CAPITULO SEIS 

GUERRA SANTA EN NUEVA YORK

  

Fue entrenado por la CIA en Afganistán. Luego decidió trasladar el escenario de la Guerra Santa al corazón del capitalismo. Hizo estallar el World Trade Center de Nueva York en la misma fecha en que se cumplía el segundo aniversario de la retirada de las fuerzas iraquíes de Kuwait. Durante los 23 meses que estuvo prófugo, encabezó la lista de los criminales más buscados por el FBI. Aunque fue detenido en febrero de 1995, su identidad, su nacionalidad y sus empleadores continúan siendo un enigma. Ramzi Ahmed Yousef encarna el prototipo del nuevo terrorista freelance. Su historia revela cómo un solo terrorista bien adiestrado y disciplinado, en combinación con un líder religioso que le proporcione la cobertura de una mezquita, puede utilizar un grupo de aficionados para formar una célula local.

 

Llegó al aeropuerto Kennedy de Nueva York el 1 de septiembre de 1992 en el vuelo 703 de la Pakistán International Airlines procedente de la ciudad paquistaní de Peshawar. Vestía al estilo afgano y mostró un pasaporte iraquí a nombre de Ramzi Ahmed Yousef. En un inglés bastante fluido dijo que no tenía visa de entrada a los EEUU y después de explicar que era un opositor a Saddam Hussein, solicitó asilo político. Levantando la mano derecha juró que su vida corría peligro si lo deportaban.

La agente Martha Morales, oficial del Servicio Nacional de Inmigración (INS), con cara de pocos amigos le tomó las huellas digitales y tecleó sus datos personales en la computadora: cualquier irregularidad aparecería inmediatamente en la pantalla. La mujer policía observó el baile de los palitos verdes en el monitor que compusieron tres palabras :"Nada que observar". Después de un instante de vacilación escribió las iniciales "NQO" en su registro confirmando así que la nación más poderosa de la tierra no tenía ningún motivo para inquietarse por la presencia de ese refugiado.

Yousef había tenido más suerte que su compañero de viaje, un palestino de barba frondosa y tez oscura llamado Ahmad Mohammed Ajaj, que simultaneamente fue detenido por presentar un pasaporte falso. Cuando los agentes del Servicio de Inmigración revisaron su valija descubrieron que llevaba un pasaporte jordano, otro británico y un tercero, saudita, junto a manuales para fabricar bombas. Enviaron al palestino a la cárcel por seis meses.

En el caso de Yousef, en cambio, la agente Morales había dudado. Le resultaba sospechoso que hubiera abordado el vuelo con un pasaporte iraquí a nombre de Azan Muhammad y sugirió a su superior que lo arrestaran. Pero el jefe le recordó que el centro de detención estaba repleto y le ordenó dejarlo ir. Después de devolverle el pasaporte, le entregó un turno para que se presentara ante el juez el 8 de diciembre, y lo despidió con el clásico "Welcome to the United States, Mister Yousef".

 

UN BOSQUE DE VIDRIO Y ACERO

 

Desde el autobús que lo trasladaba al centro de Nueva York, Yousef vio las torres iluminadas de Manhattan perforando la niebla y se imaginó que esos rascacielos símbolos del capitalismo eran un bosque de vidrio y acero. Recordó otro viaje que había realizado en la década del 80 en un ómnibus cargado con dos docenas de jóvenes desde un punto de reunión secreto en la ciudad de Karachi, Paquistán, hasta una base de entrenamiento ubicada en la vecina Afganistán.

Allí, bajo la mirada de los instructores de la CIA y el Pentágono y los servicios de inteligencia paquistaníes, había aprendido técnicas de sabotaje y demolición que lo convirtieron en un guerrero del Islam dispuesto a llevar la Guerra Santa a cualquier rincón del planeta. Lo que sus maestros estadounidenses nunca imaginaron es que ese rincón podía estar ubicado en el corazón de Manhattan.

Las vidrieras resplandecientes de Broadway lo maravillaban. Contemplaba

los gigantescos carteles luminosos que trepaban por los muros y le recordaban las alfombras que había visto tejer a mano en Afganistán. El espectáculo de las veredas de Broadway lo sorprendía aún mas. En la esquina de la calle 43, un coro del Ejército de Salvación cantaba resueltamente: Venid a mí, hijos de Dios, a pocos metros de un enjambre de prostitutas que se vendían al mejor postor. Había un muestrario poco común de Occidente en aquella muchedumbre. Turistas husmeando en los pornoshops, enfermos de SIDA y mendigos que pedían limosna, policías que patrullaban en pareja, carteristas en busca de víctimas y una oficina de reclutamiento del Ejército de los EEUU.

