Ciertamente es muy difícil empezar a relatar esta historia. Una historia cargada de personajes, lugares, anécdotas, costumbres... Una historia que tiene su inicio en la ilusión compartida, en el esfuerzo gratuito, en la amistad incontenida, y que durante cuarenta años se desarrolla de la misma forma, aunque con algunos matices: se añaden algunos personajes nuevos, otros nos cambian por un sitio en el cielo; el lugar de las anécdotas no siempre es el mismo; se añaden costumbres; y lo más curioso de esta historia es que no tiene final posible; no esperes, pues, amigo lector, un colorín, colorado, al final del relato, ya que los hechos que aquí se mencionan continúan en un día a día, que se escribe hoy, que se escribirá mañana, y... pero bueno, eso ya es tema de la siguiente revista, pensemos en ésta, y en la manera de que lo que tienes en tus manos te sirva de crónica viva de nuestra historia.
Pensemos en la manera de hacerte recordar a tí, si eres de los que vivieron aquellos primeros años, aquellos duros comienzos, la completa historia de nuestro grupo, precursor de las fiestas, pieza innovadora de sus inicios, sin que, movidos por la ilusión de contarlo todo, olvidemos un pequeño detalle, una fecha, un nombre...
Pensemos en la forma de transmitirte a tí, que en algún momento de estos cuarenta años acompañaste a la Soberana Orden del Temple, desde la cercanía física o desde el sufrido corazón que une en la distancia, el camino recorrido sin tu compañía pero con tu permanente recuerdo...
Pensemos en cómo ilusionarte a tí, compañero de milicia templaria, dama del grupo femenino, relatándote el hermoso sueño hecho realidad que nuestros precursores han puesto con gentileza y confianza en nuestras jóvenes manos, sin que, movidos por el orgullo de ser parte de vosotros, caigamos en la tentación de ensalzar en demasía lo que nos une...
Pensemos en cómo homenajear a esas almas amigas, que, una vez visto cumplido su sueño templario, viajaron hacia el cielo de Caravaca desde donde nos acompañan cada vez que desfilamos en la calle, sin que dejemos escapar un lágrima de recuerdo y un suspiro de añoranza...
Pensemos en cómo contarte a tí, amigo festero, convecino, que disfrutas con el festejo, que muestras fervor por nuestra Cruz, la historia de un grupo de festeros, caravaqueños como tú, que cada año, por mayo, intenta desde el festejo acrecentar su devoción por nuestra Patrona ...
¿Cómo contarte, amigo lector, el comienzo de esta historia.? Podríamos decir que "Todo empezó...", o recurrir al "Erase una vez..."; no, demasiado fácil. Lo intentaremos de otra forma.