Hipocresía, politiquería y corrupción

Ramón Antonio Veras, El Nacional       República. Dominicana  10/01/05  

 

 

 

De la misma forma que cada persona física tiene actitudes, comportamientos, particularidades, cualidades y peculiaridades que explican su carácter, también los politiqueros reúnen elementos que sirven para comprobar su inclinación a la hipocresía, a la falsía; su descaro, su doblez, su simulación y disposición para ser un impostor, un farsante de la política.

La gran mayoría del pueblo dominicano tiene que haberse dado cuenta que la generalidad de los politiqueros que inciden en la vida política nacional no son más que grupos de hipócritas que viven de la simulación, el disimulo, con el disfraz puesto fingiendo lo que en verdad no son. Al ser ladrones se venden como honrados, al ser sucios se presentan como limpios y al ser auténticos hipócritas se ubican dentro de los sinceros para confundir al pueblo que se ilusiona en el curso de cada campaña electoral.

Para identificar el sentido de la hipocresía en los politiqueros que estafan al electorado dominicano basta con tomar como referencia el reciente escándalo que se ha denunciado y comprobado relacionado con la falsificación de actas de nacimiento y de pasaportes, así como la falsía en la persona de los regidores.  

Todo el conjunto de estas acciones fraudulentas no  son más que la expresión directa de la politiquería llevada a cabo por todos aquellos que, carentes de dignidad, decoro, talento y sentido de hombres y mujeres de bien han hecho de la política un puro negocio, indecente por cierto.

Falsificar actas de nacimiento, adquirir mediante compra pasaportes diplomáticos y simular ser regidor, forma parte de todo el arsenal de trampas, estafas y demás maniobras fraudulentas utilizadas por los partidos tradicionales y la generalidad de sus cúpulas dirigenciales. 

Cuando los delincuentes de la política están buscando, mediante el fraude, los votos de los electores y electoras no tienen limitaciones en sus ofrecimientos con el fin de obtener los fines perseguidos que no son otros que alcanzar que los ciudadanos y ciudadanas depositen sus votos en las urnas o cajones y para que, en última instancia, resulten legitimadas las instituciones del Estado y seleccionados aquellos que han de ir a ocupar los cargos electivos.

No es más que pura hipocresía la que manifiestan los aliados e ideólogos del sistema cuando expresan su supuesto asombro por todo lo que se movió alrededor de las acciones fraudulentas que culminaron con la obtención de actas de nacimiento falsas, pasaportes diplomáticos fruto de operaciones dolosas y supuestos regidores.  Los que se aprovecharon de la documentación fraudulenta son los mismos que sirven como activistas a los cuadros dirigenciales que procuran, por medio del clientelismo, llegar a ocupar cargos de presidente de la república, senadores, diputados, síndico y regidores.

No se puede ver en forma aislada la alianza impúdica que existe en el mosaico político nacional. A las actas de nacimiento falsificadas, a los pasaportes falsos y a los regidores simulados  hay que sumarles el Plan Revone, a los banqueros ladrones, el Caso Quirino y todas las cosas sucias cubiertas con el manto de la impunidad en el seno de la sociedad dominicana y que son la expresión directa de una sociedad deteriorada, agrietada, dominada por la podredumbre social y politiquera. 

El caso de los regidores ha salido a relucir porque en el mismo se han dado dos situaciones: la primera, que hay potencias coloniales interesadas en que se enfrente el caso legalmente en lo tocante al tráfico de personas, y la segunda, que los politiqueros que están involucrados en las falsificaciones son "tigres" de poca monta.