22/3/2000
           JUAN PABLO II EN TIERRA SANTA
    El Papa vive uno de los momentos decisivos del Jubileo en Belén

    Escenas de exaltación colectiva en la visita del Papa a los refugiados

    La cantante israelí Noa subraya la importancia de la visita del Papa

    Testimonio de una israelí de origen polaco: «Karol Wojtyla me salvó la vida»

    Maurice Bormans: «La visita del Papa relajará la tensión en Oriente Medio»

    50 mil jóvenes Neocatecumenales con el Papa en Tierra Santa

    Tenerife: Católicos visitan las islas, casa por casa, con motivo del Jubileo

                                        -- DOCUMENTACION--
    Palabras del Papa al ser recibido por Yasser Arafat en Belén
    Homilía de Juan Pablo II en la Eucaristía celebrada en la Plaza del Pesebre

 
 

EL PAPA VIVE UNO DE LOS MOMENTOS CULMINANTES DEL JUBILEO EN BELEN
La Misa es interrumpida por la llamada del almuédano a la oración islámica

BELEN, 22 mar (ZENIT.org).- Juan Pablo II no disimuló la emoción. Esta
mañana finalmente pudo vivir uno de los momentos decisivos de este Jubileo
que recuerda los dos mil años del nacimiento de Cristo. La protagonista fue
Belén, la localidad que fue testigo del acontecimiento cristiano que
separaría en un antes y un después la historia de la humanidad.

Belén, que está sometida al control de la Autoridad palestina, es también
una de las ciudades «símbolo» de la complicada evolución territorial que
tiene lugar en Oriente Medio. De este modo, la llegada del Papa a la ciudad
en que nació Jesús se convirtió en la ocasión para recordar la necesidad
urgente que tiene esta región de paz y para reafirmar ante el mundo el
«derecho natural» del pueblo palestino a «tener una patria» y a vivir «en
paz y tranquilidad con los demás pueblos de la región». «Nadie puede
ignorar todo lo que ha tenido que sufrir el pueblo en las décadas recientes
--dijo con firmeza--. Vuestro tormento está ante los ojos del mundo. Y ya
ha durado demasiado tiempo».

El beso
Acogido con todos los honores por el líder de la Autoridad palestina,
Yasser Arafat, Juan Pablo II se inclinó a besar el recipiente con la tierra
de Belén. Un gesto de devoción --típico del pontífice-- que, como después
aclararía el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, no quiere
ser un acto de reconocimiento implícito del Estado palestino. «Hubiera sido
bastante extraño el que el Papa no besara la tierra en que nació Jesús»,
aclaró el director de la Oficina de Información vaticana.

«¡No tengáis miedo!»
A continuación tuvo lugar el acontecimiento que tocó las cuerdas más
profundas del año santo: la Eucaristía presidida por el Papa en la Plaza
del Pesebre, situada cerca de la Gruta de la Natividad. La celebración se
convirtió en una auténtica fiesta para todas las comunidades cristianas de
Tierra Santa. El Papa quiso renovar la esperanza para los cristianos de
esta tierra. Belén («Beth-lehem»), recordó significa en hebreo «la casa del
pan», donde «Dios se esconde en un Niño; la divinidad se esconde en el Pan
de Vida».

Desde un palco coronado por una gigantesca estrella, como la que guió hasta
este lugar a los Magos de Oriente, bajo un sol pálido, Juan Pablo II invitó
a los diez mil fieles reunidos y a todos los cristianos de la región a no
tener miedo: «Hoy, desde la Plaza del Pesebre, proclamamos con fuerza en
todo tiempo y lugar a toda persona: "La paz esté con vosotros". No tengáis
miedo». «No tengáis miedo --repitió-- de preservar vuestra presencia y
vuestro patrimonio cristiano en el lugar mismo en el que nació el Salvador».

Se trataba de un mensaje muy concreto para la comunidad árabe cristiana de
Tierra Santa que tiende a emigrar a causa de las pocas perspectivas de
trabajo, de la inestabilidad política de la región, y del integrismo islámico.

El sentido de la cruz
Durante la homilía, el Papa recordó que esta humilde ciudad «ha
experimentado el "yugo" y el "bastón" de la opresión. ¿Cuántas veces se ha
escuchado en estas calles el grito de los inocentes?», se preguntó. Sin
embargo, esta pobreza y debilidad tienen sentido a la luz del Evangelio.
«La cuna y la cruz son el mismo misterio de amor que redime; el cuerpo que
María colocó en el pesebre es el mismo cuerpo que fue sacrificado en la cruz».

El Reino de Cristo «no es un despliegue de esa fuerza, riqueza o conquista
que parece forjar la historia del hombre. Por el contrario, se trata del
poder que vence al Maligno, de la victoria definitiva sobre el pecado y la
muerte. Es el poder que cura las heridas que ofenden la imagen del Creador
en sus criaturas»

El canto del almuédano
Después de la homilía del Papa, el almuédano desde el minarete de la
mezquita que se encontraba a las espaldas del palco papal llamó a los
fieles musulmanes a través de los altavoces a la oración, mientras la
asamblea de la Misa se encontraba un silencio religioso. El gesto
desconcertó a los presentes, particularmente a Yasser Arafat. Nadie sabía
cómo interpretarlo. Alguno creyó que era una provocación. Otros
consideraron que era un gesto de deferencia, pues había esperado a que el
Papa terminara de pronunciar sus homilía. El patriarca latino de Jerusalén,
Michel Sabbah, casi aplaudió. Improvisando explicó que con la invocación de
paz del Papa y la oración del almuédano, cristianos y musulmanes
testimoniaban ante Dios su deseo de concordia.

