Compositores Venezolanos



La República

Tiempos de contrariedad: música durante la lucha de independencia


El maravilloso movimiento musical generado en Venezuela durante la Colonia, se vio disminuido por los acontecimientos de la Guerra de Independencia, recrudecida intensamente hacia 1814. Desde 1810, aproximadamente, las actividades musicales en Venezuela habían comenzado a hacerse cada vez más escasas, hasta 1821, cuando se consolidó la independencia de la República. En estos años de guerra, la música está prácticamente ausente de la vida civil caraqueña.

Las autoridades patrióticas que se instalaron en el gobierno a partir del 19 de abril de 1810, en un afán por mantener el orden ciudadano, se mostraron más vigilantes respecto de las expresiones musicales espontáneas en las calles. En 1811 prohíben la ejecución pública de instrumentos musicales como la guitarra, o la maraca, y de todos aquellos que pudieran suscitar alboroto y desorden. Sin embargo, pese a estas prohibiciones, para las celebraciones del primer aniversario del 19 de abril, la misma junta de gobierno contrató al músico Francisco Villalobo para que organizara un concierto en la Universidad de Caracas. También la iglesia celebró el acontecimiento con una misa solemne y Te Deum en la catedral de Caracas. Luego, por motivo de la firma del Acta de Independencia, el 5 de julio de 1811, el gobierno ofreció una orquesta para la celebración de este acto. También, por estos años ya se ofrecían conciertos por abono, los cuales probablemente no prosperaron.

En el año 1812, un terremoto vino a acrecentar la lastimosa situación social y económica que sufría la vida caraqueña de entonces. Poco antes de este desastre, habían aparecido invitaciones a participar en bailes por suscripción; son las primeras noticias que se tienen de ello. Ya para 1814, prácticamente es nula toda la actividad musical en Venezuela. Apenas en el año 1818, llegó a instalarse en Caracas una academia de música gracias a la iniciativa de Lino Gallardo. No se trataba propiamente de una institución de enseñanza musical, sino de una reunión de amateurs en tertulias o veladas musicales públicas; tal era el significado que tenía la palabra "academia" en esa época.

La iniciativa de realizar conciertos por abono fue retomada hacia el año 1819, cuando se fundó en Caracas la primera Sociedad Filarmónica del país. Esta sociedad recibió la aprobación del general en jefe realista Pablo Morillo y se mantuvo durante poco más de un año realizando conciertos mensualmente. Pero no es sino hacia 1821 cuando, vencidas las fuerzas realistas, la vida civil del país alcanzó una relativa estabilidad y se reanudan las actividades culturales. Pese a las adversas circunstancias de los años de la guerra de independencia, el estilo de la Escuela de Chacao perduró hasta mediados del siglo XIX.


Resurgimiento de la vida musical

En 1820, empezaron a representarse comedias y espectáculos dramáticos en la casa del señor Ambrosio Cardozo. El año 1831, el señor Cardozo construyó un teatro entre las esquinas caraqueñas que hoy conocemos como El Chorro y Coliseo. Este teatro, recordado como el Coliseo de Caracas, albergaba de 800 a 1000 personas. Es en este local donde se dieron a conocer algunas obras dramáticas que fueron representadas por compañías españolas que visitaron la capital, así como dos óperas de Rossini, puestas en escena por músicos criollos. El Coliseo fue desechado como teatro público hacia el año 1850, y para el año 1853, de él sólo quedaba un solar en ruinas.

Del montaje de óperas en el Coliseo se conserva una interesante crónica en el periódico La Oliva del 1º de septiembre de 1836. En ella se menciona el montaje de dos óperas de Gioacchino Rossini: La Urraca Ladrona, presentada dos veces, y El Barbero de Sevilla, puesta en escena sólo una vez. El montaje fue llevado a cabo por una compañía lírica criolla que dirigía Atanacio Bello Montero; esta compañía recibió gratos elogios de visitantes extranjeros que asistieron a las representaciones. En 1843 se presentó en El Coliseo una compañía lírica italiana: la Compañía de Ópera de Alejandro Galli. Esta temporada es famosa en nuestra historia musical por una acalorada polémica que levantó entre los críticos y melómanos caraqueños.

