CAPÍTULO
II
1
El silencio fue roto
por una especie de explosión.
- ¿Qué mierda... ?
-empezó a decir Sheek.
No pudo terminar la
frase. La bodega tambaleó frente a sus naves y luego se partió
por la mitad.
- ¡No! -exclamó
Vakker.
- Ya, huevón. -dijo
Papax- Si la huevá estaba vacía.
- ¿Pero y quién la
vacío? -se preguntó Sheek.
- No sé. Pero si
llegara a saberlo... -dijo Vakker.
- Volvamos a casa.
-dijo Sheek.
Las tres naves dieron
media vuelta y comenzaron un lento y melancólico regreso a la
fortaleza. Sheek trataba de imaginar quién mierda podría haber
encontrado y vaciado la bodega, su hermosa y generosa bodega. Sus
amigos pensaban lo mismo.
- Sheek. -dijo Papax.
- Qué pasa.
- ¿Quién crees que
nos puede haber cagado con la bodega?
- No tengo la más
rechucha idea, Papax. Pero creo que puede haber sido alguien de
alto mando.
- ¿De rectoría?
- Sí. ¿Acaso no te
has dado cuenta de que las cosas andan medio raras desde hace
días?
- Ahora que lo dices,
sí. Podría ser.
- No, huevón. No
podría ser. Fue. El capitán Loretoval debe haber encontrado y
escondido nuestra bodega.
- Si la gente llegara
a enterarse de que hay copete dentro de la fortaleza quedaría la
cagá.
- Bacán. ¿Te
imaginai a todo el mundo peleando por un traguito?
- De más, poh. Yo
sería el primero.
De pronto, el hasta
entonces silencioso Vakker lanzó una exclamación.
- ¡Mierda! ¿Qué
cresta es eso?
Sheek y Papax miraron
hacia sus sistemas de control.
- Esas cosas no son
humanas, ¿cierto? -dijo Vakker.
Nadie le contestó.
Desde el interior de la bodega seguían saliendo naves
fuertemente armadas que se dirigían hacia ellos.
2
- ¿Cuántas son?
-preguntó Papax.
- Quince. -respondió
Vakker.
- ¿Serán amigos o
enemigos? -dijo Sheek.
Una lluvia de misiles
fue la respuesta.
- Mierda. -dijo Sheek-
Vamos a tener que dividirnos para disminuir su fuerza de ataque.
- Ya, puh. -dijo
Papax- Cinco cada uno.
- De más. Si
sobreviven, nos reunimos en la casita del copete y nos tomamos un
trago. Yo invito.
- Te vamos a cobrar la
palabra, maricón. ¡Salud!
- ¡Salud!
Las tres naves
aceleraron y tomaron rumbos separados. Cinco destellos de colores
seguían a cada una.
3
"Bien -se dijo
Papax-. Las naves enemigas vienen todas juntas tras de
mí..."
Papax revisó su
armamento. Contaba con seis misiles, el láser y la
ametralladora. Aceleró un momento y luego frenó brusco.
Transformó su nave en barmanteloid (robot) y disparó. Las naves
enemigas lo habían sobrepasado y fueron alcanzadas por su
ametralladora. Excepto dos que aparecieron por su espalda...
Vakker enfiló su nave
rumbo a la bodega. Aceleró lo más que pudo y transformó su
nave a posición bardián (entre robot y nave). Puso sobre sus
ojos la mira electrónica de misiles y esperó a los enemigos
oculto en la oscuridad, tras los restos de lo que había sido su
querida bodega.
Apenas sinti´aparecer
las naves enemigas, disparó. Cayó una, dos, tres, cuatro...
bah! y dónde cresta se metió la última maraca, se preguntó
Vakker, antes de observar una lluvia de misiles que se le
acercaba por la espalda...
Sheek mantuvo su nave
en posición baritech (nave). Fue desacelerando de a poco,
realizando maniobras evasivas para ser alcanzado por los lásers
enemigos. De pronto, aceleró hasta el máximo y se volteó. Los
dedos se movieron rápido en el gatillo y tres de las naves que o
seguían estallaron ruidosamente. Las otras dos lo esquivaron y
se situaron detrás de él. Sheek se dirigió a toda prisa hacia
la bodega...
En el mismo momento en
que aparecieron las naves enemigas por su espalda, Papax detectó
la presencia de Sheek, que se acercaba por el sudeste. Dos naves
lo seguía y una de ellas estaba en la mira de él. No lo pensó
dos veces. Puso el dedo sobre el gatillo y disparó.
Mientras la nave que
perseguía a Sheek se transformaba en fuego y cenizas, Sheek y
Papax se interceptaron por un momento en el espacio. Sheek hizo
uso de su ametralladora, destruyendo las naves que estaban a la
espalda de Papax.
