Cuando Lina y Starknight regresaron a su casa, encontraron a Camila haciendo los quehaceres dentro de la sala de estar. Camila los miró completamente petrificada, pero no fue percibido por la rebosante Lina, quién no había sonreído de verdad durante mucho tiempo.
- oh, Camila, que bueno que estas aquí – dijo la sonriente Lina – este es mi esposo, Starknight.
- Encantado – dijo el aludido solo moviendo su cabeza.
Camila no salía de semejante sorpresa, pero la voz le pudo salir para devolverle el saludo.
- Es un gusto conocerlo, señor Starknight... su esposa me ha hablado mucho de usted – dijo mirándolo con una sonrisa.
- Mi amor, voy a ver a los niños – dijo Starknight alejándose de su esposa, siendo seguido por ella escaleras arriba.
Camila, al rato que Starknight se fue, dejo su sonrisa por un semblante serio, teniendo un terrible presentimiento.
- Me temo, señora Saotome... que la verdad se revelerá antes de lo previsto.
Escrito por Starknight
CAPITULO 15: LAZOS DE SANGRE
QUE SOBREPASAN A LA MUERTE
Nota del autor: como se habrán dado cuenta, he cambiado el estilo guión por la novela. Disculpen si eso les ha causado algún mareo, pero ahora me siento más cómodo con este estilo, y el resto de las historias que están sin terminar que llevan el guión, serán terminados como una novela.
Los niños, que estaban en su oscuro cuarto jugando, escucharon el toquido de la puerta, y cuando la abrieron, la sorpresa les plantó una sonrisa de júbilo.
- ¡PAPI! ^^ - gritaron los dos al unísono y brincando a los brazos de su papá.
- ¡hey, tranquilos!, no puedo cargarlos a los dos – dijo Starknight feliz de ver a sus hijos.
- Dime papá, ¿mataste muchas personas? – preguntó Gata Lunar aferrándose a su brazo.
- Esas cosas no se preguntan – contestó su papá mirándola con ternura.
- ¿te vas a quedar aquí?, ¿verdad que no te vas a ir? – le preguntó el Gato a su papá, provocando en el un increíble cambio. Ahora se tornó serio, y le dedicó una mirada a su mujer.
- Ahora si... me voy a quedar.
La respuesta provocó en el Gato una felicidad más grande, abrazándolo muy fuerte con sus pequeños brazos.
- Lina... espérame en el cuarto... quiero hablar contigo – dijo Starknight mirándola seriamente. Lina sintió un extraño escalofrío cuando su esposo le habló con esa voz tan fría.
Los dos se encerraron en el cuarto, y dejaron a los niños mirándose el uno al otro... pero al fin y al cabo, eso no importaba... su papá había vuelto.
*** *** ***
- que pasa cariño... de que me quieres hablar – dijo Lina abrazando a su esposo por su espalda, mientras este estaba sentado en la cama, mirando a la ventana.
- Los niños... han cambiado – dijo Starknight sin dejar de mirar el día soleado.
- No te entiendo – contestó su esposa.
- La noche que me fui... algo pasó... algo malo
- Esa noche no pasó nada, los niños no han cambiado... parece que la guerra te dejó pensando tonterías – dijo Lina enojada.
- Tonterías o no... todo cambió para mí
Starknight se levantó de la cama, y se asomó por la ventana. Miró durante un rato a Ryoga (que para él aún era un desconocido) y exhaló un suspiro.
- Todo cambió para mí...
Durante el resto del día, Starknight solo permaneció sentado en la cama, sin dirigirle una palabra a Lina.
Eres débil... tu fuerza se debilita... tu tristeza y resentimientos me están llamando como las campanas de una iglesia a sus corderitos... no eres capaz de sobrevivir sin depender de nadie... morir... eso es lo que mereces
En el cuarto de la servidumbre, Camila les contó a Ryoga y a Nadia del retorno de Starknight a la casa... era evidente que los dos también se conmocionaron.
- Entonces crees que él... – preguntó Ryoga
Camila asintió con la cabeza.
- No hay mucho tiempo... si ella no se entera de la verdad en su momento, no podrá abrir los ojos.
