Transgresión y Ley en Juan Moreira

por Magalí Ventura
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Bibliografía

La propuesta de este trabajo se organiza alrededor de ciertas operaciones dicotómicas, propuestas por el texto en diferentes registros, que denominamos aquí sistemas a modo de construcción metodológica. Nos referiremos específicamente al mecanismo operativo del sistema de la ley. La hipótesis será, en primer lugar, establecer cómo se constituyen las dicotomías que se incriben en la legalidad, para luego relevar en qué medida la oposición claramente diferenciada que pretende toda estructura dual, se ve comprometida en este texto por cruces y contaminaciones.



Para comenzar, es necesario tener en cuenta el modo en que el texto va 
delineando la dicotomía en el par legalidad-ilegalidad. Es posible 
reconocer muy rapidamente de dónde proviene la legitimación en la
designación de lo legal e ilegal. Para facilitar la comprensión
del planteo, proponemos establecer dos zonas: la "oficial" y la
"transgresora". Ambas distribuyen sus espacios en el texto, y lo
hacen inclusive geograficamente. La primera -constituida
principalmente por  jueces de paz, policianos, partidas de plaza
y alcaldes- gravita siempre alrededor del juzgado, mientras que
la segunda -compuesta fundamentalmente por gauchos que han caído
en desgracia, aunque también hay otros- lo hace en pulperías y
prostíbulos. Sin embargo, es notable cómo, ya en lo que respecta
a los lugares concretos de acción, la zona de la "transgresión"
va acechando el espacio oficial, ganandole terreno. Pensemos en
el capítulo "Un encuentro fatal", donde Moreira se enfrenta con
una partida, en Ca¤uelas. Nuestro gaucho se dirige al juzgado, de
donde salía dicha partida, para envestirlos en el lugar que el
"enemigo" menos esperaba: "El capitán quedó helado de asombro 
ante tan brusca declaración: le parecía imposible que aquel
hombre tuviera la audacia de ir a provocar la partida en la misma
puerta del juzgado".(1) Sin embargo, cuando la persecución se
invierte, es decir, cuando es la ley "oficial" la que cruza al
terreno enemigo, nunca da con Moreira a menos que éste así lo 
disponga. Hay muchos ejemplos de esto. Uno de ellos aparece en el
episodio con el sargento Navarro: " Navarro recorrió medio
partido por los lados que le indicaban que podría estar Moreira,
pero por más que registró las pulperías no lo pudo encontrar".(2)



Decíamos antes que el texto reconoce tempranamente de dónde
proviene la legitimación de la legalidad-ilegalidad; y a partir
de ese reconocimiento, recorta, también rápidamente, un conjunto
de valores morales nuevos. Es interesante  recorrer el proceso de
refuncionalización de terminologías, nomenclaturas, que la zona
de la "transgresión" va a apropiarse dentro del texto, para
construir un espacio de resistencia. Entre ellas, advertimos por
lo menos cuatro: honor, coraje, asesinato y traición. Veamos en
primer lugar, el caso del honor. El dinero que Moreira presta a
Sardetti, se realiza sin documento escrito que lo avale. No es
otra cosa que un pacto oral, que el texto mismo explicita
diciendo que fue realizado "a la buena fe de ambos". Cuando, unas
páginas más adelante, Moreira reclama la devolución del préstamo
ante la justicia, la "coartada" de Sardetti consiste en dar la
deuda por inexistente. La "no escritura" del pacto es lo que
permite al teniente alcalde -representante de la "justicia"-
utilizar el argumento de Sardetti para invertir los términos del
problema y acusar a Moreira de mentiroso. Sin embargo, el
italiano conoce muy bien "la verdadera ley" que está
infringiendo: " (_) la calma de Moreira le hacía prever una
desgracia, desgracia inevitable, pues sabía que las palabras de
Moreira no eran hijas de una mera compadrada, sino que ellas eran
dictadas por una resolución inquebrantable".(3) Lo que pone en
juego dicho pacto es nada menos que el honor en la palabra
empe¤ada; y el no cumplimento del mismo por parte de Sardetti,
avalará en Moreira el "cobro" de ese deshonor. Advertimos aquí un
punto de cruce entre las zonas antes mencionadas. Lo que se
refuncionaliza no es el contenido del término "honor", sino los
sujetos que lo ostentan. La honorabilidad en la palabra empe¤ada
era reconocida en el siglo XIX como valuarte del caballero
(letrado), lugar que en este caso (aunque de manera compleja y
sintomática) debería estar ocupando el italiano. Lo llamativo es
que en este movimiento de apropiación del gaucho no hay
signos de cohercitividad. El texto no está representando la lucha
por un espacio, sino la evidencia de un lugar que previamente "ha
quedado" vacante. Esto es lo primero que instaura el rompimiento
del pacto. En el caso del coraje asistimos a una reformulación
"completa" de lo que designa el término. El valor está en el
enfrentamiento "cuerpo a cuerpo". Debe  haber riesgo en ambas
partes. A lo largo del texto notamos que la pelea se volverá
"interesante" para Moreira sólo si el oponente detenta un tipo de
coraje formulado en los mismos términos en que lo hace el gaucho.
Un ejemplo de esto es lo que ocurre con las partidas de las
provincias; a medida que se producen los enfrentamientos, estas
van perdiendo el valor de "verdadero oponente". Cuando Moreira se
enfrenta con Don Francisco, al comienzo del relato, vemos
claramente el modo en que se designa el coraje: "-Así matan
ustedes -dijo Moreira, que estaba más sereno mientras mayor era 
el peligro-, de lejos y sin riesgo (_)".(4)  Hasta aquí podríamos
pensar que la zona "oficial" se presenta en el texto como un
bloque unívoco, sin fisuras. Pero debemos tener en cuenta lo que
sucede en el episodio, antes mencionado, con el sargento Navarro.
Allí vemos que los valores que son positivos para Moreira,
también lo son para el "oficialista" Navarro. Esta idea está
confirmada doblemente en el texto, primero por el personaje y
después por el narrador: "-El que diga que ese hombre es un
bandido -repuso Navarro, (_) es un puerco a quien le he de sacar
los ojos a azotes-; y volvió a caer postrado por la debilidad que
le ocasionara la pérdida de sangre. Era el tributo que el valor
vencido pagaba al valor victorioso".(5) Empezamos a vislumbrar
aquí, los espacios en que la constitución de las escalas de
valores, que hasta ahora parecían bien diferenciables entre
"oficiales" y "subalternos"(la categoría pertenece a Josefina
Ludmer(6)), se contaminan. 

