Babú
Gogineni, Director ejecutivo, Unión
Internacional Ético-Humanista (IHEU)
Resumen
Con
todas las conversaciones y discusiones estimulantes que toman lugar en
nuestras conferencias, los humanistas generamos nuevas preguntas cada vez
que nos encontramos; pero de manera interesante también nos remontamos
a las viejas preguntas. Una vez Michael Shermer me preguntó si el
humanismo era precisamente otra religión; otro día alguien
me preguntó si la ciencia era de alguna utilidad para nosotros;
si nuestro conocimiento en crecimiento en verdad impacta positivamente
en nuestro sentido de la dignidad humana… Sin embargo otras preguntas -
nuevas y viejas- han surgido en los últimos tiempos. Entonces, ¿qué
es el humanismo exactamente?, ¿qué significa para nosotros
en el mundo moderno?, ¿y en qué sentido puede ser significativo
en este nuevo siglo? A esta pregunta deseo dirigirme en este artículo:
¡y aquí está mi versión del elefante humanista!
El
elefante humanista
Creo
que cuando nos referimos al humanismo, estamos concibiendo aquella postura
moderna de vida que está arraigada en el pensamiento racional y
que proporciona una forma de entender nuestro universo y nuestro lugar
en él en términos naturalistas antes que sobrenaturalistas
o teístas. Por humanismo queremos decir una filosofía de
vida que nos ofrece a todos nosotros, tanto individuos como miembros de
la sociedad una ética secular fundamentada en valores humanos. Nuestro
humanismo es una filosofía viviente de libertad y democracia (Tarkunde),
y como humanistas estamos profundamente concientes de nuestra común
humanidad. Estamos impelidos por un sentido del valor moral de todos los
seres humanos; y nuestras acciones están guiadas por la razón
compasiva, y la realización del destino común de la especie
humana. Como humanistas rechazamos las autoridades absolutas y las sabidurías
reveladas; promocionamos la libre investigación que es la base del
espíritu científico y defendemos la integridad intelectual,
rechazando dejar que la costumbre reemplace a la conciencia. La libertad
responsable de pensamiento y acción y la ley civilizada son de suprema
importancia para nosotros.
Usualmente
esta comprensión amplia me permite continuar con mi vida. En la
vida social la comprensión de la dignidad humana lleva a oponerse
a cualquier tendencia que haga el ser humano un instrumento que sirva a
un propósito ‘superior’: Dios, la nación, la comunidad, la
clase o el credo. Nuestra adhesión a la razón y a lo razonable
es una guía para enfrentar los problemas humanos. Nuestro escepticismo
(somos escépticos pero no cínicos) nos ayuda a mirar críticamente
nuestro mundo y tratar de mejorarlo para nosotros mismos y para otros.
Como defensores del humanismo queremos sociedades seculares: no simplemente
la separación de la religión y el Estado sino la más
completa separación de la gente de la religión, de modo que
la humanidad pueda llegar a la suya propia… comprometidos a la constante
expansión de las fronteras de la libertad humana, estamos vigilantes
para que esta empresa no encuentre ningún obstáculo. Suficiente
trabajo para cada uno de nosotros por varias generaciones, ¡debe
decir!
Pero
varios de nosotros, como Marie Alena Castle de la Alianza Atea dijo, somos
víctimas de ‘la parálisis por el análisis’. Continuamos
discutiendo si el humanismo es religioso, secular, ético, espiritual,
trascendental, etc. Otros humanistas hacen objeciones diciendo que el humanismo
es demasiado antropocéntrico, que no presta demasiada atención
a otras formas de vida. Existe también la afirmación que
el humanismo, con su énfasis en la razón y la ciencia no
valora las artes y no tiene aprecio por la belleza. Sin embargo, otros
objetan al humanismo que es severamente crítico e incómodo
para otras posturas de vida, e insensible al punto de vista de los demás.
No obstante, otros nos exhortan a concentrarnos en los aspectos positivos
de nuestro trabajo antes que atacar a la religión.
Objeciones
Consideradas
Como
la filosofía del ser humano, el humanismo trata de ayudarnos a responder,
lo mejor que podamos las grandes preguntas de la vida:¿quiénes
somos?, ¿qué somos?, ¿cómo llegó a existir
el universo?, ¿qué es la vida buena?, etc.