En calle 46, un hombre vestido de negro increpaba a los transeúntes con voz amenazadora:"El quinto ángel tocó la trompeta y vi una estrella del cielo caída en la tierra. Y diósela la llave del pozo del abismo. Abrió el pozo del abismo y subió un humo semejante al de un horno inmenso y con el humo de ese pozo quedaron oscurecidos el sol y el aire. Y del pozo salieron langostas de hierro sobre la tierra, a las que se les mandó que no hiciesen daño a la hierba, ni a cosa verde, ni a ningún árbol, sino sólo a los hombres que no lleven la señal en la frente".

"!El fuego del infierno y la condena los espera, habitantes de Sodoma y Gomorra!", gritó el iluminado a escasos metros de Yousef, mientras dos travestis con pelucas de un rubio platinado intentaban seducir a unos soldados. "Esto es el Apocalipsis", amenazó. Luego buscó con la uña otro párrafo señalado en la Biblia y comenzó a leer: "Cuando abrió el sello cuarto, oí la voz del cuarto viviente, que decía: Ven. Miré y vi un caballo bayo, y el que cabalgaba sobre él tenía por nombre Mortandad, y el infierno lo acompañaba. Fueles dado poder sobre la cuarta parte de la tierra para matar por la espada, y con el hambre, y con la peste, y con las fieras de la tierra". El predicador miró fijamente a Yousef y le dijo: "Lo vé usted, hermano? El fin del mundo está cerca".

Mientras se alejaba del predicador, el eco de la voz de Frank Sinatra cantando una vieja canción le hizo pensar que el fin del mundo se presentaba como la apoteósis macabra de un musical de Broadway. A partir de aquel día, su rastro se perdió en la comunidad musulmana de Nueva Jersey donde se hizo conocer con el sobrenombre de "Rashid, el iraquí". Reapareció poco después en el Centro de Refugiados Alkifa de Brooklyn, un organismo fundado en Peshawar por el jeque Abdulla Azzam, que predica la internacionalización de la Guerra Santa y recibe subvenciones económicas de Arabia Saudita pero que, durante la guerra afgana, había sido utilizado por la CIA para encubrir transferencias de armas y dinero realizados a espaldas del Congreso vía el Banco de Crédito y Comercio (BCCI) y reclutamiento de voluntarios estadounidenses para la Jihad . Durante esos años, el Centro Alkifa enviaba unos dos millones de dólares anuales a Afganistán.

 

EL SUEÑO AMERICANO

 

Yousef fue a parar a la ciudad de Jersey, donde compartió un departamento con un americano de ascendencia iraquí, Abdul Rahman Yasin, y un palestino, Mohammed Salameh. Durante los meses de junio y julio de 1992 hizo más de 40 llamadas telefónicas a su tío, Qadri Abu Bakr, un dirigente de un grupo palestino-iraquí que había permanecido 18 años en una cárcel israelí. El 14 de octubre de ese mismo año, Mohammed Salameh abrió una cuenta bancaria conjunta con Nidal A. Ayyad depositando 8.567 dólares. El 22 de ese mismo mes retiraron 8.560 dólares que Salameh transfirió a otra cuenta a su nombre.

Aunque no era un practicante fanático, Ramzi Ahmed Yousef rezaba en la mezquita Al Salam de Jersey donde predicaba el jeque Abdel Rahman. La mezquita era el sitio en que confluían los inmigrantes arabes deseosos de realizar el sueño americano y los militantes de las diversas facciones fundamentalistas que libraban entre sí encarnizadas batallas ideológicas. La ideología y las metas de estos grupos eran tan variadas como sus dialectos y nacionalidades. Con seis millones de fieles, el Islam superará numéricamente al judaísmo como la segunda religión no-cristiana más importante en los EEUU antes del año 2.000.En la pizarra de la mezquita colgaban incendiarios comunicados de los mujaidines afganos, el Frente Islámico de Salvación argelino, el Hezbollah libanés y el Hamas palestino, junto con anuncios de círculos de costura que se rigen por los preceptos del Corán.

Volviéndose hacia la Meca, Yousef invocó el nombre de Alá, "Señor del mundo, todo misericordioso y compasivo, soberano supremo del juicio final. Tú eres aquel a quien adoramos, Tú eres aquel cuyo auxilio imploramos. Condúcenos por el camino de la verdad". Yousef se arrodilló y se inclinó hacia adelante tres veces rozando el suelo con la frente, alabando el nombre de Dios y su Profeta. Terminada la oración se puso en cuclillas sobre la alfombra, abrió una valija y extrajo un auto de juguete a control remoto: estaba cableado con explosivos. Miró fijo hacia la cámara de video montada en un trípode y comenzó a recitar una inflamada arenga que serviría de introducción a un curso de explosivos.

-"Dicen que Norteamerica es la nación más poderosa sobre la Tierra. Yo no lo creo. Quien ganó la guerra de Vietnam, los helicópteros escupiendo napalm o unos enanitos que envenenaban las puntas de la cañas de bambú en la selva? No fue por casualidad que Estados Unidos y la URSS se estrellaran en Vietnam y Afganistán: chocaron con dos pequeñas naciones hambrientas y acorraladas, pueblos miserables con el orgullo guerrero herido", dijo Yousef mientras manipulaba los explosivos. "Hoy la muerte está muy repartida. El terror nos ha equiparado."