Antes de la Misa, acompañada por estupendas melodías árabes y una riquísima
liturgia, en la que participaron numerosos musulmanes, Juan Pablo II había
sido recibido en el palacio presidencial de Belén por Yasser Arafat. En su
discurso, el líder palestino no olvidó mencionar a Jerusalén como capital
eterna del pueblo palestino, en respuesta al presidente israelí, Ezer
Weizman, quien al recibir ayer al Papa en el aeropuerto de Tel Aviv definió
a la Ciudad Santa como capital del Estado hebreo, un título que nunca ha
sido aceptado por la comunidad internacional.

Precisamente para representar gráficamente este debate a distancia entre
árabes e israelíes, que tratan de aprovechar la visita del Papa para elevar
sus propias reivindicaciones, el diario «Harez» publicaba una viñeta con el
Papa con los brazos en cruz de los que tiran, por un lado, la estrella de
David y, por otro, la medialuna musulmana. Al hablar de las relaciones
interreligiosas en Jerusalén, Arafat sólo mencionó la presencia cristiana y
musulmana, sin hacer referencia explícita a la judía. Concluyó con las
palabras de Jesús: «¡Bienaventurados los constructores de paz, pues ellos
serán llamados hijos de Dios!».

«La promesa de paz, hecha en Belén, se convertirá en realidad para el mundo
cuando la dignidad y los derechos de todos los seres humanos creados a
imagen de Dios sean reconocidos», le respondió el Papa.
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ESCENAS DE EXALTACION COLECTIVA EN LA VISITA DEL PAPA A LOS REFUGIADOS
Visita el campo de Deheisheh, un kilómetro cuadrado para 10 mil palestinos

BELEN, 22 mar (ZENIT.org).- Aplausos ensordecedores, silbidos de
entusiasmo, la gente que se echa al encuentro del Papa desesperadamente
para rozarle la mano. La guardia de cuerpo durante algunos momentos llegó a
perder el control de la situación. Al final de la visita de Juan Pablo II
al campo de refugiados palestinos de Deheisheh, nadie podía contener la
emoción. Lo más increíble es que el número de los católicos allí reunidos,
si se quita a los miembros del séquito papal, se podía contar con los dedos
de la mano. En su mayoría eran musulmanes.

El Papa llegó acompañado por Yasser Arafat. El encuentro se tuvo en una
sala de la escuela que allí dirige la Agencia de la ONU para los Refugiados
Palestinos (UNRWA). En un área de un kilómetro cuadrado viven más de diez
mil palestinos --9.624 según los datos de 1999, la mitad de ellos con menos
de 16 años. En el recinto donde recibieron al Papa no cabía nadie más. En
este colegio, que recibe la ayuda de la Misión Pontificia para Palestina,
acuden normalmente unos mil muchachos de entre 6 y quince años.

«Esta tierra no será nunca la Tierra Prometida hasta que los derechos de
nuestros refugiados, el derecho a nuestra libertad, sean aplicados», le
dijo gritando para imponerse al ruido de la sala al Papa el representante
de los diez mil refugiados encargado de tomar la palabra.

Deheisheh surgió en 1949 para acoger a los refugiados de los alrededores de
Belén y del área occidental de Jerusalén, cuyos pueblos habían sido
destruidos el año anterior, durante el primer conflicto entre árabes e
israelíes.

Las condiciones higiénicas en Deheisheh son bastante precarias, al igual
que los servicios asistenciales. Los refugiados viven en unas 650 casas, de
dos o tres pisos, en un estado deplorable. La intimidad es un lujo
imposible de alcanzar. En verano, la carencia de agua es crónica. El
desempleo afecta al 60 por ciento de los varones en edad de trabajar. El
resto, son en su mayoría albañiles que van a trabajar a Israel, pasando por
el puesto de control de Tantur. Forman parte de esas decenas de miles de
palestinos cuya supervivencia depende de la estabilidad política: un
atentado terrorista supone automáticamente el cierre del puesto de control.
Ese día, por tanto, ni se trabaja ni se cobra.

Al dirigirse a los refugiados, el Papa comenzó explicando que para él es
muy significativa esta etapa en su viaje a Tierra Santa, pues durante todo
su pontificado ha tenido presente los sufrimientos del pueblo palestino. A
continuación, reconoció que la situación «difícilmente tolerable» en que
viven estas personas y exigió de la Comunidad internacional un esfuerzo
mayor para encontrar soluciones al problema. Por eso, se dirigió a los
responsables políticos para que se alcance la paz duradera en la región,
auténtica solución del problema.

«¡Queridos refugiados --dijo el Papa-- no tenéis que pensar que vuestra
situación os hace menos importantes a los ojos de Dios! No olvidéis nunca
vuestra de hijos suyos! Aquí, en Belén, el Hijo de Dios fue puesto en el
pesebre de un establo; los pastores de los campos cercanos fueron los
primeros en recibir el mensaje celeste de paz y esperanza para el mundo. El
designio de Dios se cumplió en medio a la humildad y la pobreza».