¿Son
éstas preguntas religiosas? ¿Somos religiosos cuando tratamos
de responderlas? ¿Y es el humanismo una religión por que
trata de responder estas preguntas? Es verdad que tratamos de averiguar
de qué se trata el mundo, qué estamos haciendo aquí,
y cómo lograr mejor una vida que sea tanto satisfactoria como socialmente
útil. También es verdad que tratamos de dar sentido a nuestras
propias vidas porque no vemos un propósito fijo distinto del que
podríamos darle. No hay duda aquí que estamos tratando de
responder algunas preguntas que tradicionalmente la religión ha
intentado responder. Pero la filosofía no es teología y el
humanismo no es religión. Debemos tener clario en nuestra mente
acerca de la diferencia esencial: mientras podríamos estar preocupados
por aquellas mismas preguntas con que la religión estuvo y está
ocupada, nuestro interés no está en las respuestas eternas
de la religión: para nosotros lo que es permanente son estas preguntas.
Es la búsqueda de la verdad lo que es más importante para
nosotros, no su posesión (Venkatadri). El humanismo no es nada si
no es un continuo interrogante acerca de nuestro universo y nuestro lugar
en él.
Hace
un tiempo me conmocioné cuando cenaba con Parvin Darabi, un ex musulmán
y un colega humanista de Irán, me informó que en el Islam
la reparación por el asesinato de un hombre sería que el
culpable pagase a la familia de la víctima una compensación
de 100 camellos o 200 vacas. Si una mujer era asesinada, entonces su familia
recibiría 50 camellos o 100 vacas. Me asombré por esta práctica
medieval igual que Uds. Porque, ¿cómo podemos aceptar en
el mundo moderno actual la gran injusticia de igualar un camello con dos
vacas? Sí, Uds. pueden reír ahora pero, ¿pueden seguir
sonriendo cuando tienen que decir a una vaca que se podría tomar
cien de ellas para igualar a una mujer…? Hagamos algo más serio:
creo que a pesar de lo que está siendo sugerido por nuestros críticos,
como humanistas no debemos estar preocupados por la ecuación camello-vaca
sino por la ecuación hombre-mujer. Por supuesto, necesitamos respetar
otras formas de vida, vivir en armonía con el resto de la naturaleza,
pero no tiene caso objetar que el humanismo -la filosofía del ser
humano- está siendo antropocéntrico.
Entonces
existe la objeción de los humanistas no tienen ningún aprecio
por la belleza, ningún sentido estético y no pueden apreciar
las artes. ¿Es esto realmente cierto? La ciencia es la búsqueda
del conocimiento. Y si la Verdad no es sino el contenido del conocimiento
(M.N. Roy), y si, con Thomas Hardy, podemos decir, que la Belleza de la
Verdad es tan eterna como la Verdad de la Belleza, creo que hemos dado
una respuesta adecuada a esta objeción. Aquellos que no pueden sintonizar
el ritmo del cosmos a través de un conocimiento de sus leyes, aquellos
que no pueden apreciar la pasión en la búsqueda y el éxtasis
en el descubrimiento, aquellos cuya espiritualidad no está despierta
a este aspecto maravilloso y único de la vida humana, aquellos que
pueden ver la belleza y la estética sólo en la línea
elegante y la forma hermosa han perdido la trama en algún lugar…
Luego,
están aquellos que muy a menudo nos dicen que el humanismo tiene
un mensaje positivo, no uno negativo; que no debemos criticar la religión;
que sólo debemos esparcir nuestro mensaje ‘positivo’. Pero como
Levi Fragell señaló una vez, ¿cómo podemos
decir que la restauración del sentido común es una empresa
negativa? (aquí tenemos que recordar a Voltaire: ‘aquellos que creen
en absurdos también cometen actos atroces). ¿No tenemos interés
en asegurar que no habrá una era de las tinieblas de nuevo, y que
los talibanes no se repitan? ¿Debe lo intolerable ser tolerado?
Y cuándo criticamos a otros, no atacamos su derecho a defender sus
ideas; son sus ideas las que ponemos en el crisol de la razón. ¿Qué
idea vale sostener, que no pueda ser examinada en ‘la mesa de disección
de la razón’? En cuanto aquellos que nos dicen que la gente necesita
algo para reemplazar la religión, mi respuesta es que esto muy bien
puede ser, pero eso no es una prioridad para nosotros ahora, porque antes
de eso tenemos que encontrar el mejor reemplazo para la tuberculosis.
