Edit. #55, Para desplazar la delincuencia

Ramon Antonio Veras, El Nacional              República Dominicana       03/16/06

 

En la sociedad dominicana convergen diferentes sectores, clases y capas sociales las cuales tienen criterios distintos de cómo intervenir en el accionar político nacional. Para algunos, la política es un medio para escalar socialmente, para otros, es una vía para que se produzcan los cambios que requiere el país para que las grandes mayorías salgan del atraso. 

Quienes persiguen satisfacer apetencias personales por medio de la política no tienen limitaciones en cuanto a los métodos para lograr sus objetivos, que van desde la difamación, pasando por el robo, hasta llegar a las acciones criminales más espeluznantes. Por tal razón, creen en el principio jesuístico de que el fin justifica los medios.

A la generalidad de los políticos del sistema y ocupan altas posiciones poco les importa la buena o mala opinión que de ellos se tenga. En un partido de negocios no se busca a los hombres y mujeres de valía, sino a los que puedan servir para la materialización de lo que se propone su organización.

El pueblo dominicano se encuentra en una situación difícil en lo que se refiere a la lucha política y a la incidencia de los partidos en las decisiones más importantes a nivel de las instituciones que conforman el Estado. 

Los hombres y mujeres decentes y honrados están conscientes de que están dirigidos por sectores que carecen de vergüenza, dignidad, decoro y honor, pero también saben que esos mismos grupos de degenerados tienen en sus manos el poder de decisión en las organizaciones que hacen posible alcanzar el poder. No basta la indignación que producen los actos delincuenciales de la generalidad de los que forman parte de las cúpulas dirigenciales de los partidos del sistema; también hace falta que la mayoría se dé cuenta de que no puede seguir gobernada como hasta ahora y que un cambio se impone; no basta comprender la esencia y realidad de los fenómenos negativos, sino buscar y aplicar en cada coyuntura los métodos adecuados para combatirlos.

Así, por ejemplo, durante más de cuarenta años, en Venezuela, los partidos Acción Demócratica y Copey, controlaron el Estado, lo manejaron como algo suyo, hasta el punto de que las distintas administraciones se robaron más de 240 mil millones de dólares. 

El fenómeno de la corrupción llegó a dominar todas las instituciones del Estado venezolano. El pueblo hastiado se quitó de encima la basura política.

Algo parecido a lo ocurrido en Venezuela, a nivel de corrupción y degeneración política, está ocurriendo en nuestro país y por vía de consecuencia el cambio tiene que venir, pero no llegará porque así lo quiera un grupo social ni la divinidad, sino porque el mismo pueblo, con su accionar político, va a crear el o los instrumentos que servirán de palanca para barrer las lacras sociales que han estado administrando los organismos estatales para beneficio de minorías rapaces, insaciables y despreciables.

Los procesos sociales no tienen fecha para su consumación.  Desplazar la delincuencia del poder político no es tarea fácil, pero no resulta imposible porque las fuerzas motrices que han de cambiar el actual estado de cosas están ahí y en disposición de luchar.   

Son más los están fuera de los partidos que los que forman parte de ellos. En las bases de las organizaciones políticas están los hombres y mujeres que no se han involucrado en actos de corrupción y van a ser actores principales para quitarse de encima a los sinvergüenzas y ladrones que han desnaturalizado la lucha política y prostituida a sus partidos. Están ligados, aquí la corrupción, la política y los partidos, pero no siempre será así.