- Mi deber es ayudarla a avanzar ese peligroso camino, pero su corazón esta aferrado a sus sentimientos... así no puedo hacer nada... mucho menos Celestine.
Lo que dijo Camila conmocionó a Ryoga y a Nadia... la suerte estaba echada.
La cajita de música inundaba de tristeza la casa, pero la Gata Lunar estaba absorta en el melodioso sonido de la tonada del flautista de plástico. El Gato estaba acostado en la cama, pero no podía cerrar los ojos.
- Gata... ¿existe la otra gente?
- Claro que existe, te lo he dicho muchas veces – dijo la Gata recostada en el piso, escuchando la tonada.
- Entonces... ¿por qué no los puedo ver?
- Porque no quieres verlos, te da miedo.
- A mí no me da miedo >: ( - contestó el Gato en voz alta.
- Si te da... si no les tuvieras miedo, los verías – contestó su hermana tranquilamente, como si hablar del tema fuera tan común como cambiarse de ropa.
- ¡Ya te dije que no tengo miedo!
La Gata lo miró por un momento sobre su hombro, y después le sonrió.
- te creo, ven conmigo
Los hermanos se tomaron de la mano y salieron lentamente de la habitación, llevando una vela para alumbrar su camino lleno de tinieblas. La casa estaba silenciosa; no se escuchaba el sonido de los grillos, o de los pájaros revoloteando en los árboles cercanos... La casa despedía ese ambiente lúgubre, que solo podría existir en la mente de Stephen King o Pedro Amenábar.
Los niños bajaron lentamente las escaleras, llegando a la sala de estar... El sonido del Reloj de pie era tan fuerte que podía escucharse en cualquier rincón de la mansión... Era obvio que los dos estaban muertos de miedo, pero ninguno se quería tragar su orgullo y decirlo.
Se quedaron un rato en la entrada a la sala del Piano, justo al frente del retrato de su abuelo, el señor Saotome.
- Casi siempre los encuentro aquí – dijo la Gata tomando aliento – no se si aún sigan visibles.
- Sabes que mamá no nos deja entrar a este cuarto desde que papá se fue a la Guerra – dijo el Gato jalándola de la manga del camisón.
- Pero papá está de regreso, ¿o no? – dijo la Gata sonriéndole maliciosamente, consciente que con eso su hermano la dejaría en paz.
La Gata tomó la manija de la puerta... la giraron... pero se dieron cuenta que estaba cerrada con llave. Su hermano comenzó a insistirle a su hermana en regresar a su habitación.
- Ya vamonos, tengo mucho sue...
DANG... DANG... DANG
Los tres niños se estremecieron del susto, pero se calmaron al saber que eran las campanadas del reloj indicando las tres de la mañana.
- creo que no quieren aparecer esta noche... mañana será – dijo la Gata volviendo a su cuarto desilusionada, seguida por el Gato.
Los niños regresaron, y se encerraron a dormir el resto de la noche.
En ningún momento notaron la silueta que estuvo sentado detrás de ellos, en el sofá de la sala de estar.
A la mañana siguiente, Lina mandó a llamar a Camila alegando un asunto de extrema urgencia. La aludida salió de su cuarto preguntándose que estaría pasando cuando la encontró de pie, al final de un pasillo, mirando por una ventana.
- Señora Saotome... ¿le puedo servir en algo? – le preguntó Camila un tanto nerviosa.
- Camila... ¿cómo se enteró que buscaba empleados? – le preguntó Lina sin voltear.
- Pues, lo leí en los anuncios del periódico – dijo tranquilamente Camila.
Lina se metió la mano en el bolsillo, sacando una carta cerrada. Se dio la vuelta y la miró fijamente a los ojos, subiendo la carta a la vista de las dos.
- Esta carta – dijo Lina mirándola seriamente – iba dirigida al periódico buscando los empleados... nunca la envié.
Camila se estremeció de la sorpresa de tan intempestivo as bajo la manga de su empleadora.
- dígame... señora Camila... ¿quién es usted?, ¿qué busca aquí?
- Pues, señora... yo...
- ¡Mamá! – llamó Gata Lunar desde su cuarto - ¡ven rápido!
Lina se dirigió rápidamente al cuarto de sus hijos, pero inmediatamente se volteó antes de irse definitivamente.