Y concluyó: «La Iglesia estará a vuestro lado, a través de sus
organizaciones sociales y caritativas, para apoyar vuestra causa ante el
mundo. ¡Que Dios os bendiga!».

Antes de llegar al campo de refugiados, al inicio de la tarde, Juan Pablo
II había un largo momento de oración en la intimidad en la Gruta de la
Natividad.

La agenda del Papa prevé que la jornada del jueves discurra en Jerusalén.
En la mañana, el pontífice visitará la Capilla del Cenáculo, donde
celebrará la Misa junto a obispos de Tierra Santa y de su séquito. A
continuación, tras encontrarse con los dos rabinos jefes de Israel y con el
presidente Ezer Weizman, visitará el mausoleo de Yad Vashem, memorial del
Holocausto. Allí verá también a algunos conocidos de infancia judíos de su
pueblo natal en Polonia que ahora viven en Israel. En la tarde, tiene una
cita en el Instituto Pontificio «Notre Dame of Jerusalem», en donde se
reunirá con jefes religiosos del hebraísmo y del Islam.
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NOA «CANTA» AL VALOR DEL PAPA
La cantante israelí subraya la importancia de la visita para la paz

TEL AVIV, 22 mar (ZENIT.org).- «Esta visita es una gran oportunidad de paz
para todos». Son palabras de Noa, la cantante israelí de música popular más
famosa del mundo. «Un Papa que ha pedido perdón por el dolor provocado a
los judíos ha hecho un acto de valentía que alimenta la esperanza de quien
cree en un mundo mejor», añade.

Las palabras de esta preciosa mujer de 30 años, de origen yemenita, no son
retóricas. Ha experimentado de manera brutal el drama de la violencia. En
la noche de su asesinato, Isaac Rabin había participado en un concierto
suyo. No habían pasado ni cinco minutos. Noa, su auténtico nombre es
Achinoam Nini (que significa «Hermana de la Paz» "Sister of Peace") cumplió
su servicio militar en Israel cantando y animando en las fiestas del
ejército. Fue ahí precisamente donde descubrió su pasión por la música. La
guerra siempre había tenido hasta entonces un carácter algo romántico. El
asesinato del primer ministro, reconoce, rompió su «inocencia».

El año pasado interpretó para el Papa en el Vaticano una versión del Ave
María. Cantó con junto a una chica musulmana y otra cristiana. El Vaticano,
afirma, quiso que aquella canción se convirtiera en un gesto para «hablar
de paz. Me siento orgullosa de la acogida que recibí en aquella ocasión».

Con toda probabilidad, Noa volverá a cantar en Roma, con motivo del 1 de
mayo, Jubileo de los trabajadores. «Me siento honrada por la invitación,
aunque todavía no sé si podré aceptarla, pues el 1 de mayo es el día en que
se recuerda a las víctimas del Holocausto y mi religión no me permite
actuar en público. Estamos viendo la posibilidad de encontrar un horario
que coincida con el final de ese día».
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KAROL WOJTYLA ME SALVO LA VIDA AL FINAL DE LA GUERRA MUNDIAL»
El testimonio de una mujer judía que estuvo a punto de morir a los 16 años
 

JERUSALEN, 22 mar (ZENIT.org).- Este jueves será un día único para Edith
Zirer, de 69 años, una mujer judía que vive desde hace décadas en Haifa,
pero que nació en Polonia. En el Memorial del Holocausto Yad Vashem podrá
finalmente dar las gracias personalmente a Karol Wojtyla, el hombre que
hace 55 años, según asegura, le salvó la vida.

El diario israelí «Maariv» publica con motivo de la visita esta historia,
que ya había sido adelantada por Zenit el 6  febrero de 1998 (ZE98020605).

«Me acuerdo perfectamente --revelaba en aquella ocasión--. Me encontraba
allí, era una niña de trece años, sola, enferma, débil. Había pasado tres
años en un campo de concentración alemán, a punto de morir. Y Karol Wojtyla
me salvó la vida, como un ángel, como un sueño venido del cielo: me dio de
beber y de comer y después me llevó en sus espaldas unos cuatro kilómetros,
en la nieve, antes de tomar el tren hacia la salvación».

Edith Zirer narra el episodio como si hubiera sucedido ayer. Era una fría
mañana de primeros de febrero de 1945. La pequeña judía, que todavía no era
consciente de ser el único miembro de su familia que sobrevivió a la
masacre nazi, se dejó llevar en los brazos de un seminarista de casi 25
años, que unos meses antes ya había recibido la ceremonia de la tonsura,
alto y fuerte, que sin pedirle nada, simplemente le dio un rayo de esperanza.

Edith tiene 66 años y dos hijos y vive en una hermosa casa ubicada en las
colinas del Carmelo, en la periferia de Haifa. Reconstruyó su vida en
Israel, donde llegó en 1951, cuando todavía padecía las lacras de la
tuberculosis y los fantasmas de la guerra alteraban sus sueños.

Durante muchos años se había guardado esta historia. Cuando en 1978, Karol
Wojtyla subió a la cátedra de Pedro, comenzó a sentir la necesidad de
hablar, de contarlo a alguien, de mostrar su agradecimiento. La pregunta
surge inmediatamente: pero, ¿cómo puede estar segura de que aquel
seminarista es el Papa? Los periodistas de «Kolbo», el semanario de Haifa
que en 1998 descubrieron por primera vez su testimonio, afirman: «El relato
es convincente. No trata de hacerse publicidad, todos los detalles que
ofrece parecen creíbles», dicen los redactores.

