Edit. #40, Banqueros realengos

Ramón Antonio Veras,  El Nacional               República Dominicana           11/03/05

 

La forma como está organizada y funciona la sociedad dominicana es la ideal para los que se sienten bien moviéndose en un ambiente de ilegalidad, desorden, irresponsabilidad, corrupción y acciones delincuenciales de toda índole.  A un hombre o mujer que se respete, le resulta sumamente difícil vivir, mentalmente bien, en el ambiente social que respiramos los dominicanos en estos momentos.

No hay un lugar del país donde no esté presente la descomposición. En el comercio, en el sector industrial, en la banca, en el ejercicio de las actividades profesionales, en el Senado, en la Cámara de Diputados, los partidos y organizaciones políticas, en la prensa y el servicio policial, en la familia, en la escuela, en las universidades, en fin, es la sociedad entera que está arropada por una lepra, el fenómeno de la corrupción.

Lamentablemente, no todos los dominicanos estamos formados para vivir bajo las normas -si así se pueden llamar- que imperan hoy y que no imponen la decencia, el trabajo, el decoro, la honradez y la seriedad como virtudes que adornan al ser humano para su convivencia en una sociedad civilizada, como se supone que es en la que vivimos. Lo que a diario vemos es que para muchos resulta lo mismo tener un comportamiento serio, respetable y digno, que actuar como un sinvergüenza, pícaro, desvergonzado, caradura.

El que emite un cheque sin provisión de fondos para pagar una deuda, lo hace con la misma naturalidad que si la honrara en efectivo. El descarado, insolente y atrevido no tiene el menor escrúpulo para poner en práctica acciones descalificadas. El político que cambia de partido como de ropa interior, es el que se levanta con la creencia de que es lo mismo mantener coherencia ideológica en base a principios de firmeza que moverse de organización como una prostituta de baja monta.

Si se quiere un ejemplo de lo que representa la podredumbre en nuestro medio, basta tomar como punto de comparación lo que era un banquero ayer y la forma como se comportan muchos que se han metido a dirigir bancos comerciales como si semejante función no entrañara ser modelo de decencia, honradez, así como otras virtudes que generan confianza en el ser humano.

Las personas que ayer estaban al frente de los bancos merecían la confianza de los ahorrantes, los depositantes y de los demás directores de la institución financiera. Pero hoy la situación es totalmente diferente porque se han enganchado a banqueros hombres que no tienen ninguna formación familiar de decencia, al parecer se levantaron en un medio de pícaros, rastreros y truhanes. Por eso, no debe sorprender que hoy aparezca un ejecutivo de banco falsificando la firma de un deudor estampada en un pagaré en el cual el crédito real era de diez mil pesos, pero el metido a banquero, alterando el documento, ha hecho figurar como que la deuda es por diez millones de pesos, y si el acreedor era uno solo, el                    " banquero" le agrega, además del real y solitario, otros colaterales poniéndolos como deudores solidarios.     

Algunos improvisados banqueros tienen una formación de baja estofa, pedigree dudoso, son así como realengos sin control.   Hay que reconocer que la sociedad dominicana de hoy, al no exigirle honradez, dignidad ni decoro a los que la integran, es sumamente positiva, ideal para vivir en ella. El sinvergüenza está en sus aguas porque nada le repugna, todo lo ve bien, está en buena con los de arriba y con los de abajo, le da lo mismo pagar que ser un pícaro, ser corrompido, mentiroso, charlatán, narcotraficante, que llevar una vida digna, decorosa y apegada a la decencia.