En
adición a eso, existen dos preguntas que se me ocurren como las
más dañinas a mi concepción de humanismo. La primera
pregunta es ‘si no creemos en un dios, ¿cómo eso nos lleva
a que apoyemos los derechos humanos?’. La otra pregunta que creo que fue
hecha fue ‘oh, tu ciencia es maravillosa pero ¿qué me dice
acerca de la dignidad humana?’. Mientras hemos estado tratando hasta aquí
con el humanismo de pensamiento confuso, esto proviene de puro humanismo
no digerido. Ciertamente, creemos en los derechos humanos no porque no
creamos en Dios, sino porque creemos en la dignidad inherente del ser humano.
Ahora en cuanto a la otra objeción ‘¿cómo me ayuda
la ciencia a entender la dignidad humana o a llegar a ser más amable
con mis congéneres?’. Ese es el problema de aquellos que fracasan
en vincular el conocimiento con la libertad. Fracasan en entender que,
a menos que entendamos nuestra posición y lugar en el universo,
no seremos capaces de entender nuestras limitaciones sobre el alcance de
nuestra libertad.
Como
postura de vida, el humanismo nos ayuda a entender nuestro lugar en el
universo y dependemos de la ciencia para que nos de el conocimiento de
hacer eso. La ciencia nos fortalece explicándonos, demostrándonos
nuestra capacidad para descifrar las profundidades del universo y, por
lo tanto, añadiendo dignidad y amor propio de tipo humano. Esto
no impide nuestro aprecio y disfrute de la naturaleza, nos hace menos preparados
para la empresa creativa y artística. Recordemos precisamente el
violín en las manos de Einstein.
El
humanismo y la selección natural.
Nuestra
comprensión naturalista del universo, la valoración del espíritu
científico, el concepto del ser moralmente autónomo, la cultura
democrática, el deseo de reconstruir el mundo, el sentido de responsabilidad
para con los congéneres humanos y el resto de la naturaleza, nuestra
comprensión de la verdadera naturaleza de la belleza: todo esto
está involucrado en una postura de vida -la misma que merece ser
adoptada por el mundo-. Esta esperanza fue elocuentemente articulada en
la década de 1970 cuando el Segundo Manifiesto Humanista empezó
con la gran declaración que el siguiente siglo -éste- puede
ser y debe ser un siglo humanista.
Por
lo tanto, ¿estamos entonces en este siglo humanista?
Obviamente
no. Existe una confederación del irracionalismo -de la religión
aliada con los valores tribales de la relación- y una desconsideración
basta por los valores humanos que nos regresa a nuestra memoria social
de intolerancia y de maltrato por nuestros congéneres humanos. En
algún lugar debajo de la línea, los humanistas parecemos
haber perdido la energía de rehacer el mundo a la imagen humanista.
Sugiero que perdimos por un proceso firme de autoeliminación que
nos hemos sacado a empujones de las principales actividades humanas. ¡Actualmente
incluso no predicamos lo que practica el otro lado! Hace 300 años
las luces del mundo fueron nuestros ancestros espirituales. Nómbrese
un reformador social yace unos siglos atrás, y es muy probable que
fuera humanista -nuestros ancestros espirituales fueron articuladores de
visiones inspiradores para el mundo y líderes de gente -no solamente
jefes de organizaciones, como es el caso actualmente.
De
alguna forma hemos perdido contacto con nuestra gran tradición humanista.
Y sugiero que el humanismo de este siglo debe tratar de redescubrir la
misma tradición humanista que se propuso reconstruir el mundo -que
trató de fundamentar los proyectos para el nuevo siglo-. Hay un
panfleto que nos habla acerca de uno de nuestro ancestros espirituales:
Thomas Paine. Cuando Benjamín Franklin dijo: ‘donde hay libertad
allí está mi país’, Thomas Paine replicó muy
noblemente ‘donde no hay nada allí está lo mío’.
