Versiones 32

Junio/Julio 2000 - Año del Dragón

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Director: Diego Martínez Lora


la aventura de compartir la vida, las lecturas, la expresión...


 

Diego Martínez Lora(*):

En último recurso


Entonces, la niebla habitaba como tacto.

Ida la luz, el insomnio,

el sopor,

la incomprensible agonía de la conciencia.

La visión languidecida.

Un lugar inubicable,

persistente e incisivo.

Barco desleal:

No saber y sentir.

 

Lo físico, turulato.

Lo imaginado existía,

lo oculto.

La noche de las mil peripecias.

¿Quién perturbaría el menudo silencio, sino la utopía?

 

Atrapada en el cuerpo como una mano fuerte,

engullida,

químicamente golpeada hasta la transparencia.

 

Completo desparpajo de un universo cotidiano,

diverso y adverso,

polivalente y contrario,

el número equivocado,

el dedo torcido,

el ojo tuerto.

Un barco suelto:

sin mar,

sin tierra.

 

La lengua cicatrizada como una esfinge.

De qué sombra saliese un equilibrio.

Un insondable regreso.

Un sueño protegido declarado inefable.

Allí entre la madre y el padre.

Allí enteramente recogido.

En el principio.

Traicionado por la ceguera del amor,

del instinto.

¿Qué capricho es éste?

¿Qué esfera indivisible?

 

Si el orden no mereciera ni desprecio ni elogio.

Por la sombra de un ciclópeo inexistente,

un dragón irremediable.

 

¿Qué gelatina invoque sus derechos de persona?

¿Qué reacción primitiva tenga más reivindicaciones?

¿Qué trazado de fronteras?

¿Qué pasión prohibida?

 

Del discurrir ausente,

los mismos ingredientes de un pan insulso.

El oído sordo, el ojo ciego.

El alma seca y torpe.

Agitada la memoria

y confusa la historia,

el dolor, un gráfico,

una curva.

 

En qué futuro se quedaron

de pie y sin puerta.

No vaya a ser

que el final se arrepienta,

se quede partido

y sin cena.

Otra vez:

Un siempre con dos cabezas.

 

A quién se le antojara la caída, la canallada,

la increíble e incipiente revolución de una mentira.

En qué hueso, en qué lengua.

En qué pelo entrometido,

se quedó el olfato humano.

Mera química arrebatada.

¿A quién decirle adiós?

Lo invisible, lo inútil, lo fugaz.

Un tú diluido,

un yo ausente.

La duda máxima.

La convicción radical.

 

Lo único sensato en este mundo,

callar en nombre del delirio.

 


(*)Diego Martínez Lora, peruano-portugués. Vive en Vila Nova de Gaia, Portugal. 


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