Según los fiscales norteamericanos en noviembre de 1992 Yousef compró la mayoría de los materiales utilizados en la bomba del World Trade Center y pagó 3.615 dólares en efectivo. Era un nuevo tipo de dispositivo explosivo: 560 kilos de fertilizante químico de nitrato de urea mezclado con nitrato de amonio. Según los analistas del FBI, el nitrato de urea sólo ha sido utilizado en una de cada 73.000 explosiones. En enero y febrero Ramzi Ahmed Yousef, Mohammed Salameh y Abdul Rahman Yasin mezclaron los agroquímicos para construir la bomba en un departamento de Jersey.

 

LA FE DE LOS VENGADORES

 

En las últimas dos décadas los grupos terroristas islámicos han crecido y se han multiplicado integrando sus huestes con vengadores solitarios y terroristas fanáticos como Ramzi Ahmed Yousef, que han recibido entrenamiento en Afganistán, Irán o Sudán y se reparten por el mundo formando el país más poderoso. Les basta la desesperación, una pistola o una bomba para imponer su gloria. Aunque utilizan una vasta gama de nombres esotéricos que aparentemente los diferencia entre sí, la lógica de estos grupos se basa en dos convicciones: la violencia es necesaria para reemplazar los gobiernos seculares árabes por teocracias islámicas, y el deber de todos los creyentes es hacer lo necesario para alcanzar esa meta.

De esta lógica se desprende que el asesinato del presidente egipcio Anwar Saddat en 1981 y el de su colega argelino Mohamed Budiaf en 1992, el atentado contra Hosni Mubarak a fines de junio de 1995, la toma de rehenes en el Líbano y los ataques contra los extranjeros en Egipto y Argelia, son métodos de acción legítimos para los grupos fundamentalistas. Entre los teólogos que adhieren a esta postura se encuentra el exiliado jeque ciego Omar Abdel Rahman quien, desde la mezquita de Jersey, explicaba que ese tipo de violencia es "una obligación religiosa" para todo musulmán sincero. Aunque fue declarado inocente de los cargos de instigador del asesinato de Saddat, Omar Abdel Rahman ha ejercido una notable influencia en el desarrollo de la organización fundamentalista sunita de los Hermanos Musulmanes, fundada en 1928 en Egipto por Hassan al-Banna. En los últimos veinte años la organización ha crecido de manera espectacular en la mayor parte de los países musulmanes y en especial en Egipto y Arabia Saudita, los dos principales aliados árabes de los EEUU en la región. Aún más influyentes que el exiliado jeque Omar Abdel Rahman son otros tres teólogos que representan otras tantas ramas ideológicas:

* Hassan Al Turabi, líder fundamentalista sudanés, doctor en Derecho, educado en las universidades de Paris y Londres, fue el inspirador del golpe de Estado incruento del general Omar el Bashir que en 1989 convirtió a Sudán en el primer régimen islámico y militar del mundo. Apodado "el Maquiavelo de Jartum", Turabi fue el artífice de un acercamiento único entre un país árabe sunita como Sudán y un país no árabe chiita como Irán: En diciembre de 1991 estableció una alianza con Irán que resultó en la creación de una "internacional islamita" que maneja un centenar de campamentos de entrenamiento terroristas en ambos países y coordina las actividades del Frente Islámico de Salvación en Argelia, el movimiento Al Nahda (Renacimiento) en Túnez, los Hermanos Musulmanes en Jordania, el Hezbollah libanés, la Jihad egipcia y el movimiento palestino Hamas.

* Rashid Ghanoushi, el líder integrista tunecino que vive exiliado en Londres y es el jefe de la organización Al Nahda (Renacimiento) que tiene un "ala política" en Londres y otra "militar" en Francia e intentó derrocar al gobierno de su país. Además es cuñado de Al Turabi y este lazo de parentesco refuerza la cooperación entre los activistas de los dos países.

* Abassi Madani, el líder del Frente Islámico de Salvación (FIS), actualmente encarcelado en Argelia acusado de conspirar para derrocar al gobierno. Por otra parte, el imán Mohamed Said, de 40 años de edad, es el jefe máximo de la guerrilla integrista en Argelia, el Grupo Islámico Armado (GIA), responsable de la ola de atentados que sacudió a Francia en 1995. Mohamed Said, originario de la Cabilia, profesor de literatura en Argel, es un conspirador nato, un hombre sin escrúpulos políticos que conoce a la perfección los vericuetos de los aparatos internos de los partidos. Todas estas cualidades le permitieron en 1991 alcanzar la cúpula del Frente Islámico de Salvación (FIS), en un intento de ocupar las vacantes dejadas por los líderes históricos Abassi Madani y Ali Belhay, que estaban encarcelados en la prision militar de Blida.