- Tenga cuidado, Camila – le advirtió Lina – la estaré vigilando... a usted y a sus acompañantes.
Camila se quedó sola en ese pasillo, nerviosa ante semejante descubrimiento... pensando para sí que muy pronto sería el momento de revelar la verdad.
Lina no tardó mucho en llegar al cuarto de sus pequeños.
- A ver Gata, que pas... O_O...
La misma reacción de Lina la tenían sus dos hijos.
En el espejo del closet de los niños, una frase estaba escrita con una especie de pintura Carmesí... rezaba lo siguiente: “Serás mía... Saotome-kun”. La pintura chorreaba de cada letra de una manera tétrica.
- ¡Quién hizo esto!, RESPONDAN – preguntó Lina confundida
Los dos niños negaron con la cabeza.
Lina se acercó al espejo, empujando con una mano a sus hijos para alejarlos de una especie de peligro inminente. Con su dedo tocó una letra, y se dio cuenta con mucho terror que no se trataba de pintura Carmesí... sino de algo mucho peor... sangre.
Subió un poco la vista para mirar en el espejo... y lo vio... Alguien más estaba con ellos.
Un muchacho gordo, con una túnica azul y blanca, y el símbolo de una corona alada en su pecho los miraba a todos directamente desde la puerta. Lina había visto su reflejo.
Rápidamente se volteó hacia la puerta... pero ya no estaba.
- es la otra gente... están aquí – dijo Gata Lunar más asustada
- No es otra gente, no existen – contestó asustada Lina.
- Si lo son mami, están aquí
- ¡Te dije mil veces que no existe la otra gente!
Aquel grito provocó que la Gata se asustara aún más, comenzando a llorar muerta de miedo por el regaño. Lina se acercó a ella y la abrazó con fuerza.
- Perdona, pero yo también tengo miedo – dijo soltándola y tomando de la mano a los dos niños – vamonos de este cuarto... no me gusta que estén aquí.
En cuanto salieron, Lina miró a Camila de reojo (quien aún estaba al fondo de ese pasillo) antes de llevarlos a otra habitación. Para Camila, lo ocurrido era apenas el comienzo.
Después de dejar a los niños en otro cuarto, Lina se encontró con Starknight, mirándola desde la entrada de la habitación. Intercambiaron fugaces miradas antes de que este se volviera a encerrar en el cuarto como lo había hecho desde su regreso.
- ¿Hasta cundo seguirás así? >: ( - le preguntó Lina a Starknight, quien seguía sentado en la cama mirando a la ventana.
- Es hora de decírtelo.
- ¿Decirme qué?, sería lo primero después de tanto tiempo.
- Regreso... al campo de batalla.
Lina no podía creer lo que había escuchado... ¿Starknight iba a regresar a la guerra después de tanto tiempo de ausencia?... eso era algo que no iba a permitir.
- No, tu no regresas allá, tu te quedas.
- Me voy... debo volver.
- ¡Pues no te doy permiso!, tu te quedas aquí – dijo Lina levantando la voz, quebrándosele mientras hablaba.
- Hay cosas que no podrás evitar... me voy.
Starknight se levantó, se puso lo poco que le faltaba de su uniforme militar y tomó su maletín, que ya estaba hecho.
- ¡no... no te puedes ir... no nos puedes abandonar después de tanto tiempo! – dijo Lina ya a punto de llorar.
Pero Starknight ya estaba listo, y se acercó a la puerta.
- TE LO PROHIBO, SOLDADO >: (
Lina y Stark forcejearon por el maletín, la desesperación en el rostro de ella era evidente. Pero el resultado no era lo que esperaba, cuando el fuerte sonido de una bofetada hizo eco en la habitación. Lina cayó al suelo, con una mejilla roja, y Starknight la miraba de manera indiferente en la entrada de la puerta.
- ¿Acaso la guerra es más importante? – preguntó Lina arrodillada en el suelo, con la mirada gacha; Starknight le contestó como si tuviera otra voz.
- Ya hice lo que vine a hacer... no tengo por qué quedarme >: )
Se fue, sin despedirse de los niños, o de Camila. Atravesó el umbral de la puerta y desapareció entre una densa bruma... para nunca más volver.
