Los
Judíos y Palestina
INTRODUCCION
La teoría ideada por hombres del premilenialismo
tiene muchas facetas que ha emergido de la fértil imaginación de celosos
líderes religiosos los cuales, una vez que han expuesto la teoría, buscan
aplicar la palabra de Dios como un esfuerzo para verificar las suposiciones y
aseveraciones que hacen.
I.
AFIRMACIONES DE LOS ABOGADOS DE LA TEORIA
Para que podamos ver lo que los hombres están
abogando en relación con la restauración nacional de los judíos primero observaremos
algunas afirmaciones que han hecho los proponentes de esta teoría.
Un libro que afirma tener “más de 140, 000 copias
impresas” y que se titula Israel y las
Naciones en la Profecía, asegura:
“Estamos… convencidos de que los judíos son los descendientes físicos de
Israel, que ellos como nación regresarán a Cristo, y también que ellos ocuparán
un lugar central en la era milenial cuando Jesucristo personalmente traiga a
esta tierra paz universal, prosperidad y justicia”. El autor además dice que
“Dios declaró que Él concedería la tierra de Canaán como una posesión eterna
para esta nación específica (la nación de Israel)”. En un capítulo titulado “La
Tierra de Canaán” encontramos las siguientes aseveraciones: “Dios no ha
terminado con la nación judía, ni con la tierra que Él les dio para que la
poseyeran”. “… Es después del regreso de un remanente que la nación de Israel
se convertirá a Jesucristo y comenzará a vivir para la gloria de Dios”. Se le
asegura al lector lo siguiente: “La tierra de Canaán, su ciudad capital, y la
nación de Israel son verdaderamente preciosos ante Dios”.
El autor también dice,”Aquel día cuando la nación
de Israel regrese a la tierra de Canaán también fue predicho por Moisés”. En
apoyo de esta afirmación se cita Deuteronomio 30:1-3, 6. Luego encontramos la
remarcable aseveración: “Es más, el Israel restaurado heredará la tierra que
Dios dio a Abraham y a su simiente para posesión eterna”.
Según otro abogado del punto de vista premilenial
la primera consecuencia del llamado “período de la tribulación” es la
restauración de Israel. Se señala que este período interviene entre la “venida
del Señor por Sus santos y Su venida con Sus santos”. Se dan siete
consecuencias inmediatas del “período de la tribulación”, la primera de las
cuales es: Israel es recogido de todos los confines de la tierra donde había
sido esparcido. Serán juzgados por el Señor en el desierto según la profecía de
Ezequiel, y restaurados en bendición a su
propia tierra, allí serán una bendición para todas las naciones de la tierra”.
En un debate publicado en 1974 el hombre que
afirmaba un reino terrenal de Cristo en Jerusalén dijo “Israel es muy
importante en el propósito de Dios y la realidad es que la restauración de
Israel a su tierra es uno de los más importantes pre-requisitos
para el establecimiento del reino de Dios”. “pasaje tras pasaje d los profetas
del Antiguo Testamento prueba la restauración de Israel a su tierra”.
Los premilenialistas ciertamente contienden por
una restauración de los judíos a Palestina. ¿Esta es una doctrina bíblica? Un
examen de algunos “textos de prueba” de la teoría mostrará que esta no es una
doctrina bíblica, como veremos a continuación.
II.
PERSPECTIVA HISTORICA
Realmente la tierra de Palestina ha figurado
prominentemente en la historia religiosa y secular. Es importante conocer
algunos hechos relacionados con el desarrollo del Israel moderno porque el
establecimiento de Israel como un Estado independiente el 14 de mayo de 1948
fue supuestamente un cumplimiento de la profecía. Un artículo en The Sunday School Times (19 de marzo de 1949), se tituló
“Reintegración de Israel —Un Milagro Moderno”.
Palestina había sido una parte del imperio
otomano desde el siglo dieciséis hasta la I Guerra Mundial cuando los
británicos vencieron a las fuerzas turcas y capturaron Jerusalén. El 2 de
noviembre de 1917 los británicos editaron la Declaración de Balfour
la cual decía: “El gobierno de Su majestad ve con agrado el establecimiento en
Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”.
Por supuesto, tanto árabes como judíos habían
reclamado la tierra de Canaán. “Los judíos la miraban como su hogar debido a la tradición bíblica y habían
sido alentados en su espera por la declaración de Balfour”.