La narración habla por sí misma. «El 28 de enero de 1945 los soldados rusos
liberaron el campo de concentración de Hassak, donde había estado encerrada
durante casi tres años trabajando en una fábrica de municiones --explica
Edith, quien entonces tenía trece años--. Me sentía confundida, estaba
postrada por la enfermedad. Dos días después, llegué a una pequeña estación
ferroviaria entre Czestochowa y Cracovia». Precisamente en Cracovia,
Wojtyla se preparaba para recibir la ordenación sacerdotal.

«Estaba convencida de llegar al final de mi viaje. Me eché por tierra, en
un rincón de una gran sala donde se reunían decenas de prófugos que en su
mayoría todavía vestían los uniformes con los números de los campos de
concentración. Entonces Wojtyla me vio. Vino con una gran taza de té, la
primera bebida caliente que había podido probar en las últimas semanas.
Después me trajo un bocadillo de queso, hecho con pan negro polaco, divino.
Pero yo no quería comer, estaba demasiado cansada. El me obligó. Después me
dijo que tenía que caminar para coger el tren. Lo intenté, pero me caí al
suelo. Entonces, me tomó en sus brazos, y me llevó durante mucho tiempo.
Mientras tanto la nieve seguía cayendo. Recuerdo su chaqueta marrón, la voz
tranquila que me reveló la muerte de sus padres, de su hermano, la soledad
en que se encontraba, y la necesidad de no dejarse llevar por el dolor y de
combatir para vivir. Su nombre se grabó indeleblemente en mi memoria».

Cuando finalmente llegaron hasta el convoy destinado a llevar a los
detenidos hacia Occidente, Edith se encontró con una familia judía que le
puso en guardia: «Atenta, los curas tratan de convertir a los niños
judíos». Ella tuvo miedo y se escondió. «Sólo después comprendí que lo
único que quería era ayudarme. Ahora quiero agradecérselo personalmente».
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LA VISITA DEL PAPA RELAJARA LA TENSION EN ORIENTE MEDIO»
Habla Maurice Bormans, del Instituto Pontificio de Estudios Islámicos

ROMA, 22 mar (ZENIT.org).- «La acogida de Jordania me ha parecido muy
calurosa, abierta y comprensiva. Hay que reconocer que el mundo árabe tiene
todas las de ganar y muy poco que perder con esta visita de Juan Pablo II a
Tierra Santa. Los palestinos, los jordanos, los libaneses, los sirios y los
egipcios esperan que esta peregrinación sirva para dar un empuje decisivo a
la conclusión del proceso de paz». Lo afirma en declaraciones concedidas a
«Zenit» el catedrático Maurice Bormans, rector del Instituto Pontificio de
Estudios Árabes e Islámicos y experto de fama internacional en asuntos árabes.

«Por parte de Israel, se dan buenas disposiciones --continúa diciendo el
padre Bormans--, a pesar de que los grupos fundamentalistas hacen presión.
Creo que la estancia del Santo Padre en Jerusalén debería relajar la
tensión y despejar incomprensiones».

--Zenit: ¿Cuáles son los problemas que complican el diálogo interreligioso?

-- Maurice Bormans: El diálogo interreligioso con los musulmanes y con los
judíos siempre tiene una dimensión política. Esto es un hecho. No es nada
fácil aclarar hasta qué punto esta dimensión política debe ser asumida o
separada del diálogo que el Santo Padre y los demás representantes
cristianos quieren promover.

--Zenit: Este viaje parece que está cerrando un proyecto que ha llevado al
Papa a visitar Marruecos, Túnez, el Líbano y Egipto. Ahora ha llegado a
Jordania, Palestina e Israel...

-- Bormans: Es verdad que este viaje a Tierra Santa quiere coronar un
proyecto de una nueva colaboración entre los creyentes de las religiones
que debería llenar de alegría y satisfacción al Papa. Se trata de un punto
de llegada, pero no final. Con su propuesta global de apertura de
relaciones entre las religiones, el Santo Padre ha tratado de visitar
siempre todos los países, pues no excluye a ningún pueblo. En calidad de
jefe de la comunidad católica mundial, el pontífice pretende promover
relaciones que no sólo promuevan la convivencia pacífica, sino que lleven a
una colaboración profunda al servicio de los derechos del hombre. El Papa
pide la colaboración de todos los pueblos y de las comunidades religiosas
para testimoniar a Dios en el mundo moderno y para afirmar la dignidad del
hombre y la defensa de sus derechos a todos los niveles personales,
familiares, sociales y culturales.

--Zenit: Una de las consecuencias de la falta del diálogo en Oriente Medio
es el éxodo de los cristianos de Tierra Santa. Al negárseles todo tipo de
perspectivas, se ven obligados a emigrar, en especial los más jóvenes.