Sheek prosiguió su
alocada carrera rumbo a la bodega. Su enemigo lo seguía desde
muy cerca.
Al mismo tiempo en que
Vakker detectaba la descarga de misiles que se dirigía hacia
él, Sheek pasó a toda velocidad por su espalda, con lo que los
misiles alcanzaron al perseguidor de Sheek y no a Vakker. Papax
se encargó d eliminar a la última nave agresora.
- Bacán. -dijo Sheek-
Nunca había estado en una pelea aérea de verdad.
- La raja- dijo
Vakker- aunque igual apreté el chiquitín cuando vi los misiles
detrás de mí.
- Vos estai
acostumbrado a ver cosas detrás de ti. -acotó Papax.
- Pero vos estai
acostumbrado a sentirlas.
- Ya, par de huevetas.
-interrumpió Sheek- Paremos las huevas porque las naves de
reconocimiento del SL-1 ya deben estar en camino.
- Sí, un combate de
esta categoría no puede haber sido ignorado por los radares de
la nave.
- Entonces, raspemos.
4
Se encontraban en la
puerta del andén cuando Sheek dijo:
- Ya, par de huevetas.
Vamos a chupar. Yo invito.
- Podría ser. -dijo
Papax- ¿Qué tenís para ofrecer?
- Tengo agua...
- ¿Qué?
- ...tónica, jugo de
naranja y algo de vodka.
- ¡Ah! Bacán, puh.
Vamos.
- Pero primero vamos a
sacarnos los uniformes.
- De más. Nos
juntamos en la base de Sheek en quince minutos más.
- Mejor en veinte. Me
voy a pegar una duchita.
- Nos vemos, entonces.
Chao, maracos. -dijo Sheek.
- Chao, homosexual.
Sheek comenzó a
caminar. Hacía frío. Era tarde. La gente de Ismacross City
dormía en sus casas. Los robots patrullaban las calles y el
silencio lo invadía todo. No estaba muy lejos de su cuartel así
es que no se apuró mucho. Recordó las naves que los habían
atacado y revivió en su mente cada detalle de la pelea. Sonrío
para sí mismo y metió las manos en los bolsillos. Se preguntó
quiénes serían los alienígenas. Porque esas naves no eran de
la Tierra. Ni de ninguna raza conocida. Y por qué habrían
salido de su querida y para siempre recordaba bodega. Se
preguntó qué estarían buscando y por qué los habrían
atacado. Intentó imaginar cómo reaccionaría el alto mando si
se supiera lo que ellos habían visto. Se preguntó mil cosas
más. Pero no se dio ninguna respuesta. Sólo suspiró, mientras
observaba melancólicamente una vacía lata de cerveza. Si la
vida fuera copete...
De pronto, a lo lejos,
escuchó el ruido de la moto de Papax que se alejaba. Dio media
vuelta y vio venir a Vakker tras de él.
- Espérame, maricón.
- Qué pasa.
- Nada. Es que yo
también en la dodge.
- ¿En las dodge
patas?
- Si, poh. Como todos
los días no más.
- Tengo seca la
garganta.
- Yo también.
- Tengo sueño.
- Deja de quejarte.
- No me estoy
quejando... Cambiemos de tema, mejor. Oye, ¿y cómo está Clauly
Vakker?
- Se llama Clauly
Diant.
- Es la misma huevada
no más. ¿Y cómo está?
- Bien, supongo. No la
he llamado.
- Oye, ¿y cuándo vai
a conseguir unas amiguitas de su cuartel?
- No sé. Me da paja
preguntarle.
- Vos soy más
maricón, te apuesto que si te mandara a preguntar por hombres
iriai corriendo.
- Yo cacho, poh.
Maraca.
- Tan hueco este
Vakker.
- ¿Y vo'?
- No, puh, huevón.
- De aonde. Te hací
el huevón no más y lo más bien que dejai que te mariconee.
- Ya cállate, mierda.
Además, ¿cómo vai andar mariconeando a los hombres?
- Puta, no voy a andar
mariconeando a las mujeres.
- En todo caso.
De pronto, Sheek
tropezó y se afirmó de Vakker.
- Cabezona la
hormiga... -dijo Vakker.
- No, culeado. Si me
tropecé con esto... -dijo Sheek, pateando una botella de agua
mineral.
- Cuidado... -alcanzó
a gritar Vakker.
La botella de agua
mineral dio de lleno en la espalda de una joven con uniforme
militar.
Vakker soltó una risa
ahogada.
Sheek se tapó la boca
con una mano.
Aquella fue la primera
vez que vieron a Melissa Hayes.