Veamos ahora el modo en que se constituye la traición. Tomaremos
dos casos fundamentales donde dicha traición se produce. El
primero ocurre con el paisano Carrizo, que delata la procedencia
de Moreira a la partida de Cortinas en Navarro. El segundo caso
aparece con el Cuerudo, quien comete el último delato de Moreira,
revelando su paradero a las partidas que habrían de matarlo.  En
primer lugar, en ambos casos la traición está del lado de sus
pares, ya que tanto Carrizo como el Cuerudo son gauchos. Pero lo
llamativo es que estos dos personajes tienen un aspecto en común.
Dicho aspecto explica el modo en que la traición se desenvuelve,
pero al mismo tiempo delata una preocupación de la época, que no
proviene del mundo gaucho, sino del letrado(7). Se trata de la
simulación. En el primer ejemplo aparece así: "Por fin Cortinas
dio con un paisano, conocido por el nombre de Carrizo, enemigo de
Moreira, porque este le humillara una vez, y deseoso de vengarse,
a lo que no se había atrevido antes porque le tenía miedo; pero
disimulaba el odio con una amistad franca y cordial que a Moreira
no le hacía mucha gracia".(8)  Y en el segundo: "Pero el Cuerudo
guardaba un profundo resentimiento a aquel hombre, resentimiento
que el gaucho ocultaba íntimamente, esperando el momento oportuno
para dejarlo conocer con todo el encono de que se iba sintiendo
poseído cada día que pasaba".(9) Resulta entonces evidente, que
el problema de la simulación, el ocultamiento de las verdaderas
intenciones, conforma el elemento primordial de la traición;
elemento que, por otra parte y sintomáticamente, no puede ser
atribuído únicamente al espacio del gaucho. Un ejemplo de esto
último puede verse en el episodio en que las partidas se preparan
para apresar a Moreira en el Prostíbulo. Recordemos que para
"lograr mejor el golpe" el capitán de una de las partidas
solicita como refuerzo "vigilantes disfrazados".