Atanacio Bello, de quien hablaremos con más detalles, había organizado con otro músico, José María Izaza, una Sociedad Filarmónica hacia 1831. Existía en la época la costumbre de incluir tonadillas sinfónicas y bailes en las noches de comedias, por lo que la orquesta de la Sociedad Filarmónica tuvo ocasión para debutar con bastante frecuencia. Entre los instrumentistas que formaban la orquesta se encontraban distinguidos músicos caraqueños como, por ejemplo, Juan Meserón y Felipe Larrazábal. Esta orquesta tuvo oportunidades para presentar programas de conciertos donde seguramente se interpretaban obras creadas por nuestros compositores.

El amplio interés del sector oficial de la época por la música es patente, por ejemplo, en la figura del General José Antonio Paez. En sus años de juventud, Paez conoció las danzas e instrumentos de la época, los cuales dominaba a la perfección. Muchas anécdotas se desprenden de los momentos de esparcimiento musical que encontró entre una batalla y otra durante las luchas de independencia. Por el año 1852, estableció relaciones amistosas en Europa con Louis Moreau Gottshalk, quien le dedicó Marche de Nuit, su opus 17. Durante su permanencia en Buenos Aires, dedicó a una niña dos obras en las cuales podemos apreciar sus dotes de melodista: Escucha Bella María y La Flor del Retiro.

Respecto a la educación musical durante esta época, encontramos la preocupación del gobierno por consolidar una institución oficial dedicada a esa labor. La Diputación Provincial de Caracas, en la Resolución del 3 de diciembre de 1849, y en Ejecútese del Gobierno Superior Político de la Provincia, del 7 del mismo mes, establece la creación de una escuela de música destinando para ello un presupuesto específico de trescientos pesos anuales. Esta escuela formaría parte de una Academia, y se instaló el 1 de enero de 1850, siendo su director el maestro Atanacio Bello Montero.

 

Escuela de Chacao: continuadores

Los compositores que comenzaron a destacarse después de culminada la guerra de independencia, escribían todavía en el estilo de la Escuela de Chacao, ya que seguramente fueron fomados en esta Escuela. Pero hay que reconocer en la música de estos creadores ciertas novedades, sobre todo en el trabajo de orquestación, pues introdujeron nuevos instrumentos y nuevas combinaciones en las partituras para orquesta. Por otra parte, el repertorio musical comenzó a cambiar y los compositores ya no escribían exclusivamente para las celebraciones religiosas. A este período pertenecen los manuscritos más antiguos de sinfonías y de música de cámara que se conservan.

Compositores de este período


Compositores venezolanos románticos

Hacia mediados del siglo XIX comenzaron a penetrar al país ideas románticas. Entonces era sumamente inestable la situación política venezolana. Durante la segunda mitad del siglo XIX la presidencia de la república pasaba violentamente de una mano a otra. Debido a este desequilibrio político y social, fueron escasas las formas musicales del género sinfónico. Afortunadamente, sí se desarrollaron ampliamente los géneros musicales de salón: proliferó la producción de danzas para piano y de canciones. En Caracas, el vals alcanzó pronto arraigo y, al popularizarse, adquirió una personalidad propia, llegando a convertirse el tradicional vals europeo en el valse venezolano. Se difundió también la canción romántica, forma musical apta para la expresión del sentimentalismo propio del espíritu de la época. Esporádicamente aparecieron la zarzuela, las fantasías y rapsodias para piano sobre temas tomados de arias de óperas y, finalmente, algunas óperas.

