21/3/2000
                   JUAN PABLO II EN TIERRA SANTA

            El Papa pide en Israel remover los prejuicios entre cristianos y judíos



            Paz para la Tierra escogida: Palabras del Papa al aterrizar en Tel Aviv

            El encuentro más imponente del Papa con cristianos en un país musulmán

            «La visita del Papa será un éxito»: Habla Thomas Michel

            Los árabes católicos, elemento decisivo para el diálogo

EL PAPA PIDE A CRISTIANOS Y JUDIOS «REMOVER TODAS LAS FORMAS DE PREJUICIO»
Juan Pablo II llega a Israel como peregrino tras las huellas de Dios

TEL AVIV, 21 mar (ZENIT.org).- Finalmente Juan Pablo II ve su sueño hecho
realidad. Procedente de Ammán en un avión de la Royal Jordanian Airlines,
el pontífice aterrizó al caer de la noche en el aeropuerto Ben Gurion  de
Tel Aviv, donde le esperaban los más altos representantes del Estado de
Israel, entre quienes se encontraba el presidente Ezer Weizman y el primer
ministro Ehud Barak.

«He sentido el intenso deseo de venir aquí para rezar en los lugares más
importantes que, desde los tiempos antiguos, han sido testigos de las
intervenciones de Dios y de sus milagros», confesó el Papa en el discurso
que pronunció en la ceremonia de bienvenida.

El clima era lluvioso y el viento quitó serenidad al encuentro. La
ceremonia de bienvenida estuvo animada por los colores de las banderas del
Vaticano y de Israel. «Bienvenido a Tierra Santa», le dijo con seguridad
Barak al pontífice al saludarle.

El Papa explicó que su visita «Forma parte de una peregrinación más amplia
de oración y de acción de gracias que me ha llevado al Sinaí, al Monte de
la Alianza, el lugar de la revelación decisiva que ha plasmado la historia
sucesiva de la salvación». Despejando toda manipulación política, añadió:
«En cada paso de este camino voy empujado por un vivo sentido de Dios que
nos ha precedido y nos guía, que quiere que le honremos en espíritu y
verdad, que reconozcamos nuestras diferencias y el hecho de que todo ser
humano está creado a imagen y semejanza del único Creador del cielo y de la
tierra».

Constató que desde la visita de Pablo VI, en 1964, a Israel la situación ha
experimentado cambios inesperados. El Vaticano y ese Estado mantienen ahora
relaciones diplomáticas y se ha abierto «una era de diálogo en cuestiones
de interés común, como la libertad religiosa, las relaciones entre la
Iglesia y el Estado y, más en general, entre cristianos y hebreos». En este
sentido, pidió «remover todas las formas de prejuicio». «Tenemos que luchar
para presentar siempre y en todos los sitios el auténtico rostro de los
hebreos y del hebraísmo --insistió--, como también de los cristianos y del
cristianismo y esto a todos los niveles de mentalidad, de enseñanza y de
comunicación».

«Rezo para que mi visita contribuya a hacer crecer el diálogo
interreligioso que llevará a hebreos, cristianos y musulmanes a encontrar,
en las respectivas creencias y en la fraternidad universal que une a todos
los miembros de la familia humana, la motivación y la perseverancia para
trabajar a favor de esa paz y de esa justicia que los pueblos de Tierra
Santa todavía no poseen y a las que anhelamos tan profundamente»: «¡Que la
paz sea el don de Dios a la tierra que él escogió!»

Por su parte, en el discurso de bienvenida, el presidente Weizman fue
también muy franco. Agradeció las palabras de petición de perdón que
pronunció el pontífice el 12 de marzo pasado por el antisemitismo que en
ocasiones han experimentado algunos hijos de la Iglesia, y definió
Jerusalén como «corazón del hebraísmo, ciudad de paz y orgullo de Israel».