No
hay razón por la que el humanismo deba triunfar en el mundo actual
si continuamos siendo como somos -después de todo, creemos en la
selección natural de Darwin-. Por lo tanto necesitamos identificar
los problemas más apremiantes del mundo y como grupos de individuos
comprometidos, necesitamos aplicar los principios liberadores del humanismo
para la solución de estos problemas o para fijar la dirección
de los nuevos cambios.
La
Globalización: la respuesta humanista
Incluso
aunque el mundo actual es un lugar más feliz que lo que alguna vez
fue en el pasado, existen diversas tendencias perturbadoras que necesitan
ser dirigidas. Como se ha dicho repentinamente, la globalización
del mundo está tomando lugar actualmente. Se nos dice que un nuevo
Orden Mundial está siendo establecido -¡qué término
engañoso!- no existe ni un orden discernidle en este nuevo mundo…
La
globalización actual es una globalización económica:
cuando se pregunta a la gente en el Occidente, cuando se leen los periódicos
allí, otras partes del mundo son referidas como “mercados emergentes”
no como gente. No gente: solo mercados; blancos para la actividad económica,
clientes para la industria de la deuda, clientes para la fabricación
de armas que diseminan la muerte. Esta actitud predatoria debe ser combatida
con todos los medios a nuestra disposición. La globalización
por la que los humanistas deben luchar no es la del mercado, no la del
libre mercado o del tipo regulado sino el del libre pensamiento.
Es
la globalización del pensamiento, de la universalización
de nuestros logros por los que debemos luchar. No olvidemos que el humanismo
es el logro cultural de la humanidad, y no importa mucho si vino de Grecia,
lo cual no pasó, o si provino de la India -incluso eso no sucedió-.
Estoy pasmado por algunas afirmaciones hechas recientemente en Oriente
y Occidente en relación a los orígenes del humanismo. Estamos
adheridos en moldes creados por la etimología, la cronología
y la geografía; y lamentablemente perdemos el punto. El humanismo
se origina en la naturaleza humana, y es por esa razón que es universal,
no porque provino del ombligo del mundo. De algún modo algunos de
nosotros se siente alienados justo porque no sucedió en nuestro
patio trasero, y creo que es un fracaso en nuestra comprensión de
nuestra humanidad común. En nuestro mundo ‘dividido por mapas’ necesitamos
esparcir el entendimiento que suficiente lo que es humano.
Modernización
no occidentalización.
Teóricamente
occidente debe epitomizar los grandes logros del humanismo: democracia,
libre albedrío, derechos humanos, el espíritu científico,
un espíritu de apertura… Pero cuando uno observa a aquellos que
están al final aceptado de los países que disfrutan estos
logros, es natural desarrollar dudas. Cuando Ud. Es un ciudadano del tercer
mundo, cuando Ud. está ahí, como Ron Solomon una vez expresó
tan notablemente ‘no el tercer mundo sino los dos tercios del mundo’, entonces
Ud. está bajo una de las cleptocracias de los mobutus o en las repúblicas
bananeras de Sudamérica apoyadas por la confabulación activa
de Occidente, o en un país al que se le está vendiendo tecnologías
destructivas.
Continuemos
observando el rededor: un quinto del mundo (el Occidente) participa en
4/5 de su actividad económica. De los 23 trillones de dólares
del producto doméstico global, 18 pertenecen solo a 1/5 del mundo
(el Occidente). Si tenemos que ser justos, entonces los recursos del mundo
deben ser compartidos equitativamente: ¡no todos deberán ser
exportados al Occidente! Aunque la humanidad históricamente sea
beneficiado de los logros hechos en cualquier parte del mundo en los últimos
100 años el conocimiento ha empezado a estar mantenido en cadenas.
Se llaman derechos de propiedad intelectual. Los mismos derechos que no
se aplicaron al álgebra, que no vino de Occidente; para la medicina,
que no vino de Occidente; para la astronomía que tampoco surgió
en el Occidente, de pronto se aplica al mundo entero. Las especies bacterianas
y la información genética está siendo patentada…
No
queremos que el resto del mundo se beneficie de los logros de la ciencia
y la tecnología, y ciertamente esperamos que esto llevara a una
mejor forma de vida para todos los habitantes del planeta, pero el modelo
occidental de desarrollo del consumo no es con mucho la mejor forma seguida
por nosotros.
