Edit. #41, Negocios políticos indecentes

Por Ramón Antonio Veras, El Nacional        Rep.  Dominicana        11/19/05

 

 

A los electores y electoras que deciden ejercer el derecho a votar en las próximas elecciones municipales y congresionales se les presenta la oportunidad de descartar como opción a los candidatos de los partidos tradicionales que desde ya han decidido suplantar la voluntad política de las bases de sus respectivas entidades.

Cada una de las cúpulas de los partidos del sistema se han constituido en intérpretes antojadizos y caprichosos de los que en el seno de esas organizaciones políticas representan las mayorías.  Las masas populares no son tomadas en cuenta para elegir a sus representantes y tampoco se les permite desempeñar el papel de que puedan resultar seleccionados.

Basta con escuchar los pronunciamientos que hacen los principales dirigentes de los tres partidos cuando  se refieren a los posibles candidatos a senadores, diputados, síndicos y regidores. En lo que atañe a los que posiblemente resulten electos no se incluyen a los verdaderos hijos del pueblo, a los que real y efectivamente son los más.  Los cuadros dirigenciales se burlan de las bases y para satisfacer sus aspiraciones y pretensiones sacrifican a los de abajo, a los que están en los partidos del sistema solamente para hacer bulto, pero no para ocupar cargos en los cuales pueden realizar un trabajo en beneficio de su clase o de la comunidad.

La generalidad de los partidos que utilizan a los electores y electoras para que con sus votos legalicen los organismos del Estado, por medios fraudulentos o apoyándose en disposiciones estatutarias hechas a la medida de sus conveniencias, dejan a los de abajo, a las bases, sin representación en los cargos electivos.

Las convenciones que celebran los partidos del sistema se llevan a cabo con la única finalidad de cumplir con formalismos requeridos por la Junta Central Electoral.  Cuando se llega a efectuar una asamblea para elegir a los candidatos, ya hace tiempo que la cúpula hizo los amarres de lugar para que resulten electos sus aliados o cómplices de maniobras o estafa política.

Los que aquí han visto los ciudadanos y ciudadanas en los últimos días no es más que la utilización de los mismos métodos que las cúpulas han aplicado cada vez que se presentan los procesos electorales.  En nombre de una falsa disciplina y trampa política, los que están en la cima de la dirección celebran acuerdos de aposentos dejando a las bases sin decisión política.

Resulta penoso ver a hombres y mujeres del pueblo que tienen veinte y treinta años militando en los partidos tradicionales y nunca han resultado electos para ningún cargo electivo porque los mismos están reservados para determinados grupos.  Basta con tomar en cuenta que hasta ahora no ha llegado a ocupar un cargo de senador ningún representante de la clase obrera o de los campesinos sin tierra del país, como si estas clases sociales no tuvieran militancia en los partidos con representación congresional.

Es de esperar que más temprano que tarde los hombres y mujeres del pueblo que están en la base de los partidos tradicionales se den cuenta que también ellos tienen derecho a ser dueños de su propio destino y que, hasta ahora, han sido víctimas de las maquinaciones de las cúpulas dirigenciales que juegan a la politiquería en nombre de los que en sus respectivas organizaciones constituyen las grandes mayorías.  Las alianzas al margen de las bases carecen de expresión política popular.  Son acuerdos sin las bases. Son negocios políticos indecentes