Varias cosas de importancia vinieron a acontecer:
Después de la I Guerra Mundial muchos judíos se establecieron en Palestina. La
persecución nazi trajo miles más. Aunque los judíos compraron la tierra a los
árabes de allí fueron los árabes ricos quienes se resintieron contra los judíos
y exigieron al gobierno británico que detuviera el influjo de judíos a
Palestina.
En 1947 el problema de Israel vino a las manos de
las Naciones Unidas y las N.U. decretaron que
deberían existir dos estados en Palestina: un Estado judío y un Estado árabe.
En 1948 los judíos proclamaron el área que se les asignó como: la República de
Israel. Así vino el moderno Israel a la existencia, no por un acto de Dios
¡sino por la acción de las Naciones Unidas! El Estado moderno de Israel no se
menciona en ninguna parte de la Biblia — ni China o Japón ni tampoco ninguna de
las muchas naciones africanas.
III.
“TEXTOS DE PRUEBA” PERVERTIDOS
(1) La
promesa a Abraham de un “pacto perpetuo” (Gén.
12:1-3; 13:14-17; 15:1-7, 18; 17:1-18).
Con seguridad Dios prometió a Abraham y a sus descendientes
la tierra de Canaán y el cumplimiento de esta promesa es necesario debido a que
Dios es verdadero en Su palabra.
¿La promesa de Dios a Abraham ya se ha cumplido o
aún está por cumplirse en una restauración nacional de los judíos?
Afortunadamente contamos con dos testimonios bíblicos para responder esta
pregunta, Josué y Nehemías, y por eso refutamos la afirmación premilenialistas.
Escuche a Josué: “De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jurado dar
a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella. Y Jehová les dio reposo
alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y ninguno de todos
sus enemigos pudo hacerles frente, porque Jehová entregó en sus manos a todos
sus enemigos. No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había
hecho a la casa de Israel; todo se cumplió” (Jos.
21:43-45).
Hay quienes afirman que los israelitas del tiempo
de Josué no poseyeron toda la tierra que Dios había prometido a Abraham (Gén. 15 y 17). Evidentemente Josué no lo sabía porque él
afirmó que Dios les había dado “toda la tierra que había jurado dar a sus
padres”.
Además, Nehemías no sabía que la promesa de Dios
no se había cumplido pues dijo “Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abraham, y lo sacaste de
Ur de los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham; y
hallaste fiel su corazón delante de ti, e hiciste pacto con él para darle la
tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo,
del jebuseo y del gergeseo, para darla a su
descendencia; y cumpliste tu palabra,
porque eres justo” (Neh. 9:7,
8).
La promesa de Dios de hacer una gran nación de la
simiente de Abraham se ha cumplido. La promesa de Dios de bendecir a la
humanidad a través de la simiente de Abraham ha sido cumplida (Gál. 3:16). La promesa de Dios de dar a Abraham la tierra
de Canaán ha sido cumplida. Si la promesa hecha a Abraham con respecto a la
tierra de Canaán es aún futura, cuando la posteridad de Abraham salió de Egipto
y entró a Canaán, ese evento no cumplió nada. Y si la promesa con respecto al
regreso de Israel a su tierra aún es futura, cuando ellos salieron de Babilonia
y regresaron a su tierra, ese evento no cumplió nada.
(2) ¿La
promesa de la tierra era condicional o incondicional? Sin duda Dios
prometió a Abraham y a su descendencia la tierra de Canaán. Sin embargo, hay
quienes imaginan que Dios les dio la tierra incondicionalmente. Note la
siguiente aseveración: “También encontramos que esta tierra fue dada por Dios a
la simiente de Abraham sin ninguna
condición adjuntada. La naturaleza incondicional d este don claramente se
declara en Gén. 17, versículos 7 y 8”.
Ahora, si esta afirmación es exacta, que Dios le
dio la tierra a Abraham y a su
descendencia (Gén.
17:7, 8) “sin ninguna condición adjuntada” entonces evidentemente Moisés no lo
sabía cuando él, por inspiración, escribió los capítulos 28 y 29 de
Deuteronomio.
