SAN AGUSTIN, OBISPO Y PASTOR

Por mons. José Luis Lacunza oar

Obispo de David. Panamá

El pasado 28 de agosto, festividad de Nuestro Padre San Agustín, monseñor José Luis Lacunza, oar, tomó posesión como nuevo obispo de la diócesis panameña de David. La homilía pronunciada en la eucaristía de ese día estuvo cargada de contenido agustiniano, fue todo un tratado sobre la dimensión episcopal y pastoral de Nuestro Padre. A continuación presentamos algunos de sus párrafos más significativos.

 

…Desde que, el día 29 de junio, el Sr. Nuncio Apostólico me comunicó el nombramiento, vistas las agendas y compromisos adquiridos, escogí este día para mi instalación coincidiendo con la festividad de Ntro. Padre San Agustín; no se trataba solamente de darle rango litúrgico a la celebración sino, sobre todo, de colocar mi ministerio episcopal bajo la óptica y la perspectiva de la obra, la espiritualidad y el sentido eclesial de San Agustín.

Tanto las oraciones como las Lecturas de esta celebración ponen de relieve la dimensión de "Pastor" de San Agustín: creo que, tal como lo caracteriza Van Der Meer en su obra "San Agustín, Pastor de almas", esa faceta es la que mejor lo define ya que todas las demás, teólogo, escritor y, si me apuran, hasta la de fundador, están en función de aquélla. Por eso, en este momento, quiero mirar un poco lo que el Santo Obispo de Hipona pensaba de su ministerio episcopal para que ello sea la plataforma del mío. Harta pretensión, pensará alguno, pero ¿no dicen que el arquero debe apuntar alto para poder dar en el blanco?

En distintos sermones y escritos habla Agustín de los Pastores y de los Obispos. Todos los años, al final del tiempo litúrgico, el Oficio de Lectura trae a nuestra consideración el Sermón sobre los Pastores, comentando el texto del Profeta Ezequiel. En éste y otros textos, Agustín no sólo hace un análisis conceptual o teológico del pastor, sino que presenta su propia experiencia vivencial. Por eso resulta para mí más atractivo, seductor y retador.

La visión agustiniana del Obispo parte del principio fundamental de que es un ministerio al servicio de los fieles: "Con vosotros soy cristiano; para vosotros soy obispo" (S 176A) o, en otro lugar, "personalmente, somos cristianos; clérigos y obispos lo somos por vosotros" (S 301A, 8) y, por ello, "el episcopado designa una actividad, no un honor" (CD 19, 19). De ahí deriva el que el obispo preside en tanto que sirve (S 340A, 3) y, por ende, añadirá que quien sea aficionado a presidir y no a ayudar a los demás se dará cuenta de que no es un "obispo" (CD 126, 3) e incluso agregará "así debe ser el buen obispo, y, si no es así, no es obispo" (S 340A, 4). Y remata este pensamiento diciendo: "¿Hay obispos malos? De ninguna manera; no los hay. Sin duda alguna, me atrevo a decir que no hay obispos malos, porque, si son malos, no son obispos" (S 340A, 6).

No es de extrañar, pues, que Agustín temiera el episcopado ya que era consciente de sus responsabilidades y exigencias: "Hasta tal punto -dice- temía el episcopado que, cuando comenzó a crecer mi fama entre los siervos de Dios, evitaba acercarme a lugares donde sabía que no tenían obispo. Me guardaba bien de ello y gemía cuanto podía para salvarme en un puesto humilde antes que ponerme en peligro en otro más elevado..." (S 355,2) porque "Nada hay más fácil, más placentero y de mayor aceptación entre los hombres que el ministerio de obispo, presbítero o diácono, si se desempeña por mero cumplimiento y adulación. Pero, al mismo tiempo, nada hay más torpe, triste y abominable ante Dios que esa conducta" (Ca 21,1).

¿Qué es lo que debe hacer un obispo? ¿Qué se espera de un obispo? Dice Agustín que el episcopado no es un arte de pasar bien esta vida falaz (Ca 85,2) sino que, consagrados en beneficio de la población cristiana, hemos de contribuir con nuestro cargo a la paz cristiana que necesita la población cristiana (Ca 128,3) y, en consecuencia, los obispos hacen las veces de abogados ante Dios por su pueblo (Ca 149,2.16). El obispo, además de tener sabiduría para enseñar, debe tener paciencia para aprender (TB 4,5,7) o, lo que es lo mismo, paciencia para escuchar.

Finalmente, Agustín recuerda que "mirándonos a nosotros mismos, nada hay más importante que el ser cristianos fieles y obedientes" (AE 7); si miramos a los demás, somos obispos sólo si les aprovecha, hasta el punto que dirá tajantemente: "la dignidad episcopal será para nosotros más fructuosa si el deponerla contribuye a reunir la grey de Cristo que si la dispersa por retenerla" (AE 7). Por todo eso, Agustín pedía a sus fieles:"Orad por nosotros. Cuanto más elevado es el lugar en que estamos, tanto mayor es el peligro en que nos encontramos" (S 340A, 8).

Estas expresiones de San Agustín representan una doble responsabilidad: la que conlleva el ser cristiano y la que conlleva el ser obispo; la primera implica ser la primera de las ovejas, la segunda, ser un fiel pastor. Y en ese marco de referencia y desde esa visión ministerial quiero enfocar y desarrollar esta responsabilidad que hoy asumo ante ustedes y para ustedes: con total disponibilidad y con absoluta generosidad.

A partir de hoy, en las buenas y en las malas, en las duras y en las maduras, ustedes, hermanos y hermanas chiricanos, son mi familia. En ustedes y para ustedes invertiré todas mis energías físicas, espirituales e intelectuales. Compartiré sus alegrías, tristezas, esperanzas e ilusiones. No ahorraré sufrimiento ni escatimaré esfuerzo por hacer que el Evangelio de la vida, del amor y de la esperanza resuene y se haga realidad entre nosotros, siendo "los más pobres entre los pobres", nuestros indígenas, los preferidos de mi atención. A ellos, en su propia lengua, hubiera querido dirigirme ahora pero desconozco esa lengua; no obstante, con la ayuda de alguno de mis hermanos Agustinos Recoletos de Bocas del Toro o de los Agustinos de Tolé, prometo aprenderla hasta donde pueda para entenderles mejor, comunicarme directamente con ellos y servir mejor a sus necesidades físicas, culturales y espirituales.