versiones, versiones y versiones...renovar la aventura de compartir la vida con textos, imágenes y sonidosDirector, editor y operador: Diego Martínez Lora    Número: 50 junho/julho 2003


Carlos Amézaga(*):

Sísifo y dos poemas más


 

Sísifo

 

Camino asistido por la endeblez de mi espíritu,

único sostén capaz de soportarme en pie.

Logro penetrar en la entraña de mi recorrido interior y permanezco admirado

ante la calma del reflejo intrínseco de mi memoria.

Estoy solo, pienso, y no encuentro mejor manera de reponerme sino

entonando el himno imperecedero de mi angustia,

ya casi inmemorial.

Aparto el cáliz amargo de mi congoja y,

mientras sigo recorriendo el túnel incierto de mis sentidos,

el sabor de la derrota que presiento se hace presente

con su carga de emoción no compartida,

violento y acíbar,          

completando el aciago panorama,

lo que me deja inerte ante la cita eterna con mi conciencia.

Pretendo seguir explorando la cavidad abierta de mi horizonte

y tropiezo con el obstáculo mayor de la providencia infinita.

Agradezco, sin embargo, el poder seguir siendo espectador de mi dilema,

pero no puedo dejar de resentir el aroma turbio del espanto.

Agarrado del pasamanos de la historia merezco siquiera un vago simbolismo,

un óbolo circunstancial,

que los hados se obstinan en negarme.

Me enfado con el tiempo,

que transcurre con inercia diluída.

Al fin, con el paso quebradizo,

intuyo la gracia del olvido y silencioso inicio el descenso hacia el colapso.

Aflojo el peso de mi entraña.

Me ensaño con el freno, postrero bastión de mi desengaño.

Deshojo las últimas fibras coloridas.

Hasta donde, me pregunto, hasta cuando...

 


Pandora

 He emprendido el regreso a mi conciencia,
he esperado la hora ingrata de la partida, y
he aspirado por fin – luego – el tibio
olor de la nieve disuelta.

No sé si lo que resta tendrá lugar,
acaso sea un irremediable desencuentro,
pero en medio de la duda desatada
por la inconstancia,
había un presagio de luz distinta.

El premio de mi empeño no está
a la vista,
quizás sea un regalo envuelto
en piel,
o una Caja de Pandora
ya entreabierta.

Pero estimo que el futuro no está quieto
espera a paso firme los embates
del silencio
y del olvido.


 

Gloria

 A menos que pudiera decirlo claramente, no podría sino despreciar profundamente el momento en que caí en la gloria, presa infame del silencio y de la angustia.

Arribaré presuroso al marco del olvido y bregaré por ganar mi lugar en el averno,
ogro maléfico, pinza mortal del desengaño.

Crearé estaciones venideras, vadearé los campos infinitos -surcados de heridas milenarias- los potros del olvido serán mis guías y única compañía.

Compartiré mi alimento y mis gozos con las aves desplumadas del ocaso.

Presiento ya un sinfín de sensaciones, sé que, más allá del dilema, el filo claro de la aurora quemará mis ultimas naves y surcaré el espacio premunido – sólo -del aliento incoloro de los dioses.

Evohé! Evohé!, Oh Grisfel, arcángel de las alas quemadas, invoco tu prístina presencia y quedo a la espera de tu vuelo sempiterno.

Am
én.


(*)Carlos Amézaga, escritor, abogado y diplomático peruano. Actualmente vive entre Lima y Viena.  Ganó el concurso de las 2000 palabras de la Revista Caretas, Lima - Perú. 2002/3


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