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¿ En qué se basa la creencia generalizada de que los padres biológicos deben tener el deber y el derecho exclusivos de encargarse de la educación de sus hijos?

¿ En qué se basa la creencia generalizada de que los padres biológicos deben tener el deber y el derecho exclusivos de encargarse de la educación de sus hijos?

La pregunta en cuestión se divide en dos partes:

1. El cuestionamiento del deber exclusivo de los padres biológicos de educar a sus hijos.
2. El cuestionamiento del derecho exclusivo de los padres biológicos de educar a sus hijos.

Veamos un ejemplo para el primer caso:
Una mujer pare un niño. La mujer abandona el lugar donde parió el niño y no regresará jamás. El niño se queda en ese lugar.
¿Cómo reacciona la sociedad ante este hecho? Lo primero que dirán será que una madre desnaturalizada ha abandonado a su hijo. Lo siguiente que suele ocurrir en estos casos es que empieza con la búsqueda de la madre, para castigarla, o en todo caso con la búsqueda de los parientes más cercanos para que solucionen el “problema” y se encarguen de la educación de ese ser humano.
Implícitamente así se desentienden de toda responsabilidad en lo que respecta a educar a ese nuevo ser humano.

El mecanismo lógico que está rigiendo allí es:
Es un deber moral no dejar morir de inanición y encargarse de la educación de los niños.
Si yo tuviese un hijo la sociedad me increparía a educarlo, aún si yo no tuviese los medios para hacerlo.
Tengo suficiente con los que me toca o me va tocar educar, como para encargarme además de la educación de otros niños.
Mi conciencia moral no quedará tranquila si ese niño muere de inanición o se quedase sin educación, por mi culpa.
Conclusión: La culpa debe serle atribuida a otra persona y si es posible esa persona debe ser castigada por haberme enfrentado a un problema de conciencia moral y debe asumir la educación del niño, para que yo pueda dormir en paz.

Queda claro pues que el atribuirle el deber a otro, me deslinda de responsabilidad a mí, como sucede en toda división de trabajo. Implícitamente se trata pues de la división del trabajo de la educación. Esta división del trabajo es reconocida, aceptada y fomentada por nuestra sociedad. Más adelante analizaremos cuales puedan ser las causas que llevan a que se fomente la perenización de esta división del trabajo.
 

Veamos ahora un ejemplo para el segundo caso en el que se cuestionaba el derecho exclusivo de los padres biológicos de educar a sus hijos:

Un señor llega borracho a una casa. En la casa viven una mujer y unos niños. El hombre fastidiado porque los niños le hablan y le causan dolor de cabeza por la resaca, les pega y amenaza de muerte a la mujer después de tirarla al suelo y patearla por querer proteger a los niños. La escena se repite una o dos veces por semana. Los niños ya han “aprendido” que en esos casos deben hacerse notar lo menos posible para aminorar  los daños. El  hombre, por su parte está orgulloso, porque todos en esa casa han aprendido a obedecer y a respetar la autoridad y los valores tradicionales, que él les suele enseñar.

Los vecinos y amigos de la familia no intervienen, porque cada familia tiene “derecho” a educar a sus hijos como mejor les parezca.

El mecanismo lógico que está rigiendo aquí es un poco más complejo:

No hay una sola forma de educar.
No todos tienen el derecho de educar a todos.
Hay personas a las cuales nuestra sociedad les atribuye el derecho de educar a otras (alumnos, hijos, etc.)
Hay personas a las cuales nuestra sociedad les otorga libertad plena para ejercer su derecho a educar a determinados seres humanos (hijos) pudiendo disponer de sus vidas a su antojo. (Si llegan a matarlos o a causarles lesiones físicas o mentales mayores son castigados por la ley por haber puesto en aprieto la conciencia moral de los demás. Habrá que notar sin embargo que la sociedad no interviene para impedir que este tipo de hechos sucedan, sino que el sistema legal se limita a “castigar” los casos consumados)
 
Los seres humanos de los cuales los adultos pueden disponer a su antojo con la aprobación de nuestra sociedad, son los hijos biológicos de una mujer y de un supuesto hombre.
Este derecho me conviene, porque puedo o voy a poder educar a mis hijos biológicos como me da la gana.
Con tal de que yo pueda hacer como me dé la gana con estos seres humanos, no me importa qué es lo que los demás puedan hacer con los seres humanos que la sociedad les atribuya.
 
El problema de fondo por lo que se ha visto es el de por qué la sociedad le atribuye este deber y derecho exclusivos de educar a los niños a sus padres biológicos.
La respuesta inmediata es simple: Porque así lo determina nuestra tradición. Nuestra tradición nos enseña que las personas deben organizarse en familias monogámicas. Es decir en familias constituidas por un hombre, una mujer y sus eventuales hijos.
No pasaremos aquí a hacer un estudio histórico de cómo se terminó por instaurar definitivamente este tipo de familias en la sociedad moderna.
Por la brevedad del tiempo nos tendremos que limitar a hacer un breve análisis de cuáles son sus objetivos y efectos en la actualidad.

La familia monogámica tiene tres objetivos principales.