Moisés inicialmente aseguró al pueblo que si
ellos obedecían a Dios Él les bendeciría. Sin embargo, Moisés claramente habló
a Israel de la consecuencia de desobedecer a Dios, “Jehová
traerá sobre ti mortandad, hasta que te
consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella” (Deut. 28:21). En otra
ocasión Moisés les advirtió: “Así como
Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en
arruinaros y en destruiros; y seréis
arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella”
(28:63). ¿Suena esto como si Dios no hubiese añadido “condiciones”?
Es más, Josué advirtió a Israel de ser fiel a
Dios para poder poseer la tierra de Canaán. Él advirtió a Israel del peligro de
llegar a ser como las naciones que le rodeaban. “sabed que Jehová vuestro Dios no arrojará más a estas naciones delante
de vosotros, sino que os serán por lazo, por tropiezo, por azote para vuestros
costados y por espinas para vuestros ojos, hasta
que perezcáis de esta buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado”
(Jos. 23:13). Así que Josué evidentemente no sabía
que Dios había dado a Israel la tierra “sin condiciones adjuntas”.
(3) Una
posesión “perpetua”. Los premilenialistas enfatizan que Canaán fue dada a
Israel como posesión “perpetua”. Uno se sorprendería si quienes abogan por la
teoría de Palestina como posesión “perpetua” también contendieran por la
práctica de la circuncisión pues de ésta también se dice que era un “pacto
perpetuo” (Gen. 17:14; Gál. 5:6). La misma palabra
traducida “perpetuo” se traduce también “para siempre” y significa “un período
de tiempo indefinido, largo”. El sábado fue ordenado “para siempre”, es decir,
“por todas sus generaciones” (Ex. 31:16, 17).
A menos que haya una limitación del término
“perpetuo” en relación con la tierra de Canaán, entonces Pedro necesitaba
cualificar su declaración inspirada con respecto a la destrucción, mediante
fuego, de los cielos y la tierra (2 Ped. 3:9-13).
(4) La
Restauración Prometida. Verdaderamente Jeremías prometió que habría una
restauración de los judíos. “Y seré
hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os
reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice
Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar” (29:14).
Quienes aplican esta predicción a una
restauración futura de los judíos a Palestina necesitan considerar dos cosas:
la cronología y el contexto. Jeremías vivió en el tiempo en que los eventos que
culminarían en la cautividad se estaban desarrollando. El contexto claramente
muestra que la cautividad babilónica está bajo consideración (vv. 20-23). La restauración prometida era de esta
cautividad ¡y ya se cumplió! El Señor dijo: “Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta
años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar” (Jer. 29:10).
Una comprensión de esta cronología del Antiguo
Testamento responderá de la misma manera las aseveraciones “proféticas” basadas
en Deut. 30:1-10; 1 Re. 8:46-52; Ez. 36:17-19; Ez. 36:26-28; Os. 11:10, 11. Estos pasajes han sido
cumplidos ¡y no tienen nada que ver con una presente o futura restauración de
los judíos a Palestina!
¡Pero Isaías habló acerca de una “segunda
restauración” y “el regreso de Babilonia es el primero y el segundo es el
regreso de los judíos a Palestina antes del Milenio!” (Isa. 11:11). El contexto
de Isaías once muestra que el recogimiento del pueblo de Dios la “segunda vez”
se refiere a la restauración de Israel de los judíos desde Babilonia, Asiria, y
de las otras naciones donde habían sido esparcidos. La primera restauración es
mencionada en el versículo 16, “de la
manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto”. La
primera restauración: “de la tierra de Egipto”. La segunda restauración: desde
Babilonia, Asiria y las otras naciones donde los judíos habían sido esparcidos
(Isa. 11:11-15). Estos eventos se dieron hace siglos ¡y es una perversión de la
palabra de Dios tratar de hacer que estas profecías apoyen la teoría ideada por
hombres de la restauración futura de los judíos a Palestina!
Las profecías de Zacarías con relación al regreso
y repoblación de Jerusalén, con ancianos y mujeres morando en la ciudad con
niños jugando en las calles (Zac. 8:4, 5), han sido cumplidas en los días de
Esdras, Nehemías y en el tiempo posterior a ellos (Esd. 7:1-10; Neh. 11:1 ,2).
(5) La
restauración y conversión de los judíos, como la ve la teoría premilenialista.
