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El cruceiro de Fontenla (Ponteareas)



En el artículo anterior dedicado a los cruceiros de Torroso (Mos) hemos presentado un cruceiro en cuya basamenta había una inscripción donde se pedía una oración por las benditas ánimas del Purgatorio. Hablábamos en esta ocasión de la existencia de una evidente asociación entre los cruceiros gallegos y el culto a las ánimas del Purgatorio fácilmente contrastable en otros muchos casos que conocíamos. Ahora vamos a presentar algunos de esos otros ejemplos, y trataremos de alcanzar con su estudio unas conclusiones que superen la mera postura hipotética. Para ello comenzaremos por el estudio del cruceiro existente en el lugar de Fontenla, en Ponteareas.

Vista general del cruceiro de Fontenla (Ponteareas) El cruceiro del barrio de A Fontenla se localiza en el centro de una encrucijada de carreteras, en el lugar llamado A Ascensión. Es necesario comentar que este ejemplar no es inédito bibliográficamente, pues ya ha sido publicado por E. Fernández de la Cigoña en su obra Cruces y cruceiros de ánimas de Galicia. Como la inmensa mayoría de los cruceiros consta de plataforma, basamenta, columna, capitel y crucifijo. Sobre un graderío de un sólo escalón está instalada una basamenta cuadrangular baja. En las caras de esta basamenta se observa una aplicación plástica y varios campos epigráficos. En el frente vemos en un relieve muy bajo (realmente no pasa mucho de ser un simple desvastado superficial a modo de grabado), cinco bustos humanos (uno intermedio está muy deteriorado) colocados unos junto a otros, muy toscos, y sin figuración de facciones u otros accidentes, cuya interpretación siguiendo paralelos semejantes, nos remite a una representación de las ánimas del Purgatorio. En una cara lateral hay una inscripción en cursiva muy erosionada que no nos ha sido posible leer satisfactoriamente; en otra cara se dice claramente oración por las Animas; y finalmente en la otra superficie se señala el año de fundación del monumento: 1680. Grabados de la basamenta del cruceiro de Fontenla (Ponteareas) En la basamenta se hincó la columna, siendo ésta de sección octogonal. El capitel tiene forma esférica, decorado por un cordón sogueado en su centro. A continuación, sobre esta esfera vemos un sencillo crucifijo de sección cuadrada. Es obligado indicar que todos estos elementos del cruceiro denotan diversas cronologías, por lo que en función de las características técnicas y de la pátina particular, la parte más antigua es la basamenta.

Como acabamos de apreciar por la descripción, en el texto epigráfico de la basamenta, aunque leído de un modo incompleto, se ruega una oración por las benditas ánimas del Purgatorio. Esta inscripción se acompaña además de un panel figurado con la representación de esos benditos difuntos penando en el Purgatorio. En consecuencia, la asociación de culto a las ánimas y cruceiros que dejábamos presentada al estudiar los cruceiros de Torroso no es ya una excepción, y tal relación exige una explicación coherente.

Pero es que la existencia de epígrafes donde se solicita una oración por las almas del Purgatorio en las basamentas de los cruceiros es relativamente frecuente. Es más, si consideramos que el culto a esta categoría religiosa es la razón de ser de los petos de ánimas, no son pocos los casos publicados donde los cruceiros se acompañan de uno de ellos, o incluso el peto es una parte más del cruceiro. Se podría aducir en este supuesto, que en el fondo cruceiros y petos de ánimas, aún estando ligados íntimamente, en realidad responden a diferentes temas o matizaciones de la piedad religiosa. De hecho, hasta donde alcanzan nuestros conocimientos, estamos persuadidos de ello. Sin embargo, en el realidad, la cuestión no está completamente elucidada, pues se necesitan estudios más detallados.

La solicitud de oraciones por las ánimas del Purgatorio las podemos encontrar explícitamente en otros cruceiros. Vamos ahora a examinar algunos casos particulares para poder a continuación teorizar sobre este tema. Todas los campos epigráficos citados a continuación se encuentran en las caras de sus respectivas basmentas, o bien en otra parte del monumento:

Conocemos aún otros, pero estos tres casos son los más representativos por su claridad informativa. Sin embargo, su número se puede elevar ostensiblemente si ahora consideramos los retablos de ánimas en relieve esculpidos en alguna parte del cruceiro, bien en las caras de la basamenta, o en el arranque de la columna como ocurre en el cruceiro de Fontenla. Asimismo existen muchos cruceiros en cuyas inscripciones se prometen canónicamente indulgencias a quien rezare devotamente ante ellos. Recordemos que el tema de las indulgencias está plenamente relacionado con la creencia en el Purgatorio (véase nuestro estudio sobre el peto de ánimas de Famelga (Aguasantas, Cotobade). Ya iremos presentando en sucesivos artículos estos casos; por el momento retengamos esta idea: la asociación entre cruceiros y el culto a las ánimas del Purgatorio está ampliamente representada en esta categoría del Arte Popular gallego. Lo que ahora necesitamos saber es por qué se produce esta asociación, y en que magnitud se concreta; es decir; si tal asociación está siempre en el origen de la fundación de los cruceiros, o si bien, tan sólo afecta a parte de ellos. Evidentemente para poder explicar este extremo con un mínimo de seguridad nos encontramos con un problema aún no resuelto satisfactoriamente: ¿cuáles eran los motivos subjetivos (personales) y objetivos (sociales) que impelían a la élite a promover estas obras pías?.

