoístas y que se muestren dispuestos a servir a la comunidad de
manera desinteresada. Jóvenes que puedan proclamar por
experiencia propia la existencia del Alma y comunicarla a los demás.
Eso es lo más importante y necesario.
Todo
lo que existe no es más que uno. La Verdad es una. Si hubiera
dos cosas, no podría tratarse de la Verdad. Verdad quiere
significar aquello que no cambia, que es inmutable y que permanece
siempre igual. Eso es Verdad, eso es Divinidad.
Espero
que esta reflexión aclare el tema sobre la vieja energía y la
nueva energía... si en verdad existe tal cosa.
El
Maestro Saint Germain nos dice: “Los
discípulos florecen a la luz de una enseñanza”. No son el
fruto de casualidades, sino el resultado de una constante
disciplina y trabajo sobre sí mismo; no es fortuito el que las
manzanas nazcan de un árbol de manzanas. “Los métodos que
desde hace milenios hemos venido empleando en la educación de
toda la humanidad, con resultados que esperaron una y otra vez, no
importa en qué país se apliquen, no importa en qué período de
la humanidad lo hagamos, no importa con quién o bajo qué
circunstancias, siempre trabajarán y siempre serán adecuados y
la razón es muy simple, nuestros métodos se basan en la
naturaleza intrínseca del espíritu humano, no están, de ninguna
manera, adaptados a las continuamente cambiantes condiciones
externas; el espíritu del hombre siempre ha sido el mismo, su
personalidad que es el vehículo a través del cual trabaja en el
mundo externo, ha tenido que adaptarse a las circunstancias
cambiantes de éste. Por otra parte, la forma como va
evolucionando el mundo de las formas, tiene que ver con los
impulsos astrológicos que ejercen su influencia sobre esas áreas
de la personalidad y del intelecto humano. Así pues, las
tendencias que la civilización sigue son el fruto de esas fuerzas
cósmicas combinadas con el intelecto humano; ambos factores
pertenecen a la periferia del mundo de las formas. Nosotros nos
enfocamos hacia el interior del ser humano y, por esta razón, nuestros
métodos no pueden ser juzgados a la luz de los tiempos, a la
luz de la historia de los pueblos, tienen que ser analizados bajo
la lente poderosa del conocimiento esencial humano. Tenemos que
entender que el entrenamiento de los discípulos, pasa
forzosamente por una parte intelectual en donde se proporcionan
claves y conceptos y permiten adquirir una visión más completa y
fiel de lo que es la realidad espiritual, pero más adelante,
dentro de esta preparación, el entrenamiento se hace en los vehículos
internos, no a través de conceptos sino más bien a través del
ejercicio de las facultades de los vehículos superiores, a través
del trabajo consciente sobre las energías que animan a esos vehículos
y, sobre todo, el entrenamiento se da como una formación para
poder trabajar activamente y de manera eficaz, en el manejo de
esas energías, para modificar al mundo de los efectos”.
Agua,
nieve... y Libertad
Por
Fabián Mozzati
El
concepto de creatividad requiere de libertad psíquica. La idea de
libertad psíquica, se opone al concepto de determinismo psíquico.
Freud, por ejemplo, demostró que el romanticismo del siglo
diecinueve era una ilusión. Mostró que hacíamos cosas por
razones que no entendíamos. Esas razones se reprimían en el
inconsciente y sólo podían entenderse a través de los métodos
del psicoanálisis.
Pero,
así como la idea del determinismo psíquico es tan útil para
explicar ciertas conductas, lo es menos en otros casos. Las
personas creativas son más libres que las personas no-creativas.
Quienes estudian las ratas en los laberintos, saben muy poco
acerca de la creatividad humana. Simplemente porque, aunque estadísticamente
pueda predecirse que las ratas se comportarán de una determinada
manera, tal predicción no dirá nada sobre la “rata
individual”. En cambio, sí nos dice algo acerca de las
condiciones del experimento: No hay libertad en un sistema
cerrado.