 

SANTON DE OJOS DESORBITADOS

 

Para evitar la cárcel Rahman decidió abandonar Egipto. A mediados de 1990, tras un viaje a Paquistán para apoyar a los mujaidines afganos y visitar a dos de sus hijos que después de combatir en Afganistán se habían radicado allí, el jeque Omar Abdel Rahman se instaló en los EEUU. Había obtenido la visa a través de la embajada estadounidense en Sudán. Pese a que el nombre del clérigo estaba en una lista de personas que el Departamento de Estado considera indeseables, obtuvo sin inconvenientes la Tarjeta Verde invocando su calidad de líder religioso .

En menos de seis meses el clérigo ciego atrajo la atención del FBI: Uno de sus seguidores fue encontrado culpable del asesinato del ultraderechista rabino Meir Kahane, acribillado a balazos a la salida de una conferencia en Nueva York. El fiscal de distrito y el Departamento de Policía de Nueva York, determinaron prematuramente que no se trataba de una conspiración sino de un asesinato cometido por un individuo aislado. Oliver "Buck" Revell, ex jefe de operaciones antiterroristas del FBI admite ahora que sin aquella omisión por parte de la policía y el FBI en llegar hasta el final de la investigación, probablemente el atentado contra el World Trade Center no hubiera llegado a consumarse .

Sus fieles dicen que es un santo y que no se lo puede hacer responsable por las acciones de los cientos de inmigrantes que asisten a sus sermones. Sin embargo, en los cassettes que graba para enviar a distintos países del mundo islámico llama a los jóvenes a liberar Egipto "de los nietos de los monos y cerdos, que han sido alimentados en las mesas del sionismo, el comunismo y el colonialismo", aunque se cuida de apelar a la violencia de manera indirecta.

Los discursos incendiarios de ese santón de 57 años y ojos desorbitados por la diabetes infantil, sirvieron más como fuente de inspiración que como elemento organizador en el atentado contra el World Trade Center de Nueva York. Algunos investigadores creen que el jeque simplemente creó un pequeño grupo amateur pero relativamente eficiente que planeó y ejecutó actos que no necesariamente fueron autorizados o dirigidos por él.

"Lo que está en la base de está nueva generación de extremistas que Yousef encarna es que quieren acelerar el cumplimiento de las metas adoptadas por los ancianos que representan a las generaciones anteriores", afirma Ghassan Salame, un experto en Oriente Medio del Instituto de Estudios Políticos de Paris. "Se diferencian de las generaciones previas en tres aspectos cruciales: su mayor impaciencia frente al status quo; la creciente tendencia a utilizar la violencia, y su lista de enemigos, que es mucho más extensa y comprende tanto los fundamentalistas de viejo cuño, como los intelectuales musulmanes y los infieles".

 

CULPABLES POR ASOCIACION

 

Otra faceta nueva en este tipo de terrorismo es la consideración de EEUU como sustituto de sus enemigos directos, que son en igual medida Israel como los gobiernos árabes seculares. Para ellos, EEUU -o la Argentina- son culpables por asociación, porque dan su apoyo político a Israel y a los regímenes que los fundamentalistas pretenden derrocar.

A diferencia de los secuestros de aviones o la toma de rehenes, los atentados con coches-bomba que causen el mayor daño posible a personas y edificios constituyen para estos grupos la mejor manera de castigar a los enemigos del Islam.

Si hasta comienzos de los años noventa Beirut, Trípoli o Teherán en el Líbano, Libia e Irán respectivamente, eran las tres capitales que se asociaban con bases terroristas, secuestros de aviones y coches-bomba, hoy han sido desplazadas en el ranking por la ciudad de Peshawar en Paquistán, seguida por otras de menos renombre ubicadas dentro de Afganistán. Durante la década que duró la invasión soviética a Afganistán, Peshawar se convirtió en la base de operaciones de las milicias afganas que libraban una Guerra Santa (jihad) para expulsar a los rusos de su país. La guerra de Afganistán fue una Guerra Santa no sólo para los musulmanes, sino también para los norteamericanos. Hasta la retirada de los soviéticos en 1989, los mujaidines recibieron de la CIA un promedio de 1.000 millones de dólares anuales en pertrechos y armamentos sofisticados.

Una de las consecuencias más peligrosas de esta Guerra Santa es la "desaparición" de unos 5.000 misiles tierra-aire Stinger que fueron entregados por la CIA a los mujaidines y han aparecido en manos de diversos grupos terroristas. A esto hay que agregarle cuantiosas donaciones de personas e instituciones privadas del mundo islámico, así como los recursos y el apoyo de los servicios de inteligencia paquistaníes, sauditas e iraníes.