Acto seguido, Juan Pablo II tomó un helicóptero que le llevó a la
nunciatura apostólica en Jerusalén, donde descansó esa noche. Mañana,
miércoles, viajará a Belén, donde celebrará la Eucaristía en la plaza del
Pesebre y después visitará la gruta de la Natividad, y se encontrará con
Yasser Arafat.
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«¡QUE LA PAZ SEA EL DON DE DIOS A LA TIERRA QUE EL ESCOGIO!»
Palabras de Juan Pablo II al aterrizar en Tel Aviv

TEL AVIV, 21 mar (ZENIT.org).- El carácter espiritual de su peregrinación a
Tierra Santa, el diálogo entre hebreos y cristianos, y la paz en Oriente
Medio fueron los tres grandes temas que afrontó Juan Pablo II nada más
aterrizar en Tel Aviv. Estas fueron las palabras que pronunció el pontífice.

                           * * *

Querido presidente Weizman,
queridos hermanos israelíes,
excelencias, señoras y señores:

1. Ayer, desde las alturas del Monte Nebo, pude ver a través del Valle del
Jordán, esta tierra bendita. Hoy piso con profunda emoción el suelo de la
Tierra en la que Dios quiso «plantar su tienda» y permitió que el hombre se
encontrara con él de manera más directa.

En este año, en el que se celebran los dos mil años del nacimiento de
Jesucristo, he sentido el intenso deseo de venir aquí para rezar en los
lugares más importantes que, desde los tiempos antiguos, han sido testigos
de las intervenciones de Dios y de sus milagros. «Tú eres el Dios que obra
maravillas, manifiestas tu fuerza entre los pueblos».

Señor presidente, le agradezco la calurosa acogida y, a través suyo, saludo
a todas las personas del Estado de Israel.

2. Mi visita es al mismo tiempo una peregrinación personal y un viaje
espiritual del obispo de Roma a los orígenes de nuestra fe en el «Dios de
Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». Forma parte de una
peregrinación más amplia de oración y de acción de gracias que me ha
llevado  al Sinaí, al Monte de la Alianza, el lugar de la revelación
decisiva que ha plasmado la historia sucesiva de la salvación. Ahora tendré
el privilegio de visitar algunos lugares íntimamente ligados a la vida, a
la muerte y a la resurrección de Jesucristo. En cada paso del camino voy
empujado por un vivo sentido de Dios que nos ha precedido y nos guía, que
quiere que le honremos en espíritu y verdad, que reconozcamos nuestras
diferencias y el hecho de que todo ser humano está creado a imagen y
semejanza del único Creador del cielo y de la tierra.

3. Señor presidente, usted es conocido como un hombre de paz y artífice de
paz. Todos nosotros sabemos la necesidad urgente de paz y de justicia que
siente no sólo Israel, sino toda la región. Han cambiado muchas cosas entre
la Santa Sede y el Estado de Israel desde que mi predecesor, el Papa Pablo
VI, vino aquí en 1964. La instauración de relaciones diplomáticas entre
nosotros, en 1944, ha sellado a los esfuerzos orientados a abrir una nueva
era de diálogo en cuestiones de interés común, como la libertad religiosa,
las relaciones entre la Iglesia y el Estado y, más en general, entre
cristianos y hebreos. A otro nivel, la opinión mundial sigue con mucha
atención el proceso de paz que involucra a todos los pueblos de la región,
en la difícil búsqueda de una paz duradera, con justicia para todos. Con la
nueva apertura recíproca, los cristianos y los hebreos deben cumplir
esfuerzos valientes para remover todas las formas de prejuicio. Tenemos que
luchar para presentar siempre y en todos los sitios el auténtico rostro de
los hebreos y del hebraísmo, como también de los cristianos y del
cristianismo y esto a todos los niveles de mentalidad, de enseñanza y de
comunicación.