-- Maurice Bormans: Paralelamente al proceso de paz y de diálogo que se ha
llevado adelante en estos años, existen grupos de fundamentalistas judíos y
musulmanes que se muestran arrogantes con los cristianos de la región. Es
una realidad que les hará sufrir todavía. Las cartas escritas por los
patriarcas cristianos recuerdan y subrayan estas dificultades y los
peligros que de ellas se derivan. Naturalmente la emigración de cristianos
y musulmanes de Oriente Medio hacia Estados Unidos, Australia, y Europa
occidental es un hecho de hace ya algunos años y depende de numerosos
factores. Pero es verdad que, en la situación actual, es muy difícil para
los cristianos sobrevivir como minoría.

--Zenit: Pero es que, además, los cristianos están divididos entre sí.

-- Maurice Bormans: Uno de los aspectos más importantes del viaje del Santo
Padre es la invitación que hace a las comunidades cristianas a continuar
por el camino ecuménico para encontrar la comunión y la colaboración. Este
llamamiento debería reforzar una tendencia que ya tiene lugar en estos
momentos. Desde hace algunos años, el Consejo Ecuménico de las Iglesias de
Oriente Medio se ha convertido en el Consejo de Oriente Medio de la
Iglesia, con cuatro co-presidentes. Esto está permitiendo una colaboración
mayor entre las Iglesias de Calcedonia, las Ortodoxas, las de la Reforma y
la Católica (esta última con todos sus ritos). Incluso se han redactado
cartas comunes dirigidas a todas las comunidades cristianas de Oriente
Medio. Por este motivo, el Papa se encontrará en Jerusalén con el patriarca
ortodoxo que tiene un primado entre todos jefes de las Iglesias cristianas
en la Iglesia Madre. Se trata de gestos de apertura ecuménica. Juan Pablo
II abre los brazos. Ahora les toca a todos corresponder en lo que les sea
posible.
ZS00032207


PABLO II INVITARA A COMER A DOSCIENTAS PERSONAS SIN TECHO
Significativo gesto del Jubileo de las personas sin techo

CIUDAD DEL VATICANO, 22 mar (ZENIT.org).- Una comida del Papa con más de
doscientas personas sin techo. Este será el momento culminante del Jubileo
dedicado totalmente a los más pobres, que tendrá lugar en un sábado de
junio. Se trata de una jornada jubilar por categoría que no estaba
programada. Ha sido anunciado por el arzobispo Crescenzio Sepe, secretario
general del Comité vaticano para el Jubileo del año 2000. Los detalles y
fechas de la jornada se comunicarán en las próximas semanas.

La iniciativa de una jornada dedicada a los que no tienen casa, a los
pobres de los pobres, subraya la dimensión solidaria y caritativa de este
Jubileo del año 2000. En repetidas ocasiones, el pontífice ha pedido que la
conversión a la que llama el año santo se materialice también en un
compromiso real a favor de los más necesitados. En este sentido, por
ejemplo, el pontífice ha logrado hacer que el perdón de la deuda de los
países más pobres se convierta en un «signo jubilar» que están promoviendo
los cristianos en todo el mundo.

El Comité vaticano para el Jubileo ha respondido también a la petición
expresa presentada por «el corazón mismo del Santo Padre» --son palabras de
monseñor Sepe-- de salir al encuentro de los más pobres ofreciendo comida
caliente a los pobres y a los peregrinos más necesitados del Jubileo.

Ya está funcionando a pleno ritmo el comedor que se encuentra junto a la
Plaza de San Pedro del Vaticano, en la Vía Pfeiffer. La mayoría de las más
de doscientas personas que allí pueden aplacar el hambre provienen del Este
de Europa, en especial de Rusia y Moldavia. Aunque no faltan peregrinos de
otros países, e incluso de Italia. A partir de los próximos días, se
ofrecerá también comida caliente en las basílicas de San Juan de Letrán,
Santa María Mayor y San Pablo Extramuros.  En total serán unas seiscientas
comidas, que prevén un buen plato de pasta fresca, un segundo plato, un
postre y una botella de agua mineral.
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50 MIL JOVENES NEOCATECUMENALES CON EL PAPA EN TIERRA SANTA

MADRID, 22 mar (ZENIT.org).- Cincuenta mil jóvenes del Camino
Neocatecumenal procedentes de unas cien naciones participarán en la
celebración eucarística que presidirá Juan Pablo II en el Monte de las
Bienaventuranzas el próximo 24 de marzo. Al finalizar la Misa, el cardenal
Antonio Mª Rouco Varela, arzobispo de Madrid, presidirá un encuentro
vocacional en el que todos ellos participarán.
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TENERIFE: LOS CATOLICOS VISITAN TODAS LAS CASAS CON MOTIVO DEL JUBILEO

TENERIFE, 22 mar (ZENIT.org).- La diócesis de Tenerife ha organizado, con
ocasión del Jubileo del año 2000, una visita a cada uno de sus hogares con
el fin de felicitar a los canarios por este acontecimiento y hacerles
llegar, de parte de la Iglesia, un regalo. Es la primera vez que se
organiza en la diócesis una iniciativa de estas características.

Desde este mes de marzo, 6.500 católicos voluntarios están visitando toda
la geografía de las islas que componen la diócesis. En palabras del obispo
de Tenerife «se trata de una acción sumamente sencilla en sus pretensiones
y, a la vez, honda. Es más, precisamente en su sencillez reside su
grandeza. La Iglesia quiere acercarse a cada persona, a cada familia, sin
pedir nada, sin buscar ninguna compensación, para compartir con cada uno el
gozo de poder celebrar los 2000 años de amor de Dios hacia los hombres en
Jesucristo».

