¡¡ VACACIONES EN PUNTA DEL ESTE !!

 

ARTE RUPESTRE EN URUGUAY

En 1875, cuatro años antes del descubrimiento en Europa de las pinturas de Altamira (inicialmente no consideradas como arte prehistórico) un ingeniero español Barrial Posadas en el Uruguay, copiaba cuidadosamente los diseños que veía en una enorme piedra y agregaba luego al pie de la lámina, sin ninguna duda, que ellos eran "diseños de indios".

Esto ocurría en un país como el Uruguay, que desde el siglo pasado se jactaba en América, de no tener más indígenas.

Luego de este primera contribución (que marca el nacimiento de la primera etapa de la arqueología uruguaya), otros investigadores como Figuerido, Larrauri, De Freitas, Figueiras, Consens y Bespali, Pelaez y Consens han trabajado, publicando, revisando y descubriendo nuevos sitios en el resto del país.

Como resultado de esas investigaciones, se conocen hoy decenas de sitios con pinturas y grabados. Los primeros ubicados al sur del Río Negro y los segundos al norte.


LOS GRABADOS

Los grabados se iniciaron entre los 6 a 8 mil años antes del presente, en un medioambiente muy distinto al actual. Por ello podemos ver como guanacos (hoy desaparecidos) y felinos aparecen en grandes bloques horizontales, junto a sencillos dibujos geométricos. Miles de años mas tarde, en las mismas áreas, se graban intrincadas figuras meándricas, junto a marcas de líneas paralelas y puntos agrupados.

Hace unos dos mil años se vuelve a grabar. Ahora los diseños se complejizan porque se reutilizan no sólo los sitios, sino también los mismos bloques anteriormente grabados. Esto obliga a los investigadores a complejos trabajos técnicos para recuperar la información.

Por último hace unos mil doscientos años, surge un estilo de diseños esquemáticos tanto antropomorfos como zoomorfos, junto a una técnica de grabado profundo y a veces alisado. Algunos de esos sitios reciben ofrendas con carácter ritual.


LAS PINTURAS

Las pinturas están realizadas en las paredes verticales de enormes bloques de granito, que emergen como grandes monumentos en las amplias praderas onduladas del sur del Uruguay.

Se conservan aún hoy unas cuarenta de estos sitios con un grado de percepción visual aceptable. Mientras que en cerca de cien bloques, apenas se ven los restos de los que fueran importantes murales pintados. Algunas áreas de los departamentos de Flores, Florida y Durazno debieron ser en esa época, verdaderas exposiciones al aire libre.

Como mínimo se comenzó a pintar hace unos dos mil quinientos años antes del presente. Hubo un período posterior alrededor del año 1.200 D.C., donde se vuelve a pintar, sobe la misma base estilística de figuras geométricas. Pero ahora se utilizan complejas formas cerradas, con importante variación de los diseños internos.

También en ese per-odo se ensayan varias técnicas diferentes como el uso de pinceles finos (2 a 3 mms.), la preparación de la superficie previo al diseño, manos en positivo e incluso pintura en negativo. Hay un especial cuidado en no sobreponer las pinturas, cuidándose el uso del espacio, como una referencia muy valiosa.

 

EL ESTADO ACTUAL

Los daños por vandalismo, una equivocada aplicación de la Ley de Minería (que demandó 13 años de reclamos formales y de prensa para ser modificada) y las falta de compromiso y dialogo por parte de la Comisión Nacional de Patrimonio esta provocando la desaparición de cerca de un 20% del arte rupestre conocido en el Uruguay. Otro 30 % de los sitios presentan ya graves daños en sus superficies y sobre los diseños. Todos estas acciones han ocurrido en los últimos 20 años.

La Intendencia Municipal de Flores que había iniciado un Proyecto de protección en el año 1996, lo cancelo en 1997, pese al firme apoyo que el mismo había recibido por parte de la comunidad y empresas lo que permitía su autofinanciación, lo cual (de haberse concretado) hubiese sido ejemplo en nuestra área.