4. Mi viaje es, por tanto, una peregrinación, en espíritu de humilde
gratitud y esperanza, a los orígenes de nuestra historia religiosa. Es un
tributo a las tradiciones religiosas que coexisten en esta tierra. Desde
hace tiempo quería encontrarme con los fieles de las comunidades católicas
en su rica variedad y con los miembros de las diferentes Iglesias y
comunidades cristianas presentes en Tierra Santa. Rezo para que mi visita
contribuya a hacer crecer el diálogo interreligioso que llevará a hebreos,
cristianos y musulmanes a encontrar, en las respectivas creencias y en la
fraternidad universal que une a todos los miembros de la familia humana, la
motivación y la perseverancia para trabajar a favor de esa paz y de esa
justicia que los pueblos de Tierra Santa todavía no poseen y a las que
anhelamos tan profundamente. El salmista nos recuerda que la paz es un don
de Dios: «Escucharé qué es lo que dice Dios, el Señor: él anuncia la paz
para su pueblo, para sus fieles, para quien regresa a él con todo el
corazón». ¡Que la paz sea el don de Dios a la tierra que él escogió!
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EL ENCUENTRO MAS IMPONENTE DEL PAPA CON CRISTIANOS EN UN PAIS MUSULMAN
Tras celebrar la Eucaristía en Ammán, visita el lugar del bautismo de Jesús

AMMAN, 21 mar (ZENIT.org).- Los católicos de Oriente Medio se reunieron
esta mañana en torno Juan Pablo II en lo que posiblemente ha sido una de
las ceremonias más imponentes de todo su pontificado en un país de mayoría
islámica. La Eucaristía congregó a sesenta mil personas en el Estadio de
Ammán. Venían de todos los rincones de la región: de Siria, del Líbano e
incluso de Irak.

Cuando entró el Papa, el estadio estalló en un fragoroso aplauso. Entre las
personalidades presentes, se encontraba el príncipe de Jordania y
representantes del gobierno. Concelebraban con el sucesor de Pedro unos
cincuenta cardenales y obispos, entre los que se encontraba el patriarca
latino de Jerusalén, Michel Sabbah, quien introdujo la profesión de fe
bautismal.

Por su colorido y significado, la atención de los presentes estaba
acaparada por la alfombra de flores que reproducía el eslogan: «Jordania,
tierra de diálogo y de paz». Confirmaban este mensaje los representantes de
las demás confesiones cristianas que participaron en el rito, así como la
presencia de un coro y una orquesta compuestos en su mayoría por musulmanes.

En Jordania, el Santo Padre repitió las mismas palabras que hizo resonar
Juan el Bautista en el desierto: En Cristo, «Hijo de Dios, se cumple la
promesa hecha a Abraham, y la ley entregada a Moisés. Jesús es la
realización de la promesa. Su muerte en la Cruz y su Resurrección llevan a
la victoria definitiva de la vida sobre la muerte. Con la Resurrección se
abren de par en para las puertas del paraíso».

Los cristianos de Tierra Santa se han preparado para el jubileo del año
2000 con un Sínodo especial que ha durado cinco años. Juan Pablo II recordó
que este segundo Sínodo de la Iglesia en estos parajes, después del primero
que celebraron los primeros apóstoles, ha dejado muy claro que «vuestro
futuro está en la unidad y en la solidaridad». Estos fueron precisamente
los dos grandes objetivos que planteó el obispo de Roma a los cristianos de
Jordania y de toda Tierra Santa, pequeña minoría en el mundo árabe-musulmán
y hebreo: «¡Que los recursos de la Iglesia --las familias, las parroquias,
las escuelas, las asociaciones de laicos, los movimientos juveniles--
pongan la unidad y el amor como objetivo supremo! No existe una manera más
eficaz para participar social, profesional y políticamente en la obra de
justicia, de reconciliación y de paz».

