“NUEVO” ANTIISMO

 

 

¿Qué Es?

 

Puesto de manera sencilla, antiismo se puede definir como “prohibir lo que Dios ha permitido”. El antiismo crea estándares más estrictos que el de Dios al establecer doctrinas que Dios no nos ha dado (comp. 1 Tim. 4:1-3). Al hablar con ellos uno puede comprender que todas sus doctrinas tratan de cosas que tienen que ver con lo que es o no conveniente. Así que, tal vez, un título más apropiado para estos hermanos sea “hermanos anti-conveniencia bíblica”. En su mayoría, estos hermanos toman asuntos de juicio personal y hacen de sus opiniones leyes, ¡como si Dios las hubiera atado en el cielo! (Mat. 18:18). Estos asuntos de juicio personal pueden abarcar temas tales como la conveniencia de tener o no una cocina en el edificio de la iglesia, si involucrarse o no en una obra benéfica a favor de aquellos que no son cristianos, con dinero de la ofrenda, o si cooperar o no con otras congregaciones locales en la obra evangelística.

 

Para ilustrar mejor en cuanto a cómo toman asuntos de juicio personal y establecen leyes donde Dios no ha dado ninguna, tomemos como ejemplo lo de tener una cocina en el edificio de la iglesia. Seguramente todos los estudiantes racionales de la Biblia estarán de acuerdo con que Dios nos ha autorizado tener edificios para congregarnos. Inherente en el requisito de Dios de congregarse está el de tener un lugar para congregarse (comp. Heb. 10:24). Claro está, un edificio no es indispensable pero es permitido. Una iglesia puede reunirse cerca de un río o debajo de un árbol. Por qué una iglesia querría tener una cocina en su edificio es un asunto de juicio personal. La Biblia autoriza a los miembros de la iglesia a tener comunión unos con otros (Hch. 2:42; 1 Jn. 1:3), y comer juntos es una manera de tener comunión (comp. 1 Cor. 5:11). Inherente en comer juntos está el hecho de la preparación de los alimentos. Por consiguiente, el edificio de una iglesia está autorizado a tener una cocina por medio de la autorización dada por Dios para tener comunión unos con otros. Además, cuando uno toma en cuenta que las iglesias del primer siglo en su mayoría se reunían en las casas de los hermanos (Ro. 16:3-5; 1 Cor. 16:19), y las casas de las personas pueden tener lugares donde preparar comida sin que eso las lleve a apostatar de la fe, uno concluye que el lugar de la asamblea no es lo sagrado, sino más bien el proceso y la práctica (Jn. 4:24).

 

¿Es necesaria una cocina? ¡Claro que no! Incluso una cocina puede ser perjudicial en algunos edificios debido a la pésima actitud de algunos miembros. Puede que sea mejor no tener cocina bajo algunas circunstancias. Sin embargo, decir que está mal tener una cocina en el edificio de la iglesia en todas las situaciones porque, según la opinión de alguien, no es bueno en algunas ocasiones, ¡eso es antiismo!

 

Un Movimiento A La Izquierda

 

Aunque ninguna cantidad de antiismo es buena, hay un sentido en el cual el término “nuevo”” antiismo refleja un cambio positivo. Algunas iglesias que se identifican con el punto de vista anti están tomando un giro hacia la izquierda, hacia el centro doctrinal del camino.

 

De hecho, ya no es poco común saber de hermanos que conocen o han visitado congregaciones que se han identificado por rechazar “que una iglesia apoye instituciones humanas (orfanatos, hospitales, asilos de ancianos, colegios, etc.), el arreglo de la iglesia patrocinadora y que la iglesia patrocine actividades de recreación”, que estas mismas congregaciones ya no “presionan” sobre las doctrinas que les dieron su identidad. Pareciera que los miembros más jóvenes no supieran nada acerca de las cuestiones que surgieron a finales de 1950 y los primeros días de 1960, las cuales dieron como resultado que estas congregaciones retiraran su comunión de aquellas que no aceptaban sus puntos de vista en cuanto a cómo la benevolencia y el evangelismo debían ser patrocinados. Debido a esto, en algunos casos, la semilla de la comunión pudiera renacer.