Lina aún seguía consternada en el piso de su habitación... su frustración era enorme... pero sus ojos mostraban enojo, mientras gruesas lagrimas rodaban por su irritada mejilla.
Tu odio me alimenta... Tu
tristeza me alimenta... Tu frustración me alimenta... Voy en camino a tu
encuentro... te salvaré de tu miseria
Los ojos del cuadro del señor Saotome brillaron nuevamente, solo que ahora la tela del lienzo comenzó a ondular como si fuera un líquido al que arrojaron una piedra.
***
Aquella noche, Gata Lunar revolvía el contenido de un baúl que se encontraba en la nueva habitación donde pasarían la noche. El Gato la veía medio adormilado en la cama.
- ¿qué buscas? – le preguntó el Gato con un evidente sueño.
- Una linterna
- ¿qué vas a hacer?, ¿vas a buscar a la otra gente otra vez?
- No, voy a salir de la casa.
Los ojos del Gato se abrieron de la impresión.
- ¿Estas loca?, si sales algo malo te puede pasar, en poco tiempo saldrá el sol.
- No me importa, papá se fue otra vez y voy a buscarlo.
Con linterna incandescente en mano (que afortunadamente tenía aceite) Gata Lunar se trepó a la ventana, la abrió, y se apoyó en la cornisa exterior.
- ¿Vienes conmigo? – le preguntó Gata Lunar a su hermano, pero este estaba paralizado de miedo – lo supuse, eres gallina.
Cuando empezó a descender por una tubería externa, el Gato se asomó y se pasó a la cornisa exterior.
- Espérame, yo voy también
Los dos descendieron lentamente por la tubería hacia el suelo; bajo sus pies, la grama estaba húmeda y fría y había una pequeña neblina. Gata Lunar encendió la linterna con la cajita de fósforos que extrajo del baúl y decidieron comenzar su expedición al oscuro bosque del jardín. Pero el Gato desvió su mirada hacia un lado, fijándose en tres figuras de mármol rectangulares.
- ¿Qué crees que sea eso?, no lo había visto antes.
- De seguro lo puso el jardinero – dijo Gata Lunar acercándose con la linterna.
La niña leía lentamente lo que estaba inscrito en los tres monolitos de mármol... y lo que leyó la asusto hasta lo más profundo de los huesos.
Esos monolitos eran lápidas, y tenían los nombres, fechas de nacimiento y defunción de Camila, Ryoga y Nadia.
- ¡Gato, ven a ver esto! – dijo volteándose, viendo como su hermano miraba al bosque fijamente - ¿qué estas viendo?
El Gato señaló al frente, asustándose los dos al ver como Camila, Ryoga y Nadia se acercaban a ellos a paso lento, como si fueran muertos vivientes. El grito de los dos fue tan fuerte y desgarrador que despertaron a Lina, quién dormía profundamente. Se asomó por la ventana y vio como sus hijos estaban abrazados del pánico, mientras Camila y compañía se acercaban cada vez más.
Las sospechas de Lina fueron ciertas, algo buscaban ellos en aquella casa. Bajó rápidamente mientras se ponía la bata, y tomó un rifle que tenía guardado en un closet. Los gritos de los niños la apresuraban a que tomara acción.
Cuando salió de la casa, llamó a sus niños y le apuntó a los tres muertos vivientes.
- ¡QUIETOS, O DISPARO! – ordenó Lina, pero los tres seguían caminando.
- No puedes hacer nada... el intruso está adentro... dejanos ayudarte – dijeron Ryoga, Camila y Nadia al unísono, siendo la primera vez que Nadia hablaba dejando anonadada a Lina.
- ¡QUE QUIEREN DE MI! – gritó levantando el rifle.
- Abrir tus ojos.
Lina no pudo contener sus nervios, y disparó la ráfaga de perdigones. Pero estos atravesaron a los tres como si ellos no estuvieran allí.
- No puedes hacer nada, nosotros estamos en otro plano; este es un sueño inducido del que debes despertar – dijo Camila, acercándose cada vez más.
Lina se llevó a los niños adentro de la casa, cerrando la puerta con llave. Los abrazó con mucha fuerza temblando junto con ellos.
- no se asusten... esto es un sueño – dijo Lina con voz quebrada – pronto van a despertar y no va a pasar nada.