En todos los hogares visitados se está dejando un ejemplar del Evangelio de
San Lucas y una película de vídeo sobre la vida de Jesús. Por el momento ya
se ha realizado un primer envío con 150 mil ejemplares. Asimismo, se hará
entrega de una carta de saludo del párroco y una lámina con la Patrona de
cada isla. Como apoyo para esta «misión» se han impreso 2.500 carteles
anunciadores de la visita, 25.000 trípticos explicativos, 205.000
octavillas con la carta de saludo del obispo. Los voluntarios han recibido
además material para su propia formación.

Se puede encontrar más información en www.obispadodetenerife.es
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-- DOCUMENTACION--

EL TORMENTO PALESTINO SE HA PROLONGADO DURANTE DEMASIADO TIEMPO
Palabras del Papa al ser recibido por Yasser Arafat en Belén

BELEN, 22 mar (ZENIT.org).- Los dos mil años del nacimiento de Jesús
constituyen el motivo fundamental de esta peregrinación de Juan Pablo II a
Tierra Santa. Belén es, por tanto, una de las etapas cruciales de este
acontecimiento. Lo reconoció Juan Pablo II al ser recibido por el
presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, al llegar a la ciudad
donde nació Cristo, perteneciente a los territorios palestinos. Este fue
también el motivo que le llevó al pontífice a recordar que este pueblo
tiene derecho a una propia patria y a que se respeten sus derechos humanos
fundamentales. Estas fueron las palabras que pronunció el Papa en el
helipuerto de Belén durante la ceremonia oficial de bienvenida.

                             * * *
 

Estimado presidente de la Autoridad Palestina, señor Arafat,
excelencias,
estimados amigos palestinos,

1. «Aquí nació Cristo de la Virgen María»: estas palabras, inscritas sobre
el lugar donde según la tradición, nació Jesús, son el motivo que justifica
el Gran Jubileo del Año 2000. Son también el motivo de mi venida a Belén.
Son la fuente de gozo, de esperanza, de buena voluntad, que durante dos
milenios han llenado innumerables corazones humanos al escuchar el sonido
mismo del nombre de Belén.

Personas de todas partes del mundo vuelven su mirada y ven en este lugar,
único en la tierra, la esperanza que trasciende todos los conflictos y
dificultades. Belén --donde el coro de Ángeles cantó: «Gloria a Dios en los
cielos, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad» (Lucas 2:14)--
se presenta, en todo tiempo y lugar, como la promesa del regalo de paz de
Dios. El mensaje de Belén es la Buena Nueva de la reconciliación entre los
hombres, de la paz a todos los niveles en las relaciones entre individuos y
naciones. Belén es el cruce de caminos universal donde todos los pueblos
pueden encontrarse y, construir unidos un mundo a la altura de nuestra
dignidad y destino humano. El recién inaugurado Museo de la Natividad
muestra cómo la celebración del Nacimiento de Cristo se ha convertido en
parte de la cultura y del arte de las personas en todas las partes del mundo.

2. Señor Arafat, al mismo tiempo que le agradezco la cálida bienvenida que
me ha ofrecido a nombre del pueblo y de la Autoridad Palestina, le expreso
mi gran alegría por estar aquí. ¿Cómo es posible no rezar para que el
divino regalo de la paz se convierta cada vez más en una realidad para
todos aquellos que viven en esta tierra, singularmente marcada por las
intervenciones de Dios? ¡Paz para el pueblo palestino! ¡Paz para todos los
pueblos de la región! Nadie puede ignorar lo que ha tenido que sufrir el
pueblo palestino en las décadas pasadas. Vuestro tormento está ante los
ojos del mundo. Y se ha prolongado durante demasiado tiempo.

La Santa Sede siempre ha reconocido el derecho natural del pueblo Palestino
a su propia patria, y el derecho de vivir en paz y tranquilidad con los
demás pueblos del área (cf. Carta Apostólica «Redemptionis Anno», 20 abril
1984). A nivel internacional, mis predecesores y yo, hemos proclamado en
muchas ocasiones que no habrá fin a este triste conflicto en Tierra Santa
sin una firme garantía de los derechos de todos los pueblos involucrados,
basados en el derecho internacional y en las resoluciones y declaraciones
pertinentes de las Naciones Unidas.

Todos debemos continuar trabajando y orando por el éxito de todos aquellos
auténticos esfuerzos orientados a traer la paz a esta Tierra. Las legítimas
aspiraciones palestinas sólo podrán alcanzarse plenamente por medio de una
paz justa y duradera --no impuesta, sino garantizada por medio de la
negociación--. Sólo entonces será posible ver en Tierra Santa un futuro
nuevo y luminoso --sin conflictos o rivalidades-- firmemente basado en la
comprensión y cooperación para el bien de todos. El resultado depende en
buena medida de la valiente disposición de los responsables de los destinos
de esta parte del mundo para asumir nuevas actitudes de compromiso y
aceptación de las exigencias de la justicia.