Antes de entrar en materia será bueno citar a modo de advertencia las inscripciones de dos cruceiros:

Los mensajes de estos dos monumentos son también muy evidentes. Aquí ya no se menciona a las benditas ánimas del Purgatorio de un modo genérico, sino que la preocupación del comitente es exclusivamente por su alma, sin más concesiones.

Abundando en esta dirección, son muy interesantes los datos aportados por el insigne investigador gallego recientemente desaparecido, D. Hipólito de Sá Bravo en un su libro Creencias del costumbrismo religioso en Galicia (Pontevedra, 1991) . Dice este escritor haber visto en libros fundacionales y de cofradías de ánimas casos de cruceiros levantados como expiación de una deuda pendiente. Menciona el ejemplar del cruceiro mandando labrar en Fornelos de Montes por José Benito Correa Alemparte por perdón de Dios y para los herederos de mi hija María, muerta de mala muerte. En otro documento de Caldas de Reis de 1644 se ordena componer un cruceiro como compensación al abandono en que había estado el cumplimiento de una fundación de misas dejada en una manda testamentaria, y no llevada a cabo por sus herederos. También cita el testamento de Ares López de Figueroa donde preceptúa la erección de un cruceiro por perdón de Dios y en beneficio de los vecinos de la Villa de Caldas de Reis. De estos y de algún ejemplo más, sigue H. de Sá la conclusión que muchos cruceiros fueron levantados como penitencia. Sin embargo, sin despreciar en modo alguno esta hipótesis, personalmente creemos poder interpretar estas referencias documentales en un sentido más amplio. Mejor que hablar de penitencia sería pensar en arrepentimiento, intento de enmienda, reconocimiento de culpabilidad de faltas morales condenadas por la Iglesia, ante la indiscutible llegada del momento en que se habrán de rendir cuentas ante el Altísimo. Si tomamos el supuesto del cruceiro ahora comentado de Fornelos de Montes, vemos como el promotor piensa en sí mismo, pero también en el alma de su hija, fallecida de mala muerte, es decir, violenta o inesperadamente, sin confesión, y sin ningún auxilio espiritual. Si aquel hombre en su mentalidad, aún muriendo en gracia de Dios, nada ni nadie le podría asegurar la elusión de un posible tránsito temporal por el Purgatorio, ¿qué pensar del alma de su hija, muerta en tan desgraciada circunstancia?. Algo semejante podemos deducir de la manda testamentaria ordenada por Ares López de Figueroa. Indica H. de Sá que este individuo había mantenido entre 1590 y 1603 diversos pleitos con la Villa de Caldas de Reis a causa de la posesión de diversos bienes, por lo que ante la probable inminencia de la llegada de su muerte, continúa Sá Bravo, que tal vez no tuviese la conciencia tranquila, y se impondría esta penitencia. Es cierto que de la cláusula testamentaria parece viable alcanzar esta conclusión, sin embargo, ¿quién en su época moría con la conciencia completamente tranquila?, y tal vez la mención a los vecinos de Caldas, no tenga otro objeto que un beneficio meramente espiritual colectivo, y no como un desagravio tal como da la impresión parece poderse entender.

De todos modos, se haga o no mención de los penantes del Purgatorio, en realidad, leyendo las epigrafías fundacionales no es muy difícil entrever que la preocupación por el alma del promotor prima sobre otra cualquier consideración. En consecuencia, estamos convencidos de que cuando el comitente además de identificarse cara a las generaciones futuras y afirmar públicamente su sincera devoción, se acuerda también de las almas del Purgatorio, probablemente está planteando muy calculadamente una estrategia que le asegure una corta estancia en el Purgatorio de producirse su paso por ese lugar.

El razonamiento que nos conduce a esta hipótesis se deduce del fundamento del culto a las benditas ánimas del Purgatorio desarrollado tanto canónicamente como en el seno de la sociedad tradicional. Sobre este particular ya nos hemos extendido en el artículo dedicado al peto de ánimas de Famelga (Aguasantas, Cotobade) por lo que remitimos al lector a este trabajo anterior. Resumiendo en pocas palabras lo que allí decíamos, se debe considerar que los difuntos caídos en el Purgatorio están impedidos para acelerar su salida de ese sitio por sí mismos, pues ya tuvieron su oportunidad en este mundo. El único modo de acortar su estancia en el Purgatorio es mediante rezos y más rezos hechos por los vivos. De ello se desprende sin dificultad que si una persona levanta una obra tan piadosa como puede ser un cruceiro, no sólo a los ojos de Dios ya ha realizado un meritorio acto merecedor de alguna recompensa espiritual, sino además, se asegura que tras su muerte quien allí rezare evidentemente favorecerá la causa de aquél, pues no en vano, su gesto edilicio habrá servido para mantener viva la llama de la Fe. Pero simismo, quizás en la mentalidad de los mecenas se refugiase la idea de que esos rezos por si mismos, sobre todo cuando se recuerda bien nominalmente, bien plásticamente a las ánimas del Purgatorio, de rechazo le favorezcan también, pues ¡quién sabe!, a lo mejor para entonces él también será una bendita ánima sufriendo en el Purgatorio.

En consecuencia, existen razonables argumentos para entender que la asociación entre promoción de cruceiros y culto a las ánimas del Purgatorio estuvo en el origen de la fundación, si no de todos, sí al menos de muchos cruceiros. Sin embargo, da la impresión de que las consideraciones sobre el devenir del alma propia de los comitentes y/o de sus familiares primaba sobre cualquier otra consideración de beneficio colectivo. Si bien, de un modo aparentemente interesado se recurría, utilizando la erección del cruceiro, al fervor social presente y venidero, suponiéndole un provecho particular.

Vigo a 22 de Octubre del 2001







© Julio Fernández Pintos, 2001