Los niños se comenzaron a separar de ella, y vieron detrás de la rejilla metálica que sirve de mosquitero. Vieron a los tres desconocidos (ahora para ellos) mirándolos del otro lado.
- Déjanos entrar Lina, no estas segura adentro – dijo Camila.
- Niños... vayan adentro – dijo empujando a los niños, para después mirar a Camila directamente – ahora, ¿quiénes son ustedes?
- Nadia y Ryoga viven en tu mente... todo esto es representación de tu memoria... yo solo soy una especie de guía que te llevara de vuelta a la realidad – dijo Camila, confundiendo a Lina – Starknight solo fue una representación, pero fue usada por el monstruo para renacer aquí. Adentro de la casa no estas segura.
- ¿Qué... clase de... monstruo?
- Uno que busca matarte usando lo que más odias, para acabar con tu deseo de vivir... solo tu fuerza de voluntad lo puede acabar y te dará fuerzas para continuar adelante en tu aventura.
- No entiendo... ¡No entiendo nada! – gritó agarrandose la cabeza.
En ese momento, su conciencia y su mirada se perdieron... estaba hipnotizada, y en su mente, unas palabras se escuchaban.
“Ven aquí... Saotome-kun”.
- NO VAYAS... ES EL MONSTRUO – gritó Camila detrás de la reja... pero no podía hacer nada; Lina estaba caminando hipnotizada al interior de la casa.
Camila miró al suelo, mientras Ryoga y Nadia veían a Lina desaparecer tras una esquina.
- Ahora... todo depende de ti.
Lina se había recuperado de aquella sensación, pero estaba cerca de la entrada al salón del Piano.
- ¿Cómo... llegué? O_o
- Eso no importa – le dijo una voz parecida a la de un anciano – Abre la puerta.
Lentamente Lina abrió la puerta, provocando un fuerte chirrido. Al terminarla, vio a sus dos niños mirándola fijamente junto al piano. Estaban tan tiesos y fríos al tacto, que por un momento Lina pensó en lo peor... y en que Camila tenía razón.
- Camila no tiene razón... solo yo la tengo – se escuchó la misma voz, pero a un lado de ella.
Poco a poco se fue volteando a la esquina más oscura, lugar de donde había provenido la voz. Aquel hombre viejo salió de la oscuridad, y los ojos de Lina se abrieron mucho más de la sorpresa.
- No... tu no... tu moriste – dijo Lina agitada
- Error, Lina Saotome... siempre estuve aquí – dijo el anciano sonriendo de una manera maligna.
Una palabra salió de los labios de Lina, haciéndola entender el peligro en el que estaba.
- Papá.
- El mismo, cariño, hace tiempo que no te veía – dijo caminando a ella, mirándola con los ojos entornados.
- ¡NO ME LLAMES CARIÑO! ESA PALABRA TE QUEDA GRANDE – dijo Lina en un arranque de cólera.
El Señor Saotome detuvo su andar, quedando a solo unos centímetros de su cara.
- Siempre fuiste impulsiva – dijo sonriéndole, pero después puso cara de enojo - ¡Y eso es algo que no tolero!
La bofetada que recibió Lina fue tan fuerte que la tumbó al suelo, dejándole la mejilla roja.
- Se nota que tu mamá no te enseñó buenos modales – dijo acercándose a los niños – eres tan maleducada que no me presentaste a mis nietos.
- No mereces conocerlos... bastardo – dijo levantándose lentamente, y mirándolo con una ira descontrolada.
- Debería agradecerle a mi yerno... el me trajo de manera definitiva a tu vida – dijo soltando una risotada.
Las palabras no bastan para describir lo que estaba sintiendo Lina, su rabia era profunda y su odio contra aquella imagen de su padre, cultivado desde hace tanto tiempo, estaba empezando a dar frutos.
- Te saqué de mi vida una vez... puedo hacerlo dos veces.
- ¿Dos veces?, no seas ingenua, si yo me fui fue porque no soporté tus lloriqueos y los de tu madre. ¡Yo me fui de tu vida porque me dan asco las personas débiles!.
Su mano comenzó a pasearse por entre los cabellos de Gata Lunar, acariciándole el rostro.