3. Queridos Amigos, estoy muy al tanto de los grandes desafíos que tienen
que enfrentar el pueblo y la Autoridad Palestina en el área de desarrollo
económico y cultural. De modo particular mis oraciones están con aquellos
palestinos --musulmanes y cristianos-- que todavía no tienen un hogar
propio, el lugar que les corresponde en sociedad y la posibilidad de una
vida normal de trabajo. Mi esperanza es que mi visita que hoy haré al
Campamento de Refugiados Dheisheh sirva para recordarle a la comunidad
internacional la necesidad de emprender acciones decisivas para mejorar la
situación del pueblo palestino. Me ha causado una especial alegría la
aceptación unánime de las Naciones Unidas de la Resolución sobre Belén
2000, que compromete a la comunidad internacional a prestar ayuda para el
desarrollo del área y a mejorar las condiciones de paz y reconciliación en
uno de los lugares más estimados y significativos de la tierra.

La promesa de paz hecha en Belén se convertirá en una realidad para el
mundo sólo cuando sean conocidos y respetados la dignidad y los derechos de
todos los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Génesis
1:26).

Hoy y siempre el pueblo palestino estará en las oraciones que elevo a Aquel
que sostiene el destino del mundo en sus manos. ¡Que el Altísimo ilumine,
sostenga y guíe a todo el pueblo palestino por el sendero de la paz!
ZS00032212


BELEN, DONDE «LA ETERNIDAD ENTRO EN LA HISTORIA»
Homilía de Juan Pablo II en la Eucaristía celebrada en la Plaza del Pesebre

BELEN, 22 mar (ZENIT.org).- El nacimiento de un Niño cambió para siempre la
historia de la humanidad mostrando así el amor de Dios por el hombre. Aquel
acontecimiento revolucionario tuvo lugar en la pequeña ciudad de Belén. Dos
mil años después, Juan Pablo II renueva el anuncio de aquel misterio junto
a la Gruta de la Natividad. Estas fueron las palabras del Santo Padre en la
homilía que pronunció durante la Celebración Eucarística que presidió en la
Plaza del Pesebre.

                           * * *

Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado... y se llamará
"Admirable Consejero", "Dios Fuerte"..., "Príncipe de Paz" (Isaías 9, 6).

Su Beatitud, hermanos obispos y sacerdotes,
queridos hermanos y hermanas,

1. Las palabras del Profeta Isaías anuncian la venida del Salvador al
mundo. Y fue aquí, en Belén, donde se cumplió la gran promesa. Durante dos
mil años, generación tras generación, los  cristianos han pronunciado el
nombre de Belén con profunda emoción y gozosa gratitud. Al igual que los
pastores y los reyes, también nosotros hemos venido a encontrar al Niño,
«envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lucas 2, 12). Al igual que
tantos peregrinos que han venido antes que nosotros, arrodillémonos en
admiración y en adoración ante misterio inefable que tuvo lugar aquí.

En la primera Navidad de mi ministerio como sucesor del apóstol Pedro,
mencioné públicamente mi gran deseo de celebrar el comienzo de mi
pontificado en Belén en la cueva de la Natividad. (cf. Homilía de la Misa
de Medianoche, 24 diciembre 1978, No.3).

No fue posible en aquel entonces; y no ha sido posible hasta ahora. Pero
hoy, ¿cómo es posible dejar de alabar al Dios de todas las misericordias,
cuyos caminos son misteriosos y cuyo amor no conoce fin, por traerme aquí,
en este año del gran Jubileo, al lugar del nacimiento del Salvador? Belén
es el corazón de mi peregrinación jubilar. Los caminos que he tomado me han
traído a este lugar y al misterio que proclama.

Agradezco al Patriarca Michel Sabbah sus cálidas palabras de bienvenida y
cordialmente abrazo a todos los miembros de la Asamblea de Ordinarios
Católicos de Tierra Santa. Es particularmente significativa la presencia,
en el lugar que vio nacer al Hijo de Dios hecho carne, de ñas numerosas
comunidades católicas orientales que forman el rico mosaico de nuestra
catolicidad. Con afecto en el Señor, saludo a los representantes de las
Iglesias ortodoxas y a las comunidades eclesiales presentes en Tierra Santa.

Mi agradecimiento va también a los representantes de la Autoridad Palestina
que participan en nuestra celebración, uniéndose a nosotros en oración por
el bien del pueblo palestino.

2. «¡No tengáis miedo, os traigo una buena nueva, una gran alegría que es
para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías,
el Señor, en la ciudad de David» (Lucas 2, 10-11).

La alegría anunciada por el ángel no es algo del pasado. Es un gozo para
hoy, el eterno hoy de la salvación de Dios que abraza todos los tiempos,
pasado, presente y futuro. En la aurora del nuevo milenio, estamos llamados
comprender que el tiempo tiene un sentido, porque aquí entró en la historia
la Eternidad y permanece con nosotros para siempre. Las palabras de Beda el
Venerable, expresan con claridad este pensamiento: «Hoy al igual que todos
los días hasta el fin de los tiempos, el Señor será concebido continuamente
en Nazaret y nacerá continuamente en Belén» («In Ev. S. Lucae», 2: PL 92,
330). Porque siempre es Navidad en Belén, todos los días es Navidad en los
corazones de los cristianos. Y todos los días estamos llamados a proclamar
el mensaje de Belén al mundo --«una buena nueva, de gran alegría»--: la
Palabra Eterna, «Dios de Dios, Luz de Luz», se ha hecho carne y habita
entre nosotros (cf. Juan 1, 14).