Los devotos reclutas provenientes de casi todas partes del mundo que se gradúan en esos campos de entrenamiento paquistaníes, salen convertidos en guerreros del Islam dispuestos a llevar Guerra Santa a cualquier rincón del planeta. Desde 1987 más de 25.000 voluntarios -unos 4.000 extranjeros incluyendo norteamericanos y sudamericanos- han pasado por los casi 1.000 centros de adiestramiento. Con el retiro soviético, la Guerra Santa se convirtió nuevamente en guerra civil. Desde entonces, unos 10.000 veteranos de Afganistán , como Ramzi Ahmed Yousef partieron de Paquistán para buscar nuevos escenarios donde librar las nuevas batallas de la jihad. Según un documento reservado de la contrainteligencia francesa, por lo menos 80 ciudadanos de esa nacionalidad y vinculados a la ola de atentados registrados en 1995, habrían sido entrenados en Afganistán .

 

GRUPO DE AFICIONADOS

 

Yousef era un terrorista bien adiestrado y disciplinado que no formó una red demasiado sofisticada sino que parece haber utilizado los recursos existentes en los grupos islámicos locales en EEUU, Filipinas y Paquistán. Explotó cada una de las pasiones que movían a sus reclutas: el antiamericanismo, el integrismo islámico o cualquier otra causa religiosa, nacionalista o ideológica que los motivara. La conspiración no encajaba del todo con el amateurismo de los conspiradores. Los planes eran ambiciosos pero los ejecutores eran sólo aprendices. En enero de 1993 Yousef fue a parar al hospital por una semana a causa de un choque protagonizado por Mohammed Salameh, quien después sería el conductor del coche-bomba del World Trade Center. Cómo y por qué eligió sus cómplices, sus blancos, quién financió sus actividades y sus viajes, aún forman parte del misterio. Aunque ciertas evidencias lo vinculan a Irak y a dos financistas sauditas, sus conexiones más evidentes son con el jeque Rahman.

A la una de la mañana del 9 de febrero Iyad Ismail, un jordano palestino de 24 años que trabajaba en una verdulería en Dallas, recibió un llamado telefónico de Yousef, quien había sido su compañero de escuela en Kuwait. El 21 de febrero abordó un vuelo a Nueva York y se convirtió en el séptimo participante en el atentado. Según los fiscales, cinco días después Iyad Ismail, acompañado por Yousef en el asiento de copiloto, condujo la camioneta cargada de explosivos hasta el estacionamiento ubicado en el subsuelo del World Trade Center. Yousef había tenido que utilizar mucho ingenio hasta encontrar un detonador adecuado para hacer estallar el coche-bomba en el garage de las Torres Gemelas.

El World Trade Center presentaba problemas porque la inmensa estructura de acero interfería las comunicaciones, particularmente en los garages subterráneos, pero Yousef descubrió que había una solución: la carga explosiva consistía en una pasta de 560 kilos de fertilizantes -nitrato de urea mezclado con nitrato de amonio y papel de diario- acomodados en cuatro cajas que habían sido conectadas a cuatro mechas de seis metros de largo recubiertas con catéteres quirúrgicos. Los catéteres evitaban que se viera el humo y prolongaban el tiempo de la combustión de diez a casi 20 minutos. Junto a las cajas con la mezcla explosiva colocó tres garrafas de hidrógeno comprimido y cuatro contenedores de nitroglicerina que llevaban adheridos paquetes de pólvora. Conectó las mechas a la pólvora que detonaría la nitroglicerina; y esto a su vez haría explotar la mezcla de fertilizante.

La intención de los terroristas era generar una explosión en dos fases: después de que estallara la nitroglicerina y la pasta de fertilizantes se produciría la detonación de las garrafas de hidrógeno comprimido (el hidrógeno líquido se usa como combustible para cohetes) que harían colapsar las columnas produciendo la demolición total del edificio. Sin embargo, el hidrógeno estalló antes de tiempo, y sólo intensificó la onda expansiva y de calor . Si la operación hubiese resultado según los planes originales, del World Trade Center no habría quedado nada.

Con un encendedor descartable, los dos hombres encendieron la mecha ubicada entre los dos asientos, pusieron en marcha el timer de respaldo que les otorgaba 12 minutos para huir y abordaron otro coche que los esperaba. Un camión que bloqueaba la salida, retrasó la fuga en cinco minutos. El 26 de febrero de 1993, a las 12,17 estalló la bomba. Era el día en que se conmemoraba el segundo aniversario de la retirada de las fuerzas iraquíes de Kuwait, una coincidencia que ha potenciado las especulaciones acerca de la participación iraquí.

 

LAS CINTAS DEL FBI

 

Horas después de la explosión, Ismail viajó a Jordania de donde fue extraditado a los EEUU a comienzos de agosto de 1995. Ramzi Ahmed Yousef abordó un vuelo Nueva York-Karachi de una aerolínea paquistaní que había reservado dos semanas antes del atentado. Usó un pasaporte paquistaní a nombre de Abdel Basit Abdel Karim que había obtenido en el Consulado General de Paquistán en Nueva York.