Algunas
personas conocen una libertad subjetiva. Viven sus vidas,
limitadas por su pasado. Al igual que los niños, hicieron ciertas
presunciones sobre la vida, antes de que pudiesen hacer elecciones
racionales. Estas presunciones ocultas los llevan a un sistema
cerrado y sin libertad. Para ser creativos, debemos ir más allá
de esas limitaciones y vivir en un sistema abierto.
Paradójicamente,
la libertad psíquica aumenta con el conocimiento de los
determinantes psíquicos de la conducta individual. Cuanto más
sepamos, acerca de lo que exactamente está influyendo en nuestras
conductas, más podremos usar esa información para tomar
decisiones. Desde el punto de vista fenomenológico conoceremos
ambos, la libertad y el determinismo.
Cuando
esquío, me siento libre. Es una experiencia estimulante. Cuando
bajo por la pista, tengo una opción después de otra. A veces,
las opciones son forzadas. Por ejemplo: cuando esquío en una
pendiente muy pronunciada, la necesidad de decisiones apropiadas
se incrementa en forma drástica. Sin embargo, aún puedo escoger
no pasar por tal pista. A pesar de tener ciertas opciones, el
rango es limitado. Polvo o hielo restringen mi opción, porque no
sé usarlos a mi favor. Ciertos esquiadores, sin embargo,
describen con deleite el sentido de ingravidez, o velocidad, que
logran al esquiar sobre tales tipos de nieve.
Cuando
las personas esquían, disfrutan la tensión que se produce al
tener límites e intentar ir más allá de ellos. Enceran sus esquíes
para ir más rápido y afilan sus bordes para ganar control. Los
buenos esquiadores, como las personas, experimentan la libertad psíquica
junto con el reconocimiento de los límites a sus opciones. Cuanto
más saben, más opciones tienen de bajar una montaña. Si quieren
velocidad, pueden bajar casi en línea recta. Si quieren control,
pueden encontrar la manera más segura. Si quieren conocer, pueden
probar nuevas áreas o condiciones. La libertad psíquica es
experimentar la opción y ser conscientes de los límites de esa
opción. Cuanto más consciente es uno, más libre es.
Aquellos
que no son conscientes, por otro lado, tienen poco sentido de
libertad. Pueden desear escoger una dirección, pero la opción no
funciona. Sienten frustración, en lugar de libertad. Para quienes
apenas empiezan, los esquíes van en una dirección y ellos en
otra, o cada esquí ¡en una dirección opuesta! Se ven
continuamente frustrados por la limitación de su conocimiento y
los requisitos reales de la pendiente. Pueden intentar esquiar
como caminan, transfiriendo viejos modelos para ocuparse de la
nueva situación, pero se caen porque esa no es la manera de
esquiar. Aquellos que ven el presente de manera restringida, como
una repetición del pasado, no tienen libertad personal. El
presente los frustra continuamente. Cuando las personas reconocen
el presente por su singularidad, tanto como por ciertas
similitudes con el pasado, experimentan la libertad psíquica.
No
pienso resolver para siempre los problemas de libertad contra
determinismo, pero en cambio sugeriría que el problema de la
libertad o de la restricción es a menudo determinado por el punto
de vista de cada uno. Cuando se observa desde el punto de vista de
un sistema cerrado, los elementos dentro del sistema son
interrelacionados y restringidos entre sí. Cuando se observa
desde el punto de vista de un sistema abierto, los elementos no se
ligan totalmente entre sí.
Tomemos
el ejemplo de un esquiador bajando la cuesta. La cuestión puede
plantearse como ¿Cuál es la ruta más rápida para bajar? La
ruta de menor fricción, más pronunciada y más corta, será la
ruta más rápida. Esto podría ser considerado un sistema cerrado
para el análisis y con estas variables ya determinadas. Pero hay
factores en el esquiador que podrían indicarnos que la ruta
escogida podría no ser la más rápida para él (puede necesitar
control y la ruta más veloz no ser conveniente a su estabilidad,
o la pendiente más pronunciada podría representar un retraso por
riesgo de caídas, etc.). El análisis de arriba debe entonces
abrirse, para incluir las variables del esquiador.
