Los absurdos ateos


El ateo se ve sometido a una presion mental por los absurdos que está obligado a admitir. Así:

1) Admite una materia, por naturaleza propia soberanamente imperfecta, y que, sin embargo, tendría una perfección infinita, la eternidad.

2) Admite una materia absolutamente inerte, que se daría a sí misma una capacidad de transformarse que no tiene.

3) Admite una materia desprovista de inteligencia y que produce obras maestras de inteligencia, como lo es la organización del universo, ese reloj inmenso y complicado que no se rompe, que no se detiene, que no se gasta, que no se descompone nunca.

4) Admite una materia que no tiene vida, y que produce seres vivientes como la planta, el animal, el hombre. ¿Acaso evolucionando podría crear la vida?. Si así fuera, cosa que es imposible, aún faltarían millones de siglos para que se formara la primera cadena de ADN, la más sencilla...

5) Admite una materia que no piensa, que no raciocina, que no es libre, y que produce seres capaces de pensar, de raciocinar, de querer libremente, como el hombre.

Los impíos modernos han renovado el sistema de Epicuro. Suponen un número infinito de átomos que se mueve en el vacío. Un día estos átomos se encontraron por casualidad, se unieron y formaron masas de las que resultaron tierra, sol, luna, estrellas, es decir, el mundo.

Su sistema es pueril y absurdo. Suponen átomos innumerables, mas no dicen de dónde salen. Los suponen en movimiento, pero se olvidan de decir quién los mueve. Suponen que su encuentro fortuito ha producido el mundo, pero no dicen quién es el autor del orden admirable que reina en el mundo.

Estos incrédulos fundan su sistema sobre tres imposibles:

1: Es imposible que existan átomos sin un creador;

2: Es imposible que los átomos se muevan por sí mismos

3: Es imposible que el encuentro de los átomos haya producido el orden sin un ordenador inteligente.

Se necesita un Dios para crear estos famosos átomos, un Dios para ponerlos en movimiento, un Dios para formar esos globos admirables que ruedan sobre nuestras cabezas con orden y armonía sublimes.

Nuestro Padre Dios, EL GRAN DESCONOCIDO PARA NUESTRA PEQUEÑA INTELIGENCIA, ES EL QUE ES: EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS.

Sólo sabemos de Él lo que cuenta la Biblia y los Evangelios...y aún así, muchas cosas no alcanzamos a comprenderlas...