El Niño recién nacido, indefenso y totalmente dependiente del cuidado de
María y José, y confiado a su amor, es el tesoro del mundo. ¡Es nuestro todo!

En este Niño --el Hijo que se nos ha dado--, encontramos el descanso de
nuestra almas y el verdadero Pan que nunca falta --El Pan Eucarístico--
anunciado también por el  nombre de este pueblo: «Beth-lehem» (Belén), la
casa del pan. Dios yace escondido en este Niño; la divinidad yace escondida
en el Pan de Vida. «Adoro te devote latens Deitas! Quae sub his figuris
vere latitas!».

3. El gran misterio de la Kenosis divina, la obra de nuestra redención que
se revela en la debilidad: no es una verdad fácil de comprender. El
Salvador nació en la noche, en la obscuridad, en el silencio y pobreza de
la cueva de Belén. «Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló
sobre ellos» declara el profeta Isaías (9, 2). Éste es un lugar que ha
conocido «el yugo» y «la vara» de la opresión. ¿Cuántas veces se ha
escuchado el grito de los inocentes en estas calles? Hasta la gran iglesia
construida en el lugar del nacimiento del Salvador aparece como una
fortaleza, azotada por siglos de conflicto. La cuna de Jesús yace siempre
bajo la sombra de la cruz. El silencio y la pobreza del nacimiento en Belén
se hacen una sola cosa con la obscuridad y dolor de la muerte en el
Calvario. La cuna y la cruz son el mismo misterio del amor redentor, el
cuerpo que María acostó en el pesebre es el mismo cuerpo ofrecido en la cruz.

4. ¿Dónde está pues el dominio del "Admirable Consejero, Dios Todopoderoso
y Príncipe de la Paz" del que habla el profeta Isaías? ¿A qué poder se
refiere Cristo cuando dice: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la
tierra» (Mateo 28:18)? El Reino de Dios «no es de este mundo» (Juan 18:36).
Su Reino no es el despliegue de fuerzas, riquezas y conquistas que parecen
haber forjado la historia de la humanidad. Su Reino es más bien el poder
para vencer al Maligno, la victoria final sobre el pecado y la muerte. Es
el poder para curar las heridas que desfiguran la imagen del Creador en sus
criaturas. El poder de Cristo transforma nuestra naturaleza débil para
hacernos capaces, con la gracia del Espíritu Santo, de vivir en paz los
unos con los otros y en comunión con Dios. «Pero a todos los que le
recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Juan 1, 12) Este es el
mensaje de Belén, hoy y siempre. Este es el regalo extraordinario que el
Príncipe de la Paz trajo al mundo hace dos mil años.

5. En esa paz, saludo a todo el pueblo palestino, consciente de que éste es
un momento muy importante para su historia. Rezo para que el recién
concluido Sínodo Pastoral, en el que participaron todas las Iglesias
católicas, os anime y fortalezca entre vosotros lazos de unidad y paz. Así,
ustedes seréis testigos aún más efectivos de la fe, edificando la Iglesia y
sirviendo al bien común. Ofrezco el beso santo a los cristianos de las
otras Iglesias y comunidades eclesiales. Saludo a la comunidad musulmana de
Belén y rezo para que llegue una era nueva de comprensión y cooperación
entre todos los pueblos de Tierra Santa.

Hoy miramos hacia atrás a un momento que tuvo lugar hace dos mil años, pero
en espíritu abrazamos todos los tiempos. Estamos reunidos en un solo lugar,
pero incluimos al mundo entero. Celebramos a un Niño recién nacido, pero
abrazamos a los hombres y a las mujeres de todas partes del mundo. Hoy,
desde la Plaza del Pesebre, proclamamos en todo tiempo y lugar, y a toda
persona, «¡La Paz esté con vosotros! ¡No tengáis miedo!». Estas palabras
resuenan en todas las páginas de la Escritura. Son palabras divinas,
pronuncidas por el mismo Jesús después de resucitar de entre los muertos:
«¡No tengáis miedo!» (Mateo 28:10). Son las mismas palabras que hoy os
dirige la Iglesia. No tengáis miedo de mantener vuestra presencia y
patrimonio cristianos en el mismo lugar mismo en que nació el Salvador.

En la cueva de Belén, usando las palabras de San Pablo en la segunda
lectura de hoy, «se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los
hombres» (Tito 2, 11). El mundo ha recibido del Niño que ha nacido, «la
misericordia anunciada a nuestros padres en favor de Abraham y de su
descendencia por los siglos» (Lucas 1, 54-55). Deslumbrados por el misterio
del Verbo hecho carne, dejamos a un lado todo temor y nos convertimos como
en ángeles, que golirifican a Dios, que ofrece al mundo estos dones. Junto
al coro celestial cantamos, «¡cantad a Yahveh un canto nuevo!» (Sal 96:1).

«Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes
él se complace» (Lucas 2,14).

¡Niño de Belén, Hijo de María e Hijo de Dios, Señor de todos los tiempos y
Príncipe de Paz, «el mismo ayer como hoy y por siempre» (Hebreos 13:8):
mientras avanzamos hacia el nuevo milenio, cura nuestras heridas, fortalece
nuestros pasos, abre nuestras mentes y corazones «por las entrañas de
misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la
altura» (Lucas 1, 78). Amén
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