- Y estoy seguro que estos dos niños salieron igual >: )
- ¡NO TE METAS CON ELLOS! – Gritó corriendo a ellos para alejarlo, pero este la recibió con otra bofetada.
- Sigues siendo débil... patética... llorona
Cada vez que le hablaba, se acercaba a Lina lentamente, mientras esta se recuperaba del golpe.
- ... Los seres débiles no merecen sufrir... has sufrido demasiado... y vine a calmar tu dolor.
Lina se sorprendió con esas repentinas palabras melosas, que le endulzaban los oídos induciéndola a un trance hipnótico.
- Sólo debes pedírmelo... y yo calmaré tu sufrimiento – dijo el Señor Saotome enfrente de ella, mientras esta se terminaba de levantar - ¿qué me dices?, ¿cerramos el trato, Saotome-kun?.
Hubo un momento de silencio... Lina se sostenía las mejillas adoloridas mientras aquel señor esperaba la respuesta...
- Te descubriste, desgraciado – dijo levantando la vista, sonriendo triunfantemente.
- ¿acaso eso es un rechazo? - dijo el Señor Saotome, perdiendo los estribos.
- Tómalo como quieras bastardo, solo te diré esto... mi papá nunca me llamó “Saotome-kun”
El que señor que antes poseía una cara de tranquilidad, se convirtió en un rostro lleno de maldad y odio. Sus ojos comenzaron a brillar de color rojo sangre. El miedo que estaba sintiendo Lina era tan grande que estaba paralizada.
- Acabas... de cometer... un grave... ¡ERROR!
Cuando dijo lo último soltó un terrible rugido, y su cuerpo humano tomó una forma amorfa, transformándose en un ser azulado y de boca vertical. La impresión tumbó a Lina al suelo cuando trató de escapar, quedando sentada en el suelo.
- ¿Quién demonios eres? O_O
El Monstruo contestó con su voz carrasposa.
- Soy el Mensajero de Dios.
Paso a paso, el Alien se acercaba a la horrorizada Lina. Ella se arrastraba hacia atrás sin perder de vista esa imagen maligna que lo único que quería de ella era matarla de la manera más dolorosa posible. Lina llegó hasta una pared, y el Alien se detuvo delante de ella, convirtiendo una de sus azuladas manos en una garra.
- Acabará tu sufrimiento muy pronto, así lo ordena el Mensajero de Dios – dijo el Alien levantando su brazo.
Lina se cubrió con sus brazos defendiéndose en vano; iba a morir, eso era seguro... Pero el garrazo fatal nunca bajó.
Cuando se quitó los brazos del rostro, el Alien bajaba su garra lentamente.
- Morirás después de ver como acabo con lo que más amas... tus amigos – dijo dándose vuelta rumbo a los petrificados niños.
- ¡NO... ELLOS NO, MATAME A MI!
- Así lo ordena Dios... yo soy su mensajero.
Lina se levantó lentamente, temblando a causa del miedo... tenía la vista nublada de lagrimas de impotencia al ver como los niños serían asesinados por aquél maléfico ente.
- Detente... por favor... ellos no – dijo sollozando Lina.
- Nada puede detener la voluntad de Dios – dijo el Alien junto al Gato – este niño morirá primero.
El Alien levantó su garra... Ya no quedaba nada por hacer... Todo acabó para los tres... Hasta que su mente escuchó una extraña voz... una voz femenina a la que al principio le tuvo temor... Camila
“Abre tus ojos... regresa”.
De un grito desesperado, todo lo que Lina había estado guardando fue expulsado como un volcán en erupción.
- DEJALO EN PAZ
Con el grito, todos los vidrios y cristales comenzaron a destruirse, llenando el piso de fragmentos.
- ¡¿Qué fue eso?! – dijo el Alien volteándose.
Lina poco a poco se fue poniendo de pie lentamente, mientras sus cabellos flotaban por una corriente de aire producido por ella misma. Sus ojos se tornaron rojos.
- Ya lloré lo suficiente... te aprovechaste de mi mente y tomaste la forma del ser que mas odio... tu no existes, sino en mis pesadillas.
