Edit. #70, Mafia política

Ramón Antonio Veras, El Nacional      República Dominicana

 

El estado de podredumbre, la descomposición social que se observa en estos momentos en nuestro país no ha llegado de un momento a otro; ha sido todo un proceso de agrietamiento iniciado en el seno de la familia hasta llegar a comprobarse en las distintas instituciones y órganos del Estado.

No es por capricho ni por resabios sentimentales que se admite como una realidad que bajo el estado actual no podemos seguir viviendo como sociedad civilizada. Al margen de las acciones de la delincuencia común, se dan otros hechos no menos repugnantes, alarmantes y preocupantes llevados a cabo por sectores y grupos estrechamente vinculados con el accionar político.

El comportamiento de los que han hecho de la política un negocio cada día motiva más la desconfianza en el seno del pueblo. Quienes ocupan lugares prominentes en la dirección de los partidos tradicionales han realizado acciones bochornosas que desdicen de lo que es hacer política con sentido de honradez y decencia, aunque para sus actores hacer política es una forma más de enriquecimiento no lícito, pero dada la inversión de valores aquí todo se acepta como bueno y válido.

El convencimiento que tenemos del poco valor que tiene para nuestro pueblo el comportamiento político de los delincuentes de la política, quedó confirmado hace unos días con las declaraciones vertidas por el Obispo Emérito Favio Mamerto Rivas cuando dijo: "Son unos descarados, yo vengo desde hace mucho tiempo diciendo que no me les llamen políticos a ésos que son traficantes, comerciantes de la política, avivatos que se meten a la política y yo creo que es una mafia organizada..."

La experiencia práctica ha edificado a Mamerto Rivas para tener el criterio que se ha formado, con justa razón y valederos motivos, para creer que los politiqueros actúan como mafia. Si alguna persona tiene dudas con relación a la opinión de Mamerto, solamente tiene que pasar balance a lo que ha sido el comportamiento de la generalidad de los que, supuestamente, han ido a representar a los electores y electoras a la Cámara de Diputados, al Senado y a los ayuntamientos.

La desvergüenza es y ha sido de la esencia de los que en nombre de la representatividad se han burlado de los dominicanos y dominicanas que, ingenuamente, han creído en los delincuentes de la politiquería llevada a su más bajo nivel.

La realidad de los hechos ha demostrado que los dominicanos y dominicanas sanas, decentes, y que quieren un mejor porvenir para el país tienen que cambiar de rumbo y saber que ya está bueno, que se impone un cambio en el ordenamiento social del país y en la dirección política del Estado. Las transformaciones a que aspiramos no pueden ser hechas por aquellos que han saqueado el erario, han hundido el país y lo han llevado a la situación en que se encuentra hoy, dominado por politiqueros irresponsables, delincuentes de cuellos sucio y cuello blanco que solamente se preocupan por su bienestar sin importarles el estado en que nos encontramos hoy. 

Para un nuevo país debemos construir un nuevo Estado dirigido por hombres y mujeres que puedan abrir sus manos y de ellas no caer ni dinero robado ni sangre.