L U Z    H E R M E T I C A
Resp:.LOGIA ATLANTICO número 8
A L:.G:.D:.G:.A:.D:.U:.

AÑO 1 . NUMERO 1 . Mayo - Junio 1999 . OR:.DE BARRANQUILLA - COLOMBIA

REFLEXIONES

JOSE MONTES HERNANDEZ
Ex G:. M:.

Los iniciados en la augusta Orden Francmasónica, tenemos el privilegio y el honor de encontrar en sus templos, un sinnúmero de símbolos, alegorías y ornamentos que son usados en los ceremoniales con mucha solemnidad y gravedad. Las profundas enseñanzas morales que representan, y que están únicamente a disposición de las mentes ibres y de los espíritus ajenos a la sumisión que los prejuicios y las bajas pasiones suelen ejercer en los débiles de carácter; exigen que dichos símbolos sean tratados con el mayor respeto.

Algún profano podría pensar que nuestras representaciones simbólicas constituyen para nosotros objeto de adoración, o que son amuletos intermediarios ante lo divino que nos permiten lograr nuestro bienestar luego de insistentes súplicas. Este erróneo parecer se debe a razones que no es del caso analizar en este momento; pero vale la pena decir que el velo de la ignorancia y el fanatismo suele obstaculizar como herrumbre el libre funcionamiento de los engranajes del raciocinio. Esto ha mantenido a gran parte del género humano apegado a creencias y absurdas preocupaciones que a través de los siglos sólo han generado miseria, luchas fratricidas y el reinado de la tiranía; trayendo consecuencialmente el freno histórico del imparable tren de la evolución creadora del hombre. Algo se ha avanzado en este aspecto, y la tarea es dura y difícil, pero es nuestra labor como masones.

La Francmasonería nos enseña a ser prudentes y discretos. Debemos procurar que el profano tenga referencias de nuestra Orden por el fruto de nuestros actos y en especial de lo que seamos capaces de hacer por nuestros semejantes, ya que así se sentirá complacido de ser nuestro amigo. Nosotros, por nuestra parte, sentiremos internamente la gracia de llevar dignamente la investidura de maestro masón.Es innecesario e inconveniente hacer en público los pases y signos de reconocimiento ante aquellos que ya sabemos que son nuestros hermanos.

Un verdadero masón puede fácilmente apreciar si su interlocutor también lo es, sin que éste se entere de su propósito de saberlo.

Fácil es también descubrir a un impostor sin que para ello lleguemos a utilizar elementos vedados y que posiblemente el simulador quisiera confirmar como ciertos. Un buen retejador sólo hace uso de la parte secreta cuando por los documentos o indagaciones previas durante una conversación, se haya formado una idea casi completa sobre quién es su interlocutor.

Ser masón es una forma de vida. Es una conducta, un comportamiento que pone en ejercicio todo cuanto hemos podido derivar de las enseñanzas de nuestra Orden; y por eso debe ser un vivo exponente de la rectitud, de la honestidad, de la equidad, de la lealtad, de la tolerancia y de todas las virtudes que enaltecen al hombre.

El masón es tolerante, pero nunca permisivo o cómplice. Cuando está en su poder hacerlo, combate la injusticia, la ignorancia, la ambición desmedida, la traición, la tiranía, la deshonestidad y todas aquellas bajas pasiones que degradan o envilecen al género humano y contribuyen en gran medida a su destrucción.

Todos nuestros actos deben estar consagrados siempre a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo, o lo que es lo mismo, todo cuanto hacemos debe estar orientado a que este mundo en el que hemos tenido la dicha de existir, sea más agradable para nosotros y para los demás. Así obtendremos la eterna felicidad.

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