Inmutabilidad divina y cambio mundano


Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el Cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

Santiago 1:17

Vivimos en un mundo donde todo cambia. Hay cambios en el gobierno y cambios en la política del gobierno; cambia la opinión y posición de los mismos. Cambian los sistemas económicos, la enseñanza y los índices de todos los países del mundo. Cambia la gente común, cambian los pensamientos y cambian las actitudes. Los humanos cambian de localidad de residencia: del campo a la ciudad y de la ciudad al campo. Cambian de trabajo, de diversión, de ocupación, de credo. Todo, por la propia inseguridad e inestabilidad que produce la situación sociológica de los países, cambia.

Cambia el concepto "matrimonio", "familia", "hogar" etc, etc. Cambia la propia óptica de la sociedad, las modas y modismos y vemos que muchas cosas, que antes eran consideradas malas, feas y desagradables, hoy han sido establecidas como normales. Y muchas veces se motiva e incentiva para que estas cosas se digan o se practiquen (los medios de información mal usados). Todo cambia a nuestro alrededor.

Lamentablemente, tenemos que reconocer que los cambios que apreciamos hoy, en su gran mayoría no son buenos para aquellos sobre quienes recaerán los efectos de dichos cambios. Y entonces: ¿qué ocurre? De ahí que muchas veces, actitudes como el robo, los secuestros, las guerrillas con reacciones violentas y hasta generando revoluciones sangrientas, producen también angustia, amargura, depresión y muchas veces suicidios. Son resultados de los cambios. A veces son buenos cambios mal encaminados, pero ... en su mayoría, son malos cambios que afectan negativamente a la mayoría de las personas.

Pero qué bueno es saber que, en un "mundo tan cambiante", hay algo que no cambia: son las promesas de Dios para todos nosotros. Su fidelidad, su misericordia y su amor permanecen siempre inmutables. Esto nos da una firmeza, una seguridad que hace que podamos siempre confiar en Dios. Por eso, cuando tu fe esté puesta en Él; cuando te vuelvas a Él y tus oídos estén atentos a Su Palabra; cuando estés dispuesto a vivir en obediencia y confianza en Él, estoy seguro de que no te vas a arrepentir de tu decisión.

Dios es fiel. Promete y cumple. Vale la pena confiar en Dios aunque el mundo en que vivimos se desmorone por lo cambiante que es. Este hermoso Dios en quién creemos diariamente ... JAMÁS CAMBIA. "En Dios no hay ... ni sombra de variación".