La pequeñez del hombre frente a la infinitud del universo


El motivo de la existencia de un gigantesco universo como el nuestro parece no cuadrar con la insignificancia humana. Si al hombre le es suficiente un planeta en el que vivir, ¿qué objetivo tiene la existencia de tan ingente cantidad de astros a nuestro alrededor?

El universo es la obra de Dios, por así decirlo, Su casa. La Tierra por la contra, es la casa del hombre, cedida temporalmente por Dios. El hombre está en la Tierra a manera de examen. Los justos irán A LA CASA DE DIOS, y los malvados al abismo infernal. Esto significa que Dios acogerá en Su casa a Sus elegidos, en otras palabras, que les concederá la posibilidad de desplazarse por todo el gigantesco universo creado por Él. El propio Jesús lo afirmó: LA CASA DE MI PADRE TIENE MUCHAS MORADAS (Jn. 14:2). Si consideramos el universo cuasi infinito, es evidente que las moradas (planetas) son incontables.

En cuanto al factor tiempo, sólo un matiz: para Dios el tiempo es irrelevante. Él es el Creador del tiempo y del espacio. La Biblia lo afirma: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día (2 Pedro 3:8). Por lo tanto, que significan mil, diez mil, diez mil millones de años en comparación con toda la eternidad? nada. Millones de años en relación a la infinitud de la eternidad es como un grano de arena en el desierto, como una gota de agua en el mar.

En conclusión: Dios es INFINITO. Su casa (el universo) es infinita, y Su vida (el tiempo) es eterna (infinita).