Este
es el problema que ocurre cuando los individuos limitan su análisis
a las condiciones externas. En cambio, deben encontrar la
información de sus opciones no solamente basados en el
conocimiento de las condiciones, sino también en el propio
conocimiento de sí mismos. Sólo cuando estos conocimientos están
en armonía, los esquiadores recorren la pista más rápido.
A
pesar de que un sistema cerrado es parcialmente útil para el análisis,
no describe la totalidad de la experiencia. Conocer una parte no
significa conocer todo. Mientras permanezcamos dentro del sistema
nos sentiremos confiados de nuestros resultados, pero habremos
limitado la libertad. Cuando otro universo de posibilidades esté
disponible, la libertad se hará posible. Pero paradójicamente,
mientras nuestro conocimiento aumenta en progresión aritmética,
nuestra ignorancia aumenta de manera exponencial. El conocimiento
es la conciencia del límite, pero la libertad psíquica aumenta
con nuestro reconocimiento de los determinantes de nuestra
conducta. Nos volvemos más libres cuando comprendemos cuán
esclavos somos.
También
experimento libertad cuando navego. Moverme a través del agua
gracias al poder del viento me alegra. No tengo que ir donde el
viento me lleva. Puedo navegar “en” el viento, es decir,
incluso puedo mover mi barco hacia donde proviene el viento. Al
contrario del esquiador, que no puede ir contra la fuerza de
gravedad.
Podría
comparar el crecimiento psíquico con navegar. Al avanzar en la
terapia, me doy cuenta del ejercicio de fuerzas del pasado. Puedo
continuar avanzando en la dirección que estas fuerzas me empujan,
como si sólo pudiese navegar “de popa”. O puedo moverme
conscientemente contra las fuerzas de mi pasado hacia nuevas áreas.
Así como el navegante no puede entrar directamente contra el
viento, porque la vela pierde su forma, nosotros no podemos ir
directamente contra nuestro pasado, pero podemos usarlo para
empujarnos hacia una nueva dirección... sólo si somos
conscientes de donde están viniendo esas influencias. El
navegante que no conoce la dirección del viento no va a ninguna
parte. De la misma manera, aquellas personas que no son
conscientes, no conocen las fuerzas que actúan en su vida;
flotan, son empujados y algunas veces se hunden... Y cuanto más
se quedan en el pasado, menos capaces son de vivir en el presente.
Necesitamos ser conscientes de que el presente no es una re-edición
del pasado y ver los nuevos aspectos de la situación. Aceptar el
presente por lo que es, en lugar de forzarlo hacia estructuras
aprendidas en el pasado exige muy buena predisposición.
Finalmente,
un navegante necesita un timón para dirigir el barco. El timonel
que hace movimientos demasiado violentos, retrasa el barco por la
fricción aumentada del agua. Al igual que el timonel, cuando nos
movemos suavemente a través de la vida, sin alteraciones
violentas en nuestro rumbo, avanzamos con menos conflictos. En
parte, la libertad significa llegar donde queremos y cuando
queremos llegar allí. Muchas personas interpretan de manera
diferente la libertad y se encuentran luego en un permanente
movimiento caótico, que los inmoviliza.
La
libertad es avanzar, usando las fuerzas en nuestras vidas a
nuestro favor. Cuando integramos las fuerzas de nuestro pasado en
el presente, el pasado puede trabajar para nosotros en lugar de
contra nosotros. Cuando somos conscientes, incluso podemos usar a
nuestro favor esas fuerzas que parecen ir contra nosotros. Y
entonces, sentiremos la libertad del navegante y podremos movernos
contra el viento...
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