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Perico
Delgado les acerca a la tragedia de Etiopia |
Ya
está en Etiopía el cargamento de la
Cruz Roja española, que hemos tenido la
ocasión de acompañar desde
Madrid.Pero hoy nos hemos topado con
dos realidades en este país. Una, la que
todos conocemos, el hambre y la sed que
padecen en su mayoría los sesenta
millones de habitantes de Etiopía. En
los años más lluviosos hay al menos dos
millones de personas que necesitan ayuda
humanitaria extra por parte de la
comunidad internacional. Unos números
que, lógicamente sobrecogen si los
trasladamos al número de habitantes de
cualquier gran ciudad española. Sirva
este detalle como orientación para
entender el problema con que conviven los
etíopes cuando se avecina un año seco.
La solidaridad es primordial para evitar
que un millón de personas, pavorosa
cifra, muera por falta de alimento como
ya ocurriera en 1985. Pero hay otra
realidad aún más triste, y es que la
burocracia de este país no permite que
la ayuda humanitaria llegue
inmediatamente a los más necesitados.
Mientras que cuarenta personas mueren al
día en las zonas más damnificadas, la
carga es retenida en el aeropuerto. Hay
que pasar unos permisos, unos trámites
interminables. En el caso de este
cargamento, nos dicen que hasta el lunes
no saldrá el primer camión hasta las
zonas más afectadas y el viaje dura dos
días más. Increíble pero
desgraciadamente cierto. La desidia de
los gobernantes, el mal estado de las
carreteras y, por ende, el difícil
traslado de la ayuda, hacen aún más
urgente la necesidad de que los países
desarrollados reaccionen rápido ante
estas tragedias. Insisto, es frustrante
ver la cantidad de trabas que pone el
gobierno para salvar a su población. |
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Este
drama no se vive con pesimismo entre los
etíopes. Son personas muy sociables, con la risa
muy fácil, como demostraron cuando vieron su
propia imagen en la cámara digital de Chema.
Pero basta siempre una imagen, de los niños
desnutridos, sucios por la falta de agua, para
darte cuenta de la situación en la que viven .
El recibimiento ha sido increíble, los niños
son niños en todo el mundo, juegan, curiosean,
posan ante la cámara . Para el viaje, hemos
traído nuestro pequeño avituallamiento. Para la
jornada de hoy, chocolate, refrescos. Le he dado
a un niño a probar una bebida, lo ha hecho con
toda confianza y detrás de él, otros muchos le
han imitado. Y luego, las chocolatinas, les
encantan. Por algo son niños. Todos son
encantadores, los mayores salen de sus chozas de
cañizo y barro, se acercan, dialogan miran al
cielo y nos explican que es necesario que llueva
para regar los campos. PERICO DELGADO |
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