versiones, versiones y versiones...renovar la aventura de compartir la vida con textos, imágenes y sonidosDirector, editor y operador: Diego Martínez Lora    Número 57 / Agosto - Setiembre 2004


Carlos Amézaga(*)

1979 - 1980: Final de Década


1979 (31 películas)

 

Era el comienzo del fin de los años 70. Nuestra primera década de cine. Ya teníamos las cosas un poco más claras, algunos gustos mejor definidos, pero la misma sed de aventuras cinematográficas continuaba, incluso con mayor pasión que en los primeros días.

Lo primero que nos sedujo fue Los Nuevos Monstruos (I Nuovi Monstri), Monicelli, Risi y Scola, se juntaron con los mejores actores de comedia italiana: Tognazzi, Gassmann, Sordi, para crear una serie de pequeñas obras maestras que se cuentan entre lo mejor de la comedia italiana de todos los tiempos. Recordamos a Ornella Muti en uno de los episodios Sin Palabras (Senza Parole), en el que representa a una aeromoza que es seducida por un terrorista. Un retrato de Italia en clave de humor, a veces bastante negro.

Hubo dos italianas más para recordar: Grupo de Familia (Grupo di Famiglia,) en la cual Luchino Visconti nos presenta el drama de un professor retirado, encarnado por Burt Lancaster, quien ve turbado el descanso en su palacio por las maquinaciones de la familia y sus allegados. La otra, no podia ser menos, Esposamante (Mogliamante), con nuestra querida y admirada Laura Antonelli y Marcello Mastroianni.

Brian de Palma ya nos tenía atrapados con sus anteriores filmes, este año nos trajo Furia (The Fury), un drama con tintes parapsicológicos, sobre jóvenes con poderes extraordinarios. Recordamos una de las primeras escenas, en la cual el personaje que representa Kirk Douglas conversa con su hijo en un bar cerca a la playa y se desata un feroz atentado terrorista; la tension que se crea antes del ataque muestra a De Palma como el fiel discípulo de Hitchcock que siempre ha sido.

Los cine clubes, un año más, nos permitieron ver algunos filmes importantes. Buscando a Mr. Goodbar (Looking for Mr. Goodbar), una mujer que lleva una doble vida, con Diane Keaton en un papel muy a su medida.  New York, New York nos mostró a dos estrellas, Robert de Niro y Liza Minelli, en lo mejor de sus posibilidades y, de paso,  nos dio en el gusto a los amantes del jazz. Luego, un Woody Allen sin Woody Allen, es decir Interiores (Interiors), un drama familiar tratado desde el punto de vista de tres hermanas muy distintas entre sí. Finalmente, los hermanos Marx en dos películas: Los Hermanos Marx en el Oeste (Go West) y Héroes de Ocasión, diversión garantizada.

Ese año sufrimos, casi en carne propia, las desventuras del joven atrapado en una cárcel turca en el Expreso de Medianoche (Midnight Express). Nos queda el recuerdo de los ojos del protagonista, totalmente inyectados de sangre, al inicio del film. El Francotirador (The Deer Hunter) nos dio una muestra de como la Guerra de Vietnam afectó la existencia de muchas familias en los Estados Unidos, a través de las venturas y desventuras de tres amigos, cuyas vidas después de la Guerra no podrían volver a ser las mismas. Quien puede olvidar aquellas escenas de la ruleta rusa.

La guerra fue el tema igualmente de Regreso sin Gloria (Coming Home), donde Jane Fonda se enamora de un veterano de guerra parapléjico, mientras su propio marido sigue peleando enViet Nam; el amor y la guerra en su máxima expresión. La violencia de la guerra no fue la única, pues Sam Peckinpah nos demostró en sus Perros de Paja (Straw Dogs) que cualquier persona, en cualquier lugar, es capaz de generar y reaccionar con violencia, a veces muy extrema, como es el caso de este matemático americanos hostilizado por sus vecinos en Gran Bretaña.

En un registro parecido, Carlos Saura con Cría Cuervos nos presentaba un universo familiar donde la violencia era más sutil pero también estaba presente; la vision de una niña marcaba de manera profunda las relaciones entre los miembros de una familia desgarrada por los hechos que forjaron la propia historia de España, durante las primeras tres cuartas partes del siglo XX.

Violenta fue también Halloween, sumada a un suspenso realmente aterrador,  que hizo de su director John Carpenter una figura de culto y de su personaje, Michael Myers, una leyenda del horror, quizás sólo comparable a Fredddy Kruger y sus pesadillas.

Para variar un poco, Peter Sellers en La Venganza de la Pantera Rosa (Revenge of the Pink Panther), nos hizo reir de nuevo con esa inigualable capacidad para crear humor en las situaciones más insospechadas. Finalmente, El Ultimo Rock (The last Waltz) de Martin Scorsese, dio a conocer los entretelones de la última gira por todo Norteamérica del grupo The Band y sus invitados: Neil Young o Eric Clapton, gran película y muchísimo rock del bueno.

 

1980 (36 películas)

 

Tres películas peruanas abrieron el año 1980: Abisa a los compañeros, sobre un intento revolucionario en el Perú; Aventuras Prohibidas, tres cortos reunidos por 2 directores, mezclando historias y personajes muy particulares; y, La Muerte de un Magnate, basada en el asesinato de Luis Banchero Rossi, un gran empresario de la pesca peruana de los años 70.

