Versiones 44
Junio - Julio 2002
Director: Diego Martínez Lora
Cuento africano(*):
Por qué una muchacha debe casarse con el marido que le escogen?
Había una vez una doncella llamada Kwaboaso. Ella les dijo a quienes la habían dado en matrimonio:
- Yo no deseo a ese hombre.
Ellos la entregaron a un cazador y ella dijo:
- ¡Aj! Este hombre tiene cicatrices sobre su cuerpo. No lo quiero.
Un día ella fue a la plantación, diciendo que iría a cortar bananas. Tomó un cuchillo y acertando en un banano, se dio cuenta que había una gente muy pequeña sentada sobre los bananos. Se bajaron y capturaron a Kwaboaso. Le dijeron:
- Tú eres aquella que desaprobó al hombre que le dieron en matrimonio.
Y las hadas la agarraron y dijeron:
Vamos a aplastarla
¡La aplastaremos, ea!
Aplastaremos a Kwaboaso,
Vengan, vamos a aplastarla,
¡La aplastaremos, ea!
Ahora bien,
cuando el cazador a quien ellos la habían entregado en matrimonio escuchó la voz
de Kwaboaso dijo:
- Voy a ver lo que está pasando, porque nosotros
no tomamos algo malo
para pagarlo con la misma moneda.
- Cuando él llegó, las hadas estaban aplastando a
Kwaboaso. Entonces el cazador
les disparó una bala y una de las hadas
cayó.
La más vieja de ellas les dijo a las otras:
- Ha bebido vino de palma y está intoxicado,
pónganlo allí mientras tanto y continúen aplastándola a ella.
El cazador disparó nuevamente y otra
hada cayó abatida. La hada más vieja dijo:
- El bravo camarada ha bebido vino de palma y está
borracho, agárrenlo y échenlo allí.
El cazador mató a todas las hadas salvo
a la más vieja. La más vieja llamó al cazador y le dijo:
- Vamos, vamos, no te haré nada.
El cazador se le iba encima, pero la hada más vieja le dijo:
- Entra en mi casa allí y encontrarás la medicina para los disparos y estarán también todas las balas que disparaste. Toma lo que te pertenece y toma a Kwaboaso también. Pero antes de que te vayas, anda y corta bananas. Antes de marcharte arrójalas lo más lejos que puedas, de tal modo que cuando se despierten las otras hadas y vayan a capturarte, ellas se detendrán para agarrar las bananas, una por una y así tu podrás distanciarte mucho más de ellas.
Y, obedeciendo a la hada más vieja, el cazador fue a cortar bananas y se llevó a Kwaboaso. Ni bien alcanzó el camino lanzó una banana con todas sus fuerzas. Continuó haciendo lo mismo durante todo el trayecto hasta su casa. Y cuando le faltaba un trecho muy corto antes de llegar a su casa, se dio cuenta de que las hadas estaban casi por alcanzarlos. Él arrojó la última banana que le quedaba y las hadas fueron a recogerla y pareció que regresaron de donde habían venido. El cazador devolvió a Kwaboaso a su familia. Después el cazador se fue a su propia casa.
Cuando el cazador estaba en su casa haciendo lo de siempre recibió un mensajero a quien le dijo:
- ¿Qué noticias me tienes?
El mensajero le dijo:
- Kwaboaso dice que le ha pedido al jefe de su aldea para que interceda por ella y que te diga que ahora sí quisiera casarse contigo.
El cazador le dijo:
- Gracias por las palabras que provienen de la boca del jefe de la aldea, pero yo no puedo casarme con esa muchacha, porque yo todavía tengo cicatrices sobre mi cuerpo.
Por eso es que los ancianos dicen:
- Si ellos te toman para darte en matrimonio a alguien, cásate con él, porque tú no sabes si algún día cuando te encuentres en apuros, él no irá a rescatarte.
(*) Este cuento proviene de los Ashanti (Ghana). Forma parte del libro inédito “África, África” (Selección y traducción de Diego Martínez Lora)