Extendiendo
nuestro abrazo
El
humanismo combate el despotismo y la religión sobre la mente, pero
¿por qué no el despotismo del mercado? Si la sociedad global
que tiene que ser formada tiene que serlo sobre principios universales,
entonces ¿sólo podemos permitir que el empobrecimiento del
planeta suceda sin ser cuestionado? Necesitamos preguntar que nuestros
valores son sólo un particularismo elevado, sino que tienen un significado
universal.
¿Qué
hay de la política? ¿Deben los humanistas participar en la
política? Sugiero que deben. No la política del poder a la
que estamos acostumbrados y a la que a todos los norteamericanos les es
muy familiar. No la lucha de intereses mal guiados como un principio de
conflictos como a todos nosotros y en todo lugar nos es familiar. No apoyando
a una democracia que se enorgullezca y crea en la sabiduría colectiva
de la ignorancia individual. Sino la política de la libertad: una
política de liberar gente luchando por sus derechos humanos.
El
humanismo de este siglo tiene que ser un humanismo colérico, un
humanismo omniabarcante; un humanismo no derrotado ‘por el pesimismo del
pensamiento, sino entusiasmado por el optimismo de la voluntad’ un humanismo
que quiere afirmarse. Esto tendrá que ser el humanismo más
allá de la religión; un humanismo post religioso.
Profundizando
nuestra identidad
Cuando
agitamos mucho nuestros brazos, ¿cuán lejos vamos? He oído
una sugerencia que el grupo humanista debe abrir sus puertas de membresía
incluso a los religiosos porque el humanismo es inclusivo. Digo que es
el trabajo de la sociedad ser inclusiva con todos y asegurar que ningún
proceso de pensamiento sea excluido, y ciertamente debemos trabajar por
tal sociedad. Sin embargo, un grupo humanista debe ser abierto solamente
a los humanistas porque hemos compartido objetivos que seguir y metas comunes
que lograr.
En
nuestro contexto, necesitamos pensar de modo organizacional. Este modo
tiene sus propios azares sin duda -frecuentemente somos emparejados en
las identidades organizacionales-; y a veces la organización a la
que pertenecemos llega a ser nuestra propia identidad. Nuestra identidad
creo que debe ser como seres humanos, al principio y al fin: una identidad
que realizamos mejor a través del humanismo.
Acabo
de defender que los humanistas tienen que ir más allá de
la religión y abrazar otros campos de la actividad humana como la
economía y la política. Pero también estoy pidiendo
una profundización de nuestra identidad al mismo tiempo. Necesitamos
ser claros acerca de nuestra identidad: que somos hijos de la razón,
y como dijo Edd Doerr: ‘permitan que la pasión tenga sus velas pero
dejen que la razón sea su timón’. Pero en el frente de la
identidad todavía tenemos que crear una identidad global para nuestra
forma de pensar.
Humanismo
organizado
Existe
una labor para el humanista: el crear el mundo según su concepción
sobre el ser humano; ser veraz con el espíritu de Thomas Paine.
Y para tener éxito en la gran tarea que es un proyecto cultural,
necesitábamos volvernos a comprometer con nuestra gran tradición.
En cuanto a mí, no soy un no creyente. Soy un creyente. Son ellos,
en el otro lado, quienes niegan la capacidad de la humanidad para mejorarse
quienes son los no creyentes. Somos los creyentes y hemos cambiado al mundo.
En
la medida que salimos hacia la sociedad y tratamos de influenciar en la
gente con nuestras ideas racionales, seculares, liberadoras modernas, entonces
trabajaremos hacia la humanización de nuestra sociedad. Si la gente
se une o no a nuestras organizaciones es menos importante que lograr una
sociedad construida sobre valores humanos. Una sociedad así es una
sociedad humana y necesariamente humanista. Ya que vemos nuestra tradición
como una tradición humanista que existe dentro y sin nuestros grupos,
debemos ser capaces de construir alianzas con la gente, incluso fuera de
nuestros grupos, para lograr nuestros propósitos comunes.
Mientras
estamos discutiendo el modo organizacional de trabajar, me gustaría
enfatizar la grandiosa importancia de tener una identidad global común,
aliviada de adjetivos como ético, religioso o secular.
