El impenetrable abismo del silencio es agobiante, nunca se sabe lo que es eso, nunca se sabe lo que hay detrás de una cortina oscura, sólo se ve el abominable vaivén de los pliegues, el absurdo ir y venir de las olas. ¿Qué atrocidad se esconde en el borde del universo?; ¿en qué estupidez nos hemos convertido?. Este es el mundo de los cuerpos colgantes, del ruido obsceno a cada instante. La grotesca incertidumbre se apodera de estos repulsivos objetos que llamamos seres. La dinámica pierde validez en el contexto de esta terrible brutalidad, tal como nuestras fantasías se vuelven superfluas y ridículas en el marco de esta insoluble existencia. ¿Pero qué senderos nos llevan a tan inmundas indecisiones, a tan inviolables pensamientos?. Este indescriptible bosquejo de la vida me hace recordar que alguna vez todos deseamos la indecente libertad de ser, la monstruosa necesidad de dovorarnos unos a otros, como sucias hienas peleando el último trozo de carroña con los chacales |