La Intendencia de Salto, tiene hace mas de 4 años las protecciones para uno de los sitios investigados por el CIARU, pudriéndose y herrumbrándose en un galpón, situado a apenas 50 metros del área con arte rupestre. Y ha impedido a través del uso de la policía, la continuidad de los trabajos que se venían llevando a cabo en dicho departamento desde hace años.

El CIARU mantiene registros digitalizados de todas las pinturas y grabados que documentó en los últimos 25 años de trabajo en Uruguay. Incluso de varias pinturas y grabados hoy ya desaparecidos. Lo cual lo convierte de hecho en la única fuente de documentación del arte rupestre del Uruguay.

Desde hace mas de veinte años, sus miembros y luego la institución, vienen realizando exposiciones públicas, conferencias, cursillos y distribuido material bibliográfico, para sensibilizar y hacer conocer el arte prehistórico en el país.

Tanto esta actividad de difusión que es la que ha producido la sensibilización de los medios y la sociedad, así como los valiosísimos trabajos de documentación de los sitios de arte rupestre en Uruguay han sido todos realizados exclusivamente con el apoyo técnico, humano, de infraestructura y económico del CIARU en su carácter de Organización No-Gubernamental.

Pese a las reiteradas solicitudes de ayuda económica realizadas al Ministerio de Educación y Cultura a lo largo de estos años, nunca se pudo contar con ninguna clase de apoyo. Ni siquiera para proteger los sitios. Y tanto la actual Comisión del Patrimonio Nacional, como la de Arqueología han impedido a través de acciones reñidas con la investigación (en lo ético y moral) y con lo establecido por la Ley 14-040 (en lo administrativo y legal) la continuidad de esta labor de un cuarto de siglo.

Por lo tanto hemos suspendido desde 1997 las nuevas investigaciones en arte rupestre (tal como comunicado a la Comisión del Patrimonio), hasta que no se den en Uruguay las condiciones que permitan el adecuado y mínimo ámbito para una investigación científica basada en pertinentes evaluaciones técnicas y profesionales. Y no en decisiones ilegales, personalistas y mezquinas que atienden espurios intereses, y que se escudan además en la total carencia de dialogo como sistema para proseguir sus acciones.

 

PROGRAMA EN FLORES

Intendencia Municipal de Flores planificó conjuntamente con el CIARU, un Programa para incorporar al patrimonio nacional, el arte rupestre que estaba en su territorio.

Flores (en el centro del país) es uno de los departamentos donde se registraba la mayor cantidad de sitios con pinturas prehistóricas en el país. Sin embargo, ha sido el que ha sufrido el mayor impacto de daños en todo el Uruguay, habiendo perdido cerca de un 30 % de las pinturas conocidas.


Dicho Programa establecía el cercado de todos los sitios del Departamento, establecer medidas específicas y concretas para su protección y conservación, incorporar los sitios a circuitos turísticos-culturales controlados, desarrollar planes de difusión imprescindibles para contener el vandalismo y una activa participación de las fuerzas vivas del departamento, tanto para su instalación como para el financiamiento. Durante el breve período de su funcionamiento, se alcanzó a proteger cinco sitios con pinturas y se descubrieron dos nuevos sitios, los que se encontraban en procesamiento en el laboratorio.

En octubre de 1997, La Intendencia Municipal de Flores canceló las actividades del Programa desarrollado por el CIARU, cuando el mismo estaba logrando la penetración y la credibilidad necesaria para lograr la financiación plena por parte de instituciones privadas para la protección total de las pinturas sitas en el departamento, así como para las etapas de difusión, imprescindibles para la conservación de los sitios.

Técnicos del CIARU y público en visita a uno de los sitios protegidos.

En su reemplazo ingresó en la misma área, un equipo de la Universidad de Colonia (Alemania) sin antecedentes en la investigación del arte rupestre y cuyas referencias comprenden la restauración del arte medieval europeo.

La Comisión Nacional de Arqueología junto a la del Patrimonio, propiciaron dicha intervención en un área asignada a un investigador uruguayo de acuerdo a la Ley 14.040 en vigencia, violando no sólo directamente los aspectos legales, sino, cuestionando moral y éticamente la continuidad de toda investigación profesional y universitaria en el país.