El grupo de terroristas aficionados no dejó de conspirar después del primer atentado. Por el contrario, comenzó inmediatamente a elaborar un nuevo plan de ataque: en la profundidad de los túneles que atraviesan el río Hudson, algunos coches sufren repentinos desperfectos técnicos. A la hora de mayor tráfico, un par de vehículos con el capot levantado y las balizas puestas generan un embotellamiento descomunal en los túneles Holland y Lincoln y el puente George Washington de la ciudad de Nueva York. Tres minutos después de que los conductores abandonan los vehículos averiados y cerrados con llave, estallan los explosivos en su interior."El agua va a entrar por todas partes todo se va a romper en mil pedazos, todo", dice la voz de Siddig Ibrahim Ali, en una de las cintas secretamente grabadas en su departamento de Nueva Jersey el 19 de junio de 1993. "Lo del World Trade Center, será cosa de niños comparado con esto", agregó el sudanés, recordando el atentado que en febrero de 1993 dejó un saldo de seis muertos y un millar de heridos. Emad Salem, un egipcio participante en la conversación agregó:"Será el peor golpe para la economía norteamericana". Amir Abdelgani, el tercer hombre de nacionalidad sudanesa que participó de aquella conversación estaba preocupado:"Serían suficientes tres minutos para poder alejarse de los coches bomba", se preguntó.

En otra parte de la conversación, los tres conjurados aluden a la voladura del cuartel general de las Naciones Unidas. Salem, quien en realidad era un informante del FBI que ha cobrado un millón de dólares por el trabajo de infiltración pregunta a Siddig Ali:Con respecto a "la Casa Grande", decime como lo vas a hacer?", Sidig Ali responde:"Sencillo, Voy a estacionar el auto como siempre. Voy a ir con el vehículo que tiene las patentes"(Se refiere a patente diplomática). Cinco días después una decena de integrantes del grupo vinculado al jeque Omar Abdel Rahman eran detenidos.

 

EXPLOSIVOS INDETECTABLES

 

Además de ser el cerebro tras el atentado contra el World Trade Center del 26 de febrero de 1993, Ramzi Ahmed Yousef estuvo implicado en la voladura de dos aviones -uno en Filipinas, otro en Irán que eran parte de un ensayo exitoso para atentar contra 11 aeronaves norteamericanas. Su plan consistía en abordar el avión con dos compuestos químicos que son indetectables para los actuales mecanismos de seguridad de los aeropuertos; mezclar los ingredientes en el baño del avión, colocar el explosivo y descender en la primera escala. Luego el avión estallaría en vuelo: aún hoy, la mayoría de los aeropuertos carecen de medidas efectivas para contrarrestar esta técnica que es prácticamente infalible.

Entre el 23 de julio y el 6 de agosto de 1993 Yousef fue atendido en dos hospitales de Karachi, Paquistán. Una bomba que estaba armando para asesinar a la premier Benazir Bhutto le explotó en la cara y le produjo heridas en un ojo y en ambas manos. Munir Ibrahim Ahmed, un empresario árabe que importa agua sagrada islámica de Arabia Saudita para venderla en Paquistán y que "es un enemigo jurado de los chiitas, los judíos y los americanos" pagó los gastos médicos de Yousef. Se cree que Yousef participó también en los preparativos para volar la embajada de Israel en Bangkok, Tailandia el 11 de marzo de 1994, que fracasó a causa de un accidente de tránsito que obligó al piloto suicida a abandonar el vehículo en plena calle.

El 6 de enero de 1995, se produjo otra explosión en su departamento en la capital filipina mientras mezclaba explosivos. Tuvo que huir precipitadamente dejando huellas digitales, materiales para bombas y una computadora portátil con detalles sobre sus futuros golpes: cuando los investigadores lograron violar el sistema de encriptado descubrieron los planes para asesinar a Juan Pablo II en Manila, hacer estallar un avión estadounidense el 12 de enero y atentar contra dos vuelos de United Airlines que viajaban desde Los Angeles y Singapur hasta Hong Kong en el que hubieran muerto 700 personas.

Con seis pasaportes distintos y un precio de 2 millones de dólares por su cabeza, este iraquí de 27 años de edad, logró mantener durante 23 meses la delantera sobre las fuerzas policiales. Por lo menos cuatro agencias diferentes de los Estados Unidos, incluyendo el FBI, que lo tenía en la lista de los diez criminales más buscados y la CIA lo rastrearon incansablemente. Finalmente fue capturado en la ciudad de Islamabad el 7 de febrero de 1995, tras ser delatado por un integrante de su grupo, el estudiante sudafricano Ishtiaq Parker. Con la detención de Yousef se abrió una nueva pista para el esclarecimiento de los más graves atentados en los últimos años en tres continentes. Por la serie de coincidencias en el

modus-operandi y los personajes se presume que Ramzi Ahmed Yousef podría ser una pieza clave para esclarecer los dos ataques con coches-bomba registrados en la Argentina.

