Camaradería admirable
Los delfines viven en grupos familiares cuyos miembros colaboran unos con otros
y se ayudan mutuamente.
Tienen una notable facilidad para comunicarse entre sí y establecen profundos lazos
entre los miembros de una familia.
En el parto, todas las hembras prestan apoyo. Se sabe, por ejemplo, que cuando
una hembra va a dar a luz, llama a las demás hembras del grupo que se congregan
a su alrededor para vigilar y alertar ante la posible llegada de depredadores como
tiburones y orcas. Si el recién nacido tiene algún defecto, entre todas le ayudan a
mantenerse a flote hasta que consigue respirar. Esta ayuda se da igualmente con
animales enfermos o heridos que son transportados por dos adultos sanos.
 
 
 
Su comunicación
Cada individuo tiene un silbido diferenciado para comunicarse,
y los hijos tienden a desarrollar un silbido similar al de sus progenitores.
 De la misma manera, parece que un delfín puede llamar a otro
simplemente imitando su sonido y asociar la llamada con el individuo
que la está emitiendo. Estos mismos sonidos son los que utilizan para
distinguir entre dos cosas del mismo tamaño pero distinta materia.
 Realmente inteligentes

La comunicación entre los delfines se basa en su extraordinaria capacidad auditiva,
unas cuatro veces superior a la del hombre.
El peso de su cerebro, mayor que el del hombre, así como el tamaño de su córtex,
como mínimo un 50 por ciento más grande que el nuestro, demuestra que estos
animales poseen un desarrollo psíquico. Algunos biólogos sostienen que es factible
enseñar al delfín un determinado lenguaje comprensible por los hombres.
Se ha llegado incluso a conseguir que algunos delfines emitan determinadas palabras
o respondan a ciertos estímulos considerados como lenguaje.
Basado en todo ello, recientes experiencias han confirmado a los delfines como un
excepcional instrumento capaz de aliviar disfuciones del lenguaje, la comunicación y
el aprendizaje, especialmente con niños.
 
 


 
 
 
 


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