Edit. #52, La basura nos arropa

Ramón Antonio Veras, El Nacional                     República Dominicana        02/17/06

 

 

 

Todos somos testigo de los momentos difíciles de la realidad que vive el país. La descomposición social imperante; el deterioro e infuncionalidad de las instituciones; la indiferencia de grupos sociales con incidencia en el quehacer político económico y empresarial que deberían manifestar preocupación ante hechos que, por su trascendencia, sirven de motivación para impulsar a cualquier hombre o mujer con cierta conciencia cívica; el hecho de instituciones de valía no manifestarse contra el actual orden de cosas que, sin mucho esfuerzo, se comprende que constituyen una afrenta para cualquier comunidad humana civilizada. Semejante actitud me llama a preocupación.

Me voy a permitir poner como ejemplo, de la indiferencia de grupos cívicos y de poder social, el caso de la ciudad de Santiago de los Caballeros, la cual fue, en un pasado reciente, el lugar del país desde donde surgieron las principales denuncias de correctivos ante hechos que, en una u otra forma, lesionaban vivamente las buenas costumbres, la institucionalidad, la decencia y el buen vivir.

Hoy, por ejemplo, Santiago de los Caballeros es una ciudad totalmente insegura y con suciedad por todas partes, y no se escucha un organismo cívico, una organización empresarial, un gremio profesional que levante su voz con sentido colectivo, expresando su sentir, su disgusto, su protesta ante el descalabro social, institucional y la ausencia de laboriosidad municipal sin politiquería ni corrupción.

La realidad se presenta como que Santiago no tiene dolientes, que todo el mundo está, en lo mismo, sintiéndose bien moviéndose en un lodazal, haciendo alianza impúdica con el ladronismo, que cualquiera puede hacer lo que le dé la gana consciente de que Santiago es hoy una letrina, una ciudad a merced de lo que quieran vagabundos, sinvergüenzas y corruptos.

En Santiago las fuerzas llamadas a impulsar los movimientos de contenido cívico y social a lo mejor no se han dado cuenta que la indiferencia ante los asuntos de interés colectivo terminan haciendo imposible la convivencia civilizada, le da vigencia a grupos desaprensivos y permite que los sectores más atrasados y con mentalidad política delincuencial controlen los órganos e instituciones del Estado.  En sentido general, algo semejante al comportamiento en Santiago está ocurriendo en estos momentos en todo el país, que por el hecho de los sectores más limpios y sensatos marginarse del quehacer político y dejarle el espacio libre a los vagabundos, a los "tigres", a la basura política, hoy lo que no sirve, en su gran mayoría, desempeña el papel preeminente en la vida pública de la nación.   

Si los ciudadanos y ciudadanas decentes no se movilizan, si no  denuncian en forma colectiva el robo al Estado, la inseguridad personal y de bienes, y todas las cosas sucias que a diario ocurren desde los órganos de poder, continuaremos dominados por la basura social, por los que no sirven y se venden como ejemplo de personas de bien.  Pronto vamos a tener a un politiquero como Presidente de la República, con fichas policiales que van desde cómplice de narcotraficante hasta traficante de seres humanos.   La basura política nos arropa ante la indiferencia de fuerzas políticas cívicas militantes.