Pensemos ahora lo que sucede con el asesinato. El texto apropia,
desde la primera muerte, los términos de la ley "oficial", y los
reformula; y dicha apropiación queda asegurada entre gauchos:
"-Me he dsgraciado, tata viejo, he muerto a un hombre. (_) -¨En
buena ley?".(10)
 Hasta aquí tenemos la reformulación de términos. Lo que para la
oficialidad significaría asesinar, para el gaucho es matar en
buena ley. Esta idea se ve reforzada por la utilización de la
palabra muerte como participio. Decir "he muerto a un
hombre"atenúa el componente activo de la acción de matar, en el
sentido de violentar el estado "natural" de las cosas (en este
caso de un hombre),  y  coloca dicho acto en el orden de la
fatalidad. Moreira lamenta su suerte reiteradas veces, pero eso
no implica que pueda ignorarla. Pero la dicotomía
asesinato-muerte en buena ley presenta una complicación. Una de
las condiciones para que, en la zona de la "transgresión", se
produzca la legalización de la muerte, es la sobriedad. La muerte
legal es un acto que se produce en plena conciencia y dominio de
las facultades mentales del individuo. Este rasgo  repite y
confirma el principio de la conmutación de penas "oficial", por
el cual estas se atenúan si el delito es cometido en estado de
ebriedad.  Debemos tener en cuenta que el texto denuncia
permanentemente la condición marginal del gaucho, atribuyendola
entre otras cosas, a la injusticia en el funcionamiento del
aparato legal. Es entonces que resulta paradójico el pasaje de un
valor ético-legal, sin mediaciones entre la zona "oficial" y la
de "resistencia". Es como si al tratar de poner una valla
contensora a la "catarata de significaciones" que viene del
poder, al texto se le "colaran" algunas de ellas, no pudiendo
reformularlas. Hay otro aspecto de la reformulación dicotómica,
que no pertenece directamente al de la legalidad-ilegalidad, pero
se incluye junto con esta dentro del par propuesto 
en el programa de la materia: gauchos y letrados. Este aspecto
tiene que ver con las relaciones entre los hombres dentro del
texto. (Cuando hablo de los hombres  me refiero específicamente
al género masculino ya que, como bien observó Ludmer(11), la
cultura popular en Juan Moreira construye una "pirámide
paternalista". Pensemos solamente en el caso de Vicenta. Su lugar
en el texto se va desplazando y debilitando casi "naturalmente".
Si al comienzo de sus andanzas como gaucho "malo", Moreira se
lamenta por la suerte de su mujer e hijo, sobre el final lo hará
solamente por el último; la función de Vicenta concluye cuando se
consolida la línea de filiación entre padre e hijo). Sabemos
entonces que las relaciones fuertes en el texto son masculinas.
Estas se construyen en el par superiores-subalternos, pero no
siempre se corresponden con el de gauchos-letrados. Un ejemplo
donde se observa el funcionamiento del primer par, es en la
relación de Moreira con el doctor Mara¤ón. En este caso, el lugar
del superior se establece por la designación del subalterno
(Moreira) al colocarle el título de "patrón". Pero las relaciones
de poder aparecen también, como decíamos, entre "pares". Esto es
evidente entre Moreira y el Cuerudo. En este caso, la
superioridad se ejerce casi como un abuso: "Era tal el dominio
que Moreira ejercía sobre el Cuerudo, que solía caer a su casa
buscando guarida, lo echaba de su cama y se acostaba a dormir en
ella profundamente, sabiendo que aquel hombre no se había de
atrever ni aun a pensar en matarlo cuando lo viera completamente

descuidado o profundamente dormido"(12).    Pero también entre
Moreira y el amigo Julián se establece una relación de orden
vertical. La jerarquía entre ambos está más atenuada que en el
caso anterior, pero se descubre allí donde encontramos la
fidelidad más absoluta. Julián "acata" sin peros los "pedidos" de
su amigo. Podemos pensar que la posibilidad de contradecir 
o rechazar algunos de estos "pedidos" resulta impensable en el
personaje de Julián. Pero la inferioridad no sólo se revela allí,
sino que también lo hace en el  despliegue del coraje. Recordemos
la rapidéz con que se rinde Julián en la escena del prostíbulo,
acción claramente contrapuesta a la valeroza actitud de Moreira. 


Probablemente resten en este trabajo varios puntos por tocar, ya
que Juan Moreira es un texto que presenta una constelación de
problemas, no sólo en relación con la constitución del espacio
del gaucho en el imaginario social del ochenta, sino también, y
en la misma sintonía, con la elaboración de un género (el
folletín) y la construcción de un público completamente nuevo.   
Esperamos, sin embargo, que este trabajo sea recibido con la
misma intención con la que fue pensado: propiciar nuevas lecturas
y no "descansar comodamente" sobre lo dicho.




Notas:

(1) Gutiérrez, Eduardo, Juan Moreira, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1987, p.119 y 120. [volver]

(2) Juan Moreira, ed.cit., p.165. [volver]

(3) Juan Moreira, ed.cit., p.26 [volver]

4) Juan Moreira, ed.cit., p.47 [volver]

(5) Juan Moreira, ed.cit., p.171 [volver]

(6) Ludmer, Josefina, "Tretas del débil", en La sartén por el mango, encuentro de escritores latinoamericanos, PR, El Huracán, 1984. En ese artículo, Ludmer reconoce el espacio del subalterno en la literatura, como aquél que se define por una carencia (sin tierra, sin escritura, etc). [volver]

7) En la antología del moreirismo, ver los fragmentos correspondientes a Francisco de Veyga y a José Ingenieros. En estos dos textos de principios de siglo, aparece cristalizado el problema de la simulación, que veinte años antes, con el surgimiento de la modernidad incipiente, ya empezaba a plantearse. [volver]

(8) Juan Moreira, ed.cit., p.206 [volver]

(9) Juan Moreira, ed.cit., p.222 [volver]

(10) Juan Moreira, ed.cit., p.32 [volver]

(11) Ludmer, Josefina, "Los escándalos de Juan Moreira", en Las culturas de fin de siglo en América Latina, Buenos Aires, Ed. Beatríz Viterbo, 1994. [volver]

12) Juan Moreira, ed.cit., p.222 [volver]

 

Bibliografía:

Antología sobre el moreirismo, Selección y presentación de Adriana Amante para la cátedra de Literatura Argentina I, Buenos Aires, 1996.

Ludmer, Josefina, "Tretas del débil", en La sartén por el mango, encuentro de escritores latinoamericanos, PR, El Huracán, 1984.

Ludmer, Josefina, "Los escándalos de Juan Moreira", en Las culturas de fin de siglo en América Latina, Buenos Aires, Ed. Beatríz Viterbo, 1994.

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