El invierno
de la vida espiritual está aquí. Tal vez te encuentres enredado
en una situación de la que no eres consciente de sus implicaciones.
Puede ser que te sientas impotente y que sientas que lo único que
puedes hacer es entregarte, doblegarte, sacrificar algún anhelo.
Sé paciente, éste es el período de gestación
que precede al nuevo nacimiento.
Los logros positivos
son poco probables en este momento. La actividad está detenida,
tus planes en compás de espera. Tal vez estés experimentando
una pérdida de energía a la que no estás acostumbrado
y te preguntes por qué está sucediendo. Un viento helado
te esta alcanzando a través de los hielos de hábitos que
deben descartarse.
Tratar de aferrarse
a ellos puede resultar en una apatía total, un sentido de haber
perdido el contacto con la vida. Busca para descubrir qué es eso
a lo que te estás aferrando y que está perpetuando esta condición,
y suéltalo, déjalo ir. Descarta, libera, suelta, limpia lo
viejo; hacerlo traerá el deshielo.
Normalmente Isa
simboliza un sacrificio del yo personal. En este momento no puedes
depender del apoyo y ayuda de tus amigos. Y sin embargo, no hay motivo
para tener ansiedad. Sométete y permanece quieto, ya que lo que
estás experimentando no es necesariamente el resultado de acciones
o hábitos tuyos, sino que proviene de condiciones fuera de tu control.
Lo que estaba lleno, debe vaciarse. Lo que ha aumentado, debera disminuir.
Es la ley del flujo y el reflujo. Someterse a ella es mostrar valentía
y sabiduría.
Y con todo, hay otro
aspecto al permanecer quieto. Isa anuncia un tiempo de restauración
y renovación profundas. En tu soledad, sé precavido y no
trates de persistir obstinadamente en hacer tu voluntad. Recuerda que la
semilla de lo nuevo está presente en la cáscara de lo viejo,
la semilla del potencial que aún no se ha logrado. Ten confianza
en tu propio proceso y permanece atento a las señales de la primavera.