1. determinar exactamente con quienes se comparte la propiedad privada acumulada por los individuos
2. determinar el traspaso de la propiedad privada acumulada en caso de muerte de los padres, es decir, asegurar el derecho de herencia a los hijos biológicos.
3. asegurar que la mujer se mantenga sexualmente dependiente del hombre, para asegurar la consecuente herencia por línea paterna  y asegurarle al hombre, el cual no necesita mantenerse sexualmente dependiente de la mujer, que la propiedad privada acumulada dentro del núcleo familiar no se dividirá porque la mujer se vaya con otro hombre.

Veamos sobre todo los dos primeros puntos:
1. La familia monogámica determina con quienes se comparte la propiedad privada acumulada por los individuos.
Esto quiere decir, que uno acumula objetos dentro del núcleo familiar, al mismo tiempo que se le enseña a no tener que compartir estos con los que no pertenecen a est núcleo. De hacerlo, no se trataría de un acto espontáneo de compartir un momento social, sino de un acto de entrega hacia el otro, es decir, lo que los cristianos llaman, “dar  de sí”. Pero no sería algo lógicamente esperado como en el caso de que se espera que una madre o un padre compartan sus alimentos con sus hijos, o les consigan ropa. Al niño se le entrena desde temprana edad a destacar entre los demás, es decir, a competir contra los demás. A los padres les interesa que SUS hijos destaquen sobre los demás. No les interesa que los niños en general destaquen.
2. La familia monogámica determina el traspaso de la propiedad privada acumulada en caso de muerte de los padres, es decir, asegura el derecho de herencia de los hijos biológicos.                      .
Esta relación puramente económica como fundamento de la familia monogámica se ha pretendido denegar con el argumento de que está el asunto de “la sangre”, refiriéndose al hecho de que supuestamente el hecho de que un niño esté constituido por los genes de determinado hombre y determinada mujer, van a hacer que estos sientan una misteriosa atracción natural por estos niños y no por otros. Si esto fuese así, no se explicaría por qué los padres no parecen sentir mayor interés por los hijos que crean fuera del matrimonio, a los cuales suelen negar, con el objeto de no tener que encargarse económicamente de ellos y menos aún encargarse de su educación.                  .
Lo que en realidad se da es una relación de afecto surgida de la mutua convivencia.  Mientras más tiempo hayan pasado los hijos junto a su madre o a su padre, más estrecho podrá hacerse eventualmente este lazo afectivo, así como se establecería también entre cualquier otro grupo de seres humanos que carezcan de lazos sanguíneos.                         .
 
Vemos pues que la familia es el núcleo del cual necesariamente parte una sociedad basada en la acumulación de propiedad privada. Desde niños la familia representa una escuela a tiempo completo de que la felicidad consiste en competir con las personas fuera del núcleo familiar, competencia que consiste en acumular más objetos, más conocimientos, más habilidades o más poder de influencia que los demás. Cuando este tipo de competencia se da entre padres e hijos, solemos considerarlo patológico. En cambio cuando un padre entrena a sus hijos en esta competencia, se suele decir que es un buen padre porque se preocupa por la educación de su hijo.

Volviendo a la pregunta inicial:
 ¿ En qué se basa la creencia generalizada de que los padres biológicos deben tener el deber y el derecho exclusivos de encargarse de la educación de sus hijos?

Esta creencia, que es más bien una autosugestión, tiene como trasfondo el hecho de que vivimos en una sociedad basada en la acumulación de capital, y que por lo tanto propaga la doctrina de que felicidad consiste en acumular la mayor cantidad de objetos posible y competir para ello contra los demás. Lo cierto sin embargo es que el hombre no es por naturaleza agresivo ni competitivo. La relación que le es natural desde niño es la de afecto con las personas que lo rodean. No porque haya un lazo sanguíneo o no entre el niño y los que lo rodean, sino porque su interacción con esas personas hará posible que desarrolle su razón, lo cual es parte misma de su esencia como ser humano, es decir, de su ser racional. Pero en una sociedad basada en la acumulación de capital y por lo tanto en la explotación del hombre por el hombre, los niños pronto verían limitadas sus posibilidades de desarrollar su razón de no existir un espacio mínimo que asegurara  la posibilidad de tal desarrollo. Este espacio es cubierto por la institución de la familia monogámica. La familia monogámica, al mismo tiempo que permite que el sistema de explotación persista, pues una generación de subdesarrollados intelectualmente representaría la caída inminente de cualquier sistema político,  adoctrina también a los miembros de dicha sociedad, a través de la tradición y de sus instituciones en la importancia de la familia y permite así asentar las bases ideológicas para una sociedad basada en la acumulación de la propiedad privada.

Resumiendo, la creencia de que los padres biológicos deben tener el deber y el derecho exclusivos de educar a sus hijos la tenemos porque a través de la misma familia y otras instituciones de este sistema político se nos ha inculcado desde temprana edad el que así deba ser. Es  necesario que nosotros sigamos convencidos de esta necesidad para que puedan eternizare sistemas políticos basados en la acumulación de propiedad privada.
 
 

 
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