- Estas abriendo los ojos... eres la cuarta persona que lo está logrando – dijo el Alien levantando se garra a la altura de su pecho – pero no será un fracaso más... acabaré con tu sufrimiento para que no vuelvas al lugar en el que te metieron.
Mientras le hablaba, el Alien se acercaba a ella, alejándose de los niños.
- Eres débil... no sobrevivirás... te aseguro que cuando regreses, lo primero que harás será llorar.
- Cállate – le dijo Lina en voz baja, apretando sus puños.
- Yo te puedo salvar... solo acepta mi oferta.
- ¡Cállate! – Ordenó Lina, cuyo cuerpo se estaba empezando a iluminar.
- Tu padre tenía razón.
Esa fue la gota que rebasó el vaso.
- ¡CALLATE!
Aquel gritó provocó un gigantesco estallido que cubrió toda la habitación. Toda la mansión se iluminó con aquella intensa luz, mientras afuera, Camila y los demás presenciaban el espectáculo.
Adentro, el grito de dolor del Mensajero de Dios fue lo último que se escuchó, mientras su figura se desintegraba por la explosión de luz.
Cuando la luz comenzó a menguar, solo quedaba Lina, de pie, con la mirada perdida en la nada... Con una voz muy baja, dijo:
- Lo recuerdo... se quien soy... de donde vengo... se donde estoy.
Fue tal el cansancio que se desplomó al suelo, pero cayó en los brazos de Camila.
*** *** ***
Aquella mañana, el sol iluminó el interior de toda la casa por primera vez en mucho tiempo. Lina estaba recostada en el piso, mientras Camila le acariciaba el rostro de una manera delicada.
- todo esto era un sueño... un mal sueño – dijo Lina en voz baja – todo lo vivido aquí... los niños... mi padre... todo por culpa del Alien.
- Pero ya lo has vencido, recuperaste tu voluntad de vivir y acabaste con lo que más temías – le dijo Camila levantándole el animo.
- Pero no tengo idea que es real y que no... aun sigo perdida
- Solo necesitas abrir tus ojos y despertar en la realidad... yo te puedo llevar a ella y te reunirás con tus amigos.
- Ryoga... Nadia... todos... ¿me están esperando?
- Te están buscando para verse una vez más – finalizó Camila con una sonrisa.
- Entonces... quiero despertar... quiero olvidar todo esto... ya no quiero vivirlo.
- Recuerda – le dijo Camila a Lina seriamente – si regresas, todo depende de tus ganas de vivir... ya no será un sueño.
- Quiero correr el riesgo.
Ya estaba decidido. Camila colocó suavemente la cabeza de Lina en el suelo, y se sentó en el banquillo del piano, abrió la tapa, y comenzó a tocar la misma melodía de la cajita de música de la Gata.
Mientras la música lo inundaba todo, Lina cerró los ojos, y se quedó dormida.
Un extraño escalofrío le recorrió la espalda cuando comenzó a despertar. ¿Estaría en la realidad que desconocía, o aún seguiría soñando?
La única manera de saberlo era abriendo los ojos.
Estaba acostada en una habitación blanca, con compuertas en todas sus paredes y líneas negras las surcaban como un circuito eléctrico.
Su mente recordó todo... El Cubo...
Se levantó del suelo, y miró cada una de las paredes... su respiración se volvió agitada, y solo escuchaba los latidos de su corazón. Tenía ganas de llorar, pero apretó los ojos y los puños.
- No voy a llorar... no voy a llorar... ¡No voy... a...!
No pudo resistirlo más y sus lágrimas se escaparon de sus ojos...
- NO QUIERO LLORAR – gritó golpeando uno de los muros, llorando a lágrima viva.
Lentamente, se fue arrodillando en el suelo mientras apoyaba su cabeza contra el muro.
- ME MENTISTE CAMILA... DIJISTE QUE DESPERTARÍA, PERO SALÍ DE UNA PESADILLA... para caer en otra.
El llanto de Lina era lo único que se escuchaba en aquella habitación. Su desesperación la venció, y ya no tenía ganas de continuar. En ese momento, para ella todo había acabado.
Pero no se dio cuenta que en la pared que había golpeado, estaba la marca de sus nudillos... cómo si tuviera un poder oculto que aún no controlaría... sino hasta que llegara el momento.
CONTINUARA...
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