 

Un Movimiento A La Derecha

 

Lo que es más trágico es el hecho de que algunos ven que se está desarrollando un “nuevo” antiismo” en la iglesia hoy. Algunos, que anteriormente habían caminado juntos, ahora se apartan el uno del otro, y esto basado en asuntos de juicio personal. ¿Están estableciendo sus opiniones como si éstas fueran la última palabra de Dios? Como resultado de esto, han terminado retirando su comunión de todos aquellos quienes no estén de acuerdo con ellos en cada detalle de sus opiniones. Hombres que hablaron previamente en las conferencias en plena comunión ahora se oponen con todas sus fuerzas a estos buenos esfuerzos de otros. Parece que este “nuevo” antiismo está conduciendo a ciertos hermanos por el mismo sendero que el “viejo” antiismo lo hizo con aquéllos de mediados del siglo veinte.

 

Envidia Y Batalla Por El Poder

 

De entrevistas con cristianos activos en la iglesia del Señor de los años 1950 y 1960, cuando el antiismo surgió, parece que la envidia y las luchas arrogantes por el poder fueron en gran parte, sino principalmente, las causas que dieron vida al antiismo entre las iglesias de Cristo, más que cualquier otra cosa. Debido a que un segmento de la hermandad no estaba de acuerdo con que se nombraran a ciertas personas para hablar en los programas nacionales de radio patrocinados por las iglesias de Cristo, no solamente dejaban de involucrarse en esta obra y con la iglesia que la patrocinaba sino que aun se oponían activamente a ellos. Debido a que una obra evangelística en el extranjero, patrocinada por muchas iglesias de Cristo estadounidenses, estaba teniendo éxito, un cierto segmento de la hermandad estaba envidioso, llamaban “papa” al misionero, y no solamente se negaban a apoyar esta obra sino que se oponían activamente a las iglesias que la patrocinaban.

 

Aún más, algunos quienes reflejan el “viejo” antiismo no lo hacen debido a un examen objetivo de la evidencia sino a la mentalidad entreguista a un líder. Siguen sus doctrinas porque le respetan, le aprecian y es a quien conocen.

 

Cuando uno ve los eventos que dieron como resultado el antiismo, ¿no es este un movimiento que nace de la envidia y la lucha por el primer lugar? ¿Si estos eventos no hubieran tenido lugar habría “antis” entre nosotros? ¡Verdaderamente la envidia es algo destructivo! (comp. Mat. 27:18)

 

Negativismo Constante

 

En el primer capítulo de su libro, Conferencias acerca de la Cooperación entre las iglesias y los orfanatos, Thomas B. Warren advirtió sobre los dos extremos del liberalismo y el antiismo. Él mencionó dos características del “viejo” antiismo que aún siguen presentes en el “nuevo”. Primero, el antiismo de mediados del siglo veinte estaba viciado con un rotundo negativismo. Es decir, que el antiismo estaba tan ocupado diciendo lo que la iglesia no podía hacer que la iglesia llegaba a pensar que sólo por no hacer aquello que el antiismo decía que estaba mal, por eso eran aceptables a Dios. No obstante, las cosas no eran así. “No olvidemos que también hay un lado positivo. La gran comisión es de alcance mundial e incluye a toda persona sobre la tierra… No podemos cumplir con esta responsabilidad manteniéndonos en el no-hacer[1]”. Por supuesto que nosotros debemos evitar el pecado, ¡pero no es pecado estar en desacuerdo con el juicio personal de otros! El “nuevo” antiismo también esta caracterizado por el negativismo, clamando constantemente lo que no podemos hacer en asuntos de conveniencia.

 

Segundo, el antiismo del siglo veinte se caracterizaba por el abuso y ataque verbal. Warren decía: “Que el hecho de que abusen de ti no te lleve a abusar de otros… Si alguno te representa mal no hagas lo mismo. Si alguien dice cosas feas de ti, no hagas tú lo mismo con él” (comp. Mat. 7:12). En cambio, decía Warren, oren por esas personas ya que “su forma de actuar habla claramente de la profunda necesidad de su alma”. Al leer los artículos y boletines de estos hermanos uno podría pensar que ellos odian el esfuerzo de otros por alcanzar a los perdidos. ¡Uno creería que la gente que no está de acuerdo con ellos son encarnaciones del mismo Satanás!