 

CIUDADANO DEL MUNDO

 

Aunque los interrogatorios comenzaron a la mañana siguiente de su traslado a Nueva York, aún hoy los fiscales de la causa no saben prácticamente nada sobre la verdadera identidad de Ramzi Ahmed Yousef. Los investigadores han trabajado en tres continentes para llenar los considerables baches existentes en su escueta biografía. La tarea de descubrir quien es, su nacionalidad, sus movimientos por el mundo, sus contactos internacionales y sus empleadores, se ha convertido en una obsesión para los agentes estadounidenses, israelíes, filipinos, paquistaníes y británicos.

Los expertos en terrorismo tienen varias teorías: Una apunta a que Yousef es un mercenario contratado por grupos fundamentalistas. Otra señala que es parte de una red de militantes islámicos sunitas cuyas raíces se remontan a la guerra de los mujaidines contra la ocupación soviética en Afganistán. Una tercera considera que Yousef es un agente iraquí dedicado a vengar la derrota del presidente Saddam Hussein en la Guerra del Golfo.

En la actualidad se registran en Karachi diez muertes diarias producto de la violencia entre militantes del fundamentalismo chiitas apadrinados por Irán y sus rivales sunitas apoyados por Arabia Saudita e Irak. La principal base de apoyo de Yousef en Paquistán estaba constituida por el S.P.P (Sipah-e-Sahaba Paquistán) un grupo de supremacistas sunitas que plantean "exterminar" a los chiitas apoyados por Irán. Según fuentes de inteligencia paquistaníes, el padre de Yousef, Mohammad Abdul Karim es uno de los comandantes del movimiento clandestino y algunos medios han vinculado a ambos con el atentado explosivo registrado en un santuario chiita en la ciudad iraní de Mashad en junio de 1994 que dejó un saldo de setenta heridos y 24 muertos.

Por momentos cuesta creer que el delgado prisionero de 27 años que escucha tranquilamente las audiencias en la corte norteamericana es uno de los terroristas más peligrosos del mundo. Sin embargo, en una entrevista efectuada en la cárcel con el diario árabe Al Hayat -que se publica en Londres y es de propiedad de un príncipe saudita- Yousef se describe a si mismo como un militante de la causa islámica y declara su apoyo a la violencia para alcanzar los objetivos de la lucha palestina. "Yo apoyo los objetivos de este movimiento, aunque sean el centro u otra cosa. Yo creo que este movimiento está autorizado para atacar blancos en los EEUU porque este país es socio de los crímenes cometidos en Palestina", dijo Yousef en la entrevista de diez minutos.

 

MISTERIO DE IDENTIDAD

 

Durante su primera presentación ante la justicia norteamericana, leyó un documento de seis páginas donde explica que aunque ya se ha acostumbrado a que lo llamen Ramzi Ahmed Yousef, su verdadero nombre es Abdul-Basit Balochi. Es ingeniero electrónico y experto en explosivos. Afirma que "es paquistaní por nacimiento y palestino por elección" y que tiene familiares en Irak y en Israel; que está casado y tiene dos hijas de tres y un años de edad que viven en la parte iraní de Baluchistán. Balochi es un nombre común en Balochistán, una región ubicada en el límite entre Irán, Paquistán y Afganistán donde abundan los traficantes y los mercenarios.

Estas confesiones no aclaran el misterio de su identidad: algunos arabistas dicen que no tiene acento iraquí; la inteligencia israelí, a partir de análisis de su voz, lo ha declarado palestino, probablemente proveniente de Jordania; el FBI piensa que puede ser un paquistaní nacido en Kuwait.

Independientemente de cual sea su identidad y procedencia reales, no hay duda de que Ramzi Ahmed Yousef recibió adiestramiento como experto en explosivos durante la década de los 80 en los campamentos afganos en los que la CIA armaba y entrenaba a la guerrilla antisoviética.

También está comprobada su vinculación al grupo Alianza Islámica, liderado por el profesor Abdul Rab Rasol Sayyaf, uno de los más poderosos señores de la guerra que recibe apoyo financiero saudita. Sayyaf fundó en 1985 la Universidad Al Dawa y Jihad (Llamado y Guerra Santa) en la ciudad paquistana de Peshawar, ubicada sobre el límite con Afganistán, que funciona como un campo de entrenamiento político militar del fundamentalismo. Ramzi Ahmed Yousef fue uno de sus más célebres egresados.

Según su propio relato, Yousef nació y creció en Kuwait en el seno de una familia paquistaní y palestina. Su padre trabajó para las aerolíneas kuwaitíes y sus cuatro hermanos y dos tíos han vivido en Paquistán. Se mudó de Kuwait a Gran Bretaña en 1986 para estudiar en el Swansea Institute en Gales. En la ficha de admisión aparece con el nombre de Abdul Basit Mahmoud Kareem. En 1989, el año en que las tropas soviéticas se retiraron de Afganistán, se graduó como ingeniero electrónico.

