Edit. #67, Origen de la delincuencia

 

 Sara Pérez, El Nacional                         NYC               07/24/06

 

READING, PA.-El Gobierno ha comenzado a celebrar reuniones para analizar el muy agudo problema de la creciente delincuencia, que casi todos los días deja un macabro saldo de muertos y lesionados y mantiene a la población en una permanente zozobra.

La inicitiva, de la que se supone saldrá alguna estrategia para enfrentar la crisis, es loable si no se suma, como es usual y de temer, a las tantas reuniones inútiles, para hablar plepla y comer entremeses, en las que se han especializado los gobiernos de Leonel Fernández, que suelen tener como particularidad folclórica, la vacua recua de talleres, seminarios, simposios y diálogos, cuyas recomendaciones, a juzgar por los hechos, al final se tiran a la basura, excepción hecha de las sugerencias de Agripino Núnez, que como vocero supra-oficial de la élite empresarial y económica del país, tiene que ser escuchado y atendido.

La principal variable que determinará qué tan fructífero podrá ser el encuentro para contrarrestar la delincuencia, es la capacidad de autocrítica de convocantes y convocados, como representantes de distintos sectores que son los que han controlado y diseñado el destino dominicano y que son los que tienen el embudo, con lo ancho para ellos, que son dos o tres, y lo estrecho para los restantes millones que hay en el país.

Entre esos convocantes y convocados que parecen tan alarmados por las osadías de la delincuencia común, hay muchos que han hecho aportes fundamentales en la siembra de los vientos cuyas tempestades hoy cosechamos.

Iglesia, empresarios, políticos y militares han dictado las conductas que garantizan el éxito y el prestigio. Han elegido los mecanismos idóneos para el enriquecimiento particular. Han apuntalado la impunidad. Han mutilado la memoria colectiva para que el delincuente de ayer, sea el honorable de hoy. Han hecho las leyes a la medida de sus intereses. Se han servido con la cuchara grande el paternalismo estatal exclusivamente dedicado al beneficio de los capitales privados. Han saboteado la institucionalidad y la transparencia. Han establecido y consolidado la exclusión, la discriminación y la marginalidad. Han contribuído a auspiciar los patrones de consumo irracionales. Han impuesto como norma aceptada la ostentación grosera de riquezas fraudulentas. Han creado e impuesto unas políticas económicas a su gusto y medida.

Ellos son los arquitectos e ingenieros de este desorden.

La pregunta no es ¿cuántos guardias son necesarios para neutralizar la delincuencia común? Por lo menos hay que esperar que alguna de las muchas conferencias magistrales a las que han asistido el Presidente y su corte, les haya servido para enterarse de lo que sabe cualquiera sin necesidad de ir a ninguna parte: Los guardias no resuelven problemas sociales.

Sólo mentalidades como las de Vincho -invulnerables a libros como los de Bosch- pueden creer, o aparentar creer, en soluciones militares para contrariedades humanas. La crisis no es de botas y fusiles, sino de neuronas, justicia, democracia e institucionalidad.

Las preguntas son: ¿En qué medida la corrupción institucionalizada en los estamentos gubernamentales se reproduce como conducta legítima en el resto de la sociedad?

¿Cuál es el impacto que tiene en cierto número de elementos sociales la convicción generalizada y nada caprichosa, de que gran parte de las autoridades que dirigen el país no está sujeta a ley alguna?

¿Cuál es la estrategia para enfrentar la pobreza y la marginalidad e incorporar al sistema productivo a la juventud dominicana sin perspectivas?

Las preguntas son: ¿Cómo se les puede pedir a los delincuentes que cumplan leyes si existe un muy visible sector económico y político exonerado de ellas? ¿Qué es lo que aprenden policías y militares en sus instituciones y academias que tantos de ellos forman parte de las bandas armadas que andan asaltando en la calle? ¿Cómo depurar a la Policía de forma que los extirpados no salgan a la calle a reforzar la delincuencia a la que de antemano pertenecen?

¿Con qué moral se puede recriminar a los asaltantes llevando en las manos un rarísimo contrato, a todas luces una estafa, como el que presuntamente acaban de echar para atrás con la Sun Land o como el más raro aún, de ENADE, empresa que administra los bienes del Estado supuestamente desde Octubre del año pasado y de forma muy callada? ¿Por qué es ahora que el país se entera de quién administra esos bienes?

Cuando los convocantes y convocados a los conversatorios del Gobierno quieran saber de dónde han salido tanta delincuencia flagrante y tanta violencia brutal, sólo tienen que empezar por verse en un espejo y deben saber algo: si creen que porque sienten la peste llamando a su puerta, ya se desbordó el vaso, se equivocan. Esto apenas está comenzando. Falta mucho para tocar fondo, pero no se impacienten, porque ahí vamos a llegar.

Un Gobierno que no garantiza ni siquiera  que el correo te entregue una carta, no puede enfrentar con eficacia la compleja y crónica epidemia de la delincuencia común, que está medularmente concatenada a la delincuencia de cuello blanco.

Señoras y señores, la septicemia es general, el paciente no va a recuperarse porque intenten desenterrarle una uña. Si quieren enfrentar los robos y asaltos en la calle, tienen que ponerles frenos a los que ustedes tan perfectamente conocen.

cleo264@yahoo.com