Su
herramienta internacional para el humanismo
Ahora
quiero usar un momento en lo que concierne que puede ser dirigido por nosotros
dentro de la estructura del organismo organizado, con referencia a la Unión
Internacional Ético-Humanista (IHEU*), de las cuales son miembros
fundadores la Unión Ética Estadounidense (AEU*) y la Asociación
Humanista Estadounidense (AHA*).
Como
su herramienta internacional, ¿qué puede hacer la IHEU para
avanzar el prospecto humanista de hoy? La IHEU actualmente tiene 87 organizaciones
miembro de 37 países y tiene estatus consultivo privilegiado de
ONG en todos los cuerpos internacionales importantes: en la ONU en Nueva
York, Ginebra y Viena, en la UNESCO de París, en la UNICEF en Nueva
York, y en el Concilio Europeo en Estrasburgo. Como la única organización
internacional para racionalistas, humanistas, escépticos, ateos,
agnósticos, culturalistas éticos, ¿puede representar
la IHEU nuestro interés minoritario y cómo puede promover
los propósitos del humanismo?
Primero,
la IHEU representa al HUMANISMO, con ningún adjetivo sectario o
calificador añadido a él: porque una identidad común
y clara es más importante cuando estamos forjando una herramienta
para lograr nuestros objetivos. Segundo, la IHEU necesita, como deben hacerlo
todos los grupos humanistas nacionales, analizar los problemas actuales,
aplicarles los principios universales del humanismo y elaborar respuestas
creativas.
Es
una época de gran oportunidad para nosotros: las Naciones Unidas
está abriendo sus puertas para la participación de la sociedad
civil. En la ONU las personas son bien recibidas -paralelamente con las
naciones y sus líderes- para representar sus puntos de vista para
elaborar sus ideas creativas. La IHEU técnicamente tiene estatus
representativo en la ONU, pero cuando ésta abrió por primera
vez sus puertas a las organizaciones no gubernamentales sólo recientemente,
no estuvimos allí. Perdimos una oportunidad pero existen más
oportunidades. Hay más cosas que podemos hacer, y la razón
por la que planteo este problema molestoso para la IHEU en la ONU es invitarlos
a Uds. A considerar las formas y medios en que pueden fortalecer SU representación
en la ONU.
Este
es un desafío abierto para los líderes de todas las organizaciones
humanistas quienes están presentes: cooperar entre sí, encontrar
una solución de modo que tengamos una representación fuerte.
Este es un desafío para los filósofos entre nosotros aquí:
y no debemos discutir la simple etimología del humanismo, sino que
debemos salir de nuestros recintos para hablar cerca del ciudadano global
y representar el logro cultural que es el humanismo cuando se conduce las
discusiones de la sociedad global. Este es un desafío para los científicos
entre nosotros, mostrar a la gente, cómo el conocimiento llevará
a la libertad.
Más
específicamente, existe una campaña que la IHEU le gustaría
continuar en gran nivel: la separación de la religión y el
Estado. Muchas de las violaciones de los derechos humanos que son tan prominentemente
oídas están de una manera u otra aliadas con la Iglesia o
con la religión que está asociada con el Estado. La IHEU
está convocando consultas para una conferencia internacional sobre
el tema. Espero que participen. La IHEU ha abierto un comité sobre
valores universales: una declaración humanista sobre los que son
éstos. Espero que Ud. contribuyan. La Internacional Humanista tiene
un comité que está examinando la cuestión de cómo
los derechos infantiles están siendo violados en nombre de la religión.
Y no es simplemente la circuncisión de mujeres: es mucho más.
Espero que puedan darnos entrada en eso. Los folletos de la IHEU les pueden
proveer la información. Espero que querrán apoyar a SU organización
internacional de modo que la mayoría de sus intereses y los nuestros
sean mejorados. Espero también que quieran viajar un poco tanto
en términos físicos como mentales, para ver como otros humanistas
están enfrentando sus propios problemas. Yo mismo he aprendido bastante
simplemente interactuando con humanistas de otros países. Por supuesto,
la IHEU en el siglo XXI es sus grupos miembros en el siglo XXI, y como
puede trabajar para formar una alianza y hacer de la IHEU una herramienta
para sus propósitos comunes que esté a su altura.
*
Siglas en inglés de la International Humanist and Ethical Union,
la American Ethical Union y la American Humanist Association respectivamente.