Un año después, en agosto de 1990, volvió a Kuwait en la misma época en que las tropas de Saddam Hussein invadieron el país. De acuerdo a los sellos en uno de sus muchos pasaportes, partió de Kuwait City hacia Paquistán atravesando por tierra Irán el 26 de agosto de 1990. No hay evidencias que indiquen que colaboró con el gobierno iraquí de ocupación, sino que, por el contrario, parece haber formado parte del masivo éxodo de extranjeros que abandonaron Kuwait tras la invasión. Su paradero a fines de 1990, cuando EEUU preparaba la coalición occidental para atacar a Saddam, es un misterio. Reaparece a comienzos de 1991 en Filipinas.

Yousef intentó entrar en contacto con un grupo islámico llamado Abu Sayyaf, que luchaba por la independencia de la parte sur de la isla de Mindanao, donde se concentra el grueso de la minoría musulmana de las Filipinas. Abu Sayyaf era entonces un grupo pequeño y desconocido liderado por Abubakar Janjalani. El terrorista llegó a su primera cita con Edwin Angeles, un miembro del grupo que actualmente colabora con la policía, acompañado de Abdul Hakim Murad, un amigo de su infancia en Kuwait. Durante ese encuentro en un departamento de Manila, Yousef impresionó a Angeles como "un hombre muy humilde pero muy peligroso" que quería convertir a las Filipinas en "la plataforma de lanzamiento" de una campaña terrorista mundial.

En esa oportunidad, Yousef no se encontró con Janjalani, pero a principios de 1992 pidió una nueva entrevista y fue llevado a una de las casas de Janjalani en Isabella, la capital de la isla de Basilan. En esa reunión, Yousef se presentó como miembro del comité ejecutivo de la Brigada Islámica Internacional, una organización que había reclutado voluntarios para la resistencia afgana. Yousef afirmó que se encontraba allí por encargo del jeque Omar Abdel Rahman, quien ofrecía apoyo financiero y logístico al movimiento de Janjalani.

En las Filipinas, Yousef estableció contacto con el financista saudita Mohammed Jamal Khalifa, quien -según las autoridades- es uno de los sostenes económicos del grupo terrorista de Janjalani. Ya en aquella época, un año antes del atentado contra el World Trade Center, Yousef tenía en mente un ataque en el corazón de los EEUU. De acuerdo al expediente judicial, Yousef partió de Filipinas hacia Bagdad.

Con un pasaporte iraquí obtuvo la visa para Paquistán y llegó a Peshawar el 30 de mayo de 1992. Allí conoció a Ahmad Mohammed Ajaj, un palestino expulsado de los territorios ocupados por Israel que residía en Texas, EEUU. Ajaj había viajado a Peshawar para hacer un curso en los campos de entrenamiento afganos. El primero de septiembre de 1992, los dos hombres abordaron el vuelo que los llevaría a los EEUU .

El 4 de marzo de 1994 cuatro de los acusados, incluyendo a Mohammed Salameh y Ahmad Mohammed Ajaj fueron acusados formalmente por el atentado al World Trade Center. Durante el juicio, la fiscalía describió a Yousef como el cerebro del plan, alegando que había comprado los productos químicos que se mezclaron para preparar los explosivos utilizados en el ataque. Unas pocas horas antes de la explosión del 26 de febrero de 1993, Yousef y otro hombre fueron vistos cargando nafta en la camioneta alquilada que se utilizó para llevar la bomba al estacionamiento subterráneo. Los investigadores afirman que encontraron sus huellas digitales en dos manuales para la fabricación de bombas. El 24 de mayo de 1994 ambos fueron sentenciados a 240 años de cárcel.

Ramzi Ahmed Yousef, que se ha declarado inocente, espera ser juzgado. Está incomunicado en el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York. El 31 de mayo el juez Kevin Duffy reprendió al guardiacárcel Rick Reish por haber retirado de la celda de Yousef la cuchara, la pasta de dientes, el reloj y el Corán, con el pretexto de que el acusado podría fabricar con ellos un artefacto explosivo. "Este es un caso de ramificaciones internacionales y está siendo observado por el mundo civilizado y quizás por el incivilizado", dijo Duffy.

El 1 de octubre de 1995 el jeque Rahman y nueve de sus acólitos fueron declarados culpables por veredicto unánime. A mediados de enero de 1996 Rahman y Nosair fueron sentenciados a cadena perpetua, mientras que el resto de los acusados recibieron condenas de entre 30 y 35 años de cárcel."No seré el último, pero tampoco el primero en tener que afrontar la cárcel por la causa del Islam", dijo el jeque. En una de las pocas entrevistas concedidas poco antes del veredicto, Rahman explica por qué cree lícito utilizar un coche-bomba contra civiles en respuesta a acciones bélicas del enemigo:

--"Si la acción es una agresión a otros, no es buena. Si se ejecuta en época de guerra y la gente resulta herida y tiene que enfrentarse a la violencia, es un acto de intercambio de violencia ".

 

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