Algún lugar bajo las calles de Keystone City, 16:00:
Un hombre entra en una sala en la cual hay una mesa rectangular alargada y a los lados de esta, importantes empresarios están sentados esperando su anfitrión. En el centro de esa mesa hay un círculo rojo y en su interior una espiral color sangre.
El hombre deja caer un maletín encima de la mesa y se sienta en la silla de la cabecera.
- ¡Esto es inadmisible! – dice y a la vez abre un maletín y empieza a ojear lo que parecen unas fotos.
Los miembros de la mesa tiemblan. Saben que solo uno de ellos es el culpable pero cuando el jefe se enfada, cualquiera puede salir mal parado. Uno de los presentes se aventura a hablar.
- Señor, se que hablo en nombre de todos los miembros del consejo cuando digo que nadie podía prever la intervención de Flash en el asunto. Y menos cuando fuentes fiables de información aseguraban que en el día de hoy no causaría ningún tipo de problema.
El líder quedó mirando al hombre fijamente durante algunos problemas.
-
Mi querido Alan Articthar, lo que realmente me irrita no es que en la misión
de ayer tarde hubiéramos perdido un hombre y que el resto del grupo
fuera apresado porque si un hombre tiene que morir por la causa, morirá.
Además gracias a los contactos el resto del comando ha salido ya
de entre rejas. Lo que realmente me irrita… ¡es que esa operación
no contaba en absoluto con mi aprobación!- el hombre tiró
sobre la mesa las fotos que tenía en las manos. En ellas se veía
fotos de prensa en las que aparecía la policía y Flash deteniendo
al grupo terrorista.
-
Señor – volvió a interrumpir el mismo hombre – todos sabemos
que las empresas que nos subvencionaban hasta ahora nos proporcionaban
un presupuesto ilimitado para el arsenal y las operaciones necesarias.
Pero también sabemos que el setenta por ciento de esas subvenciones
han sido retiradas. El único objetivo de esta operación era
cobrar un rescate rápido para cubrir los gastos hasta que todos
los problemas se solucionasen. Era urgente y teníamos que arriesgarnos
a ser conocidos de una vez por la opinión pública. La compresión
Arsend no puede seguir siendo un secreto si queremos evolucionar.
El hombre se levantó de su sitio y comenzó a dar pasos alrededor de la mesa hasta detenerse enfrente de Artichtlar.
-
¿Cuánto tiempo llevas en La compresión, Alan?
-
Unos catorce meses, prácticamente desde que se creó.
-
Exacto – continuó- Llevas aquí más tiempo que todo
este consejo. Que todos menos que yo. Por ello todas, y cuando quiero decir
todas me refiero a TODAS las operaciones, deben pasar por mi supervisión.
El corto periodo que hemos estado sin subvención se ha debido a
un problema técnico y ya ha sido solucionado. Si hubieras sido más
paciente todo se habría solucionado sin incidentes. – se alejo un
poco de él y se dirigió a todo el grupo- hasta ahora
nuestros medios de reclutamiento han sido más que discretos y selectivos.
Solo los más cualificaos y necesarios han sido captados. El Internet
y pocas armas más han sido nuestros medios. Y seguirán siendo
así hasta que seamos lo suficientemente poderosos para comenzar
con nuestros verdaderos planes.
Se sentó de nuevo en su silla y guardó las fotos en su maletín que estaban desperdigadas por la mesa.
- La compresión Arsend es y será un secreto hasta que yo, como Hermano Mayor lo decida. Otro error como el de ayer será severamente castigado la próxima vez. Se levanta la sesión.
Todos los miembros del consejo se levantan y se van al fin tranquilos. Esta vez Dracon ha sido piadoso. Saben que no será así siempre.
Algún lugar cerca en el Círculo Antártico, 20:00
-
Vaya J’onn, no podías haberme citado en algún lugar más…
¿calido?
-
Lo siento Wally, pero lo que encontré es importante y esto era el
sitio más cercano para ambos que encontré. Como tú
eres tan rápido… pero si quieres nos vamos de aquí.
-
Nah, déjalo. Si vibro rápidamente consigo calentar mi cuerpo.
Podré aguantar. ¿Cómo has podido conseguir información
tan rápido? Apenas hace un día que te di la información.
-
Soy detective. Me debo a la causa. No estoy muy ocupado últimamente
y temía desentrenarme.
-
Bueno, ¿y qué has averiguado?
-
Gracias a mi poder telepático he podido hablar con Oráculo.
Su ordenador y mis dotes combinados han resuelto una pequeña parte
del enigma.
-
¿Y bien? Te escucho amigo.
-
Pues verás, al parecer, gracias al dibujo de la marca que me has
dado y al comportamiento enfermizo que has descrito, desde el principio
supuse que se trataba de una secta. Una de esas muchas que provocan muertes
masivas y son seguidores del Demonio o de algo parecido.
-
¿Crees que se trata de eso?
-
Al comienzo eso creía pero me di cuenta del gran arsenal y equipamiento
que poseían así como una estructurada forma de actuar. No
puede tratarse de solo una simple secta, algo mucho más gordo. De
ser fácil de conocer nos encontraríamos publicidad sobre
ella y saldrían en muchos noticiarios. La forma desapercibida no
es propia de una simple secta de maníacos. Uno de los medios de
difusión más utilizados actualmente para captar a incautos
es el Internet. ¿Y quien mejor que Oráculo para tratar ese
asunto?
-
Bien pensado.
-
La deje investigando entre sus máquinas y yo busqué en los
archivos policiales de Metrópolis así como en los de Gotham.
Fue fácil debido a mi facilidad para adquirir otras formas. Una
vez ambos concluimos nuestra investigación comparamos datos y llegamos
a la siguiente conclusión: Se trata en efecto de una especie de
secta pero muy selectiva. Acogen solo a millonarios que les subvencionan
así como a gente físicamente preparada para entrar en combate.
Son algo así como neo-nazis que adoran a una raza pura. No
sabemos aún cuales son sus intenciones pero conocemos la manera
de hacernos pasar por millonarios que aspiran a convertirse en miembros.
-
Interesante, pero si toda la JLA influye llamará la atención.
-
Estoy de acuerdo contigo Wally, solo tú y yo. No nos interesa que
la gente se entere de que pasa algo importante y que se siembre el pánico.
Flash se quedó mirándolo a los ojos unos segundos.
- J’onn, llevamos muchos años juntos trabajando y sabes que te admiro, pero a pesar de que agradezco tu colaboración en el asunto, es un problema que debo arreglar yo solo.
Martian Manhutern bajó la cabeza.
-
Espero que no te moleste.
-
En absoluto – dice mintiendo- solo echaba de menos la acción, pero
no importa, diviértete.
-
¡Gracias amigo! – le dice y le da una palmada en la espalda.
Mientras un haz de luz cruza el Atlántico una lágrima se desliza por una piel verde que añora el calor de la amistad.