 

Comprendiendo La Conveniencia

 

Puesto que una mala comprensión de la conveniencia de ciertos actos parece ser el corazón del antiismo, sea el “viejo” o el “nuevo”, es apropiado estudiar este asunto con más detalle. La palabra “conveniente” significa: “Útil para efectuar el resultado deseado; apto para las circunstancias u ocasión; ventajoso[2]”. También existe un sentido negativo (como el de buscar lo que le conviene a uno sin importar si es justo para otros), pero el significado básico del término es aquello que da ventaja para hacer algo. Éste aparece 8 veces en la versión Reina-Valera de 1960 (Mat. 19:10; Jn. 11:50; 16:7; 18:14; 1 Cor. 6:12; 10:23; 2 Cor. 8:10; 12:1). La palabra griega sumphero (συμφέρω), de la cual se traduce “conviene” aparece en otros lugares. Se traduce “provecho” (1 Cor. 7:35; Heb. 12:7), “beneficio” (1 Cor. 10:33), “útil” (Hch. 20:20), “mejor” (Mat. 18:6).

 

De particular interés son las referencias en 1 de Corintios: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna” (6:10) y “Todo me es lícito, pero no todo conviene, todo me es lícito, pero no todo edifica” (10:23). En estos versículos la palabra griega traducida “conviene” (sumphero) significa “ayudar, conferir un beneficio; ser ventajoso, provechoso o útil[3]”.

 

Deben considerarse dos verdades acerca de la conveniencia. Primero, ninguna acción ilícita puede hacerse convenientemente. Es decir, no hay circunstancia en la que Dios permita a alguien hacer algo malo provechosamente (comp. Ro. 3:8). Segundo, no sólo porque una acción es lícita, ésta será siempre conveniente. Todas las acciones lícitas no necesariamente edifican (1 Cor. 10:23 comp. 1 Cor. 8:1-13). Además, la búsqueda ilícita de algo lícito constituye esclavitud, y eso resulta en pecado (1 Cor. 16:2 comp. Ro. 6:16).

 

El principio de la conveniencia aplica de la siguiente manera. Todas las acciones deben tener autoridad bíblica (Col. 3:17 comp. 2 Jn. 9-11). La Biblia autoriza mediante  declaraciones explícitas, ejemplos aprobados e implicación. Estas son las vías para encontrar la verdad y “usar bien la palabra de verdad” (2 Tim. 2:15).

 

En la mayoría de las acciones autorizadas existen áreas de conveniencia. Por ejemplo, la Biblia autoriza a los cristianos a participar de la Cena del Señor cada primer día de la semana, y deben usarse sólo pan sin levadura y jugo de uvas (Mat. 26:26-28; Hch. 20:7). Si embargo, la Biblia no da ningún patrón exclusivo en cuánto a la hora en el primer día de la semana en la que debe servirse la cena del Señor. Así que el momento apropiado en el transcurso del día del Señor es un asunto de conveniencia. Hay tanta autoridad para participar de ella a las 9:30 a.m. como la hay para las 2:30 p.m. La congregación (o ancianos si hay) deben determinar qué tiempo les da más ventaja. Donde no hay un patrón exclusivo para cumplir con una obligación dada por Dios, siempre y cuando la acción obligatoria no sea alterada ni omitida, cualquier acción conveniente (que no sea pecaminosa) puede ser utilizada. Recuerde, una acción conveniente es una que da ventaja.

 

Lo que es conveniente para una congregación puede que no lo sea para otra. Esto no significa que lo conveniente sea antibíblico para una congregación. ¿Con qué autoridad el antiismo dice a las congregaciones por todo el mundo lo que no pueden hacer en asuntos de conveniencia y luego si no les obedecen les quitan la comunión?

 

Conclusión

 

Ninguna cantidad de antiismo es aceptable para Dios (comp. Apo. 22:18-19). Aunque hay optimismo porque el “viejo” antiismo se está moviendo hacia el centro, hay mucha frustración debido al “nuevo” antiismo. Algunos que están involucrados con él saben de las trágicas consecuencias de 1960. Todos nosotros debiéramos aprender las lecciones de la historia. ¿Por qué algunos hacen obligatorios sus puntos de vista y rompen comunión con otros que no están de acuerdo? Tratemos de guardar “la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Ef. 4:3). 

 



[1] Thomas B. Warren, Lectures on Church Cooperation and Orphan Homes (1958; Jonesboro, AR: National Christian Press, 1963) 35.

[2] Webster’s New World Dictionary, Third College Edition, 1986.

[3] Walter A. Bauer, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, 2nd rev. ed. by William F. Arndt, F. Wilbur Gingrich, and Frederick W. Danker (Chicago: University of Chicago Press, 1979) 780.