En octubre de 1854, durante el gobierno de José Tadeo Monagas, se inauguró el Teatro Caracas. Se encontraba ubicado en la actual esquina de Veroes. Tenía capacidad para 1500 personas. Esta edificación vino a satisfacer un clamor que desde hacía años estaba haciendo la sociedad caraqueña. Para el acto de su inauguración fue traída una compañía lírica italiana que representó la ópera Ernani de Giuseppe Verdi. La orquesta que acompañó esta compañía en tan especial ocasión, fue dirigida por José María Velásquez, hijo de José Francisco Velázquez, el joven. Esta agrupación orquestal estuvo formada por profesores y músicos aficionados de la capital.

En el Teatro Caracas se llevaron a cabo todo tipo de eventos públicos. Su existencia ratifica un desplazamiento del centro cultural en la vida social del venezolano, y comienza a ubicarse fuera de la iglesia. Por años, este local solventó las exigencias culturales de la vida civil caraqueña. El Teatro Caracas funcionó hasta el año 1913, cuando, convertido en cine, fue devorado por un incendio durante la presentación de un filme.

El cambio de centro que experimentó la cultura caraqueña durante la segunda mitad del siglo XIX, también se hizo patente en el ámbito de la educación musical. En 1870 se creó por decreto el Conservatorio de Bellas Artes. La misma resolución mencionaba a don Felipe Larrazábal como director de esta nueva institución. Al parecer, esta institución no se concretó sino hasta el año 1877, cuando apareció un nuevo decreto que anunciaba la creación en Caracas de un instituto de Bellas Artes, que comprendería tres academias: dibujo y pintura, escultura y música. Como director de esta institución se nombró a don Ramón de la Plaza; Eduardo Calcaño ejerció funciones de director-presidente en el instituto.

Luego, por decreto del 4 de agosto de 1887, Antonio Guzmán Blanco creó la Academia Nacional de Bellas Artes; se incluía en ella la enseñanza especial de dibujo artístico, pintura, arquitectura, música y declamación. El 16 de septiembre del mismo año fue instalada esta Academia y en el mes de octubre de 1887 fue inaugurada con un acto solemne donde estuvieron presentes el presidente de la República y los ministros del gabinete. El primer director de esta academia fue don Emilio J. Mauri. Para su funcionamiento se destinó el antiguo edificio que desde entonces y por más de medio siglo fue el único local que sirvió de sede a la enseñanza musical en la capital, ocupado hoy por la Escuela de Música "José Ángel Lamas" y que está ubicado al lado de la Santa Capilla de Caracas.

Pero si bien fue en el Teatro Caracas donde por vez primera se puso en escena en la capital de la República una ópera con música de un compositor venezolano, Virginia de José Ángel Montero, se diría que nuestros músicos criollos tuvieron mejor acogida en el Teatro de La Unión, reconstruido en 1866 y convertido en el Teatro de La Zarzuela. Se ubicaba este teatro en la actual esquina de Maderero. Era el local donde se realizaban los nacimientos y jerusalenes, representaciones de carácter popular para las cuales los mejores compositores de la época escribieron música. Era este teatro el sitio donde tenían efecto las expresiones dramáticas y musicales de tinte más popular. En el Teatro de la Zarzuela nuestros compositores estrenaron zarzuelas nacidas de su inspiración. Este género dramático había llegado a Caracas en 1864 con la compañía del señor Saturnino Blen, gustó mucho y comenzó a hacerse popular. La ópera estaba más bien reservada a un público distinto, perteneciente a un estrato social pudiente y acomodado.

Pronto, el Teatro Caracas fue insuficiente y, para el año 1880, Guzmán Blanco decidió darle un nuevo teatro a Caracas. Construyó entonces el Teatro Guzmán Blanco que actualmente conocemos como Teatro Municipal. Éste fue inaugurado con gran solemnidad el 1º de enero de 1881, gracias al apremio de la dirección personal del propio ministro Jesús Muñoz-Tébar. La primera temporada de ópera se inició el 4 de enero; El Trovador de Giuseppe Verdi fue la ópera elegida para la especial ocasión. Este Teatro todavía se mantiene en pie, pese a las inclemencias históricas, a pesar de la violencia con que la modernidad ha desfigurado su delicado perfil arquitectónico.

 

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