Dos mil Primeras Comuniones
Para ello, el Papa exigió la ayuda de todos: de los obispos y de los
sacerdotes, a quienes pidió que sean buenos pastores; de las madres de
Jordania, a quienes invitó a construir una civilización del amor; de los
niños, a quienes les dijo: "Jesús es vuestro mejor amigo"».

De hecho, en la ceremonia, dos mil niños --que simbolizaban también los
años que han pasado desde el nacimiento de Cristo-- recibieron la Primera
Comunión. Algunos de ellos directamente de manos del Papa.

Jordania, oasis del diálogo
El padre Pasquale Borgomeo, director de programación de «Radio Vaticano»,
que ha seguido de cerca al Papa durante sus viajes por el mundo, dice al
ver este espectáculo: «Para los católicos que vienen de otros países, esto
es una especie de paraíso, de "oasis", pues las relaciones entre
musulmanes, católicos y cristianos en esta tierra son óptimas. La Iglesia
no sólo realiza su tarea de evangelización, sino que además ofrece una
decisiva contribución a nivel educativo. De hecho, el 30 por ciento de sus
alumnos de sus escuelas son musulmanes. Encontrarse en este ambiente,
entorno al Papa, ha sido una gran fiesta para este pueblo».

En el lugar del bautismo de Jesús
Acabada la Misa, Juan Pablo II se trasladó al vicariato latino de Ammán
donde almorzó con los patriarcas y obispos. En la tarde, concluyó su visita
a Jordania con la visita de Wadi Al-Kharrar, en donde recientes
excavaciones arqueológicas han descubierto, en el río Jordán, un lugar
utilizado para el bautizar durante el siglo I. Por ello, algunos expertos
consideran que se trata del mismo lugar del bautismo de Jesús. El Papa
visitará otro lugar análogo en Israel. Afrontando un viento seco y
desértico, pronunció, en presencia de dos mil personas, una oración de
bendición a la Santísima Trinidad, en recuerdo del Bautismo de Jesús.
«Aquí, en el río Jordán --comenzó diciendo--, en el que ambas orillas son
visitadas por numerosos peregrinos que rinden honor al Bautismo del Señor,
también yo elevo mi corazón en oración».

El adiós de Jordania
A continuación, el Papa se trasladó en helicóptero al aeropuerto
internacional de Ammán, en donde le esperaban el rey Abadalá II, su bella
esposa, la reina Rania Yassin, de origen palestino, y miembros del
gobierno, así como los líderes de la Iglesia en Tierra Santa para dar el
último adiós de Jordania al pontífice, quien partía rumbo hacia Tel Aviv.
Fue una despedida sencilla, sin discursos solemnes. Abdalá II acompañó al
Santo Padre con mucho afecto, siguiendo lentamente sus pasos hasta que
llegó a la escalerilla del avión. Juan Pablo II subió los peldaños con
dificultad. Pero al llegar al último, mostró una sonrisa de satisfacción al
constatar el cariño de este pueblo, que, si bien es mayoritariamente
musulmán, le ha acogido durante 26 horas inolvidables.
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JUAN PABLO II, AMIGO DE JUDIOS Y MUSULMANES
Declaraciones de Thomas Michel, experto del diálogo con el Islam

ROMA, 21 mar (ZENIT.org).- «El viaje del Papa será todo un éxito». Lo dice
en declaraciones a «Zenit» el padre Thomas Michel, gran experto del diálogo
con el Islam, quien durante años trabajó en el Consejo Pontificio para el
Diálogo Interreligioso de la Santa Sede y hoy es responsable de la Oficina
de la Curia General de la Compañía de Jesús dedicada a dar seguimiento a
este mismo objetivo.