Si el establecimiento de la nación del Israel moderno el 14 de mayo de 1948 es
un cumplimiento de la profecía, si el influjo de judíos a Palestina es tal como
los profetas lo predijeron, hay un problema interesante: ¿qué hace uno con la
evidente incredulidad en Israel y el rechazo de Cristo? Observe la siguiente
admisión: “Hoy como 2.7 millones de judíos están viviendo en Palestina, y ellos
están reviviendo con gran esfuerzo muchas de sus características y costumbres
históricas distintivas. Sin embargo, la fe religiosa de la gran mayoría ni es
verdadero judaísmo ni verdadero cristianismo… la mayor parte de ellos sostiene
un judaísmo liberalizado y modificado, y algunos son ateos. Muy pocos aceptan a
Cristo como el verdadero Mesías o esperan que Dios cumpla literalmente las
Escrituras del Antiguo Testamento alguna vez en el futuro”.
Esta admisión es suficiente para mostrar que el
regreso en el siglo 20 de algunos judíos a Palestina no es el cumplimiento de
la profecía porque los profetas hablaron del regreso de un remanente creyente.
De hecho, el espíritu de arrepentimiento era un factor vital en la restauración
de los judíos de la cautividad en Babilonia (Dan. 9:1, 2; 2:5, 6; Esd. 3:5, 10,
11; Neh. 1:4-10).
PROBLEMAS
BASICOS
Hay algunos problemas básicos involucrados en la
suposición premilenial de una restauración nacional de los judíos a Palestina.
Uno de estos problemas concierne a la doctrina bíblica de la salvación. La
salvación, o liberación, que los judíos disfrutaron al salir de Egipto fue una
liberación nacional o política (Ex. 14:30). Sin embargo, ¡la salvación por
medio de Cristo es personal, no política, y la salvación involucra individuos, no naciones (Mar. 16:16)!
La declaración de Pablo “y así todo Israel será
salvo” no es una liberación nacional donde Dios inflinge castigo sobre las
naciones que han abusado de Israel. La salvación es de la mundanalidad y el
pecado (vv. 26, 27).
El poder de Dios para salvar a los hombres del
pecado está en el evangelio (Ro. 1:16). Israel se salvará del pecado de la
misma forma en que los gentiles fueron salvos, mediante el poder de Dios en el
evangelio. Este es el tema de Romanos, a saber, que el
evangelio es el poder de Dios para salvación tanto para judíos como para
gentiles.
¡La salvación es del pecado pero la salvación es
para ir al cielo! Cuando Jesús venga la salvación eterna reservada en los
cielos para el pueblo de Dios será entonces revelada (1 Ped.
1:3-9). No es de sorprenderse que Pablo animara a los hermanos a “buscar las
cosas d arriba, donde está Cristo a la diestra de Dios” (Col. 3:1-3). En
contraste con la teoría premilenial que tiene a los judíos esperando una
restauración a Palestina, un apóstol inspirado exhorta: “buscad las cosas de
arriba”.
Otro problema básico involucrado en la llamada
restauración de los judíos a Palestina es que Dios aún tenga un propósito
especial para el pueblo judío como nación.
En los días del Antiguo Testamento, sin duda Dios
tenía un propósito para la nación judía; el Mesías vendría de la simiente de
Abraham, y la palabra de Dios fue encomendada a estas personas (Rom. 3:1-3). Ellos eran el pueblo que preservó el concepto
del monoteísmo. La nación de Israel era el instrumento de Dios para traer al
Salvador al mundo. Sin embargo, ya que el Redentor ha venido y ha hecho
expiación por todos los hombres (Heb. 2:9), no hay función especial para el
pueblo judío (Ro. 2:28, 29), como nación en el plan de Dios para la redención
del hombre.
La “pared de en medio” entre judíos y gentiles ha
sido derribada por la muerte de Cristo (Ef. 2:11-17). Ahora, todos los hombres,
sin importar la nacionalidad, pueden venir a Cristo para la salvación del
pecado y, si son fieles a Él, obtendrán una liberación final para la vida
eterna en el cielo.
Verdaderamente Dios tiene un pueblo especial
ahora (1 Jn. 3:1-4); Él tiene una “nación santa” (1 Ped. 2:9), pero esta nación santa no es determinada por la
política sino por la gracia de Dios y la obediencia del hombre a la verdad por
la cal uno nace de nuevo y nace en la familia de Dios, la iglesia (1 Ped. 1:22, 23; 1 Tim. 3:15).