Dios y la verdad




Que de la verdadera inexistencia de Dios se sigue su existencia.

1) Toda verdad remite a otra. De lo contrario, el límite de la verdad sería una no-verdad, en la que aquélla encontraría su comienzo y su fin. Lo falso engendraría a lo cierto, y lo cierto a lo falso.

2) Las verdades, pues, sean cuales sean, nos conducen, mediante un encadenamiento infinito, a la Verdad suprema e inalcanzable, que es Dios.

3) Afirmar una sola verdad que sea tal, y no sólo de nombre, supone negar el límite que la cancelaría, afirmar la infinitud de la progresión y, por consiguiente, afirmar a Dios.

4) Luego, aunque esa supuesta verdad fuera "Dios no existe", al predicarse como verdad, de ella se sigue que Dios, es decir la Verdad, existe.

5) Pero, si Dios existe, la mayor es falsa, y si no existe también, pues no existe la Verdad ni tampoco las verdades. Luego, de un modo u otro, Dios existe.

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¿Qué es la verdad?

No debe definirse la verdad: tienes que perseguirla. Ni debe, digo, ni puede ser definida. En efecto, para lograrlo deberías presuponer que tu definición es verdadera, lo que te haría incurrir en petición de principio. De lo que deduzco que la verdad, indefinible, es aquello que los racionalistas llamaron "luz natural", "certeza" o incluso "intuición", aunque este término sea propiamente romántico.

Ahora bien, sólo puedes esbozar la verdad, nunca poseerla completamente. Nace de ahí el vocablo 'filosofía', donde el conocimiento se plantea como atracción (amor), en oposición al dominio ciego.

No sabes, pues, qué es la verdad exactamente, pero la percibes entre tinieblas, y estás persuadido de que el error absoluto no puede existir. Si el error absoluto existiera, entonces no existiría, puesto que su existencia sería cierta o certificable (y la verdad es ante todo certeza, como se ha dicho antes). Luego, la verdad y el error no pueden tener, en puridad, la misma condición, aunque nunca recibas verdades o errores puros.

Toda afirmación contiene la verdad parcializada, distorsionada. Así, un ecléctico toma de cada sistema lo que considera más pertinente, excluyendo al resto. Y, en el mismo sentido, una revolución científica o epistemológica que introduzca una "nueva verdad" estará, en realidad, ensanchando el anterior sistema de verdades, aunque haya que presuponer idealmente que éste permaneció siempre ahí.

La verdad del hombre es una ficción mudable, o, si prefieres una expresión más tranquilizadora, es una anticipación o pregustación de la verdad absoluta. Hay una diferencia de grado y no de naturaleza entre ambas clases de verdad: tan necesaria es la verdad absoluta como aquellas que, coeternas con ella, nos permiten ir a alcanzarla.