«La visita del Papa no tiene sombras --explica el padre Michel--. No va
como un jefe político para tratar o negociar, sino como un peregrino. Esto
no significa que su viaje no tendrá valor para el proceso de paz en Oriente
Medio, al contrario, refuerza la esperanza de que con esta visita el Santo
Padre logre mejorar la relación entre los diferentes credos religiosos
profesados por la gente. Las personas que viven allí están hartas de tantos
años de guerras. Palestinos y judíos quieren la paz, pero al mismo tiempo
tienen miedo los unos de los otros. En este contexto, es muy importante la
visita del obispo de Roma: el respeto que muestra por ambas confesiones
religiosas, hebraísmo e Islam, puede cambiar las relaciones entre los pueblos».

--Zenit: Algunas voces críticas consideran que el Papa es débil, que se
será criticado o manipulado...

--Thomas Michel: Yo creo exactamente lo contrario. Es verdad que el Papa es
anciano y que está enfermo, pero todos lo ven con simpatía, incluso
aquellos que nunca le quisieron. Juan Pablo II goza de más popularidad que
nunca, pues es evidente el respeto con el que trata a todos, en especial a
los nos cristianos.

Muchos musulmanes y judíos ven al Papa como a una persona sabia y santa, no
como a un hombre de poder. Al inicio de su pontificado, algunos decían que
se trataba de un jefe religioso prepotente, con afán de expansión. Después
de todos estos años de pontificado dicen que es una persona santa y tienen
el placer de estar a su lado.

--Zenit: Paradójicamente parece que hay más protestas por parte de los
ultra-ortodoxos judíos que por parte de los musulmanes.

--Thomas Michel: La relación de la Iglesia con el mundo árabe nunca ha sido
demasiado mala. Ahora, tras la visita del Papa a Egipto y, tras los dos
días que ha pasado en Jordania, todo parece ir mejor. Por lo que se refiere
a Israel, según mis informaciones y según los sondeos que se han hecho en
el país, la mayor parte de la gente espera con favor la visita del Papa.

--Zenit: Pero la situación de los cristianos en Tierra Santa es cada vez
peor; los católicos están desapareciendo. Huyen de esos lugares ante la
falta de todo tipo de perspectivas, independientemente de los progresos en
el campo del diálogo entre las religiones.

--Thomas Michel: Se trata de un fenómeno antiguo. Los cristianos comenzaron
a abandonar Palestina ya en los años treinta, en tiempos de la dominación
británica. Los cristianos huían en un porcentaje superior a los musulmanes.
El éxodo ha continuado tras la creación del Estado de Israel. Para los
cristianos no es nada fácil vivir en Tierra Santa y no se puede obligar a
la gente a vivir como si fuera una prisión. Para cambiar esta situación se
requiere desarrollo económico y libertad religiosa. En el caso de Israel,
es necesario garantizar la libertad de las minorías, y lo mismo sucede en
el caso de los Territorios bajo la Autoridad palestina. Si no se les da las
garantías para vivir en libertad, en Israel o en Palestina, los cristianos
continuarán su éxodo.

--Zenit: ¿En qué estado se encuentra el diálogo entre cristianos y musulmanes?

--Thomas Michel: Las relaciones entre cristianos y musulmanes varían según
países y cambian con las generaciones. El apostolado del Papa consiste en
crear buenas relaciones, y en todos sus viajes, con pocas excepciones, ha
tenido buena respuesta. Por ejemplo, en Indonesia (el país con el mayor
número de musulmanes del mundo), existe un gobierno que está comprometido
en la promoción de  estas relaciones y el presidente quiere dialogar con
los cristianos.  El jefe de Estado de Bangladesh también es abierto. Las
relaciones con Jordania son excelentes. En Omán, el gobierno ha ofrecido
con generosidad terrenos y ha pagado la construcción de cinco parroquias.
En Marruecos, la situación también es buena. En Libia, los representantes
de la Iglesia han afirmado que están contentos con el diálogo con el gobierno.

