Problemas por los que Atravese |
El 2 de enero de 2002 me enfrente a lo inesperado. Maya, mi perra estaba preñada y yo nunca había asistido un parto canino. Maya raramente, se acostó en su caja y sospeché; ¿qué haría si tenía los perros ahora?, ¿como la asistiría?. Durante el parto se presentaron varios problemas los cuales traté de resolver. El nacimiento de un hijo prematuro, la inexperiencia de Maya y los problemáticos tejidos y cordones umbilicales. La compañía de mis vecinas me ayudó a sobrepasar la experiencia pero no fue fácil. En primer lugar, el primogénito nació muy pequeño. Obviamente el pobre no terminó de desarrollarse dentro del vientre de su madre. Por ejemplo; los párpados de sus ojos nunca abrirían, las orejas no desarrollaron orificios visibles, su cola estaba enroscada y su piel aparentaba ser excesivamente débil. Cuando Maya trataba de separarse del perrito cortando y halado el cordón unbilical con sus propios dientes accidentalmente rajó un poco su abdómen. Este hizo que parte de las entrañas se salieran de su respectiva localización y el primogénito eventualmente murió. Si su piel hubiese sido mas resistente hubiera aguantado los halones de su madre. Luego me dí cuenta de la inexperiencia de Maya en estas cosas. Después de todo era su primera vez. Además de rajarle el abdómen a su primer hijo podía observar que estaba tratando a los demás con la misma falta de delicadeza. En cada una de las cinco pausas que hacía Maya después de limpiar a su progenie cojía a cada uno y los cambiaba de lugar. Hacía esto como medida de precaución para protegerlos del peso bruto de la perra. Fue un proceso que requirió mucha atención pero lo logré con éxito. Finalmente, lo mas traumatizante de todo. Nunca me ví en la posición de tener que cortar carne viva. Cada perro salía envuelto en algo que hoy en día no se con certeza que es, seguramente el saco amniótico. Si cuando la perra rompe esa envoltura de tejido, no es halada sobre su cabeza el perrito se puede asfixiar. Tuve que cortar sus cordones umbilicales y luego halar esa cosa sobre su cabeza. No fue muy bonito pero por su bien lo tuve que hacer. A las nueve de la noche Maya había tenido ya sus cuatro perritos sin incluír al primogénito que murió varias horas después. Tuvo dos machos y dos hembras. Una hembra era marrón y la otra negra y lo mismo con los machos. Para mí fue una experiencia problemática pero valió la pena. Jamás olvidaré ese día tan…inesperado pero aprendí que si uno se atreve a hacer algo puede lograrlo exitosamente. |