Versiones 31

Director: Diego Martínez Lora

Vila Nova de Gaia - Portugal

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Ernst Kernmayer(*)


*)

Carta desde Austria.

Política interna.

 

A pesar de toda la aversión contra al señor Haider, la reacción que vivimos ahora es un poco sobremesurada. El señor Haider tiene raíces en una familia nacionalsocialista, él nunca aprendió a distanciarse de verdad de esa época. Sin embargo, pasaron muchas cosas en este país durante los 55 años últimos y el señor Haider no solamente es hijo de sus padres, sino también del desarrollo político durante esos 55 años. Él no es ningún nazi. Él es un populista de derecha descarado. Para ser un nazi le faltan los principios. Cambia sus opiniones según el público que le escucha, se cambia a sí mismo según el electorado que él quiere ganar. El FPÖ desde el 3 de octubre es el partido de los trabajadores más grande de Austria (48 % de los trabajadores votaron por el FPÖ). Ésos no son los más inteligentes y sí son xenófobos, como muchos trabajadores europeos, pero para ser fascistas les falta mucho. Es peligroso sobre todo porque es incalculable, es una granada que puede explotar en cualquier momento y lo peor es que va a explotar. No en el sentido de que vaya a renovar el tercer Reich aquí, sino porque nos va a aislar todavía más. En esa categoría caben los pronunciamientos recientes del señor Haider, llamando a Chirac un tipo, que no sabe de nada y nombrando al gobierno de Bélgica un gobierno aliado con pederastas.

 

Todo el mundo tiene derecho a criticarnos. Y no quiero subestimar las cosas que dijeron Haider y sus soldados de partido sobre el tercer Reich, sobre extranjeros y la Unión Europea. Ha creado un clima feo en Austria con eso que él sabía aprovechar para su objetivo, que es subir al poder. Pero lo que pasa es que esta imagen que está pintada ahora en todo el mundo está lejos de ser la realidad de Austria. Y si el gobierno entrante dice que va a cerrar las puertas a los inmigrantes - aparte de trabajadores temporales, que necesita sobre todo para el turismo - es lo que estaba practicando ya desde años el partido socialdemócrata, solamente que no lo llamaba así (menos ante sus seguidores, a los cuales los temía perder para al FPÖ).

 

Ahora yo no estoy de acuerdo de prohibir a un partido la subida al poder - un partido que formaba parte por decenios en el juego democrático, lo que no quiere decir necesariamente que sea un partido democrático. Prohibiciones no pueden ser un instrumento democrático frente a partidos, hasta que no tengan sus brazos armados, ya sean de la derecha o de la izquierda. Lo que sí es necesario es estar más alerta frente a la creación de un clima social que se dirige en contra de ciertos grupos de la sociedad, sobre todo los más débiles, que son en la mayoría de los casos los extranjeros. Pero estar alertas de la sociedad entera, especialmente de los medios de comunicación y de la oposición política. Es algo lo que en el pasado no se hacía o se trataba de hacer con los instrumentos falsos. Prohibición, sin embargo, no puede ser el instrumento.

 

No quiero cansar con política interna de Austria. Lo que hay aquí es una cooperación política entre dos partidos del gobierno pasado, que está totalmente desprestigiado y desgastado después de los 13 años pasados. Y hay un tal señor Schüssel, jefe del tercer partido, por tener 400 votos menos que el partido de Haider, que ahora ve su única y última oportunidad de ser primer ministro. Lo que pasa es que, por la presión internacional y un cierto desconcierto del señor Haider, conseguía introducir casi todo su programa en el programa junto del nuevo gobierno. Sin embargo creo que ese balance de poderes no se va a mantener. Haider, que no va a estar en el gobierno presente, va a saber aprovechar desde fuera las debilidades del gobierno y dentro de dos a cuatro anos va a ser primer ministro - su objetivo desde antes.

 

Pero temo el momento, cuando la Unión de verdad realice sus sanciones anunciadas y temo todavía más el escenario, en que el presidente diga que no va a permitir ese gobierno porque el mundo dice que no lo tengamos. A partir de ese momento se acabará el tiempo para discusiones, nadie va a escuchar a nadie. Quedará la polarización pura. Y aún entonces no creo en el cuarto Reich. No existen las condiciones para la abolición de la democracia. No hay ninguna crisis económica profunda, al contrario - y tampoco el aislamiento político nos va a llevar a eso. Y sí hay una sociedad diferente a la de los anos 30, aunque no consiga evitar que Haider suba al poder.

 


(*)Ernst Kernmayer, periodista austríaco. Vive en Viena.

 


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