Vimos también varios musicales, muy distintos entre sí, pero todos impresionantes: Fantasía, el mundo maravilloso de Disney hecho música; Hair, el éxito de Broadway llevado a las pantallas con brillo por Milos Forman; El Show debe seguir (All that Jazz), vida y miserias de un coreógrafo perfectamente encarnado por Roy Scheider, inolvidable el leit motiv de la levantada diaria antes de ir al trabajo, y, La Rosa (The Rose), la historia de una cantante de rock, inspirada en la vida trágica de Janis Joplin.

Ese año conocimos prácticamente a un gran actor: Marlon Brando, en dos grandes films. El primero de ellos El Padrino I (The Godfather), la obra maestra de Francis Ford Coppola, de la cual no podemos decir sino que la hemos visto en innumerables ocasiones y cada vez descubrimos o encontramos algo nuevo que destacar. El segundo, polémico, El Ultimo Tango en París (Last Tango in Paris), película extraña, con personajes igualmente raros y atormentados, causó un gran revuelo en la época por sus escenas de alto contenido erótico y sus diálogos bastante explícitos.

Woody Allen llevó nuestra admiración por Nueva York a su máxima expresión con Manhattan. Dificilmente se puede encontrar una película que muestre a la Gran Manzana con tanto brillo y, sobre todo, con todo el sabor de un auténtico neoyorquino, Allen, así como el resto de los personajes que se relacionan de manera más o menos disparatada, siguiendo la línea del ácido humor del director.

Bernardo Bertolucci fue otro gran director descubierto ese año con La Luna, donde Jill Clayburgh interpreta a una diva de la ópera que intenta rescatar a su hijo adolescente de la adicción a la heroina; su empresa la lleva a plantearse una insólita relación incestuosa. No olvidamos la imagen de una magnífica luna filmada desde una terraza y reflejada en la figura de la actriz principal. Del mismo director pudimos ver Novecento, donde se enfrentan las personalidades de Robert de Niro y Gerard Depardieu en un drama que nos lleva por toda la primera parte del siglo XX en Italia.

Drama también, más bien melodrama,  fue Kramer vs Kramer, donde dos grandes actores Meryl Streep y Dustin Hoffman se enfrentan en un juico por la custodia del niño fruto de su matrimonio deshecho. No olvidamos la escena en que padre e hijo se levantan juntos para ir al baño y el niño repite exactamente los pasos de su padre.

Algunos filmes nos ofrecieron miradas distinas de la América de los 70s. Cruising, fue Al Pacino recorriendo los más sórdidos lugares del “ambiente” neoyorquino en la busca de un asesino en serie; mientras que Richard Gere complacía con sus encantos a las damas más elegantes de Los angeles en Gigoló Americano (American Gigolo). En Escalera al Poder (Network), se presentaba al monstruo de la televisión, visto desde adentro, con su grandeza y su poder de corrupción. 

Algunos directores logran siempre alcanzar el tono justo para sus dramas e historias. Uno de ellos es Roman Polansky, quien ya nos había impresionado con sus filmes anteriores y este año lo disfrutamos en Tess. En el bello y lánguido rostro de Nastassjia Kinsky se basa buena parte del éxito de esta película, en la cual no sólo encontramos una buena historia, sino, asimismo, una magnífica recreación de época 

El terror y el suspenso también estuvieron presentes. Alien, el Octavo Pasajero (Alien), la primera de la serie, nos brindó una dosis de horror y claustrofobia, compartiendo las miserias de una tripulación espacial incapaz de desembarazarse de un pasajero indeseable. John Carpenter, otra vez, repitió el éxito de Halloween con La Niebla (The Fog), historia de un pueblo que se ve invadido por una espesa niebla que cubre el retorno de las almas de una serie de hombres y mujeres asesinados hacía algún tiempo.

Finalmente, una comedia para alegrar el año: 10, la Mujer Perfecta (10), contaba con el escultural físico de Bo Derek y la gracia de Dudley Moore para maquillar una historia no del todo creible pero bien dirigida por Blake Edwards.

Así fue como terminó la década de los setenta, en lo que a cine se refiere y, particularmente, en lo que vimos y disfrutamos durante toda esa década. En esa época, visto esto a la distancia, el Perú, país donde iniciamos nuestra aventura cinematográfica, era un lugar tranquilo, con una economía relativamente estable, muy lejana del caos y la crisis de todos los niveles que empezaría a vivirse desde principios de los 80. Esto, llevado al mundo del cine, permitía que las salas –las viejas salas, de tipo teatro- se llenaran los fines de semana y que el séptimo arte fuera uno de los espectáculos más populares en todas las capas de la población.

 En lo personal, los 70 fueron los años del descubrimiento de la cinematografía, de los actores, de los directores, de los distintos géneros, de la emoción producida por las imágenes, del particular lenguaje cinematográfico, y, en medio de todo, de la propia vivencia de ir al cine a disfrutar o a pensar.

Lo que vendría más adelante sería, sin duda, más de lo mismo, pero con el agregado de la cuota de la propia experiencia  que, de alguna manera, enriquecería nuestra visión de cada uno de los nuevos filmes. La década de los 80 nos permitiría, pero aun no lo sabíamos, seguir con estos descubrimientos en otros países, en otras salas, con otros públicos, otras sensibilidades y, sobre todo, con otras películas, algunas que nunca hubiéramos podido ver en nuestro país.

Todo esto lo sabremos en las siguientes crónicas, que espero puedan reflejar las nuevas emociones que la década del 80 nos trajo.


(*)Carlos Amézaga, escritor, abogado y diplomático peruano. Actualmente vive entre Lima y Viena.  Ganó el concurso de las 2000 palabras de la Revista Caretas, Lima - Perú. 2002/3


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