En 1986, cuando el Papa invitó a Asís a líderes religiosos para rezar,
vinieron tres musulmanes. El año pasado, sin embargo, durante el encuentro
interreligioso que tuvo lugar en el Vaticano, había más de doscientos
líderes musulmanes. Se puede pensar, por tanto, que en el conjunto, el
proceso del diálogo está avanzando positivamente.
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LOS ARABES CATOLICOS, ELEMENTO DECISIVO PARA EL DIALOGO
El exarca greco-melquita de Jerusalén comenta la visita del Pontífice

JERUSALEN, 21 mar (ZENIT.org).- El arzobispo Lufti Laham, de 67 años,
exarca patriarcal greco-melquita católico en Jerusalén, representa a su
beatitud Maximos V Haxim, patriarca de Antioquía, Alejandría y Jerusalén.
Se trata de una personalidad interesante desde el punto de vista ecuménico,
en Tierra Santa, donde esta Iglesia oriental un tanto singular cuenta con
más de 50.000 fieles. Muchos de ellos viven en Galilea.

«Somos árabes pero no musulmanes --explica monseñor Laham en declaraciones
al diario «Avvenire»--. Orientales pero no ortodoxos. Católicos pero no
romanos. Estamos abiertos a Occidente pero no formamos parte de él. Por
esto tenemos todas las cartas para desarrollar una «misión » especial de
diálogo, en especial entre la Iglesia Ortodoxa y Roma».

El Papa está en un lugar del mundo en el que las Iglesia cristianas
sobreviven ininterrumpidamente desde hace dos mil años, en medio de graves
dificultades. «Esto añade importancia a su peregrinación espiritual
--comenta el exarca--. En Occidente, quizá no se recuerda suficientemente
la sangre de nuestros mártires, el precio que estas iglesias han debido
sufrir para conservar la fe».

Entre los motivos de petición de perdón del Papa ha estado la división
entre cristianos. ¿Cómo ha sido acogido este gesto en Tierra Santa? «Le voy
a ser sincero. Aquí los cristianos han vivido con un cierto malestar y
fastidio la instrumentalización que ha sufrido. Nos preguntamos: ¿qué
responsabilidad tenemos por hechos --las Cruzadas y la Shoah-- que tienen
que ver con las iglesias europeas?».

¿No son un escándalo las divisiones? «El mérito del Papa --apostilla el
exarca greco-melquita-- es el de invitar a todos, con la fuerza de su
ejemplo, a un acto de arrepentimiento para expresar una renovada voluntad
de servir a Dios. La Iglesia tiene certeza en sus dogmas pero quiere
igualmente hacer autocrítica para dar un ejemplo a todos y acercarse al Padre».

¿Qué espera de esta visita? «Una ulterior aportación al camino hacia la
verdadera paz. Y que confirme nuestro sueño: preservar la presencia
cristiana en Tierra Santa. Para hacer esto hace falta enraizar cada vez más
la Iglesia local, sobre todo invirtiendo en los jóvenes». «Como gesto
concreto en recuerdo de esta visita --añade--, nuestra Iglesia creará un
banco de crédito para apoyar a las nuevas familias que quieren construir su
casa aquí, de manera que se pueda reforzar la presencia cristiana en
Jerusalén y en ciudades como Nablus donde somos pocos. Pero no es lo único.
Como Iglesia greco-católica trabajamos en un documento que entregaremos al
Papa en los próximos meses, sobre la delicada cuestión del ejercicio del
Primado».

Un tema muy querido por Juan Pablo II. «Tanto es así --asiente monseñor
Laham-- que habló de ello con nosotros los patriarcas católicos de Oriente,
ya en 1989. Yo creo que hay que insistir en ese camino, impulsando no sólo
encuentros a niveles más altos sino favoreciendo y valorando las
experiencias de diálogo en las iglesias locales. El Consejo de los
patriarcas católicos trabaja sobre esto. Estoy convencido de que todos
debemos volver sobre la "Orientale Lumen" que está un poco olvidada. Y a
los católicos de rito latino digo: no temáis la aportación de vuestros
hermanos de Oriente».
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